martes, 28 de febrero de 2012

Los desechos del mar

Una de las cosas que más me gusta cuando voy a la playa es pasear por la orilla del mar y observar lo que nos ha dejado la marea. El Mediterráneo está bastante machacado y no son muchas las playas en las que podemos encontrar una cantidad razonable de cosas y disfrutar con su recolección como solemos hacer los naturalistas. Una semana en una playa del delta del Ebro o en una playa de piedras con poco turismo puede dejar el maletero del coche como el de una persona con el síndrome de Diógenes. Ni que decir tiene que si tus hijos colaboran en esta tarea (y los míos lo hacen) el resultado puede ser sorprendente.
De este modo he conseguido encontrar algunos "tesoros" a los que personalmente doy mucho valor. Es el caso de este cráneo de frailecillo atlántico (Fratercula arctica) que tiene el mérito de haber sido encontrado en la playa de Cubelles, en el Mediterráneo, en julio y en conexión con el resto del esqueleto. Todavía conservaba algunas plumas. El húmero aparecía roto, por lo que el pobre quedó incapacitado para el vuelo y para alimentarse, ya que el frailecillo pesca "volando bajo el agua" y persiguiendo a pequeños pececillos.
La tremenda felicidad por mi hallago no fue compartida por las personas que tomaban el sol en una playa próxima de arena en la que teníamos los enseres. Probablemente pensaron que mi felicidad provenía de verme libre de la camisa de fuerza.
Todos en casa disfrutamos de esta actividad. Es quizá la actividad que más nos gusta de las que hacemos en la playa además de la de bucear y recoger animalillos para su observación. Esta costumbre llegó a su límite en Normandía, cuando Quique, el mediano, encontró el motor de un vehículo de la segunda guerra mundial que parecía no estar dispuesto a abandonar en el sitio. Finalmente el sentido común nos hizo dejar aquel monstruo en la playa con gran pena por parte de Quique... y un poco de los demás también ya que seguro que hubiese sido feliz de poder mostrar su "trofeo" entre los amigos.

jueves, 23 de febrero de 2012

El chupacabras

No son pocas las veces que he oído en la televisión este nombre. El chupacabras. Lógicamente no he oído este nombre en ningún programa serio de zoología. Es uno de estos seres que estudia la disciplina pseudocientífica conocida como criptozoología. Los “investigadores” de esta pseudociencia, no es que no estén preparados para descubrir nuevas especies, es que no están preparados ni tan siquiera para identificar ni estudiar a las especies más comunes de nuestra fauna. Las fotografías o las películas que se muestran pertenecen a animales normales y corrientes, ni tan siquiera pertenecientes a especies raras. Lo que ocurre es que normalmente, no son animales que se presenten de la forma habitual en la que los encontramos. Voy a poner aquí unas fotos. La primera corresponde a un tejón muerto ahogado. Por eso se le ve hinchado y desprovisto de pelo. El hocico ha desaparecido posiblemente por la acción de algún carnívoro. Queda a la vista la parte anterior del cráneo con los caninos superiores ausentes. Esto fue identificado por los criptozoólogos como un pico. La dentadura de la parte inferior que se puede apreciar coincide con la típica de un tejón, al igual que la parte anterior del cráneo que está a la vista. Todo esto se ve en una única fotografía mala. Si un naturalista ve esto in-situ, no tarda ni tres segundos en descubrir la procedencia de este chupacabras.


En la segunda fotografía vemos otro animal. Parece ser un coatí como deducimos por su largo hocico puntiagudo, lo que ocurre es que este pobre animal está desprovisto del pelo, ya sea porque lo perdió debido a una enfermedad o después de muerto como le pasó al tejón. Las orejas aparecen anormalmente grandes por este mismo motivo. Puede ser que la foto de sensación de hocico más largo de lo normal y de que se trate de un simple coyote. Un vistazo a la dentadura si se encuentra un cadáver de este tipo despejaría todo tipo de dudas


En la tercera foto, falta la escala para saber de quién se trata concretamente. Sabemos que es un felino, claramente identificable por la fórmula dentaria y por la forma de su molar carnicero inferior.


