miércoles, 9 de noviembre de 2022
El grillo en la piscina
miércoles, 24 de agosto de 2022
Los incendios que vendrán...
Los incendios, en principio, son procesos naturales más o menos habituales en la naturaleza. Como estos procesos forman parte del escenario natural desde hace millones de años, las diferentes especies han tenido que adaptarse a su presencia o sucumbir. Es la ley marcada por la selección natural que ya describiese Darwin. El planeta y la supervivencia en él, distan de ser un cuento de Disney. Constantemente, hay que buscar alimento, vigilar a los posibles depredadores y sobrevivir para dejar descendencia. Y eso, no sólo han de hacerlo los animales, sino también los vegetales y el resto de los seres vivos. Para aquellos seres vivos que pueden desplazarse, siempre existe la huída para zafarse del peligro, pero aquellos que como los vegetales, han de permanecer en el sitio, las adaptaciones a catástrofes naturales como los incendios, ya sean provocados por los rayos o por las erupciones volcánicas, pasan por dos únicos caminos. O resistir a la acción devastadora del incendio, o dejar una descendencia adaptada al nuevo paisaje generado tras el mismo. Al fin y al cabo, perpetuar la descendencia es, en cierto modo, perpetuarse a sí mismo. Encabezando esta entrada, vemos una fotografía tomada esta misma semana en la regeneración natural del incendio que sufrieron los montes xeromediterráneos de Valmadrid, en Zaragoza. El incendio fue estabilizado el 31/7/2009 tras quemar 1700 hectáreas de tres municipios. Toda la superficie ocupada inicialmente por el bosque se está regenerando. El monte del fondo no se regenera, pero ya no era bosque en 2009 y muchos años antes. La sobreexplotación ganadera del entorno de Zaragoza en épocas pasadas, dejó mucha superficie con este aspecto, aumentando considerablemente aquella que por razones de salinidad, suelos o fauna herbívora antigua tuviese condición de zona esteparia. La fauna salvaje fue sustituida por el ganado, censándose en Zaragoza, a finales del siglo XVIII 100.000 cabezas de ganado lanar en la ciudad de Zaragoza. A este se unirían presumiblemente ganado bajado de la montaña en invierno.
Es el pino carrasco, como ya he dicho, un auténtico especialista en sembrar retoños al mismo tiempo que surge el incendio. Posee, además de las piñas convencionales, unas piñas especiales denominadas serótinas, (foto de la abajo a la derecha) que no liberan las semillas al madurar, como ocurre con las piñas convencionales. Estas piñas, se secan y constituyen un arca donde se encuentran atrapadas las semillas viables durante meses o años. Sólo el tremendo calor producido por un incendio provoca la apertura de la piña, que liberará los piñones y las corrientes de aire provocadas por el propio incendio las distribuirá gracias a un ala que les permite ser impulsadas por el viento. A la izquierda, piñón típico con su ala.
En el dibujo adjunto de la derecha (pinchar sobre él para ver más grande), vemos cual es el proceso de regeneración de un bosque mediterráneo. En un bosque, árboles y arbustos conviven llenando todo el espacio, lo que además de un aprovechamiento máximo de dicho espacio, facilita que el suelo esté debidamente estructurado y que los procesos vitales se lleven a cabo en su totalidad. Especies determinadas de aves y mamíferos contribuyen de forma activa en la distribución de las semillas. Ilustrar esto con un zorro y una urraca, no es casual. Estas especies entre otras, contribuyen de forma decisiva en la distribución de las semillas. Elegirlas a ellas tiene la única finalidad de mostrar un aspecto de la ecología de los bosques, que quizá no es bien conocida y que ilustra el desconocimiento sobre la ecología forestal que ostentan algunos medios ultradefensores de eliminar córvidos y zorros a quienes denominan directamente "anticaza". La diversidad del bosque facilita que aun tras el más brutal de los incendios, el bosque siga latente, iniciando su regeneración tan sólo unas semanas después de haberse apagado. Una gestión inadecuada pastoreando los bosques, si provocan la desaparición excesiva de sotobosque y de plantones jóvenes, compromete la regeneración del bosque tras un incendio, que tenemos la absoluta seguridad que se producirá tarde o