No
es la primera vez que en este blog la entrada la ilustra el excremento de algún
animal. Parece un poco raro, pero lo cierto es que los excrementos dan al
naturalista buenas pistas sobre la presencia de ciertos animales en la
naturaleza. Bien sea por la forma, color, olor o por la ubicación donde los
encontramos, los excrementos pueden ser tan válidos como una huella a la hora
de identificar a un animal.
En
este caso, el excremento que veis más arriba pertenece a un jabalí (Sus scrofa). Las características que nos
permiten identificarlo como tal son únicas. Las dimensiones son variables, cosa
lógica si pensamos que el tamaño del jabalí también lo es. Un diámetro de
cuatro centímetros y una longitud de diez o quince sería un tamaño grande, y se
pueden hallar también algunos de quince milímetros de diámetro, pertenecientes a los
pequeños jabalíes.
El contenido suele ser de origen vegetal y se identifica
perfectamente por que los trozos de plantas son bastante groseros. Cada
excremento está compuesto por varias bolas que aparecen aplastadas unas contra
otras hasta adquirir la forma de embutido compuesto de formas oblongas que vemos en la fotografía. Algunas
bolas pueden aparecer sueltas, pero generalmente el aspecto es el que vemos
arriba.
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