Acaba el ciclo. Las plantas de hoja caduca, árboles y arbustos, se despojan de sus hojas para encarar el duro invierno. De este modo evitan la congelación, y también la demanda de agua que en invierno, cuando hace frío y se encuentra congelada, es difícil de obtener. Las hojas, se preparan para caer. La planta retira el suministro de nutrientes y desaparece la clorofila. Todas las reservas se retiran hacia el tronco de modo que estén preparadas para la primavera, cuando se vayan a necesitar. Cuando las hojas están listas para ser desprendidas, la inserción con las ramas se debilita de modo que caen por su propio peso. El suelo se tapiza con ellas.
Una vez en tierra, las hojas se descompondrán de forma que todas la sustancias minerales que la planta usó para formarlas volverán al suelo, para formar las hojas de los años venideros. La tierra, de este modo, recupera parte de los nutrientes. En mi bosque-jardín, las cosas no son muy complicadas. Las hojas sólo cambian de sitio, pues el viento las distribuye y acumula en algunos puntos de forma preferente. Esto hará que el suelo no sea igual en toda la finca. Las hojas que caen en el corral, las recogemos y las extendemos sobre el huerto, para que la tierra vaya mejorando y se repare lo que de él extrajimos en forma de hortalizas.
En el libro que me dejó mi compañero Ricardo, he leído una cosa curiosa sobre las hojas. Sobre los árboles y la pesca. "Katsuhiko Matsunaga, un estudioso de química marina de la universidad de Hokkaido, descubrió que las hojas que caen sobre los ríos y barrancos, llegan al mar y con el aporte orgánico se produce una estimulación del crecimiento del plancton marino, lo que se traduce en un aumento de la productividad pesquera de las costas. El investigador, recomendó a las comunidades de pescadores a repoblar de árboles y arbustos de hoja caduca las orillas de ríos y barrancos. De este modo, se incrementa la cantidad de materia orgánica disponible en el mar para facilitar el aumento del plancton marino y así, aumentar también el número de peces y ostras. Fue tal el éxito, que aún tras el tsunami de 2011, el cultivo de ostras del estuario del río Okawa se recuperó con sorprendente rapidez. Se achaca tal éxito al plan forestal de su comunidad pesquera. El presidente de esta sociedad, Shigeatsu Hatakeyama, cultivador de ostras conocido como el abuelo ostra, fue uno de los ganadores del premio forestal de la ONU en 2012. Tal es la importancia de los bosques y las hojas de las que ellos se desprenden en sitios tan lejanos como el mar.
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