temprano, porque a los rayos y fenómenos naturales se suma la gran cantidad de incendios que se provocan por diferentes intereses o por descuidos. La extracción de la madera quemada, puede ser perjudicial. Por ello, hay que valorar como se hace. La madera no es mala para el bosque, si bien es un recurso que obtenemos del mismo. La construcción de fajinas con troncos para evitar la erosión tienen el valor añadido de que la materia orgánica retorne de algún modo al bosque, hecho que no ocurre si se extrae la totalidad de la madera. Cuando se decide realizar la extracción de la madera, si sólo prima el criterio técnico, podría ser una práctica perjudicial. Los árboles calcinados son los soportes sobre los que se detendrán las aves a expulsar las semillas de las plantas que no rebrotan contenidas en sus excrementos. Es igualmente poco apropiado llevar alimento a las especies silvestres, siendo más conveniente que abandonen la zona para buscar alimento en las proximidades. Si permanecen en el lugar, se alimentarán de la vegetación que se regenera sin darle tregua. Los primeros meses es mejor que se recuperen los vegetales, los herbívoros pronto podrán volver. Esta práctica, que hemos visto emprenden algunas asociaciones de cazadores, tiene como objeto la fijación en el territorio de las piezas que más tarde cazarán. No es bueno forzar la presencia de estas en los primeros meses tras el incendio, pues eliminarían los rebrotes y plantones tiernos. Ya retornará el bosque con la caza en un futuro próximo. Es curioso que contribuyan a esta práctica algunas personas amantes de los animales que en su visión sesgada de lo que es un bosque no aceptan los ritmos que establece la naturaleza. Unos meses después de aportar comida a los animales silvestres, serán enemigos irreconciliables de los cazadores. Sí que en cambio sería de gran ayuda aportar comida al ganado para que no estropease la regeneración. Como vemos, ganado, caza, recuperar parte de la productividad del bosque o incluso la quienes pretenden la protección de los animales y que no mantienen una imagen global del ecosistema, tienden, sin maldad, a orientar la futura gestión de forma inadecuada para la perpetuación del ecosistema. Deben por ello las actividades descritas estar sujetas a criterios científicos. No deben ser prohibidas, pero sí han de ser supervisadas y orientadas por criterios globales, que contemplen el ecosistema y su reconstrucción. De este modo, el bosque siempre estará ahí cuando nos haga falta. Cuando el bosque arde, si está cerca de núcleos de población suele afectar muy negativamente en la vida de las personas del entorno. Cuanto menos dinero se dedica a la reconstrucción del bosque, más se puede dedicar a reconstruir la economía de las personas del entorno quebrantada de forma abrupta e irreversible si no se aportan ayudas.
Como vemos, el bosque mediterráneo, no corre peligro de desaparecer mientras siga siendo bosque, mantenga las suficientes piezas para su autoreconstrucción y no sufra un incendio recurrente. Cuantas más piezas pierde el bosque, más se compromete su futuro. Las dehesas sobreexplotadas y sin diversidad pierden una gran cantidad de la esencia que las caracteriza cuando muere una sóla encina, debido a que no hay otras jóvenes que la sustituyan desde hace décadas.
Un problema que surge debido a la tremenda adaptación al fuego que presenta el pino carrasco, es que esta especie se ha usado masivamente para las repoblaciones o cultivos forestales. Este es un aspecto muchas veces criticado. Hay que comprender, que las repoblaciones forestales se hicieron con criterios técnicos, no ecológicos. Desde el punto de vista técnico, no hay mejor especie que el pino carrasco para generar un arbolado en suelos degradados. Soporta pluviometrías subdesérticas, siendo capaz de vivir en lugares donde ningún otro árbol lo hace. Como resultado de estas repoblaciones, tenemos cultivos forestales altamente inflamables en lugares cuya vegetación potencial sería otra, compuesta por planifolios de quercíneas de varias especies. Frente a quien habla de meter ganado en los bosques para que no ardan, que no deja de ser una proposición descabellada, debe de primar la del objetivo de tener bosques, que ardan o no, se perpetúen por sí mismos.
