domingo, 20 de septiembre de 2020

TIEMPO DE SAPOS

 


 


                Por fin se acaba la “estación seca”. En el Valle del Ebro. Llevamos muchos días, meses pudieran ser sin que caiga una sola gota de agua. Con el otoño y los días que se acortan, también aparecen las “aguadas”, que es como llamamos en Aragón al rocío. Estas precipitaciones diarias y difíciles de cuantificar posibilitan que los anfibios como los sapos, que viven en entornos secos puedan estar activos durante la noche sin riesgo a desecarse y morir.

                En nuestra casa, junto al incipiente bosque y pradera van aumentando las especies silvestres que convivirán con nosotros. Murciélagos, pequeños pájaros como los gorriones molineros y comunes viven con nosotros. Otras aves mayores como las urracas, los cernícalos, mochuelos y lechuzas e incluso aves grandes como las garzas, o garcillas vienen a aprovechar el recurso alimenticio que son los topillos. Este año, hemos rescatado cientos de sapos corredores recién metamorfoseados de las piscinas y los hemos liberado en el terreno. Hemos visto como van conquistando el territorio saliendo de la finca libremente, aunque no sabemos que éxito tendrán en los alrededores

                Poco a poco van creciendo. No los observamos directamente, pero sí que vemos los indicios de su actividad. Principalmente sus excrementos. Su tamaño se ha duplicado e incluso triplicado en esta temporada, desde su suelta en primavera hasta hoy.

Los excrementos de los sapos, cuya foto encabeza esta entrada, son muy característicos. Algunas personas los confunden con excrementos de erizo. Aunque las dimensiones son muy parecidas en caso de sapos grandes, existen unos indicativos que nos permiten distinguirlos fácilmente. En primer lugar, aunque los dos contienen “caparazones” de insectos, si bien en el caso del erizo estos aparecen rotos por los puntiagudos molares típicos de un insectívoro, en el caso de tratarse de un excremento de sapo, que no posee dientes, las partes de los insectos aparecen sin romper.

Tanto en el caso del excremento de sapo como en el de erizo puede aparecer uno de los extremos puntiagudo, aunque en el caso del sapo esto es menos frecuente. Por último y como prueba definitiva, la consistencia del excremento de sapo es extremadamente frágil de modo que se desmenuza muy fácilmente, casi sin tocarlos o con una muy leve presión. Las hormigas suponen una muy importante proporción de la dieta del sapo, lo que permite diferenciarlos fácilmente de las egagrópilas de un autillo. En la foto se puede contemplar un excremento y debajo de él el contenido de otro desmenuzado.

El aspecto exterior del excremento de sapo puede variar siendo posible encontrarlos limpios y brillantes al ser su composición 100% insectos o puede aparecer una más o menos fina capa de tierra que los cubre por haber consumido también lombrices el sapo que lo expulsó.

           


         Pronto vendrán los fríos y los sapos se esconderán enterrados en el suelo. El seco verano pudieron pasarlo en refugios más superficiales, pero el invierno es más duro y hay que protegerse del frío. Practicarán un agujero que irán tapando al mismo tiempo que va aumentando de profundidad quedando sólo sin tapar la cámara donde invernarán. Esto hace que en los lugares donde se entierran no parezcan montículos como los que hacen los topillo o los mismos topos, ya que estos expulsan mucha más tierra al conservar libre la totalidad de la galería. El lugar donde se ha enterrado un sapo es perceptible tan sólo en un corto espacio de tiempo, pues pronto el suelo quedará sepultado por hojas o el aspecto del sitio quedará uniforme sin que pueda percibirse ningún indicio de su presencia. en la foto de la derecha, aspecto del túnel practicado y tapiado que ha dado paso a la cámara de hibernación bastantes centímetros más adentro. En la foto, es ese espacio de tierra removida del centro, justo bajo la fecha. El sapo, se entierra excavando con las patas traseras. De este modo, va girando, excavando y empujando la tierra hacia adelante y tapando el túnel ayudándose con las patas delanteras al mismo tiempo que va excavando con las patas traseras... 

