viernes, 24 de noviembre de 2023

Por fin tenemos suelo.


 

Por fin tenemos suelo. Hace ya ocho años que comenzamos con este proyecto de nueva residencia para nosotros, los bichos que nos acompañaban y la habilitación de un refugio para otros muchos, tantos, que nunca sabremos quienes son. En mitad del mes de julio de 2015, llegamos aquí. Una casa vieja, que luego supimos que era antigua, y rodeándola, un campo de alfalfa muerta por la aplicación de un herbicida con el fin de que la planta se agostase y poder cosechar la semilla. Las primeras especies vegetales no vendrían hasta la semana santa de 2016. Planta en contenedor forestal. Lentiscos (Pistacia lentiscus), chopos negros (Populus nigra), chopos blancos (Populus alba), fresnos (Fraxinus angustifolia), almeces (Celtis australis), olivos (Olea sp.), moreras (Morus sp), tamarices (Tamarix gallica) y un rosario de pequeños arbustos fue el comienzo. Los chopos tenían alrededor de un metro de altura y un centímetro de diámetro, pero los lentiscos no llegaban a los 30 cm. Hoy, la situación ha cambiado mucho. Los lentiscos, alcanzan en algunos lugares más de dos metros y su envergadura llega ya a los tres metros de diámetro en algunos puntos. Algunos de los espinos albares superan los tres metros de altura y ya hay chopos con mas de 40cm de diámetro de tronco con una altura tan considerable que sostienen nuestro primer y maravilloso nido del pájaro moscón (Remiz pendulinus) hacia la mitad de su altura y cuya foto ilustra esta entrada.

Este año hemos sufrido el peor de los escenarios de sequía de los ocho años. El riego, siempre se realizó como es tradicional, a manta. Con la misma frecuencia que las alfalfas de los alrededores, con turnos de riego de diez días aproximadamente. Siempre se ha regado lo mismo. Hacia el tercer año, recuerdo que se espació el riego algo más, unos quince días en una ocasión y fue terrible. Defoliación, y apoyo con manguera desde el pozo para evitar la muerte por sequía. La hierba, se cortaba en turno también de unos diez días, dejando el corte en el sitio (mulching), pues en suelos que no han visto la materia orgánica en años, no se puede prescindir de nada. Fue necesario al principio el apoyo de árboles y arbustos con abono mineral, pues la tierra era estéril. También eso ha cambiado. En 2018 o 2019, dejado el suelo descansar, pusimos el huerto con la ayuda de la “mula mecánica” que nos dió la compañera Palmira. Es necesario aportar abono aquí, para lo que usamos el estiércol de nuestro pony “Pirata” mezclado con paja. Tengo un conflicto interior con el discurso de que los ríos llevan menos agua porque los árboles la evapotranspiran, ya que en mi bosque-jardin, lejos de ver que se consume más agua, lo que veo es que hay más agua disponible que antes. Es bien cierto que necesariamente una superficie foliar tan brutalmente grande como la que hay ahora en comparación con la que hubo en 2016, 2017 o 2018 debe evapotranspirar cantidades ingentes a la atmósfera. Eso se debería de traducir en un suelo más seco, pero regando lo mismo que siempre, es más, en estos dos últimos años menos que anteriormente por la menor disponibilidad de agua, el suelo está en general más húmedo. Entraré en este tema con otra entrada. De momento, me ciño al suelo.

Es el segundo año que en el huerto no movemos la tierra donde están los tomates y el primero que no lo hacemos con carácter general. La ahuecamos un poco con una horca recta, aportamos el estiércol por encima, realizamos los caballones con la tierra que aún es demasiado grumosa, tapamos con malla antihierbas y a plantar agujereándola. El resultado fue bueno el año pasado, y mejor en este. El año pasado, aún movimos la tierra en algunas partes. Se ha ganado mucho en la calidad del suelo del huerto, pero el resultado es espectacular en toda la finca. Ahora aportamos estiércol con paja en algunos puntos en los que el suelo se veía desnudo o con alguna hierba dispersa y ya se ha notado. Además de en esos lugares, ponemos estiércol en el pie de los frutales, para compensar la fruta que nos llevamos y en una banda donde los lentiscos van más lentos. Hemos notado, que los árboles plantados están un tiempo como en latencia. Cuando las especies herbáceas cambian aumentando la cantidad de dicotiledóneas y se cubre mejor el suelo, dan un estirón repentino y salen adelante. Ahora, cuando los chopos ya están grandes pasamos a poner especies más lentas y resilientes a la sequía debajo de ellos… sin prisa, de semillas. Así pues, vamos a probar con arce de Montpellier (Acer monspessulanus) cuya semilla me envió mi colega naturalista Eduardo, Edu Canfranc en las redes. Las bellotas de roble quejigo son de nuestros robles (Quercus faginea) y de carrasca (Quercus ilex) que hemos traído de Zuera. Aunque es tierra de pino carrasco (Pinus halepensis), no ponemos por el tema de la procesionaria (Thaumetopoea pityocampa) y los perricos. A los arces,  robles y encinas, aunque van justos de precipitaciones, en esta tierra siempre se les podrá apoyar con algún riego si hiciese falta aunque el escenario de la disponibilidad de agua cambie, como parece que va a suceder con la política agraria industrial que llevamos desde hace unas décadas, basada en la exportación del agua mediante la producción de productos agrícolas y ganaderos de forma intensiva.

Ahora, hemos puesto la verdura de invierno que se reduce a coles (Brassica oleracea) y borrajas (Borago officinalis), ya que las acelgas siguen de excursión y las dejamos pues, a su bola. Cuanto menos mantenimiento requiera la verdura, mejor. Tan sólo hay que poner defensas contra algunas especies de caracoles, la caracola degollada (Rumina decollata), la babosa gris (Deroceras reticulatum) y la caracola de peonza (Cochlicella barbara) que de tan abundantes no dejarían crecer a las coles al comerlas cuando aún son pequeñas. Para los caracoles, usamos trampas de cerveza, por la que sienten mayor pasión que los alemanes. Las hago como ví en la casa de Syvain Vanderesse, pero modificadas. Abajo, una foto de la caracola degollada.  Las babosas grandes comunes (Arion ater) no son tan abundantes como en casa de mi amigo Sylvain con lo que si vemos alguna la reubicamos y no necesitamos hacer el acceso a la trampa más grande.
La trampa, es como hemos dicho, una botella, como vemos en la foto de arriba, con una ranura que ronda el centímetro de anchura. Esto permite entrar a la caracola degollada y a las babosas, pero impide el paso a los caracoles adultos de las dos especies de caracoles de huerta que se encuentran de forma mayoritaria, el caracol de huerta (Helix aspersa) y el “caracol hembra" (Otala punctata)” que es como se llama aquí, aunque los caracoles, son todos machos y hembras a la vez. Los ejemplares muy jóvenes de estos caracoles pueden acceder, pero al ser la caracola degollada una especie depredadora, la verdad es que no hay otras variedades donde se dan tantos individuos de esa especie de caracola. Los días húmedos y cálidos que permiten la salida de los caracoles durante el día, se puede ver en directo como una caracola degollada mata y se come a un caracol pequeño de cualquiera de las otras especies.