Durante milenios, los bosques se
han desplazado a lo largo y ancho de los continentes o las alturas cambiantes
de las montañas libremente. Los cambios en el clima no han sido por lo tanto
catastróficos. Un aumento de las condiciones de aridez, provocaba que quienes
eran más resistentes a estas condiciones pudieran invadir las zonas de lo que
antaño fueran zonas más húmedas e ir sustituyendo a los bosques propios de
ellas, que aumentarían en latitud o altitud buscando áreas mejores. No es algo
que se haga de forma consciente y premeditada, sino que las semillas son
capaces de germinar y dar lugar a ejemplares adultos de las plantas que sean, más allá de los límites antiguos. En algunas décadas, el bosque era capaz de
“moverse de sitio”. Esto se ve en el monte cuando se observa como la transición
de una vegetación típica a otra no es una “raya”, sino que existe una zona de contacto con
especies dispersas de los componentes de ambos tipos de bosque, más húmedo y
más seco. Ante un cambio, en esta zona unas especies predominarán sobre las
otras y las que avancen se internarán más en la zona de la otra produciéndose esta zona de contacto más adelante, produciéndose el "movimiento".
El escenario actual dista mucho de permitir este movimiento. Muchos de los bosques actuales son reductos-isla atrapados entre áreas de cultivos que no permiten su lento desplazamiento, y no existe en muchos casos esta zona de contacto que es “tierra de nadie”. Estos desplazamientos, vividos como recolonizaciones, los hemos visto en las últimas décadas sobre tierras abandonadas del entorno rural donde la maquinaria moderna ya no las hace rentables. Es imposible en muchos casos este desplazamiento, (que a mí me recuerda a las estrellas de mar sobre las rocas y los cangrejos huyendo a su paso) en el contexto paisajístico actual. Pero podemos dotar de esa movilidad a los bosques dentro de sus propias islas, creando en dichas islas "tierras de nadie".
En las zonas aclaradas, próximas a los árboles del cultivo forestal, los plantones nuevos tienen más ventaja por existir una disminución de las condiciones de insolación al disfrutar de sombra durante algunas horas del día y al mismo tiempo luz suficiente para poder desarrollarse. Esto, en unos pocos años, dota al bosque monoespecífico de un aporte de arbustos y árboles con capacidad de rebrote que permitan una autoregeneración del monocultivo hacia un bosque más diverso, de mayor calidad cuanto más tiempo transcurra hasta el incendio. En la medida que los árboles y arbustos vayan creciendo, se deben eliminar ejemplares del cultivo, que por otra parte, era el objetivo final del mismo. Los cultivos forestales no son autoregeneradores de bosques, ya que no lo son. La introducción de biodiversidad los, dota de esa capacidad.
En algunas de las masas de plantaciones de pino carrasco, debido a lo rústico del árbol, pudiera ser que la viabilidad de las encinas no fuese posible por el aumento de la rigurosidad del clima, pero los arbustos introducidos, dotarían a la regeneración tras un incendio, de la entidad propia de un bosque natural y capacidad de autoregeneración. Aún así, incluso en los bosques de pino carrasco más secos encuentran las encinas lugar para poder subsistir en el fondo de las vales o en lugares más húmedos. La introducción de estas especies se facilita buscando los emplazamientos más favorables a las mismas.
En los bosques naturales aislados
en los que no existe contacto entre diferentes “pisos” de vegetación, que
implica por otra parte el aislamiento de los mismos e incapacidad de movimiento
frente a cambios del clima, lo que procede es la introducción dispersa de plantas
forestales de especies menos exigentes en humedad y precipitaciones para
obtener el efecto de “tierra de nadie” que existe en los bosques de forma natural.
Esto implica actuar incluso en masas naturales añadiendo especies que aún
siendo autóctonas, no sean propias de la latitud en este momento. Por supuesto,
la introducción se ha de realizar con los árboles y arbustos propios de cada
comunidad vegetal.
Los tiempos perdidos no regresan.
