El pasado seis de junio se cumplieron los 70 años del desembarco en las playas de Normandía. El 24 de agosto del mismo año, 1944, los blindados del regimiento nº 9 (la Nueve) compuesto por más de 150 españoles antifascistas entraron con la bandera constitucional española (tricolor) en París y llegaron hasta el Ayuntamiento. Iban rotulados con nombres de batallas de la guerra civil o como el de la foto con nombres como "España cañí". París fue liberado por los blindados del regimiento español y el primer vehículo que llegó al ayuntamiento de París fue el Guadalajara.
Este año hemos ido a Normandía de vacaciones. Ya estamos de vuelta. Allí Quique, mi hijo mediano, puede dar rienda suelta a su afición por la historia de la Segunda Guerra Mundial. Una vez allí, los vestigios que inundan los pueblos y las playas no dejan indiferente a nadie. Todavía se conservan algunos bunker en las playas, y algunos de ellos están musealizados con infinidad de material original de la guerra. Restos de embarcaciones, chatarra o incluso algún casquillo de bala se puede encontrar uno en las playas. Restos del muro, de las defensas anti-tanque y puestos de ametralladoras, estando incluso los cañones originales en cuatro de los puestos destinados a ello.
Estos moluscos poseen una concha curvada adaptada para colocarse unos sobre otros formando "torres" de cinco individuos o incluso más. Esta forma curva les permite pegar por completo la concha sobre la de otro individuo, del mismo modo que hace una lapa sobre una roca. Al ser filtradores a pesar de ser gasterópodos, pueden permanecer en estas formaciones sin necesidad de desplazarse por lugares en los que su concha curva no permitiese un cierre tan eficaz. Incluso cuando son arrojados a la playa por el oleaje y si todavía en sol no los ha matado siguen permaneciendo amalgamados unos contra otros. Es característico de las conchas poseer una especie de compartimento que divide parcialmente en dos la cámara de habitación.