También hemos de proteger el huerto contra los topillos (Microtus duodecimcostatus). Contra las actividades de los topillos, utilizamos “repelentes mecánicos”. Creo que leí en algún lugar que se usaba contra los topos, así que decidí probarlo con los topillos. Las varillas metálicas clavadas en el suelo con una lata de cerveza o refresco colocada en el extremo libre, son un buen remedio contra lso topillos, pues las evitan. Como tienen espacio de sobra, con que se vayan a otro lugar, tenemos suficiente lucha. La labor que hacen removiendo el suelo y abonando en profundidad con sus excrementos no resulta perjudicial en la pradera, y a mí se me antoja incluso beneficiosa. Son como “megalombrices”. Cuando amenazan un árbol joven o alguna planta que queremos proteger, ponemos una varilla con una lata y toman otra dirección, dejándolas en paz. Así pues, la lucha contra el topillo requiere tan sólo del esfuerzo de tomarse una cerveza de ver en cuando, y puede hacerse en compañía, con lo que la lucha contra el topillo se convierte en una actividad más lúdica que trabajosa. No sólo los caracoles van a poder beber cerveza... En la imagen, vemos como evitamos que los topillos entren en la zona donde está la verdura. En cinco o seis años que tenemos huerto aquí, los topillos no han osado rebasar las líneas defensivas de las varillas metálicas con las latas, y han sido desviados cuando veíamos que los montículos se dirigían hacia un árbol joven poniendo una varilla con su lata. Cuantos menos elementos del ecosistema deban ser retirados, mejor se darán todas las relaciones necesarias entre especies.

sábado, 2 de septiembre de 2023

Intentando llegar a la sostenibilidad

En el continente africano, existen unas aves que se conocen como pájaros indicadores. El nombre se les atribuye debido a su comportamiento. Cuando advierte la presencia de seres humanos o animales que son capaces de abrir una colmena, emite un canto especial que llama la atención de la especie a la que quiere dirigir a la colmena. El pájaro puede ser atraído igualmente por la una persona emitiendo una llamada especial. El pájaro, cuando obtiene la atención de quien debe abrir el panal, se va colocando en un lugar desde el que se le ve bien y se posa en silencio cuando llega a las proximidades de la colmena. Entonces, la especie elegida, procede a eventrar la colmena y cuando esta ha terminado, el pájaro indicador aprovecha los restos. En algunas poblaciones humanas (según veíamos en un documental de David Attemborough, “La vida a prueba”, en el capítulo “Viviendo juntos”), la costumbre es colocar un fragmento de panal en lo alto de una lanza para que el pájaro indicador pueda alimentarse con la miel sin dificultad. Creen algunas personas que de no hacerlo así, el pájaro indicador podría enfadarse y un día conducirlos hacia un león o una serpiente venenosa en vez de a un panal. En la parte superior vemos un pájaro indicador de la mano de una persona que trabaja en el proyecto SEGO, de la Universidad de Cape Town. La foto es del del Dr. Dominic Cram, de la U. Cambridge. En este proyecto se estudian las reacciones entre ambas especies contando con la ayuda local

En mi bosque-jardín, también pretendo, como aquellos pueblos africanos, colocar los restos de un panal para beneficio de los colaboradores. No es el caso de mis colaboradores tan gráfico como el del pájaro indicador,  pero tal y como yo lo veo, no deja de ser una colaboración. Es imposible luchar contra los daños que puedan provocar los insectos en todos los árboles y plantas del bosque-jardin. Los árboles alcanzan unas dimensiones muy altas, existen muchos ejemplares tanto de árboles como de arbustos y es una labor que no se puede realizar sin una agresión al medio que sea asumible ni razonable. "Mi fragmento de panal colocado sobre una lanza", es lo que os voy a detallar. La lanza, es simplemente la ausencia de tratamiento químico agresivo. Los pulgones que inundan las plantas en el comienzo de la primavera, provocan la marchitez de las extremidades de las ramas de los árboles, sus partes más tiernas, y cubren muchas hojas por la parte del envés. Así mismo, los hongos aparecen provocando las típicas  abolladuras en las hojas en los frutales, pero también en chopos, fresnos o cualquier otro árbol. Así llegamos todos años a finales de mayo, cuando el aspecto de los frutales preocupa por la cantidad de pulgones que hay sobre ellos. Tenemos que hacer una reflexión, y considerar quizá ese sea el aspecto normal de un árbol frutal a finales de mayo, y que el aspecto "sano" de un árbol fumigado limpio e impoluto es el aspecto que debería de preocuparnos ya que no es el normal. Durante la primera semana de junio y los primeros días tras ella, se produce una explosión brutal de la población de insectos depredadores  como los escarabajos coraceros (Rhagonycha fulva)  que ilustran la foto. Ellos hacen, de forma invariable, que a lo largo del resto del año, no se vuelva a producir una situación de presencia de pulgones que se pueda advertir sin una búsqueda activa. Los topillos no son un problema, pues los controlan las aves, aunque no vendría mal alguna serpiente. Las esperamos. Los sapos se encargan de los bichos del huerto, que son apoyados por las ranas cuando se riega y salen de excursión desde el estanque

Los pulgones son mi pedazo de panal colocado sobre la lanza de la ausencia de tratamiento. Así los depredadores, que llegan a los lugares en los que un tratamiento químico no  llega, pueden garantizar su reproducción y multiplicación completando su ciclo vital. El tratamiento químico es como un botón de "reset" que devuelve constantemente la población de insectos al inicio del ciclo que empezaron en primavera. Al trastocar los tiempos, cuando llegan en masa los depredadores se encuentran con que no existe la cantidad de comida esperada y ya no se desarrolla con normalidad el resto del proceso. Nunca los depredadores pueden alcanzar su número óptimo porque no dejamos acabar el proceso anterior, que nunca puede ser el de la muerte del árbol, ya que supondría el fin. Por eso las personas que tratan con insecticidas, ya sean químicos o naturales, continúan realizando tratamientos contra pulgones cuando en mi bosque-jardín ya no quedan.

Los insectos que someten a las plantas a esta situación de estrés, producen de hecho una selección de las más resistentes que yo no puedo hacer. Así pues, aquellos árboles o arbustos que llegan a un determinado tamaño, ya han superado las pruebas necesarias que los cualifican como aptos para poder permanecer en el bosque-jardín sin necesitar más tratamientos. Después vendrán otros insectos que decidirán cuales de las frutas son razonables y cuales no. Determinadas frutas, se desarrollan en nuestros huertos porque son fuente de atenciones y cuidados excesivos por parte de los hortelanos. Cuando es necesario realizar tratamiento tras tratamiento insecticida para poder coger fruta, quizá lo que nos están indicando los insectos es que es mejor optar por una fruta diferente. Así pues, podemos afirmar sin error, que el bosque-jardin es un buen sitio para poder obtener, además de los productos hortícolas tradicionales, frutas como los nísperos, higos, alberjes (albaricoques), ciruelas y abugos (peretes).  Todos los anteriores se pueden recoger sin miedo a que existan pérdidas de frutos por ataque de insectos o aves.  

