Últimamente
he estado algo liado. Hemos hecho un taller de prehistoria para la clase de mi
hijo Quique de 3º de la E.S.O. en casa del que os hablaré cuando me lleguen las
fotos. Voy a realizar para el Instituto ITACA de Zaragoza una exposición sobre
la evolución de la que también os hablaré y otro taller de prehistoria para
niños más pequeños. Estas vacaciones espero poder poner algunas verduras en el
huerto, pintar… de locura este mes.
Aún así,
hemos encontrado un hueco para irnos de viaje un par de días a Andorra. No
somos gente muy de compras, así que nos parece más interesante volver de nuevo
para visitar el monte, que es más de nuestro agrado, pues eso de las compras no
nos ha entusiasmado demasiado, además que los precios, la verdad, son como los
de mi ciudad.
A la vuelta
para casa, decidimos volver por los Monegros, entrando por Fraga, pasando por
el Monasterio de Sígena, Sariñena y Alcubierre. En una torre de alta tensión
desmantelada en las inmediaciones de Sena, pudimos comprobar el espectáculo que
veis en la foto que encabeza la entrada. Un montón de nidos de cigüeña en una
única torre estando las demás vacías. Curioso comportamiento parecido al de la
gente que se apelotona en altos edificios. Entre veinticinco y veintisiete
nidos nos pareció contar en una sóla torre.
Al otro lado de la carretera, (foto izquierda) también habían colonizado otra torre, al parecer por que ya no cabían en la
primera, pero el resto aparecían vacías. Esta estrategia es la misma que
utilizan otras aves para dormir en invierno. Todas juntas en un espacio
reducido. Es una estrategia anti-depredadores muy eficaz.
En primer
lugar cuando se trata de nidificar, al ser colonias tan numerosas, siempre hay
“alguien en casa” de modo que los ladrones de huevos son detectados y
expulsados más fácilmente que si los nidos aparecen aislados. En invierno,
cuando no hay huevos ni nidos, la estrategia es igualmente útil.
En algunos
dormideros de milanos reales se llegan a juntar más de un centenar de
individuos que se apelotonan en unos pocos árboles. En casos de aves más
pequeñas son miles los individuos que pueden llegar a juntarse. Cuando cae la
noche, pongamos por caso, una pareja de ginetas que tienen su territorio allí,
pueden subir al árbol y atrapar un ave. Con ella se alimentarán esa noche. Si
las aves se dispersan en grupos más pequeños, puede ocupar cada grupo el
territorio de una pareja de ginetas distinta, con lo que las probabilidades de
no llegar al día siguiente es mayor, ya que los cazadores nocturnos que actúan
sobre el total de la población de aves aumenta. Así pues, aunque parezca lo
contrario, vivir en grupo aumenta las posibilidades de supervivencia. Esta idea
del mayor éxito reproductivo obtenido por las especies que cooperan entre sí,
es la que esgrimió Piotr Kropotkin para redirigir el debate sobre la lucha por
la existencia que esgrimían algunos Darwinistas y que estaba derivando en una
peligrosa forma de racismo que otros denominaban “Darwinismo social”.
Esto del
Darwinismo social es algo que no entiendo bien. Se pretendía que aquellas
etnias “mejor adaptadas” tenían derechos de explotación sobre las peor
adaptadas o dotadas. Se justifica de este modo el racismo y la xenofobia. Pero
realmente, para saber quién es el “mejor adaptado” lo que hay que valorar es el
éxito evolutivo.
Nosotros
tendemos a suponer mayor éxito a aquellas poblaciones que se agruparon en
civilizaciones complejas. Lo que es cierto, es que aquellas civilizaciones que
se sustentaban en el pretendido “Darwinismo Social” en el que unas castas o
clases dominaban sobre las otras han sido de más breve duración que las
poblaciones de aborígenes australianos, (foto derecha) que han subsistido 40.000 años en las
mismas condiciones de vida o las tribus amazónicas que llevan
10.000 años subsistiendo del mismo modo. A la larga, las poblaciones que han
mantenido un sistema de vida “menos civilizado” son las que han perdurado más
años en un mismo lugar, es decir, que no han tenido que “desmantelar” su
“avanzado estado de civilización por haber llegado a comprometer su misma
existencia.
Es bien
cierto que aquellas civilizaciones más complejas han llegado a multiplicar su
población en mayor medida, pero también es cierto que ha sido imposible
sostener dichas civilizaciones por que los medios de subsistencia se colapsan (a la izquierda Pueblo Bonito, foto wikipedia).
Parece que el ser humano tiene dos estrategias de subsistencia. La de las pequeñas
poblaciones que viven en un régimen de cooperación estrecha de un modo poco
agresivo con el medio y que se multiplican de un modo lento; y la de aquellas
que establecen complejos modelos sociales, basados más en que unas personas
trabajan para otras, que acaban consumiendo más recursos de los que son necesarios para vivir, con papeles claramente diferenciados, estableciendo modelos de trabajo "eficaz", propio de una sociedad civilizada, pero que colapsan y
tienen que desaparecer al cabo de un tiempo más o menos breve.
Dentro de
algunos cientos o miles de años, el tiempo dará la razón sobre cuál era el modo
más adecuado de supervivencia. El de los aborígenes australianos o amazónicos que perdurarán si no los eliminamos o nuestro modo de civilización.