Uno de los
rastros que los animales dejan de su presencia son los excrementos. En algunos
casos, estos se usan como balizas olorosas del territorio y están colocados en
lugares muy expuestos; en otros en cambio, son depositados en lugares
apartados o incluso son enterrados. Otro tipo de rastro es el lugar donde traen al mundo a sus crías. Unos hacen verdaderas ciudades subterráneas, otros voluminosos nidos, y como contrapunto, otros no construyen ni cubiles ni nidos. El caso es que de un modo u otro, lo que está bien claro es que las
costumbres de los animales son muy variadas.
Cuando
rastreamos la presencia de animales en cualquier medio, no hacemos otra cosa
que buscar las señales que indiquen su actividad. Del
mismo modo que las costumbres son particulares de cada animal, las distintas
señales o su localización también serán particulares de cada animal. Estas señales pues, también serán características de cada animal, y podremos así identificar el autor de cada una.
Los gatos
monteses, pongamos por caso, han de cazar atrapando a sus presas de un salto y
sujetándolas con sus afiladas uñas retráctiles. Cualquiera que tenga gato en
casa, habrá visto que acostumbran a arañar superficies blandas. El objeto de
este comportamiento es retirar la parte distal (la más alejada del
cuerpo) de las uñas, más roma y desgastada. El crecimiento de las uñas se
realiza en forma de capas, y los gatos pretenden retirar de este modo las
partes más viejas y externas dejando al descubierto una capa más interior que
es más afilada o puntiaguda.
Algunos troncos de madera blanda situados en el
interior de los territorios de los gatos pueden presentar las marcas típicas
del afilado de las uñas. El aspecto de la pare inferior del tronco usado para afilar las uñas es como el de la foto de la izquierda. Estas marcas llegan hasta unos 70 cm de altura y tienen sentido vertical. En el caso de hallar marcas de hasta 100 cm de altura , habría que pensar en la posibilidad de la presencia de lince.
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