En el río,
el problema es diferente. En las épocas de avenidas, el caudal crece de forma
súbita y los seres vivos pueden ser arrastrados tierra adentro. Esto
entraña un gran riesgo, ya que cuando el cauce se desborda, el río ocupa
grandes superficies y éstas no están perfectamente niveladas, por lo que hay
zonas más profundas donde el agua permanecerá tras la retirada del río. Los
animales que tras ser arrastrados por la avenida quedan atrapados aquí pueden
tener la suerte suficiente como para que el agua se aguante hasta una nueva
avenida y poder ser arrastrados de nuevo al cauce del río.
Cuando el
agua empieza a desaparecer poco a poco, los animales capaces de caminar pueden
emigrar si no es demasiado tarde, pero al no ser conscientes de su aislamiento,
lo que hacen es concentrarse en la charca que cada vez es menor.
La charca puede
estar lejos del río. Los animales como el cangrejo, cuando ya no queda agua van horadando el fondo de la charca al mismo
ritmo que desciende la humedad (foto encabezamiento). Si el agua no regresa, sólo queda caminar
buscando el cauce del río. Si éste está lejos, el cangrejo puede perecer en su
excursión y aparecer muerto a varias decenas de metros del río.
Estas balsas constituyen una fuente de alimento para algunos depredadores como el zorro y las garzas. Esos cangrejos aunque tienen poca chicha son un buen tentempié para maese raposo.
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