El tiempo perdido en la no introducción de sotobosque en los cultivos
forestales o la eliminación del mismo para "limpiarlos" ahora nos pasa factura, pues tras los incendios, o bien la
regeneración nos conduce de nuevo a masas monoespecíficas, o nos deja en la
misma situación que la que hubo antes de la repoblación. En algunos casos, el
incendio llega a ser incluso positivo desde el punto de la biodiversidad, al dar posibilidad de rebrote a aquel bosque que fue
arrasado para repoblar y que sigue latente bajo unos pinos que pueden proceder incluso de otro continente. Importante reto el que enfrentamos, es el de devolver al monte la capacidad de regenerarse en una encrucijada de crisis civilizatoria que abarca tanto al mundo agrícola, como al ganadero, energético, biológico e incluso social. Es el momento de actuar... pero con criterios científicos. Si como respuesta a los incendios terminamos con la resiliencia de los bosques y su capacidad de perpetuarse, habremos cometido un error más.
sábado, 6 de agosto de 2022
El ciclo de la vida IV, los carnívoros
En el bosque-jardín, también hay como no, un ejército de carnívoros dispuestos a dar muerte a los herbívoros y a alimentarse con sus cuerpos. Realmente, es una trama complicada, ya que debido al variado tamaño de los carnívoros, existe una depredación entre ellos mismos, de modo que los carnívoros se alimentan básicamente de otros animales y algunos incluso practican el omnivorismo. Vamos a llevar más o menos el mismo orden que llevamos al hablar delos herbívoros. Comenzábamos con aquellos que estaban sobre el suelo, y por lo tanto, con ellos seguimos. Depredadores que se mueven por el suelo, según de que lugares hablemos, ya sean desnudos o cubiertos de hierba, contamos con varios residentes. Cuatro especies de anfibios por ahora, dos especies de sapos, el sapo corredor (Epidalea calamita), y el sapo partero ibérico (Alytes cisternasii), una de rana, (Pelophilax perezi) y un tritón (Lissotriton helveticus), Dos especies de reptiles de los que el más abundante es la salamanquesa común (Tarentola mauritanica), que preda también sobre las jóvenes lagartijas comunes (Podarcis hispanicus) a las que está llevando a su desaparición. Sobre estas líneas una fotografía de un macho adulto.
Sobre todos los anteriores depredan, si tienen ocasión, las garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) que acuden por decenas en algunas ocasiones. No obstante, se alimentan de forma preferente sobre toda una legión de insectos, miriápodos u otros artrópodos y sus larvas subterráneas cuando emergen del suelo al regar el bosque-jardín. Junto con ellas, el cernícalo común (Falco tinnunculus) y el milano negro (Milvus migrans) que ilustra la foto de la derecha, recogen la "producción" de herbívoros que habitan en el bosque-jardin, centrándose principalmente en los topillos.
Bajo las piedras, la leña, o al abrigo en las zonas húmedas, terribles depredadores como las luciérnagas (Lampyrys sp.) se alimentan de caracoles de diversas especies. Una de las cosas que hemos hecho en el bosque-jardin, ha sido favorecer la presencia de caracoles, con el objetivo de conseguir aumentar la población de luciérnagas, que atraviesan una mala situación general. Quizá, además de la problemática del envenenamiento masivo de nuestros cultivos, sufran la contaminación lumínica que atrae a los machos, que tienen capacidad de volar y que atrayéndolos así lejos de las hembras, dificulta mucho su capacidad de reproducción. Este final de verano distribuiremos las tejas que no nos sirven bajo todo el perímetro de seto de lentiscos (Pistacia lentiscus) para favorecer el refugio tanto de los anfibios como de los caracoles y otros insectos. El objetivo es hacer más favorable a los animales el entorno del bosque-jardín. Las pequeñas lucecitas led solares esperamos que faciliten el hecho de que los machos de luciérnagas no se alejen demasiado. A la actividad nocturna de las luciérnagas en las zonas de hierba, se unen las secretas musarañas (Crocidura russula). Son unos insectívoros muy bien recibidos en el bosque-jardín. Los gatos domésticos son un verdadero azote de esta especie, que generalmente se confunde con roedores por la mayor parte de los habitantes del mundo rural. Se les llama "ratones murgaños". En donde vivo, se les atribuye incluso la posesión de veneno (si te pica un murgaño, no vivirás más de un año, asegura el dicho popular). En dos ocasiones hemos advertido sus camadas al retirar materiales y hemos dejado las cosas como estaban para que siguieran haciendo su labor, de modo que nosotros emprendíamos la nuestra tras el paso de alguna noche para que se pusieran a salvo en otro lugar.