        En la oscuridad de la tierra, en un lugar secreto como la tumba de un faraón, pasará el invierno y renacerá con las lluvias de primavera. Cuando perciba que son lo suficientemente abundantes y lleguen a su escondite, cavará para salir al exterior y comenzar un nuevo ciclo.

miércoles, 3 de junio de 2020

La vida y la muerte,

   
 Hoy he regado los árboles y arbustos. El campo que tenemos se recupera lentamente del uso agroindustrial al que se ha sometido durante muchos años. La materia orgánica era inexistente, convirtiéndose el suelo tan sólo en un lugar que sujeta a las plantas. Durante ya casi cinco años, la hierba se corta quedando el residuo en el suelo, como aporte orgánico. El suelo ya ha cambiado en gran parte de la superficie, siendo las lombrices quienes nos informan del progreso, puesto que de ser prácticamente inexistentes hemos pasado a tener muchísimas en las zonas "buenas". Todavía hay sitios donde no hay ni una, y eso se nota incluso en la hierba en esas zonas, que es escasa.


El riego trae la vida a la hierba, los arbustos y los árboles. Brotan sus flores y sus frutos proporcionarán las semillas que perpetuarán a las diferentes especies. El riego es el tradicional, a manta. Es así desde que lo hicieran los musulmanes cuando el paraje se denominaba Al-Mamblas, hace mil años. El agua también atrae a visitantes que quieren alimentarse de los insectos que se mueven con el agua y las lombrices que suben a la superficie. El agua inunda los túneles de los topillos (Microtus duodecimcostatus) que salen nadando a refugiarse en los ribazos de la periferia para volver al campo cuando el agua recupera su nivel.
   



 Algunos de estos topillos no tienen suerte y no se ponen a salvo a tiempo. Para aprovechar el aporte energético que suponen como alimento, acuden a porbar si pueden coger alguno cigüeñas (Ciconia ciconia), garzas reales (Ardea cinerea), garcillas bueyeras (Bubulcus ibis), cernícalos (Falco tinnunculus), cornejas (Corvus corone)... incluso las urracas (Pica pica) que ya han instalado su nido en uno de nuestros chopos negros (Populus nigra), hacen uso de los topillos para alimentar a sus polluelos. Hoy he tenido suerte y he podido fotografiar a una urraca o picaraza, como la llamamos donde vivo con un topillo capturado.
 


 
Pero no sólo trae muerte para los topillos el agua del riego. Es cierto que algunos son capturados, pero la población se mantiene desde hace cinco años. El agua hará crecer la hierba fuerte y proporcionará el alimento necesario para que los demás topillos sobrevivan y tengan alimento suficiente. Si los depredadores no vinieran a comerse a algunos de los topillos la población crecería tanto que sería un problema y comprometería la subsistencia de la hierba. Así, los topillos no son perjudiciales, ya que remueven la tierra como hacen las lombrices, mezclando las capas inferiores del suelo con las superiores, además de que fertilizan la tierra con sus excrementos y orina, devolviendo a la tierra lo que extraen de ella al alimentarse con las hierbas y raíces.