Además de los indicados,  tenemos otros frutales como los paraguayos, melocotones, manzanas y peras que sufren una gran incidencia de colonización por insectos que consumen fruta, aunque de momento y con árboles pequeños, no podemos presumir que la situación es la "normal". De momento, se pueden recoger los que somos capaces de consumir en conserva, otros en crudo y no es traumático para nosotros que una gran parte queden en el árbol para consumo de la fauna y para que vuelvan a la tierra formando parte el ciclo de la descomposición de la materia orgánica que garantiza la conservación del suelo.  Iremos viendo si es posible consumirlos o simplemente quedarán como testigos de aquello que se mantiene únicamente como otro árbol ornamental más, que además aporta alimento a una legión de insectos, aves y pequeños mamíferos. Hemos de considerar que la pérdida de las variedades locales y el cultivo de otras "estándard" que son reproducidas en viveros cuyo lugar de origen y plantas madre no conocemos, habrá trastocado la relación entre los insectos y los árboles, y eso, sin tener en cuanta de los "rotos" que haya podido producir el hecho de instaurar monocultivos forrajeros a diestro y siniestro con sus correspondientes aplicaciones insecticidas. 

Como vemos pues, en el bosque-jardín, dejamos como en una especie de pequeña ofrenda parte de la producción. La propia evolución de los seres vivos, facilita el hecho de que cualquier ser vivo que capta la energía vital  necesaria mediante el consumo de otros, invierta en ello a su vez, la menor cantidad de energía en conseguirlo. El planteamiento pues, es que los insectos que comen fruta lo hagan, pero a su vez, nosotros podamos elegir una fruta que a ellos les resulte menos interesante, de modo que sobre aquellas especies más sensibles se produzca la suficiente cantidad de insectos frugívoros como para que se mantenga a su vez la población suficiente de insectos cazadores que controle a las poblaciones de insectos antes de que consuman "nuestras" frutas... 

La dinámica de las poblaciones de los seres vivos que veo en el bosque-jardín es cambiante. Es un mundo de desastres continuos. Picos de poblaciones de diferentes seres vivos que cambian a lo largo del tiempo y que sin suponer un desastre claro y perceptible, forman eso que en la naturaleza llamamos "equilibrio", pero que en realidad es un proceso de pequeñas catástrofes encadenadas. La paciencia y la observación es el principal ingrediente para calmar los nervios o el miedo a perderlo todo. La primera catástrofe vino de la mano de las poblaciones de típula, http://elgrumetedelbeagle.blogspot.com/2021/11/las-tipulas-en-el-bosque-jardin.html que alcanzaron números astronómicos, pero que no se percibieron hasta la mortandad masiva de la larvas por ahogamiento que vino tras la presencia de cientos de adultos que se veían cuando se cortaba la hierba. Otro desastre vino con la pandemia de 2020, en la que la imposibilidad de cortar la hierba con el turno establecido, provocó el crecimiento de las gramíneas provocando la desaparición de la mayoría de plantas con flor, como vemos en la foto de la izquierda. Un corte periódico y el aumento de la altura del mismo, nos ha permitido aumentar la diversidad de las plantas con flores aptas para los polinizadores y el aumento de la población de saltamontes, que es el ganado en miniatura más perceptible, a pesar de formar parte de un ejército de herbívoros en nuestro Masai-Mara en miniatura, formado por orugas de polillas o mariposas y larvas fitófagas de otros insectos.

La agricultura es un proceso extractivo. Y necesario. Pero como cualquier otro proceso extractivo, por ejemplo la minería, o la ganadería, se tiende a agotar el recurso. La tierra tiene una cantidad determinada de elementos minerales en su composición. Las plantas, extraen esos elementos y con ellos forman sus estructuras, tallo, hojas, flores, etc. La agricultura, al igual que la ganadería, es el proceso que nos alimenta desde que dejamos de ser cazadores-recolectores. Los productos de estas actividades extraen nutrientes del suelo que viajan lejos del lugar de producción, creando un déficit de los mismos. La ganadería, es un complemento necesario de la agricultura, pues las excretas de los animales retornan a la tierra en forma de estiércol que es procesado rápidamente por los descomponedores como el escarabajo estercolero de la foto, o los microorganismos del suelo. El estiércol, caso de aportarse, debe ser transportado desde otros lugares, pues la agricultura de producción, es capaz de extraer más minerales del suelo de los que aportan los animales que puedan pastar estas tierras. Hace varias décadas, el Ayuntamiento de Zaragoza vendía fertilizante, que sería en parte el resultado de la degradación de los residuos urbanos, pues se encontraba alguna moneda que iba mezclada con el mismo. La cabaña ganadera ya no daba a basto a reponer lo que salía del suelo de la huerta. Y esto era con la agricultura y ganadería tradicional, que eran mucho menos agresivas con el medio que la actual. Hoy la ganadería es industrial, y pese a que produce por sí misma una gran cantidad de nitrógeno que podría fertilizar las tierras, ni siquiera las excretas animales son como las de antaño. Los fármacos utilizados por la ganadería moderna, pueden tener un efecto nefasto sobre aquellos seres encargados de degradar y enterrar los excrementos animales, haciendo que un abonado tradicional con estiércol no sea como era antaño. 

Con objeto de intentar alargar los recursos en nuestro bosque-jardin, solo tomamos del huerto lo necesario, dejando allí lo que sobra, tanto en verdura como en fruta. No importa que crezca la hierba, lo importante es que la hierba que ha crecido quede en el sitio para que los nutrientes extraídos no vayan a otro lugar. La hierba es cortada y se queda en el suelo, formando una capa orgánica que protege de la desecación al suelo y evita el empobrecimiento del mismo. Aún así, el bosque-jardin es un suelo que proviene de siglos de agricultura y la reestructuración del suelo no se puede hacer "en un rato. Al principio los arboles y arbustos tuvieron que ser apoyados con abono de síntesis química, además de ser aportado con cierta regularidad el estiércol de caballo que nos proporciona nuestro pony en aquellas zonas donde la hierba no crece bien. El reto para la regeneración del suelo, no es ahora un problema de la extracción, pues el ciclo se cierra en el propio bosque-jardin. El reto está en volver a reponer lo que un día salió. Se repone de forma natural con los lodos en suspensión que trae el riego, con los que caen en forma de lluvia y que vienen de sitios tan lejanos como el desierto Sahara y con los excrementos de aves que no viven solo aquí y que se acercan a beber, pero quizá el balance sea negativo, pues si no son nidificantes, los frutos y demás alimento irá a nutrir a sus polladas situadas lejos del bosque-jardín, como ocurre con las capturas que hacen las aves rapaces que he visto alguna vez. Ahora el viento ya no arrastra es suelo, pues ya no está desnudo. El aporte de estiércol del pony, trae materia orgánica de fuera. La paja de cebada, la avena o la alfalfa que come nuestro pony, viene de otros lugares a enriquecer nuestro suelo transformada ya en estiércol de caballo.  Pero no deja de ser un aporte basado en la producción de otro lugar con carencias que se deben solventar con abonos de síntesis. En el balance de los nutrientes, la agricultura y la ganadería cuentan con un déficit brutal. Las grandes ciudades son un sumidero de nutrientes procedentes de fuera. No retornan nada a los lugares de los que surgieron dichos nutrientes. Es necesario por lo tanto, no sólo repensar nuestra agricultura y ganadería, sino el impacto que tienen en el medio natural las grandes ciudades como sumideros de nutrientes. No se puede cambiar el modelo agroganadero sin cambiar el modelo de gestión de los residuos urbanos, pues sólo retornando la mayor cantidad posible de dichos residuos al medio, podremos hablar de ciudades "sostenibles".