Todo un ciclo de la vida que se da cita ante nuestros ojos. No albergamos leones ni leopardos en nuestros jardines, pero la actividad de las arañas cazadoras, o las saltarinas como la que vemos a la izquierda, son espectáculos similares a pequeña escala. Un naturalista, siempre encuentra un lugar en el que poder contemplar espectáculos de la naturaleza sorprendentes. Ofreciendo cobijo, algo de diversidad y evitando al máximo los venenos, podemos obtener nuestra parcela de vida salvaje...
sábado, 2 de julio de 2022
La otra globalización
Vivimos en un mundo globalizado. Siempre ha sido así, aunque no lo percibiéramos de este modo. Al menos en el aspecto biológico. Conocemos como biosfera a la parte de La Tierra que acoge la vida. Esta vida se reparte en una delgada capa por toda a superficie del globo. Es la biosfera del "Antropoceno". La que ha tocado vivir a las especies que comparten época con el ser humano. Más correctamente con los seres humanos, ya que no normal siempre ha sido que existiesen varias especies. Aunque el éxito de la nuestra parece indiscutible, el futuro se avecina negro y lo cierto es que la humanidad está en su momento menos diverso. Desde hace unos 30.000 años, algunas fuentes lo retrasan a 25.000, estamos terriblemente solos.
Pero hemos cambiado las reglas del juego. Al mundo biológico global, hemos aportado nuestra visión particular, la económica. La codicia humana, siempre buscando el máximo beneficio económico explotando para ello cualquier cosa que se tenga a mano, ha creado su obra destructiva mayor. La economía globalizada. Hemos construído "islas" de diversos tamaños que se trasladan de unos continentes a otros portando pasajeros involuntarios. Del mismo modo que Robinson Crusoe acabó en una isla desierta donde no había ningún otro ser humano y se tuvo que hacer sitio, miles de seres se ven arrancados de los lugares donde habitan y son arrojados a un mundo hostil donde han de encontrar su alimento, su hogar y si pueden, reproducirse.
Miles de especies de plantas, hongos o animales son trasladados de un continente a otro como plantas ornamentales o alimentos, como mascotas, o como acompañantes a estas ya sea en su interior o exterior de forma premeditada o no. La liberación de estos seres vivos supone un cambio en el lugar a donde llegan que en ocasiones puede ser brutal. Una novela, Jurassic park, de M. Crichton y toda la saga de películas que se inspiraron en ella, especulan incluso con la posibilidad de rescatar e importar seres vivos de otras biosferas ya perdidas. De algún modo, la extracción del petróleo, el carbón y el gas, nos traen los humos de la combustión de bosques que ya desaparecieron hace cientos de millones de años. Unos bosques en cuya sombra jamás se cobijó ser humano alguno. El peligro de revivir fósiles no solo proviene de que estos sean grandes carnívoros. Nosotros hemos revivido incendios en bosques lejanos en el tiempo millones de años. El hecho de sumar a la combustión de nuestros bosques vivos los de aquellos que vivieron hace millones de años quemando sus productos fósiles, no puede dejar indiferente a nuestra biosfera. Hemos globalizado económicamente no nuestra biosfera, sino que hacemos uso incluso de las biosferas pasadas.Otros seres vivos amplían su distribución al cambiar las condiciones climáticas y poder subsistir en lugares donde antes no podían. Esto no se puede considerar una invasión ya que las forma de conquistar nuevos territorios se debe a la expansión del área que posibilita la subsistencia de especies que antaño estuvieron reducidas a otros entornos e incluso a zonas biogeográficas diferentes. Es el caso de la Monarca africana (Danaus chrysipus), una mariposa que se encontraba al sur del Sahara, en tierras africanas y que se está expandiendo por el entorno litoral Mediterráneo, también por España. En la foto, un ejemplar que apareció muerto en Montañana, un barrio rural del Zaragoza, donde yo vivo. El barrio está comunicado por autopista con el litoral mediterráneo. Que la especie no se haya citado como reproductora en Zaragoza puede deberse tanto a que la población aún es pequeña y pasa inadvertida, como a que el ejemplar hubiese podido viajar con algún medio de transporte de forma involuntaria y fuese solo un ejemplar.lunes, 13 de junio de 2022
El ciclo de la vida III los herbívoros
Pasados ya los embates de la publicación del Nuevo libro de huellas, las idas y venidas, voy a retomar las entradas pendientes con el tema del ciclo de la vida en el bosque-jardín.
