De las conductas animales podemos destacar algunas que son
realmente sorprendentes. Para mí una de ellas es la del macho del sisón (Otis tetrax) y su
extremo sacrificio. El macho del sisón, posee una particularidad curiosa en su
vuelo. El batir de sus alas produce un silbido que es capaz de atraer la mirada
de los depredadores y así estos pueden desviar su mirada de la prole que se
puede poner a la fuga.
Hace unos años, trabajando en el campo de maniobras tuve
ocasión de disfrutar de una de estas temporadas en la que los sisones son
realmente frecuentes. Me encantaba ver y oír volar a estas aves que intentaban
llamar mi atención y desviarme de mi ruta para (supongo) evitar que localizase
el lugar donde estaban los pequeños o el nido. Había leído que este silbido se
produce al poseer los sisones machos un pluma más corta entre las rémiges primarias de
ambas alas. Yo me preguntaba que si esto era así, por qué no silban las alas de
todas las aves cuando mudan sus plumas y tienen una rémige primaria más corta
que las otras aunque sea de modo temporal.
La respuesta llegó ese mismo año. En este caso la respuesta vino
del sacrificio de un macho de sisón. Encontré los restos de un macho de sisón que
había visto días atrás y que fue atacado por un águila real (Aquila chrysaetos). Cabeza arrancada,
ningún resto más del cuerpo, un manto de plumas y un ala intacta... Todavía
estaba la sangre fresca.
Sabía de la presencia del águila, un ejemplar joven del año
anterior que había visto por la zona. Los pastores, también la habían visto, y se
quejaban de la desaparición de varios corderitos pequeños. Un día la
vieron devorando a uno. Aseguraban que si seguía así alguien le pegaría un
tiro, pero esto es otra historia.
El caso es que cuando ví lo poco que quedaba del sisón, cogí
el ala todavía fresca y la agité como lo hiciera momentos antes su antiguo
propietario y surgió el milagro. El ala empezó a silbar. Mirando las plumas del
ala, vi que no sólo la rémige del sisón es más corta, sino que tiene unas
escotaduras extrañas en los márgenes externo e interno de la pluma en concreto.
Sin duda ha de ser ésta forma característica lo que produce el siseo (que por
otra parte da nombre al sisón), y no la longitud de la misma.
En el manto de plumas que dejó el águila real tras su
comida, encontré sueltas las rémiges primarias que en esta foto os muestro. El
ala, la guardé como la encontré y aunque transcurridos varios años desde su
hallazgo, su sonido es todavía audible aunque con menor intensidad cuando se agita arriba y abajo. Hoy el ala del sisón que tantas veces llamó
mi atención todavía puede sorprender a aquellos que oyen el silbido cuando la
agito arriba y abajo en el aire al tiempo que les cuento esta historia.
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