 





martes, 30 de mayo de 2023

El estanque, una historia de descubrimientos continua.

 


Ilustra el encabezamiento de esta entrada una fotografía de una lámina de un insecto acuático dibujada por el pintor miniaturista y naturalista August Johann Rösel von Rosenhof. Fue un pintor y grabador de origen austríaco que se interesó por el mundo de los insectos cuando estos eran considerados descendientes del diablo. Se decía de esta afición que el pintor iba a conducir a su familia a la desgracia y la ruina, pues recolectaba las larvas y las criaba en casa para poder dibujar todo el proceso vital de los insectos. La publicación primera se realizó en 1740, cinco años después de que Linneo crease su sistema de denominación científica binomial, y así se encabezan las láminas. Para poder observar a estos animales pequeños y dibujarlos con precisión, llegó a aprender a tallar lentes que le facilitasen la labor. Además de estos fantásticos dibujos que realizaba sobre planchas de cobre, pintaba retratos que le dieron una gran fama entre las gentes de la época.

¿Por qué esta introducción?, paso a detallar. Hace un par de días estuvimos quitando el exceso de algas filamentosas del estanque. Enmarañados entre las algas, encontramos una formaciones que en principio nos parecieron un residuo vegetal, pues estaban en las proximidades de unas plantas que hemos puesto en las zonas menos profundas. Eran como pequeñas bolsas, aproximadamente en tamaño y forma similares a las “bombetas”, esos petardos que son una bolsita de papel que se arroja contra el suelo. Fuimos sacando algunas de ellas, todas vacías, cuando Belén dijo: ¡esta tiene bichos!. Encontramos muchos vacíos, uno con huevos y otro aún con larvas en su interior. Eran larvas de Hibrobius sp, un escarabajo acuático de grandes dimensiones. Busqué fotografías en internet, pero no encontré ninguna, así que estas serán las primeras que se podrán consultar.

El hidrobius o escarabajo acuático marrón, es un escarabajo de grandes dimensiones que consume materia en descomposición cuando es adulto, pero cuyas larvas son carnívoras. No es un reducto de paz el estanque. Los más temibles depredadores son las larvas de libélula, que disponen de unas pinzas situadas en un órgano que se extiende proyectándolas hacia a fuera y que son utilizadas como un arpón. Encontramos también pieles vacías o “exuvios” de libélula en nuestra búsqueda. Al lado sale fotografiada una de esas "pieles" de libélula junto con un par de capullos de puesta del hidrobio. Estas larvas de libélulas se encargan de mantener las poblaciones de ranas en un número razonable. Depredan sobre todo sobre los renacuajos o incluso sobre pequeñas ranas.

Las larvas del escarabajo, poseen unas mandíbulas tremendas, muy poderosas, que les capacitan para alimentarse de moluscos. De hecho, si bien el año pasado la cantidad de caracoles acuáticos en el estanque alcanzaba unos números astronómicos, este año hay bastantes menos. Aunque ví escarabajos acuáticos adultos el año pasado, no les saqué fotografías. Cuando tenga un rato para estar en el estanque, buscaré alguno para sacarle alguna, y así dispondré de su ciclo de vida completo. Pese a contener tantos rastros diferentes mi libro de huellas y señales, nunca dejo de encontrar nuevos indicios que deja la fauna en su quehacer cotidiano que no están recogidos en el mismo. La naturaleza y nunca decepciona y siempre ofrece sorpresas a quien la observa, ya sea en bosques lujuriosos, ya sea al lado de casa, como en nuestro caso, dentro de un estanque que hemos preparado para que los anfibios puedan reproducirse y vivir como siempre lo han hecho.


Aquí al lado, adjunto una fotografía de uno de estos capullos vacío. Están fabricados en una especie de seda y la textura es similar a la de los capullos de las orugas dela seda (Bombix mori) En su interior, como hemos visto, aparecen ordenados los huevos. Estas formaciones las conocemos como ootecas. De este modo, quedan al resguardo de las larvas de libélula que también pueden depredar sobre ellos cuando son pequeños. El hecho de encontrar numerosas larvas pequeñas en el interior de uno de los capullos, sugiere que se alimentan en las proximidades del capullo y regresan al mismo para guarecerse, ya que esos insectos que hemos visto en una fotografía anterior no están recién nacidos y vivían en el interior de un capullo ya abierto. Para salir al exterior las larvas perforan un agujero en un lateral de la parte superior como se aprecia en la fotografía. 

viernes, 19 de mayo de 2023

El siglo que perdimos la agricultura

 


Hace unos 10.000 años que se descubrió la agricultura. Al parecer, es algo que surge en varios lugares a la vez, aunque es difícil establecer lo que es “a la vez” con rangos de años tan amplios. No sabemos si surgió a partir de semillas plantadas de forma intencionada, o si por el contrario fue fruto de la eliminación de competidoras en un entorno determinado, quizá en un primer momento, como facilitación en la recolección. Esta facilitación podría haber provocado la mayor proliferación de la planta de la que se obtenía provecho pero no necesariamente de forma intencionada en un primer momento.

El hecho de recoger la semilla, plantarla y facilitar los medios para que se desarrolle puede no haber sido algo que se hiciera de “repente”, tal y como he expuesto. En cualquier caso, la agricultura surge en medio del entorno natural. No es un proceso al margen de las mismas leyes que rigen el desarrollo y la ”lucha por la existencia” que imperaban en el entorno. Si bien la eliminación de competidoras por la luz y el espacio es un proceso común en la agricultura, también es posible que surgiese por simple comodidad en la recolección y esa ventaja sobrevenida para la especie que se deseaba recolectar fuera el germen de la agricultura. Las personas que vivían de la caza y la recolección, necesariamente repararían en como surgen las plantas a partir de las semillas, si bien no necesariamente de las plantas con semillas pequeñas, sí con las de los frutos que conservan su forma y recubrimiento durante meses tras la germinación, dejando claro que de “dentro del fruto” sale una nueva planta. Así pues, la agricultura comenzó en pequeñas áreas que se robaban al bosque o al medio que fuese, con el fin de producir lo esencial durante un corto espacio de tiempo, abandonando el lugar poco después, e iniciando el proceso de nuevo en otro sitio diferente. Una vista desde el cielo en un área selvática a orillas del río Orinoco nos muestra cicatrices de asentamientos abandonados, algo así como los nidos de los pájaros.

