A finales del mes de febrero, un día de mucho frío, Belén y sus compañeros de trabajo tuvieron que desmontar un tejado. Aparecieron dos murciélagos que estaban "tiesos" del frío y aletargados. En la fotografía superior, hecha con el móvil lo vemos sujeto a un trozo de mortero. Este fue nuestro primer contacto con los "vampirines".
Como no había lugar donde reubicarlos, los guardó en el interior de una maceta tapados con un gorro y los trajo a casa. De forma provisional los pusimos en el interior de una caja-nido para periquitos y tapamos la entrada con tela mosquitera para evitar que saliesen en un sitio que no fuese el adecuado. Puestos en la calle al resguardo de la lluvia han pasado estos días, y el día 13 finalmente decidimos liberarlos. Pero claro, un murciélago no se libera como un pájaro. Colgamos la caja-nido en una ventana al abrigo del viento y la lluvia y retiramos la mosquitera para que cuando quieran puedan salir y volar libremente y que vuelvan a la caja si así lo desean o que se busquen un lugar mejor, que más saben ellos de ser murciélagos que nosotros. Nos haría especial ilusión disfrutar de su compañía en nuestra casa, así que allí los hemos llevado. Un lugar en el que dispondremos de una hectárea de terreno donde no usaremos fitosanitarios y que les proporcionen alimento en cantidad. Intentaremos fabricar una caja-nido para murciélagos esta semana santa y esperamos que sea del agrado de nuestros "vampirines" como cariñosamente les llamamos y que se traigan coleguitas para compartirla. Los murciélagos en cuestión yo creía que eran Nóctulos medianos, (Nyctalus noctula), pero José Manuel Sánchez, que es un experto en el tema ya apunta que posiblemente sean murciélagos de Cabrera (Pipistrellus pygmaeus). Es característico su cuerpo cubierto de pelo marrón. Abajo una fotografía de los "vampirines".