Hablaba la vez anterior de los productores. Los vegetales que con ayuda del sol, el agua y el CO2 del aire son capaces de transformar los elementos del suelo en materia viva, en sus propios cuerpos. Toda una legión de insectos, mamíferos aves y demás animales y animalillos se alimentan de vegetales en parte o de forma exclusiva. Entre las aves, los patos (Anas Platyrrhynchos) son unos redomados herbívoros que llegan de no sabemos qué lugar a reposar sobre las aguas de nuestro estanque, ahora recién construido contra-reloj con el fin que pudiera estar listo para albergar las puestas de "nuestra" población de sapos corredores (Epidalea calamita) que surgen del anonimato de la noche y el subsuelo en números más que considerables para hacer sus puestas.
Sobre el suelo, quizá los herbívoros que más se dejan notar son los saltamontes, especialmente la langosta egipcia (Anacridium aegyptium) que encabeza esta entrada, y que se deja notar tanto por su tamaño como por la particularidad de resistir al invierno en forma de adulto. Así pues es quizá el único de los saltamontes que está presente durante los meses fríos. Al caer la noche, los grillos alcanzan su protagonismo debido a su canto. Esperamos que la población tanto de saltamontes como de grillos vaya creciendo de forma paulatina con el tiempo al ser un espacio libre de fitosanitarios. Han aumentado sus poblaciones de forma considerable los caracoles comunes (Helix aspersa) y sin embargo han reducido mucho y drásticamente su población los caracoles blancos o caracoletas (Theba pisana) que eran muy abundantes antes de que crecieran los árboles. En unos pocos años, el paisaje abierto que era un antiguo cultivo forrajero de alfalfa (Medicago sativa) se ha convertido en eso que nosotros denominamos bosque-jardin donde el arbolado ocupa un lugar considerable. Ya hablaba en otra entrada de las típulas (Tipula sp.) cuyas larvas recorren el subsuelo alimentándose de las raíces de los vegetales junto con las larvas de coleópteros como los escarabajos solsticales (Amphimallion sp) y las de los elatéridos, o escarabajos de resorte, que poseen un curioso mecanismo de trinquete que les permite darse la vuelta con un ruidoso salto si caen de espaldas en el suelo. Sus larvas son conocidas como "gusanos de alambre". A esa tropa de cazadores subterráneos se une el extraño ser de la fotografía de la derecha, el grillo topo, (Gryllotalpa gryllotalpa) cuya adaptación a cavar es un claro ejemplo de convergencia evolutiva con el topo. Los herbívoros como vemos pues, actúan tanto sobre el suelo como bajo él. El más grande de todos ellos es el topillo (Microtus duodecimcostatus) al que ya dedicamos una entrada anterior en este blog.Algo más se nota la actividad de las orugas de las mariposas conocidas como taladro del chopo (Paranthrene tabaniformis), debido a que construyen galerías en el interior de las ramas de los chopos, y que cuando alcanzan una cierta longitud las debilitan hasta el punto de que se parten y caen al suelo. Algunas veces cuando vamos al bosque-jardín tras episodios de vientos vemos varias de estas ramas partidas en el suelo. Lo más significativo de estas mariposas, al igual que las orugas perforadoras de los chopos (Sesia apiformis) cuya foto vemos a la izquierda, es su gran parecido con una avispa, hecho que les protege del ataque de algunos depredadores. Estas mariposas, más grandes que las de la oruga del taladro del chopo pueden provocar la muerte de árboles de cierto tamaño al cortar el flujo de savia en las partes bajas del tronco. Más vistosas por el mayor tamaño, son las mariposas blancas de la col (Pieris brassicae), las mariposas medio luto (Melanargia lachensis) o las mariposas saltacercas (Lasiommata megera) que vuelan en estos momentos, Este próximo otoño abordaremos el proyecto de preservar una pequeña superficie que dedicaremos a la flora espontánea que seleccionaremos para dar cobijo a otras mariposas.El proyecto es algo lento puesto que hemos de compaginarlo con la puesta en marcha de la vivienda que hemos de habitar en unos meses cuando debamos de abandonar la actual. Las tareas que realizamos nosotros y que implican a todos los gremios (electricidad, fontanería, albañilería, o