Aparentemente se trataría de un felino del tamaño de un lince o similar. Aparecen cráneos de ratas u otro tipo de roedor en la parte inferior de la imagen. Es un felino seguro, y el tamaño es decisivo para identificar la especie.
Lógicamente al no disponer de una escala podría ser incluso un gato...


Estas fotos proceden de internet, y son las que se han hecho a supuestos monstruos o chupacabras. Además añado dos de ejemplares de animales que pronto serán chupacabras si son avistados por un criptozoólogo. Un perro y un zorro con sarna, enfermedad que llega a dejarlos sin un solo pelo y que al dejarlos con un aspecto chocante son los que se identifican como chupacabras.

Esto debería ser perro por delante, chupacabras por detrás...

Zorro con pelaje anormal. Yo he llegado a ver en el monte algunos zorros sarnosos con bastante peor aspecto...

domingo, 19 de febrero de 2012

Agujeros en las ramas

Para saber quien ha sido el autor de los agujeros que aparecen en esta rama de pino carrasco, he de hablaos de otra planta. Un arbusto. Esta planta es el muérdago.
Desde muy antiguo se le consideró como una planta mágica debido a su costumbre de crecer sobre otras plantas de una forma misteriosa. Como otras muchas, depende de que un animal coma sus frutos y que deposite sus semillas en el lugar adecuado. Lo curioso en este caso es el lugar adecuado al que deben ir las semillas. La costumbre de vivir sobre otro árbol hace que las semillas deban de ser depositadas sobre un árbol de la especie huésped para que la planta pueda llegar a ser viable.

Para llegar a este lugar, la semilla ha seguido un complicado proceso. En primer lugar, decir que la planta pertenece a aquellas que llamamos dioicas, y que esto significa que existen plantas que portan flores macho y plantas que portan la parte femenina de la flor. Un insecto ha de visitar la flor masculina donde recogerá el polen y después depositarlo sobre una flor femenina que se ubica en una planta diferente. Una vez ha sido fecundada la flor y los frutos han madurado en lo alto de un árbol, un ave se ha de alimentar con ellos. No puede ser un ave granívora quien se coma los frutos, ya que el potente buche de esta destruirá la semilla como ocurre con todas las que semillas que ingiere.

Las aves insectívoras en cambio, aprovechan la pulpa de los frutos pero las semillas pasan a través del cuerpo sin ser destruidas. En su estómago, la pulpa se separa del hueso, y una parte que rodea a este que se llama mucílago se activa de modo que se convierte en una capa muy pegajosa. Cuando el ave se posa en otro árbol y expulsa el hueso, éste queda pegado a la corteza del mismo. Una vez allí, ha de emitir una raíz penetrante que se “clava” en la corteza llegando hasta el “cambium”, que es la parte de la planta situada justo bajo la corteza. Es en esta parte donde se sitúan los vasos conductores que llevan la savia bruta hasta las hojas para elaborar el alimento del árbol.

Si la corteza en ese punto es muy gruesa, la energía que puede suministrar la semilla no será la suficiente para que la raíz pueda llegar al torrente de la savia y morirá sin conseguir desarrollarse. En cambio si el grosor es el adecuado, la planta accederá a la savia y podrá crecer. Con el tiempo, la planta emitirá más raíces penetrantes llamadas haustorios que se fijarán en el cambium de cada año. Estos haustorios quedarán anclados a la planta a la vez que el árbol crece, apareciendo cada vez más profundos con cada nuevo anillo de crecimiento del árbol. La apariencia visual es la de una planta que surge del interior de otra. El muérdago no acaba con todo el flujo de savia, sino que la rama donde se fija suministra savia igualmente a las hojas del huésped a pesar de que esta rama será de un diámetro menor, ya que una parte del flujo de savia bruta es usurpado por el muérdago. El hecho de que su robo sea efectuado en el flujo de savia bruta provoca que esta tenga que ser elaborada por el propio muérdago y para ello posee clorofila, que es lo que le da el tono siempre verde. Vemos entonces que el muérdago es un parásito a media jornada podríamos decir. Es lo que llamamos hemiparásito o “medioparásito”. Un día, el árbol o la rama donde está inserto el muérdago morirán. Cuando el árbol o su rama hayan muerto, el muérdago que es más blando se descompondrá antes, quedando el lugar donde estaba el muérdago con los huecos que ocupaban los haustorios. Estos son los agujeros que vemos en la madera de la primera foto. Queda aclarado el origen de los agujeros misteriosos.