jueves, 16 de abril de 2020

El confinamiento de Darwin


Las orquídeas ya deben de estar creciendo en los alrededores de Zaragoza. No puedo ir a verlas debido a la necesidad de permanecer aislado en casa. no sólo por la alArma sanitaria sino por un problema con mi rodilla. Darwin, tras realizar su viaje alrededor del mundo, no disfrutó de muy buena salud el resto de su vida. Estuvo muchos años recluído en su casa recogiendo observaciones de sus palomas y entablando correspondencia con otros naturalistas que le aportaban datos de sus observaciones por todo el mundo. Buscaba sin cesar datos que le apoyaran en su idea de la evolución de las especies mediante la selección natural. El trabajo fue ingente y la línea de sus investigaciones rondaban siempre la reafirmación de su teoría de la evolución.
Uno de esos trabajos fue la investigación llevada a cabo con la fecundación de las orquídeas. Esa investigación, que se plasmó en un libro, resulta ser una lectura muy recomendable. Fue confeccionado con las observaciones que realizó en el entorno cercano de su casa, a las que añadió las realizadas con material que se le enviaba y las observaciones de otros naturalistas. 
Fue un libro que en gran parte se escribió y confeccionó en sus confinamientos por motivos de salud, y eso me ha dado la idea de escribir esto también en un período de confinamiento y cuando las orquídeas comienzan a salir.
Estudió Darwin diversas familias de orquídeas y el modo en que los insectos intervienen en su fecundación. El sorprendente mecanismo de estas plantas puede ser contemplado en directo y es una herramienta muy útil para hablar de ejemplos de coevolución en las excursiones que se realizan por el monte. Una de esas excursiones la realizamos con un grupo de profesores en el entorno del pueblo de Ruesta, en el norte de Zaragoza. La especie de orquídea que se prestó a colaborar en la citada excursión fue una  Himantogloussum hircinum, cuya fotografía encabeza esta entrada.
Os explico un poco el mecanismo de fecundación de estas bellísimas plantas. Es característico de las orquídeas un pétalo modificado a modo de pista de aterrizaje para los insectos llamado labelo que por la parte posterior acaba en un receptáculo alargado donde se acumula el néctar que atrae a los insectos y que se llama nectario. La longitud y forma del nectario es diferente según a que insecto vaya orientada y de que orquídea se trate. Cuando el insecto aterriza en el labelo, se desplaza hacia el cáliz de la flor para poder acceder al néctar contenido el nectario. Es entonces cuando se pone en contacto con un mecanismo automático que al ser empujado o rozado, libera un órgano llamado polinio que se adhiere a la parte del insecto que interese según la especie de orquídea que sea.
El polinio es una formación especial en la que se encuentran los sacos de polen. Consta de una parte pegajosa que se llama disco, con el que se fija al insecto y un filamento llamado caudícula que une el disco con los sacos de polen al otro extremo. El objeto del mecanismo es maravilloso y está pensado para garantizar la fecundación cruzada. Si el insecto visita una flor madura, al acceder al néctar roza una parte llamada rostelo y los polinios se desprenden quedándose adheridos por medio del disco. Cuando visita la flor siguiente de la misma planta la disposición de los sacos de polen quedan de tal modo que no pueden entrar en contacto con el estigma de la flor y por lo tanto no se produce la fecundación. Transcurrido un tiempo, que es variable según la especie de orquídea que sea, se produce la desecación del disco haciendo que la caudícula cambie la inclinación con la que se inserta en él, de modo que los sacos de polen cambian de posición  descendiendo.
 El tiempo transcurrido, distinto para cada especie, es tal que se garantiza que el insecto haya cambiado de planta cuando se produzca el descenso de los sacos de polen y cuando el insecto visita una nueva flor,  entren en contacto con el estigma produciendo la fecundación.  Este proceso es sencillo de observar en la orquídea antes mencionada, ya que el descenso de los sacos de polen se produce en un espacio de tiempo de unos quince segundos o así. En la fotografía de arriba a la izquierda, vemos el polinio que ha quedado pegado en el lápiz mediante el disco, y la caudícula muy corta que lo une a los sacos de polen. Esa posición es la que adopta tras secarse el disco, es decir tras producirse el descenso. Unos segundos antes su posición era a 90º respecto al lápiz. Las personas que estuvieron presentes vieron como se producía el descenso hasta esa posición en directo. A la derecha sobre esta línea una mariposa Zygaena filipendulae hallada muerta ese mismo día y que tiene un polinio adherido sobre la espiritrompa
A Darwin se le planteó un problema con las orquídeas del género Ophrys, es decir esas que tienen formas que imitan a insectos. (A la izquierda una Ophrys speculum, bastante común en los alrededores de Zaragoza). El problema era que estas orquídeas carecen de nectario, y que al carecer de él no comprendía que papel jugaban los insectos en la fecundación, al no existir atrayentes y una recompensa que animase a los insectos a visitar más flores iguales. Tras muchas pruebas y ensayos y tras permanecer tiempo observando a las orquídeas no contempló visitas de insectos a las mismas y llegó a la conclusión poco firme de que estaba adaptada a la autofecundación y que los sacos de polen eran colocados en el estigma por acción del viento. Y la conclusión era poco firme porque el mecanismo de desprendimiento del polinio era similar al de las otras orquídeas y transcurrido un tiempo se producía el descenso de los sacos de tal manera que se colocaban justo en la posición adecuada. Darwin dudaba que la naturaleza derrochase recursos de este modo.