carpintería) nos restan tiempo del jardín al que dedicaríamos más tiempo sin duda de disponer de él. Este principio de año hemos atendido la edición y la promoción del Nuevo libro de Huellas y el acondicionamiento del estanque o balsa, (que es como les llamamos aquí) con el fin de que estuviese dispuesto en fechas adecuadas para acoger a los anfibios en sus primeras puestas. Pero el estanque, será motivo de una entrada monográfica posterior. No por ello dejamos de retratar a uno de sus habitantes arriba a la derecha, el caracol acuático (Physa acuta) que multiplica sus efectivos librando al estanque de las algas que lo cubrirían. No sólo mastican, los herbívoros. Otros, como las cigarras, cochinillas o los pulgones, se limitan a chupar la savia de las plantas con aparatos bucales especializados. Los pulgones tienen mecanismos adaptativos sorprendentes. Las hembras pueden traer al mundo hijas que son clones de ellas mismas sin necesidad de ser fecundadas por el macho. Es por ello, que los tratamientos fitosanitarios pueden fracasar con el tiempo al clonarse las hembras resistentes a los productos utilizados. Es por lo tanto más efectivo esperar si se puede, a la llegada de los insectos depredadores. en la imagen de la derecha vemos a una hormiga que llega para recoger la sustancia azucarada que segregan los pulgones y con la que obtienen la protección de las hormigas, que actúan como "ganaderas".
miércoles, 13 de abril de 2022
Agenda de promoción del libro para los próximos días...
viernes, 11 de febrero de 2022
Por fin está a la venta mi nuevo libro
HUELLAS Y SEÑALES DE LOS ANIMALES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Y RESTO DE EUROPA.
Por fin ha llegado de la imprenta, se han depositado los ejemplares en el depósito legal y he llevado los primeros a la distribuidora que los repartirá por las librerías. Una advertencia tengo que hacer. En los agradecimientos, cito a Lauro Arrate, conservador de la antigua colección de naturaleza del colegio La Salle Montemolín y digo que había fallecido. Si bien es cierto, que la citada colección ha sido depositadas en el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza, Lauro Arrate, antiguo conservador, sigue vivito y coleando y tuve la oportunidad de ir a entregarle el libro que le correspondía el día 9 de febrero. Se alegró mucho de recibir el libro que le dije le entregaría hace unos 22 años, y yo de su repentina resurección. Parece ser que la colección no fue donada con su consentimiento y que más bien desconocía que iba a producirse. Una tercera persona me comunicó su fallecimiento y otra, por casualidad, el día anterior a mi visita me informó que seguía vivo. Aclarado esto, paso a describir brevemente el contenido del libro. En este libro, para una mejor comprensión de la anatomía de las huellas, he dibujado sobre una mano humana los detalles que podemos ver en cualquier huella. El origen evolutivo de los huesos que conforman nuestras extremidades y las de los animales, se pueden traducir igualmente en la superficie en la que se apoyan al caminar o al saltar. En los años que me he dedicado a impartir cursos de formación, siempre he explicado de este modo las diferentes huellas que se trataban. También es más sencillo ver las similitudes entre los animales de un mismo grupo, y se comprende que animales más estrechamente emparentados tienen huellas muy similares, aunque la evolución favorece similitudes entre huellas de animales de diferentes grupos, como pueda ser las del oso y las del tejón, que sin embargo muestran una convergencia evolutiva en el uso de las manos.Como tipos de marcha, apunto cuatro, que se corresponden con cuatro formas de apoyar las extremidades y el orden en el que se hacen. El paso, el trote, el galope y el salto. Quienes vivimos en el mundo rural y hemos conocido el uso de las caballerías para el trabajo agrícola recordamos el clic-cloc, clic-cloc, de las herraduras de los cascos , de un "macho" o mula al paso, o ese mismo sonido pero más intenso, de dos extremidades cada vez cuando va al trote, los cuatro sonidos de cada una de las patas al galope o los tres que se perciben en el salto al golpear en el suelo las dos extremidades traseras casi al unísono.