Desde aquellos primeros años fueren como fueren, intencionados o no, hasta hace un centenar o poco más, la agricultura ha sido algo que estaba inmersa en el medio natural. A pesar del riego, que se podía efectuar desviando los cauces de los ríos y haciendo que el agua volviese a discurrir por terrenos que los ríos hacía décadas que ya no inundaban y a pesar de la labor de eliminar competidoras por el espacio y la luz de forma activa arrancando lo no deseado. Estas acciones acababan en un modelado doméstico de las plantas. La modificación de los ríos para inundar las zonas deseadas y la eliminación de competidoras de forma manual y activa tiene su exponente más popular en las terrazas de cultivo de arroz localizadas en el continente asiático. En nuestro continente y el norte de áfrica, los cultivos serían más parecidos a nuestros cultivos tradicionales de secano, herederos de la siembra del trigo extendida por el imperio Romano, base de su alimentación junto con el aceite. Cada civilización ha tenido su producto agrícola sobre el que se apoyaba, ya fuese el trigo, el arroz, el maíz o la quinoa, siendo la agricultura un asunto de estado. Esto no ha cambiado. El arado romano y el trillo de sílex, han sido la herramientas habituales usadas para el cultivo hasta mediados del siglo XX en nuestro país, España. No son pocos los aperos para caballerías o bueyes que aún se pueden encontrar en los almacenes de las antiguas casas rurales. Los canales de riego que se usan conservan el trazado que se les diera hace 1000 años y el sistema y costumbres de riego datan de entonces, siendo aún válidos los beneficios en turnos de riego o tasas para tierras que aún fragmentadas, fueron originariamente propiedad de aquel que diseñó una determinada infraestructura de riego. 

Oímos o leemos siempre que las variedades agrícolas que disfrutamos fueron creadas por la selección de las personas generación tras generación. No es del todo cierto. Desde el primer segundo, aquel árbol cuyos frutos eran más dulces o aquella espiga de grano más grueso, estaba sometida desde su mismo nacimiento a la acción de la naturaleza. Hongos, insectos, sequía, suelo… todo ello al margen de la acción humana y que comprende desde la germinación hasta el punto de cosecha. Luego el fin último de la cosecha, que es realizado por las personas, ha estado supeditado a otra serie de filtros físicos o biológicos que han impedido que aquellos seres menos capacitados para la existencia acaben su ciclo biológico. Antes de esto, tuvieron que protegerse de la acción de los hongos que malogran la semilla, del diente de los herbívoros, tuvieron que gestionar mejor el agua y los nutrientes, tuvieron que hacer volar mejor su polen y captar a su vez el polen de otras para poder desarrollar el fruto, o bien atraer con mayor eficacia a los insectos polinizadores, Finalmente, tras todo este periplo natural, producir lo suficiente para poder garantizar su supervivencia en la última escala de la selección, la recolección por parte del ser humano. Y tampoco, ya que de todo lo recogido, únicamente aquellas variedades que se conservaban mejor y más tiempo, serían finalmente las seleccionadas.
Al año siguiente, se repetiría el proceso de modo que las plantas, si bien eran favorecidas por las personas según los gustos o necesidades culturales, siempre había un proceso paralelo de selección natural del cultivo. Así ha sido siempre, a lo largo de los tiempos. El resultado eran multitud de variedades locales de los diversos productos agrícolas y ganaderos que estaban, como por arte de magia, mejor adaptados a la vida en cada lugar que otros. Es la selección natural. La selección de las personas, era un paso más en esa selección natural.

En estos últimos años, la cosa ha cambiado. Se han seleccionado variedades en laboratorios al margen de la selección natural. Se reduce la diversidad genética mediante las técnicas que homogeneizan los cultivos, ya sea mediante injertos u otros métodos y se obtienen variedades híbridas que no son productivas en segunda generación, de modo que siempre el cultivo está en esa primera fase evolutiva. Para facilitar que la mayoría de esos frutos lleguen a estado de cosecha, se utilizan productos químicos que eliminan a aquellos seres vivos que durante milenios han facilitado la tarea del seleccionador, dotando de buena genética a aquello que el seleccionador después, sólo tenía que juzgar por el aspecto o sabor. Todo ese acervo genético y todo ese trabajo de millones de seres vivos diferentes a lo largo de quizá 10.000 años, ha ido, o está yendo, a la basura.
Así pues, a lo largo del siglo pasado, en la parte del planeta más industrializada se perdió la agricultura. Los vegetales no sufren un proceso de selección natural paralela a la selección de semillas realizada por el ser humano. Muchas de las variedades han desaparecido y no se utilizan, después de todo el largo proceso evolutivo que esto había llevado. Eso mismo se realiza incluso con la fauna auxiliar que es eliminada de forma sistemática cada temporada impidiéndole realizar su labor natural. Con este modo de explotación de la tierra, el objetivo de la actividad agrícola ha pasado a ser únicamente el de obtención de producción y rentabilidad. Importa poco el lugar donde se vaya a consumir el producto. La agricultura y la ganadería, que deberían ser servicios públicos equiparables a la sanidad, han sufrido la misma perversión que esta última está sufriendo en la actualidad. La agricultura y la ganadería, deben estar sujetos al derecho de todo ser humano a la alimentación. Forman parte del diseño social estratégico de cada país y es el modo más legítmo de soberanía. Doblegadas a los intereses del capitalismo, tanto la política ganadera como la agraria, han dejado de ser un factor inseparable de la soberanía de cada población y sin darnos cuenta, estos procesos de producción que se llevan a cabo en el medio natural, han pasado a ser gobernados de hecho, por grandes industrias. Incluso, se ha diseñado una política de ayudas equivocada que hace que éstas vayan a parar finalmente a las industrias que tienen intereses en este tipo de "desarrollo". Estamos dejando el agua, la tierra y los bosques en manos privadas que especulan con nuestra soberanía alimentaria, con el agua de nuestros ríos y con el suelo de nuestros países.

      Es así, como hemos llegado a los escenarios actuales, en los que un recorrido de kilómetros a lo largo de explotaciones agrícolas y ganaderas, nos muestra como están usando un agua que es escasa, para producir alimentos destinados a personas o animales de países lejanos a costa del agua necesaria para producir nuestros alimentos o sostener nuestro medio natural. No es la sequía lo más grave. Lo más grave de nuestra situación es que además de haber escasez de agua, la utilizamos como bien de exportación al ser usada para producir excedentes que van a parar a otros países, en ocasiones, más húmedos que el nuestro. Basta dar un paseo por los regadíos de alafalfa de exportación o mirar las imágenes de satélite las zonas del sur de España para ver el disparate al que nos está conduciendo la agroindustria. 

