viernes, 27 de noviembre de 2015

Misteriosos huevecillos

          
           Hace poco estuve desmontando un tejado. Las paredes del almacén donde estaba el tejado estaban construidas con adobe, y el tejado era de maderos de pino, creo que royo, ( Pinus sylvestris) sobre los que se disponían cañizos (especie de tableros construidos con cañas (Arundo donax) entrelazadas). Sobre el cañizo, una capa de barro con algo de paja y trozos de tejas rotas que hacen el asiento de las tejas árabes, todas de las antiguas hechas a mano en las que se aprecian las marcas de los dedos del fabricante.
            Como digo, al retirar los maderos, que están empotrados en el muro de adobe y cogidos con barro, en algunos aparecieron dos pequeños huevecillos prácticamente esféricos. En los lugares en los que no se rompían aparecían pegados uno con otro en parejas. Escasamente tienen un centímetro de diámetro mayor, y son de color blanco como podéis apreciar en la fotografía (de móvil).

            Estos huevos, son un indicio inconfundible de la presencia de las salamanquesas (Tarentola mauritanica). En efecto, la puesta de la salamanquesa es de dos huevos que aparecen pegados uno a otro y que son depositados en grietas y huecos de los muros. En este caso, quizá la escasez de humedad hizo que estos huevos no llegasen a eclosionar. No es la primera vez que en las paredes de adobe encuentro las características parejas de huevos, y en algún caso, hasta he podido sacar la pequeña salamanquesa seca ya del interior del huevecillo.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Huyendo del cazador

            
Estos días, debido seguramente a la masiva afluencia de cazadores a los montes con armas de fuego y perros, un gran jabalí se ha mudado a los alrededores de mi casa. Los primeros indicios los vi el lunes a medio día, cuando volvía caminando a casa. En primer lugar, vi las huellas correspondientes a un salto desde el camino. Dos huellas solamente, aunque en ellas se encuentra la impresión de las cuatro patas.
           
La secuencia de la impresión de esas huellas es la siguiente: el jabalí, desde el camino salta para salvar el desnivel. Primero cae en el suelo con la pata delantera izquierda, y un poco más adelante, debido al movimiento que lo proyecta hacia adelante, aparece la pisada de la pata delantera derecha. En ese mismo momento la pata delantera izquierda despega del suelo para un instante después, colocar en el mismo lugar la pata trasera izquierda, y posteriormente ocurre lo mismo con las patas delantera derecha y trasera derecha.
            Esta secuencia de colocación de patas traseras en el mismo lugar en el que se encontraban antes las delanteras es una forma natural de movimiento. La mirada atenta a la huella, que presenta incluso la impresión de las pezuñas secundaria claramente nos muestra cómo podemos encontrar una clara impresión de cuatro pezuñas secundarias muy próximas unas de otras, unas de la pata delantera y otras de la pata trasera. Se advierte que claramente la mayor anchura de la huella en la parte trasera, un indicio inequívoco de las huellas de jabalí.

           
             


A unos escasos 5 metros de la puerta de mi casa, al otro lado de una acequia, hay un campo de maíz que es el lugar donde seguramente permanece oculto durante el día. En varios lugares, se advierten huellas de merodeo. El jabalí se desplaza al paso, hecho que se nota en la configuración de las huellas, que no marcan las pezuñas secundarias y que se encuentran superpuestas,  las traseras  un poco retrasadas y sobre las delanteras . Si el jabalí aumentase la velocidad del desplazamiento, aparecerían las secundarias más frecuentemente y las huellas traseras se irían situando cada vez más adelantadas al ritmo que aumentase la velocidad, llegando incluso a sobrepasarlas y aparecer la impresión de las cuatro huellas independientes.