viernes, 24 de marzo de 2023

Preparando los insecticidas de nueva generación...

 


Ya se están preparando los insecticidas de última generación para este año 2023. Las balsas abandonan el perezoso silencio del invierno. Las ranas comunes, son las primeras en montar los coros tanto de día como de noche. Arriba vemos una foto de una con los sacos fonadores hinchados. Aunque los ancestros de las ranas se conocen desde hace más de doscientos millones de años, yo me quedo con los diez millones de años ingeniería genética realizada por la selección natural que han tallado a nuestra rana común como el insecticida más perfecto. Una rana fósil es el logo de la sociedad de amigos del museo paleontológico de Zaragoza. Recientemente, en las minas de azufre de Libros, un pequeño pueblo del sur de Teruel, se ha vuelto a encontrar un fósil de rana que data de hace unos diez millones de años. La especie, Pelophylax pueyoi, es del mismo género que la de nuestra rana común actual Pelophylax perezi.

Hay que decir, que en aquellos entornos en los que no puede vivir nuestra rana común, aparecen otras especies de ranas pardas como la rana bermeja, (Rana temporaria), la rana patilarga, (Rana iberica), la rana pirenaica, (Rana Pyrenaica) y otras especies que quiero destacar como las ranitas meridional (Hyla meridionalis) y de san Antonio (Hyla arborea) a la derecha, una foto. Antaño, poblaban las huertas que abastecían Zaragoza de hortalizas y frutas. Hoy, han sido sustituídas por venenos varios que emponzoñan la comida y realizan una selección muy perjudicial sobre las poblaciones de animales. Uno de los objetivos de las balsas y el entorno boscoso de mi casa-jardin es recuperar las poblaciones de la ranita de san Antón que un día perdimos.

Al anochecer y tras el último riego, los sapos corredores (Epidalea calamita) como el de la foto de la derecha, han despertado también. Se oyen cantar entre las plantas del huerto. Las coles no han tenido orugas de la mariposa de la col, (Pieris brassicae) y creo que algo han tenido que ver los sapos. Ya hicieron una limpieza brutal con las babosas, en una sola noche entre varios individuos. No obstante la falta de lluvias no termina de hacerlos salir de su letargo invernal que transcurre bajo el suelo, a salvo de las heladas. Espero con impaciencia oír tambien los pitidos de los sapos parteros (Alytes cisternasii) que vivirán entre las grietas de las lajas y piedras cercanas a la balsa.


He visto también larvas muy grandes de tritón palmeado (Lissotriton helveticus) que presentan aún las branquias pero no he visto todavía adultos en las balsas. En unas semanas espero que comience un nuevo ciclo consolidando la balsa como un refugio para anfibios con la mayor variedad de especies posible en unos años.

Comienzo la entrada hablando de insecticidas de nueva generación. Y lo digo por un motivo. La evolución por medio de la selección natural de los mejor adaptados, es un proceso de día a día, lento e inexorable. Los animales, se ven sometidos a la tarea de comer y ser comidos. El juego de la vida y la muerte. Una “carrera armamentística sin fin. Tal y como sostiene la hipótesis de la reina roja, en evolución. Esta hipótesis toma el nombre de un episodio de la novela Alicia a través del espejo, de Lewis Carroll. En dicho episodio, el país de la reina Roja comienza a moverse y Alicia y la propia Reina han de correr para poder permanecer en el mismo sitio. Quizá el ejemplo más gráfico es el del guepardo y la gacela. Los guepardos han de ser rápidos y cautos antes de iniciar la carrera para poder capturar a la gacela. Los mejores en ello son quienes obtienen más éxito y se reproducen más, dejando más descendientes, pero a su vez, serán las gacelas más cautas y la más rápidas quienes dejarán mayor descendencia, lo que obliga a que el guepardo sea seleccionado igualmente.. Se trata de un delicado equilibrio entre velocidad, agilidad, camuflaje, atención ante los depredadores, resitencia a las enfermedades, capacidad reproductiva, habilidad en la caza y en la huída... pues eso es lo que se reproduce en cada temporada sobre cada brizna de hierba, sobre cada árbol, en la charca y en el cielo. Un laboratorio genético de perfección de los seres vivos que comienza cada año con la época reproductiva y que es un ciclo sin fin.

A nadie se le escapa, que los insecticidas artificiales no actúan del mismo modo, sino que seleccionan a “saltos”. Durante un tiempo actúan del mismo modo y efectuando una selección brutal en las poblaciones, eliminando todo tipo de ejemplares salvo quienes genéticamente son más resistentes o directamente inmunes al compuesto. No existe ese equilibrio en el que además de los más capaces sobreviven otros algo menos capaces, y donde también ejerce influencia el conjunto de la población de animales, permitiendo la huída a ejemplares menos capaces que prosperan a costa de los jóvenes más lentos, los enfermos o los viejos. No juega la baza del camuflaje, la defensa, ni niguna otra. Establecemos otras reglas del juego. Además eliminamos no sólo al insecto presuntamente dañino, sino a una variedad tan grande de seres vivos que somos incapaces de saber el roto que hemos producido, alterando el equilibrio de forma brutal. Como un meteorito. Las poblaciones de animales o plantas resultantes tras el desastre ha de alcanzar un nuevo equilibrio. Y eso es costoso, además de imprevisible.