       

          Pueblo Bonito, en el cañón del Chaco, es un poblado antiguo de Nuevo Méjico, habitado antes de que los españoles llegaran allí. Su desarrollo se fundamentaba en el comercio de gemas y su alimentación estaba basada en el cultivo de maíz, calabaza o yuca. La tala indiscriminada del bosque más cercano acabó sometiendo a la zona a un cambio en los niveles freáticos que acabaron por hacer inhabitable la ciudad e inoperativas las áreas de cultivo, teniendo que ser abandonada. Durante años fue un misterio el porqué fue abandonada la ciudad, hasta que restos arqueológicos parcialmente fosilizados mostraron los cubiles de algunos roedores ligados a bosques de pinos que en la actualidad se encuentran a más de 70 km de distancia. Las civilizaciones crecen en complicación administrativa y organizativa, llegando finalmente a una situación de extrema fragilidad, justo, cuando parecen más fuertes. Nuestra civilización global, es tremendamente frágil. Siempre con la visión del crecimiento, aún está con los planteamientos de producir para exportar, y a mes de mayo, con una cantidad de precipitaciones preocupante, seguimos actuando como si el año fuese normal. Si en un par de meses no ha llovido, recordaremos con amargura el agua invertida en los productos sembrados para la exportación, porque las reservas, cuando se agotan, se agotan para todo. Para la alfalfa de los caballos de los jeques saudíes y para las verduras que se sirven en nuestras mesas. Ninguna civilización es consciente de su colapso hasta que ocurre. Machu Pichu aún estaba en construcción cuando fue abandonada... 

 
       Cuando paséis por un campo de alfalfa, pensad. La pluviometría media de España es de 600mm anuales. Es decir, llueven de media 600 litros de agua por cada metro cuadrado. En Zaragoza, donde yo vivo, es de 300 a 350 litros anuales por metro cuadrado.  La alfalfa, para completar el ciclo productivo, necesita unos 900 litros anuales por metro cuadrado. Es decir, cada metro cuadarado de alfalfa se "bebe" lo que llueve en tres. Ese agua que falta, porque ni cuando la precipitación es normal está presente, se extrae de embalses que guardan lo que trae el río que recoge las lluvias más abundantes del Pirineo.  Si pensáis que el agua que necesitamos para ese campo es la que llueve en una superficie equivalente al triple, pensad también que de toda esa alfalfa que véis, sólo la cuarta parte es la que necesitamos nosotros para nuestro uso. Es decir, gastamos doce veces el agua necesaria para producir lo que necesitamos para que alguien se enriquezca con ello. A esto añadimos que necesitamos gastar millones de euros para entregarlos a los agricultores y adquieran la maquinaria necesaria para que puedan producir. Sin los medios mecánicos que tenemos que pagar con dinero público y que sin él no podrían adquirir los agricultores, no sería posible producir todo eso que no necesitamos, con agua que no tenemos. Producimos tres veces más de lo que necesitamos, con doce veces más de agua de la que tenemos, con tres veces más maquinaria y tres veces más de jornadas de trabajo. Todo para al final quedarnos sin agua. Es más lógico y barato que los agricultores y ganaderos sean empleados públicos que produzcan nuestros alimentos trabajando jornadas tres veces menores y gastando en maquinaria tres veces menos también. Con esta política agraria, preocuparse por el cambio climático es ser demasiado optimista, porque para que llegue a afectar a nuestra civilización, primero nuestra civilización debe de llegar hasta ese punto crítico. Y yo no veo claro esto.

martes, 18 de abril de 2023

De nuevo se celebra la Feria del Libro. Lo celebramos como fiesta de aniversario.

 Este año, como todos los años sin fin, llega el día 23 de abril. Este día se celebra la feria del libro. Cientos de autores firmarán sus últimas obras. Es su momento. Quienes tuvieron novedades el año pasado verán como sus libros engrosan las estanterías y quien firma libros esta vez son los autores de las nuevas obras. 

En mi caso, mi libro estará en las estanterías de las librerías, en el almacén de la distribuidora o en mi propia casa, almacén improvisado desde que decidimos convertirnos en editores de nuestro propio libro. A lo largo de este año, en los comentarios en las redes y en las preguntas de las personas que descubrían indicios de animales en las redes, me he dado cuenta que gran parte de las respuestas y de las preguntas, tenían respuesta en alguna de las páginas de mi libro. Eso me producía una secreta satisfacción. 

Espero pues, que este nuevo año, mi libro se siga demandando y que más personas decidan adquirirlo. No es un libro que pase de moda. No contiene descripciones de los distintos animales más allá del aspecto general. No contiene mapas de distribución, pues quedan obsoletos con gran rapidez. Se trata de un inventario de indicios de una gran cantidad de especies, tanto de vertebrados como de  invertebrados. Tanto de huellas como de excrementos, egagrópilas, plumas, nidos huesos... un libro que a mí me habría gustado comprar en su día. Un libro que espero decidáis a adquirir. 

Con motivo de esta feria del libro, y como primer aniversario de su aparición, haré precios muy especiales a quien me solicite libros directamente que enviaré, por supuesto, firmados. A continuación adjunto el enlace a la publicación original del año pasado, donde se puede ver el contenido y los enlaces para los pedidos. El precio es el PVP máximo establecido y sobre el que haré el descuento de aniversario. Gracias a quienes ya lo habéis adquirido, gracias a quienes lo hagáis después.

Huellas y señales de animales

viernes, 24 de marzo de 2023

Preparando los insecticidas de nueva generación...

 


Ya se están preparando los insecticidas de última generación para este año 2023. Las balsas abandonan el perezoso silencio del invierno. Las ranas comunes, son las primeras en montar los coros tanto de día como de noche. Arriba vemos una foto de una con los sacos fonadores hinchados. Aunque los ancestros de las ranas se conocen desde hace más de doscientos millones de años, yo me quedo con los diez millones de años ingeniería genética realizada por la selección natural que han tallado a nuestra rana común como el insecticida más perfecto. Una rana fósil es el logo de la sociedad de amigos del museo paleontológico de Zaragoza. Recientemente, en las minas de azufre de Libros, un pequeño pueblo del sur de Teruel, se ha vuelto a encontrar un fósil de rana que data de hace unos diez millones de años. La especie, Pelophylax pueyoi, es del mismo género que la de nuestra rana común actual Pelophylax perezi.

Hay que decir, que en aquellos entornos en los que no puede vivir nuestra rana común, aparecen otras especies de ranas pardas como la rana bermeja, (Rana temporaria), la rana patilarga, (Rana iberica), la rana pirenaica, (Rana Pyrenaica) y otras especies que quiero destacar como las ranitas meridional (Hyla meridionalis) y de san Antonio (Hyla arborea) a la derecha, una foto. Antaño, poblaban las huertas que abastecían Zaragoza de hortalizas y frutas. Hoy, han sido sustituídas por venenos varios que emponzoñan la comida y realizan una selección muy perjudicial sobre las poblaciones de animales. Uno de los objetivos de las balsas y el entorno boscoso de mi casa-jardin es recuperar las poblaciones de la ranita de san Antón que un día perdimos.