miércoles, 15 de febrero de 2012

Otra de convergencia evolutiva



Ya hice una entrada en su día sobre la convergencia evolutiva que manifiestan algunas estructuras pertenecientes a animales de órdenes muy separados entre sí. En este caso, toca hablar de una adaptación convergente de crustáceos y de insectos. Se trata de las “pinzas” de las que se han dotado las mantis entre los insectos y las galeras entre los crustáceos. El problema al que ambas familias de animales han dado solución es el de la captura de presas que pueden zafarse con facilidad. Por ser escurridizas como los peces en el caso de las galeras o por ser escurridizas al poseer una piel dura en el caso de las presas de las mantis. La disposición de la máquina prensora se ha obtenido en ambos casos por el sobrecrecimiento de estructuras que sus parientes más cercanos poseen y estas son las espinas del par de patas anteriores en ambos casos.


En las fotos puede advertirse la sorprendente similitud de ambos aparatos, y que en el caso de esta galera le ha valido con el nombre específico de Squilla mantis. De hecho, a mí me gusta llamarlo cangrejo mantis cuando hablo de él, pese a que hago saber que su apelativo común es galera. Al estar dispuestas las patas de diferente forma en estos animales, podemos apreciar como unas pinzas se cierran en la parte anterior de la pata (galera) y otras en la parte posterior (mantis). En ambas la parte superior del cefalotórax de la galera y el tórax de la mantis tiene una estructura saliente bajo la que se alojan las patas cuando están en descanso, ya que este primer par de patas especialmente adaptado permanece recogido durante el acecho en ambos animales.


sábado, 11 de febrero de 2012

Los maestros del teatro

Hace tiempo tuve la ocasión de ver un documental de D. Attemborough sobre pequeños animales. Me sorprendía las estrategias que los animales tienen para evitar ser comidos por otros. Recuerdo la que usaba una mosca por lo curiosa. Una mañana de finales de verano mientras hacía la comida en la cocina de casa, observé una mosca que reproducía lo que había visto tiempo atrás en el documental. Todos hemos visto moscas en múltiples ocasiones y estamos acostumbrados a observar la forma en que se comportan. Esta, en vez de permanecer con las alas sobre la espalda como las moscas que acostumbramos a ver, las llevaba dispuestas del mismo modo que un torero lleva el capote. Su movimiento, sinuoso y discontinuo parecía también el de un torero cuando se acerca al toro. En la foto anterior podéis ver el modo en el que dispone sus alas para desplazarse.
Se trata de una mosca de la fruta (Ceratitis capitata), tan abundante que se considera plaga de los cultivos frutales. La particularidad de estas moscas son las manchas negras sobre el tórax y unas manchas marrones en las alas, por lo que estas no son transparentes en su totalidad como las de las otras moscas.
Las moscas son presas fáciles para las arañas saltarinas, o saltícidos. Son esas arañas que obsevamos en las paredes exteriores de las casas con cierta frecuencia y que se caracterizan por la posesión de unos ojos grandes y el contínuo movimiento de los palpos. Cazan al acecho como un félido y capturan a sus presas mediante un salto final sobre la presa. Las moscas son generalmente sorprendidas, pero un fallo o un movimiento en falso de la araña provoca la huída de la presunta presa y el ayuno de la araña. Esto es lo normal. Es lo que está previsto por la araña.
Sin embargo, la mosca de la fruta, no se resigna a su papel de presa. Cuando advierte a una araña en las proximidades, se dirige hacia ella, con las alas en posición "torero" y con su típico caminar sinuoso. En algunas ocasiones la araña opta por la huída y se deja caer de su posición evitando a su presunto enemigo. ¿Que ha pasado?. ¿Ha sonado el timbre que marca el final de la jornada?.
Para saber que es lo que ha pasado hemos de observar a la mosca del mismo modo que la ha visto la araña, y es entonces cuando descubrimos el motivo. La mosca se convierte en araña.
Las manchas marrones de las alas recuerdan algo a la disposición que adoptan las patas de las arañas. Si la araña sospecha algo o no, no podemos saberlo. El caso es que suele preferir la huída a un posible enfrentamiento con un congénere que pudiese darle muerte y convertirla en su desayuno. Pero esto tendría un fallo. Como la araña caza al acecho, es fácil que si atacase por detrás la mosca fuera cogida por sorpresa y acabara convertida en el almuerzo de la araña. La selección natural ha dotado a esta mosca de un aspecto posterior que incluso supera el diseño anterior, de modo que parece una araña incluso sin necesidad de ejecutar ningún tipo de interpretación.