Con respecto a lo imprevisible de introducir una nueva variable en un sistema complejo, existe un concepto conocido como “Teoría del caos”. Pequeñas variaciones en un sistema complejo pueden tener desenlaces imprevisibles a largo plazo. Es la famosa la frase del efecto mariposa: “una mariposa bate las alas en Pekín y se desencadena un tormenta en Nueva York”. Nunca seremos conocedores del resultado de no haber introducido estas variables químicas en los sistemas naturales, y todavía somos incapaces de valorar el resultado final. Sabemos que muchas especies han bajado sus densidades poblacionales de forma alarmante, lo que genera nuevos escenarios. Más aún sabiendo que las especies “que queríamos eliminar” no han sido las únicas afectadas, y otras que eran claves para el funcionamiento de los cultivos desaparecen de forma alarmante. Sabemos que los productos son tóxicos y que tienen efectos indeseados en nuestros alimentos, que contienen compuestos ajenos a los mismos y que son perjudiciales. No sabemos como actúan los cócteles de varios de esos productos en los seres vivos incluídos nosotros. Con estas prácticas iniciadas hace tan sólo unas décadas podríamos haber comprometido 5000 años de agricultura y ganadería, pues el futuro, como la teoría del caos dice, es imprevisible. La agricultura, ha sido hasta hace unas décadas el fruto no sólo de las personas sino principalmente de los insectos, y en mayor medida, de aquellos que considerábamos perjudiciales. Nunca fueron perjudiciales, sino beneficiosos. Todos. Pero eso será contenido para otra entrada del blog.

sábado, 4 de marzo de 2023

Se asoma la primavera.

 


Ya comienza la primavera. Miles de grullas (Grus grus) se disponen a realizar su viaje hacia el norte mientras los insectos polinizadores buscan las flores más tempranas. En nuestro bosque-jardín, son las flores de nuestro sauce cabruno (Salix caprea) las más madrugadoras. Las abejas (Apis sp) y abejorros Bombus sp) zumban de flor en flor recolectando su polen como podemos apreciar en la fotografía donde vemos los "cestillos del polen" de una abeja a rebosar. No son las abejas los polinizadores más numerosos, sino que son los abejorros quienes están más activos durante las primeras fechas de la primavera, que son más frías. Quizá el hecho de que no producen miel haya hecho que no se les de la debida importancia. Es posiblemente la actividad de los abejorros la que nos facilita la mayor parte de nuestros frutos, y no la de las abejas. No obstante, tampoco son las abejas melíferas las únicas abejas que polinizan los cultivos.  

No sólo el sauce cabruno está en flor, sino que los dientes de león (Taraxacum officinale) y las verónicas (Veronica persica), están ahora en plena floración. Abiertas durante el día y cerradas por la noche, protegiéndose de las heladas todavía presentes. Ya hace muchos días que las cornejas (Corvus corone) visitan el nido que adecuaran el año pasado a partir de uno de urraca y donde trajeron al mundo a dos polluelos.  Son muy cautas las cornejas y no he podido captarlas muy bien con la cámara, ya que estamos trabajando todo el tiempo y sólo salgo de forma ocasional a probar suerte. Desde este nido pudieron ver en directo la tragedia que ocurrió en el nido de sus vecinas, las urracas, (Pica pica) cuando una hembra de gavilán (Accipiter nisus) o un macho de azor, (Accipiter gentilis) se llevó a uno de sus pollos. El ataque fue fugaz y como un relámpago, arrebatando al polluelo del interior de una falsa acacia (Robinia pseudoacacia) cuando estaba posado en una de sus ramas. Sólo pude ver la inconfundible cola barrada cuando salía del árbol con su presa graznando, sin dar tiempo a observar con mayor detenimiento. No pude precisar el autor con garantías, si bien el proceder es típico de azor. Las fechas indican que si fue el azor, el nido está en las proximidades y no se trata de bosques espesos, sino de árboles dispersos entre casas y campos de cultivo. Eso sí, las presas son abundantes. 

Ya se irán también los petirrojos (Erithacus rubecula) que han adornando durante este invierno el seto. Además de ellos veíamos u oíamos los reclamos de los carboneros (Parus major) y se mostraban con su particular movimiento de cola los inconfundibles colirrojos tizones (Phoenicurus ochruros). También aparecieron bastantes zorzales (Turdus philomelos) y al menos uno de ellos murió probablemente por el ataque de un gavilán que consumió su pechuga sin apenas desplumar, como suelen hacer. Este año, se han visto menos milanos reales (Milvus milvus) y sin embargo, el ratonero (Buteo buteo) ha estado cazando casi a diario en los campos próximos a nuestra casa. Sólo he visto al aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) una vez, y había capturado una paloma doméstica (Columba livia). No haber visto tantos milanos reales y sin embargo contemplar el continuo batir de las palas de los aerogeneradores en el horizonte del monte próximo, me hacen pensar que quizá hayan acabado allí algunos este invierno. El milano real, ave en peligro de extinción y gran planeadora, es muy sensible a la actividad de estos gigantes que amenazan con hacer fracasar los esfuerzos por recuperar su población.

Ha estado todo el invierno por la zona un joven azor, que aparentemente y por el lugar en el que aparecieron, entre los árboles, fue el autor de la muerte de cinco palomas en el bosque-jardín. El último día que lo ví fue el día 3 de marzo, por la tarde, volando como un proyectil a escasos metros del suelo y haciendo un quiebro para posarse en una fila de chopos plateados (Populus bolleana). Estos árboles están próximos a un campo donde estaban posadas un bando de avefrías (Vanellus vanellus) que solemos ver en las ocasiones en las que hace frío y se cubren de nieve las tierras más al norte. No se ven todos los años estas curiosas aves. Aún pude sacarles una foto, aunque desde el coche quedaban algo lejos y por lo tanto no tiene buena definición. Estaban compartiendo forrajeo con los estorninos negros (Sturnus unicolor). Ese campo será visitado esa misma noche por el zorro (Vulpes vulpes), que lleva varios años por la zona. Es una hembra y solemos verla con los zorreznos parte del año hasta que estos se independizan. Esperemos ver pronto a la nueva generación.