Al anochecer y tras el último riego, los sapos corredores (Epidalea calamita) como el de la foto de la derecha, han despertado también. Se oyen cantar entre las plantas del huerto. Las coles no han tenido orugas de la mariposa de la col, (Pieris brassicae) y creo que algo han tenido que ver los sapos. Ya hicieron una limpieza brutal con las babosas, en una sola noche entre varios individuos. No obstante la falta de lluvias no termina de hacerlos salir de su letargo invernal que transcurre bajo el suelo, a salvo de las heladas. Espero con impaciencia oír tambien los pitidos de los sapos parteros (Alytes cisternasii) que vivirán entre las grietas de las lajas y piedras cercanas a la balsa.


He visto también larvas muy grandes de tritón palmeado (Lissotriton helveticus) que presentan aún las branquias pero no he visto todavía adultos en las balsas. En unas semanas espero que comience un nuevo ciclo consolidando la balsa como un refugio para anfibios con la mayor variedad de especies posible en unos años.

Comienzo la entrada hablando de insecticidas de nueva generación. Y lo digo por un motivo. La evolución por medio de la selección natural de los mejor adaptados, es un proceso de día a día, lento e inexorable. Los animales, se ven sometidos a la tarea de comer y ser comidos. El juego de la vida y la muerte. Una “carrera armamentística sin fin. Tal y como sostiene la hipótesis de la reina roja, en evolución. Esta hipótesis toma el nombre de un episodio de la novela Alicia a través del espejo, de Lewis Carroll. En dicho episodio, el país de la reina Roja comienza a moverse y Alicia y la propia Reina han de correr para poder permanecer en el mismo sitio. Quizá el ejemplo más gráfico es el del guepardo y la gacela. Los guepardos han de ser rápidos y cautos antes de iniciar la carrera para poder capturar a la gacela. Los mejores en ello son quienes obtienen más éxito y se reproducen más, dejando más descendientes, pero a su vez, serán las gacelas más cautas y la más rápidas quienes dejarán mayor descendencia, lo que obliga a que el guepardo sea seleccionado igualmente.. Se trata de un delicado equilibrio entre velocidad, agilidad, camuflaje, atención ante los depredadores, resitencia a las enfermedades, capacidad reproductiva, habilidad en la caza y en la huída... pues eso es lo que se reproduce en cada temporada sobre cada brizna de hierba, sobre cada árbol, en la charca y en el cielo. Un laboratorio genético de perfección de los seres vivos que comienza cada año con la época reproductiva y que es un ciclo sin fin.

A nadie se le escapa, que los insecticidas artificiales no actúan del mismo modo, sino que seleccionan a “saltos”. Durante un tiempo actúan del mismo modo y efectuando una selección brutal en las poblaciones, eliminando todo tipo de ejemplares salvo quienes genéticamente son más resistentes o directamente inmunes al compuesto. No existe ese equilibrio en el que además de los más capaces sobreviven otros algo menos capaces, y donde también ejerce influencia el conjunto de la población de animales, permitiendo la huída a ejemplares menos capaces que prosperan a costa de los jóvenes más lentos, los enfermos o los viejos. No juega la baza del camuflaje, la defensa, ni niguna otra. Establecemos otras reglas del juego. Además eliminamos no sólo al insecto presuntamente dañino, sino a una variedad tan grande de seres vivos que somos incapaces de saber el roto que hemos producido, alterando el equilibrio de forma brutal. Como un meteorito. Las poblaciones de animales o plantas resultantes tras el desastre ha de alcanzar un nuevo equilibrio. Y eso es costoso, además de imprevisible.

Con respecto a lo imprevisible de introducir una nueva variable en un sistema complejo, existe un concepto conocido como “Teoría del caos”. Pequeñas variaciones en un sistema complejo pueden tener desenlaces imprevisibles a largo plazo. Es la famosa la frase del efecto mariposa: “una mariposa bate las alas en Pekín y se desencadena un tormenta en Nueva York”. Nunca seremos conocedores del resultado de no haber introducido estas variables químicas en los sistemas naturales, y todavía somos incapaces de valorar el resultado final. Sabemos que muchas especies han bajado sus densidades poblacionales de forma alarmante, lo que genera nuevos escenarios. Más aún sabiendo que las especies “que queríamos eliminar” no han sido las únicas afectadas, y otras que eran claves para el funcionamiento de los cultivos desaparecen de forma alarmante. Sabemos que los productos son tóxicos y que tienen efectos indeseados en nuestros alimentos, que contienen compuestos ajenos a los mismos y que son perjudiciales. No sabemos como actúan los cócteles de varios de esos productos en los seres vivos incluídos nosotros. Con estas prácticas iniciadas hace tan sólo unas décadas podríamos haber comprometido 5000 años de agricultura y ganadería, pues el futuro, como la teoría del caos dice, es imprevisible. La agricultura, ha sido hasta hace unas décadas el fruto no sólo de las personas sino principalmente de los insectos, y en mayor medida, de aquellos que considerábamos perjudiciales. Nunca fueron perjudiciales, sino beneficiosos. Todos. Pero eso será contenido para otra entrada del blog.

sábado, 4 de marzo de 2023

Se asoma la primavera.

 


Ya comienza la primavera. Miles de grullas (Grus grus) se disponen a realizar su viaje hacia el norte mientras los insectos polinizadores buscan las flores más tempranas. En nuestro bosque-jardín, son las flores de nuestro sauce cabruno (Salix caprea) las más madrugadoras. Las abejas (Apis sp) y abejorros Bombus sp) zumban de flor en flor recolectando su polen como podemos apreciar en la fotografía donde vemos los "cestillos del polen" de una abeja a rebosar. No son las abejas los polinizadores más numerosos, sino que son los abejorros quienes están más activos durante las primeras fechas de la primavera, que son más frías. Quizá el hecho de que no producen miel haya hecho que no se les de la debida importancia. Es posiblemente la actividad de los abejorros la que nos facilita la mayor parte de nuestros frutos, y no la de las abejas. No obstante, tampoco son las abejas melíferas las únicas abejas que polinizan los cultivos.  

No sólo el sauce cabruno está en flor, sino que los dientes de león (Taraxacum officinale) y las verónicas (Veronica persica), están ahora en plena floración. Abiertas durante el día y cerradas por la noche, protegiéndose de las heladas todavía presentes. Ya hace muchos días que las cornejas (Corvus corone) visitan el nido que adecuaran el año pasado a partir de uno de urraca y donde trajeron al mundo a dos polluelos.  Son muy cautas las cornejas y no he podido captarlas muy bien con la cámara, ya que estamos trabajando todo el tiempo y sólo salgo de forma ocasional a probar suerte. Desde este nido pudieron ver en directo la tragedia que ocurrió en el nido de sus vecinas, las urracas, (Pica pica) cuando una hembra de gavilán (Accipiter nisus) o un macho de azor, (Accipiter gentilis) se llevó a uno de sus pollos. El ataque fue fugaz y como un relámpago, arrebatando al polluelo del interior de una falsa acacia (Robinia pseudoacacia) cuando estaba posado en una de sus ramas. Sólo pude ver la inconfundible cola barrada cuando salía del árbol con su presa graznando, sin dar tiempo a observar con mayor detenimiento. No pude precisar el autor con garantías, si bien el proceder es típico de azor. Las fechas indican que si fue el azor, el nido está en las proximidades y no se trata de bosques espesos, sino de árboles dispersos entre casas y campos de cultivo. Eso sí, las presas son abundantes. 