Las manchas del tórax asemejan a la perfección los grandes ojos del saltícido, que complementados por las manchas de las alas que parecen unas patas completan el complejo disfraz. Un fino punteado negro en las alas hace el efecto de los "pelos" o quetas abundantes que posee la araña a imitar en sus patas. El abdomen parece adoptar un aforma que recuerda a los palpos de la araña. Las fotos de la mosca están hechas con mi cámara doméstica por lo que la calidad puede no ser demasiado buena a los ojos de los escrupulosos de la fotografía.

martes, 7 de febrero de 2012

Carnaval en la naturaleza

Paseando por una chopera tuvimos la ocasión de toparnos con una de esas mariposas (hay varias especies) que se disfrazan de otra cosa para pasar desapercibidas. Pero en este caso, lo que pretende la mariposa no es pasar desapercibida, sino todo lo contrario. Os presento a la mariposa del taladro del chopo (Sesia apiformis) luciendo un bonito modelo de vestido de avispa. Una atenta mirada es necesaria para ver como no luce la típica "cintura de avispa" y deducir que por lo tanto estamos frente a otro animal. No sólo las mariposas usan este modo de engaño, sino que otros insectos hacen uso de él. Un ejemplo es el (Clytus arietis), un escarabajo longicornio que se puede encontrar en los frutales. Aquí os dejo un enlace a una foto del bicho de alguien que tiene una foto mejor que la mía:
http://www.cerambyx.uochb.cz//clyarit.jpg.
No es infrecuente que en la naturaleza los animales se vistan de otra cosa, y si algo tienen claro es que parecerse a una avispa es beneficioso, pues es generalizado que su colorido se asocie a una picadura dolorosa.

viernes, 3 de febrero de 2012

¡Alguien ha probado mi sopa!


Es lo que exclamó el padre de la familia de ositos del cuento "Ricitos de oro". Pues esto mismo podemos exclamar cuando descubrimos las marcas que hay sobre el plato donde habíamos sacado los restos de limpiar la verdura a las gallinas. Una pequeña lluvia ha llenado parcialmente el plato con agua, y las algas se habían desarrollado en su interior. Cuando el agua se evapora y solo queda una fina película de algas cubriendo el fondo es el momento que alguien ha aprovechado para "probar la sopa". En este caso ha sido un caracol. Debido a que el plato estaba con una fina capa de agua no se percibían los rastros brillantes de la "baba" típica que deja el caracol en sus desplazamientos. Las marcas corresponden a un caracol pastando como una vaca. Su rádula, que es una especie de lija que posee en la boca va limpiando el plato en cada uno de sus bocados, y al quedar blanco se distingue perfectamente del resto del fondo del plato.