Este año la primavera comenzó el día 22. En Madrid, tuve la ocasión de asistir a una manifestación histórica en la cual se pide que volvamos a “rebobinar la película”. Que los servicios públicos retornen al punto de partida y que cese el lote de recortes y subidas de impuestos que asfixian al país… bueno, al país no, sólo a una parte de los que viven en este país, básicamente los trabajadores y aquellos que han dejado de serlo en este período. Se pide al gobierno que gobierne para el pueblo que los eligió.
La
televisión no tarda en recordarme el país en el que estamos. El silencio
informativo que sólo se rompió por las salidas de algunos políticos comparando
al pueblo desesperado con los de “amanecer dorado” y con la chulería de aquellos
que decían por mi pueblo no pasarán, como si la circulación por el país dejase
de ser libre. Curiosa comparación con los nazis para un movimiento en cuyas
marchas podemos ver inmigrantes de diversos lugares del mundo. No obstante
siempre queda leer Le Monde o Libération, periódicos franceses, donde se
hablaba de la “gigantesca manifestación” que había habido en Madrid. Es la
mayor manifestación que he visto en mi vida.
En España
las “noticias” sólo hablan de las cargas policiales. Pero no hablan de que la
policía irrumpió en un concierto media hora antes de que acabara el acto
autorizado pese a que desde los micrófonos se les pedía que por favor
abandonasen el lugar. Seguramente cumplían órdenes de alguien que sí sabía que
todavía había permiso para estar concentrados en Colón. Sólo hablan de policías
heridos. De policías que fueron puestos allí tras las provocaciones para que
una vez desatada la violencia quedaran sólos y aislados facilitando los
titulares y las “noticias” de la jornada. La maniobra de desprestigio de la
marcha ha llegado al punto extremo de utilizar policías como cebo para que los
violentos que en todos los sitios aparecen, (fútbol o cualquier otro tipo de
concentración multitudinaria) se cebaran con ellos. Y no dudaron en provocar su
respuesta irrumpiendo mientras el acto se desarrollaba en paz y en un horario
autorizado. Amparados en la noche, cuando todos los gatos son pardos. Es como
un cazador de jabalíes que abandona a su perro a merced de los colmillos de un
jabalí herido tras haberle animado a atacarle.
Que
violentos tomasen la calle no impidió, como es costumbre que se detuviese de
forma arbitraria a personas que simplemente iban de vuelta para coger el
autobús de regreso a sus casas, y que estuvieron retenidas durante horas sin
agua ni comida en malas condiciones. Los “sindicatos” policiales muestran
fotografías de armas incautadas incluso un año atrás en una falta de táctica
tal que finalmente sabemos que se trata de fotos publicadas en medios
informativos, alguno incluso un año antes. Algunos incluso piden que se
autorice más libertad en el uso de la violencia policial, hecho que puede
desembocar en una espiral de violencia en las manifestaciones que sólo será
útil para aquella minoría violenta que pasea por nuestras calles o que se
oculta entre los cuerpos uniformados, y sobre todo para aquellos que viven de
ocultar la verdad. Cuando Hitler formó sus cuerpos de las SS, y Himmler establecíó
la Solución final, no tuvo que salir de Alemania para buscar quien torturase y
eliminase a las personas en los campos de concentración. Los encontró entre la
población civil, algunos entre la policía, otros entre los militares, e incluso
entre el personal sanitario. Esta minoría violenta vive en nuestros pueblos,
pasea por nuestras calles y lleva a sus hijos a los colegios. Cualquier
maniobra que provoca el enfrentamiento entre ellos, que brote ese
comportamiento con el objeto de coger en medio a personas que no son así y
aprovechar políticamente el conflicto, no habla muy bien de aquellos que lo
promueven.
A la
corrupción, indulto de ladrones y robo al pueblo, hay que añadir la
manipulación de los medios y la provocación. Y es que necesitaban que hubiese
heridos en la policía, y eso sólo se consigue provocando primero a aquellos que
responden a la provocación y dejando después a unos pocos a merced de éstos.
Esta manifestación también será recordada por la despreciable maniobra política
que pudo terminar en tragedia, y de cuyo resultado se responsabiliza a las
marchas por la dignidad, marchas que llevaban un mes de silencio informativo
caminando por este país, al lado de los guardias civiles de tráfico que los
acompañaron durante largos tramos de carreteras regulando el tráfico, de la
policía local de los pueblos por los que pasaron y de la policía nacional en
algunos lugares de más entidad sin provocar ni un solo conflicto y que en
algunas ocasiones caminaron junto a ellos sin que fuera estrictamente necesario
para la seguridad de las columnas, apoyando silenciosamente la marcha con su gesto.