Los animales tratados, constan de una ficha descriptiva con un dibujo del animal que produce el indicio, ya que no todas las personas conocen a los animales a los que nos referimos. Además de los consabidos mamíferos que aparecen en todas las guías de huellas (aunque aparecen ya algunas sobre aves), en esta aparecen aves, anfibios, reptiles, insectos, arácnidos, moluscos diversos, e incluso dos plantas cuyos indicios podemos encontrar en la naturaleza mezclados con los producidos por animales.
A los dibujos de las especies y sus señales, añadimos documentación gráfica en forma de fotografías que pueden estar tanto en blanco y negro como en color dependiendo de como se encuentran distribuidas dentro de la obra y de si coinciden con los pliegos que se imprimen en color o no. A la derecha un ejemplo de unas que se encuentran en la parte que hace referencia a los cánidos y que muestran arañazos y algunas huellas poco usuales, ya sea por que le faltan caracteres, porque marca algunos que no es habitual que se marquen o porque la superposición de dos huellas da lugar a confusión.
Además de las huellas, se tratan lo que he denominado rastros complementarios, generalmente porque ayudan a situar al autor de un rastro aportando una información que no tiene que ver con la impresión de las extremidades. Entre ellos, están los excrementos. Pese a que vienen ilustrados en dibujos a lápiz en las fichas de los animales, existe un capítulo dedicado a ellos y que se compone de cinco láminas de excrementos fotografiados y con referencia al tamaño en el pie de página, además de una serie de fotografías de los excrementos tal y como se encuentran "in situ".
No sólo excrementos, sino también las egagrópilas (regurgitaciones de aves) tienen su apartado propio. Además de las fotos, que como en el caso de los excrementos nos muestran algunas egagrópilas "in situ", he hecho láminas donde se muestran varias y que permiten la comparación entre ellas.
Además, en los rastros complementarios se habla también de las marcas que aparecen en los troncos, ya sean producidas por aves, mamíferos, insectos, o incluso el hombre en sus actividades. en este caso, las fotografías aparecen en color.
Al igual que las marcas producidas en los troncos, se habla de las marcas producidas en los frutos. Además de los dibujos en las fichas de los animales, es este apartado se ilustran frutos trabajados por aves, mamíferos o insectos que podemos hallar fácilmente en nuestras excursiones, He intentado agruparlos para que sea más fácil la comparación a pesar de ocupar diferentes páginas...
También se tratan los restos de animales encontrados y que se ha podido identificar el autor de la muerte con datos de lo que queda tras el paso del depredador.
Además contamos con una colección de fotografías de cráneos de mamíferos, aves, reptiles y anfibios y las medidas máximas de longitud y anchura, todas de la colección del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza. Se complementan con dibujos de huesos largos con medidas de varias especies, y un apartado de identificación de cráneos de aves y micromamíferos contenidos en egagrópilas de aves.
Más de 130 láminas de plumas de aves que podemos encontrar en la naturaleza fotografiadas con las medidas en el pie de foto. Generalmente rémiges y rectrices, ocasionalmente también aparece alguna pluma de contorno.
Para finalizar, un último capítulo de nidos, cubiles y sendas de diferentes especies con claves dicotómicas que ayudan a descartar especies a las que asignar este rastro.
Como veis, creo que el libro merece la pena. No será el libro definitivo de huellas y señales, pero sí que puedo afirmar que está muy completo. Cuando un autor apasionado decide hacer un libro que como este supone ser un catálogo de indicios que se encuentran en el bosque, acaba haciendo más una guía de viaje de un naturalista por el entorno que otra cosa, ya que repara en indicios de todo tipo de animales, dese el águila al gorrión de la lombriz a la serpiente y del ratón de campo al oso, sin olvidar caracoles, almejas o sepias que también dejan rastro de su presencia en la playa.
Son casi 700 páginas de ilustraciones a lápiz, la gran mayoría, aunque hay alguna hecha con rotulador, y un gran número de fotografías, todo ello realizado por el autor. De algún modo unas 350 especies han dejado señal de su paso por este libro. Unas, con gran variedad de indicios diferentes, otras, tan sólo con un dibujo de un cráneo típico con las medidas para identificarla...
Huellas y señales de los animales en la Península Ibérica y resto de Europa. (Carlos Miguel Lastanao Lobera) ISBN 9788409364725
Precio en España Peninsular, 65 EUROS transporte incluído.
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