Ya se irán también los petirrojos (Erithacus rubecula) que han adornando durante este invierno el seto. Además de ellos veíamos u oíamos los reclamos de los carboneros (Parus major) y se mostraban con su particular movimiento de cola los inconfundibles colirrojos tizones (Phoenicurus ochruros). También aparecieron bastantes zorzales (Turdus philomelos) y al menos uno de ellos murió probablemente por el ataque de un gavilán que consumió su pechuga sin apenas desplumar, como suelen hacer. Este año, se han visto menos milanos reales (Milvus milvus) y sin embargo, el ratonero (Buteo buteo) ha estado cazando casi a diario en los campos próximos a nuestra casa. Sólo he visto al aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) una vez, y había capturado una paloma doméstica (Columba livia). No haber visto tantos milanos reales y sin embargo contemplar el continuo batir de las palas de los aerogeneradores en el horizonte del monte próximo, me hacen pensar que quizá hayan acabado allí algunos este invierno. El milano real, ave en peligro de extinción y gran planeadora, es muy sensible a la actividad de estos gigantes que amenazan con hacer fracasar los esfuerzos por recuperar su población.

Ha estado todo el invierno por la zona un joven azor, que aparentemente y por el lugar en el que aparecieron, entre los árboles, fue el autor de la muerte de cinco palomas en el bosque-jardín. El último día que lo ví fue el día 3 de marzo, por la tarde, volando como un proyectil a escasos metros del suelo y haciendo un quiebro para posarse en una fila de chopos plateados (Populus bolleana). Estos árboles están próximos a un campo donde estaban posadas un bando de avefrías (Vanellus vanellus) que solemos ver en las ocasiones en las que hace frío y se cubren de nieve las tierras más al norte. No se ven todos los años estas curiosas aves. Aún pude sacarles una foto, aunque desde el coche quedaban algo lejos y por lo tanto no tiene buena definición. Estaban compartiendo forrajeo con los estorninos negros (Sturnus unicolor). Ese campo será visitado esa misma noche por el zorro (Vulpes vulpes), que lleva varios años por la zona. Es una hembra y solemos verla con los zorreznos parte del año hasta que estos se independizan. Esperemos ver pronto a la nueva generación.

domingo, 8 de enero de 2023

El ciclo de la vida V. Cerrando el ciclo.


Cuando regué el bosque-jardin este pasado verano, no recuerdo exactamente cuando fue, un pez quedó atrapado tras la tajadera. Pese a que había agua suficiente el pez había estado un día en esa charca y había muerto. Hace mucho tiempo que los peces que mueren al verse atrapados en las acequias u otras infraestructuras de riegos con agua no permanente son especies de otros lugares. En este caso se trataba de una lucioperca (Sander lucioperca). Es un grave problema el que arrastran tanto nuestros ríos como nuestros montes debido a las introducciones de especies para la caza y la pesca, pero ese es material para otro debate. 

El caso es que este pez, de unos diez centímetros de largo, es un ser vivo que se ve bien. pero en suspensión con el agua de riego entran millones de pequeños seres vivos que morirán al retirarse la lámina de agua que se filtra en el suelo. Los cuerpos de esos seres diminutos, se unirán a los restos de animales que viven toda su vida en el bosque jardín, las hojas de los árboles, los restos del corte de la hierba, las plantas anuales al marchitar, restos de poda, frutos sin consumir, excrementos de quienes aún están vivos... materia orgánica que se contabiliza por kilogramos. Nuestro mundo colapsaría si no fuese por la actividad de otro regimiento de seres vivos que se cuenta por millones y que se dedica a descomponer la materia orgánica. 

El 1894, el estiércol de caballo empezaba a ser un problema grave en algunas ciudades como Londres o New York. Se estimaba que entre taxis, tranvías y transportes, más de 60,000 caballos circulaban por Londres. Se vaticinaba el colapso de las grandes ciudades y se preveía un capa de estiércol de 3 metros de altura en Londres para el año 1950. La cantidad de estiércol a retirar superaba el medio millón de kilos diario, y para retirarlo era necesario que un ejército de carros, también tirados por caballos hiciera el trabajo. Las ciudades se enfrentaban al colapso. Pues esto mismo ocurriría en toda la superficie de la Tierra si no existiesen los descomponedores y carroñeros. La salud del suelo es de suma importancia.

Uno de los cambios más importantes en el bosque-jardin en estos años ha sido el que se ha producido en el suelo. El año siguiente a nuestra compra, cuando cortamos el alfalce (Medicago sativa) con más frecuencia de la que era capaz de soportar, este fue muriendo y poco a poco se vio sustituido por una pradera variada con especies como el trebol blanco ( Trifolium repens), hierba cana (Senecio vulgaris) diente de león (Taraxacum officinale), cincoenrama (Potentilla reptans), gramen (Cynodon dactilon), las colas de zorra (Alopecurus sp.), varias especies de plantaina (Plantago sp.), lechacinos (Sonchus oleraceus),  y otra gran variedad de especies. Esta mortandad del alfalce dejó nitrógeno disponible en el suelo y se manifestó con la parición masiva de cientos de setas del hongo Volvariella gloiocephala. Hoy, un tapiz de materia vegetal cubre gran parte de la superficie del suelo, a nivel del cuello de las plantas, de modo que la humedad perdura mucho más tiempo en el suelo y el período entre riegos es mucho menos acusado, permitiendo a veces saltarnos uno si ha llovido, cosa impensable hace unos años, cuando  no se podía prescindir de ninguno y se podía producir incluso defoliación de los árboles.

A estos hongos, se suman otros que no se muestran de forma tan notable, millones de bacterias, insectos diminutos, cochinillas y un ejército de lombrices de tierra. Ellos, cierran el ciclo de la vida. Ciclo que a pesar de estar en enero aún, parece que se quiere abrir por parte de la pareja de cernícalos (Falco tinnunculus) que son mis vecinos y que están de conflicto con otros dos que se acercan al territorio. O la pareja de cornejas negras (Corvus corone) que este año han anidado en un nido reformado de los que construyeron las urracas. No les ha ido mal, pues ya llevan unos días rondando por el mismo nido construido en el platanero (Platanus hispanica) y haciendo llamadas, como indicando su intención de ocuparlo de nuevo. Así comenzaron la temporada el año pasado. Así comienzan el año nuevo... así comienza de nuevo el ciclo cuyo relato partiendo de los que producen la vida, los vegetales, iniciaba en enero de 2022.