Fue más tarde cuando otros naturalistas se percataron que estas orquídeas también realizan la polinización cruzada, fecundando a otras plantas diferentes pero que era su aspecto, parecido a las hembras de unas especies de abejas en concreto lo que atraía a los machos de esa especie y los polinios quedaban adheridos a su cuerpo al intentar copular con las flores. A la derecha flor de Ophrys speculum junto a una hembra de Dasycolia ciliata a quien imita










A la izquierda, imagen de un sello belga que ilustra la orquídea con el macho de la abeja que la poliniza.









A pesar de no haber llegado a esta deducción, hizo una curiosa predicción. Al llegarle una orquídea procedente de Madagascar, una orquídea conocida como estrella de navidad, (Angraecum sesquipedale), Darwin predijo que su fecundación dependía de una mariposa nocturna gigante con una espiritrompa de entre unos 25 a 28 cm. que todavía no se conocía. Algunos entomólogos ridiculizaron tal afirmación que Darwin hizo en el libro publicado en 1862. En 1903, fue descubierta la mariposa que fecunda a esta orquídea, y fue bautizada como Xantopan morganii praedicta, haciendo mención pues a la predicción de Darwin sobre su existencia. Su espiritrompa mide 26 cm.

sábado, 8 de febrero de 2020

De paloma a Archaeopteryx...

El pasado día 6, estuve en la Tertulia Albada, en Zaragoza impartiendo una charla sobre la evolución de los seres vivos. Me tengo que conformar con eso ahora, ya que no tengo mis rodillas como para estar preparando exposiciones de naturaleza como las que hacía antes. Fue una tarde maravillosa, hablando de lo que más me gusta, la naturaleza, y dentro de ella, el proceso de la evolución de los seres vivos.
Fue en Illueca donde puse por última vez mi exposición sobre la evolución, hace ya varios años.
A pesar de no tener exposiciones al menos en un período de tiempo razonable hasta mi recuperación, sigo preparando material para las mismas. Esta vez he contado con la ayuda de Lucía, mi hija.
Con los restos de una paloma disecada encontrada en la basura, plumas de gallina, una muda de serpiente, dientes de siluro y una picaraza muerta que encontramos en el jardín, hemos reconstruído  un Archaeopteryx lithographica, un dinosaurio emplumado o un ave primitiva, como queramos, que durante mucho tiempo se ha considerado como un paso intermedio entre los dinosaurios y las aves, y cuya réplica fósil viaja en mis exposiciones.



Estoy orgulloso de esta reconstrucción, máxime cuando para conseguirla nos hemos valido de restos de animales que no hemos matado y que hemos encontrado en la calle. La foto de la reconstrucción encabeza esta entrada, y aquí a la derecha mi reproducción de un fósil de Archaeopterix elaborada en escayola pintada. Hasta ahora, esta era la réplica que poníamos en la exposición. A partir de ahora, junto a ella expodré la reconstrucción cuya fotografía encabeza esta entrada.

martes, 4 de febrero de 2020

Una charla en el instituto

Este año, como los anteriores, he vuelto a realizar la charla sobre huellas y rastros en el instituto de Movera. El alumnado de forestales es el asistente a la charla y como todos los años, parece ser que ha gustado bastante. Es una sola jornada, por la mañana, en horario aproximado de 9:30 a 14:00. En ella  se habla de las huellas producidas por los animales y también sobre otros rastros que podemos encontrar en la naturaleza y que nos muestran los indicios de diferentes actividades relacionadas con la vida cotidiana de los habitantes de nuestros campos, bosques o jardines. Excrementos, huesos, plumas, restos de frutos, nidos en desuso... toda una muestra de señales que mencionamos brevemente como una primera toma de contacto con el mundo del rastreo, una técnica muy útil que nos permite saber quien vive a nuestro lado sin que lo hayamos visto. Un placer poder hablar a tantas personas de mi pasíon personal que es la naturaleza... contento de haber podido ventilar mi mente y cambiar de actividad... Gracias al profesorado y alumnado de Movera por volver a elegirme para dar la charla y también por su agradecimiento y felicitaciones.