Han
llegado las primeras riadas y con ellas el conflicto de siempre. Se dice que los
ríos “están sucios” y que por eso el agua llega a lugares donde no debía de
llegar, que es un desastre y que quien va a pagar eso.
Siempre
la misma historia. Los políticos con su peculiar forma de gestionar medio
ambiente que tan pronto lo unen al ministerio de agricultura como que lo ponen
en un ministerio propio y que en cualquier caso lo gestionan subordinado a
otros intereses, ya sean industriales, cinegéticos o de constructores, siempre
con fines especulativos. Ellos, pretenden gestionar los ríos como si de
canales se tratase.
Y
claro está que no son canales. Los caudales de los ríos son variables a lo
largo del año, y los máximos no están sujetos a los designios de compuertas,
cosa que marca la diferencia claramente, pues un canal difícilmente se
desborda, y un río en cambio si no se desborda es que ocurre algo raro.
He
hablado de desbordamiento de un río porque es el término que utiliza la prensa,
pero un río jamás se desborda. El río discurre por una llanura más o menos
extensa. Tanto en el caso de mínimo caudal, que en algunos casos hace que el
río discurra bajo la grava sin que se perciba su existencia como en el de
máxima avenida, cuando se extiende a través de miles de metros cuadrados,
siempre está dentro de su curso. Lo que ocurre es que al ser el clima tan
peculiar, las ocasiones de máximo caudal pueden estar distantes entre sí
decenas o centenares de años, dando la impresión de que el río es más pequeño
de lo que en realidad es. Es el precio de la brevedad de nuestra vida.
Generalmente,
el tamaño máximo del río es tan grande con respecto al caudal de estiaje en
verano que es difícil de creer. Las construcciones más antiguas suelen estar
alejadas de los ríos por esta razón. Metros y metros de distancia desde el
pueblo hasta el río. Alguno se pregunta por qué hicieron el pueblo tan lejos
del río sin darse cuenta que está en la misma orilla. Las riadas máximas se
estiman en una periodicidad en años, por la necesidad que tenemos los humanos
de establecer, clasificar y medir todo. Así pues hay riadas que se considera
que se repiten cada 20, 25, 50, 100 ó 500 años. Una riada es tanto más grande o
destructiva cuantos más años pasan entre ellas, es decir que las más grandes
hay personas que no las contemplarán en toda su vida, y que estarán
documentadas en los escritos antiguos.
Con
tanto tiempo, en las zonas más exteriores al los pueblos surgen nuevas
construcciones que realmente están situadas dentro del río, aunque puede
ocurrir que la construcción dure menos que el tiempo que transcurre entre riada
y riada. Como esto es una dinámica de crecimiento del pueblo, siempre habrá
casas que se anegarán con las riadas. Siempre ha pasado y siempre pasará.
Pero
hace algunos años, se construyeron grandes embalses que sirven para retener el
río en sus crecidas y servir de distribuidor de agua a los canales de riego,
permitiendo que la cuenca y las superficies de regadío se extiendan
a lo largo de muchas hectáreas. Esto hace que las riadas sean menos intensas y
que se modifique de forma artificial ese patrón de riadas repetitivas a lo
largo de los años Las riadas se pueden empequeñecer en extensión a costa de aumentar su duración en el tiempo.
La
gestión política basada en un crecimiento desmedido y alocado es todavía más
breve que la vida de una persona, de modo que se recalifican terrenos situados
dentro del propio río, pero no en la orilla como ocurría en los pequeños
pueblos sino directamente ya en medio del río.
Para
proteger esta irregular forma de construir, las confederaciones hidrográficas,
que deberían haber prohibido la construcción, se afanan en proteger de forma
artificial las nuevas urbanizaciones sacrificando los ríos y pretendiendo
sujetar y contener la brutal energía que los ríos desatan en sus avenidas. La
única forma de intentar contener el río es construir diques de contención convirtiendo el río en un canal, y dando la falsa impresión de que los diques o motas son las
orillas del río. Esto provoca que el caudal del río, al no poder expandirse de forma
horizontal, se constriña en un canal artificial donde la altura de la lámina de
agua asciende por encima de lo que es normal en avenidas que no son demasiado
brutales.
En
la dinámica que nos movemos, nos encontramos con un grave problema. Las riadas
de gran retorno, 100 años o así son tan brutales que no podemos proteger las
construcciones de ningún modo frente a las mismas. Y se opta por levantar los
muros para contener riadas de pocos años de retorno. Como estamos hablando ya
de temas políticos, no hay que cavilar mucho para deducir que esto no se
informa a la población, que al ver los muros de contención construidos, tiene
una sensación de falsa seguridad.
Los
muros que aseguraran los intereses de las personas deberían de ser tan altos
que es imposible económicamente su construcción, y el impacto visual sería tal
que no se construyen. Pero es tan brutal el ansia especulativa, que se está
llegando a construir incluso dentro de la zona comprendida por estos muros,
como podemos comprobar en el caso de las construcciones llevadas a cabo en la
Expo de Zaragoza que curiosamente estaba dedicada al agua y al río dentro del
cual se construyó.
En los dibujicos que he pintado en un papel de cuadros, pretendo ilustrar este camino de la sinrazón. En primer lugar, en el caso
A, vemos un río con su lecho de estiaje y en azul claro la
inundación de una avenida que se acerca hasta las primeras casas del pueblo
1,
inundando los bosques de ribera y cultivos aledaños. En el caso
B, vemos como aparecen a las afueras
del pueblo las casas
2, dentro de lo
que es llanura de inundación pero que sólo se descubrirá cuando la avenida
llegue hasta ellas. Al haber llegado a ellas en alguna ocasión, los políticos
que deberían haber impedido su construcción, dilapidan el dinero de todos los
contribuyentes construyendo muros de contención o motas
3, que crean una sensación de falsa seguridad en la gente, y sustanciosas
comisiones en algunos casos. Es curioso, que en vez de construir las motas
únicamente en la zona donde se amenazan las construcciones como en el caso
C, que protegería a estas edificaciones
durante más años al ser capaces de contener un caudal mayor, se construyen en
ambos lados, evitando la inundación de las tierras de cultivo pese a lo
beneficiosa que es para estas tierras esta inundación. Al construir estas motas
en ambos lados, si ocurre una rotura como en el caso
D, todo el caudal se desvía hacia las construcciones y toda la
parte de llanura de inundación de la otra orilla está seca, de modo que una
pequeña avenida que sin motas no habría afectado o habrá afectado muy poco a
las viviendas las anega de tal modo que incluso las que estaban a salvo en las
grandes avenidas pueden verse afectadas. Además el agua de inundación, cuando
el río retorna a su caudal, no puede retornar toda, debido a la existencia de la
propia mota o sus restos, por lo que una avenida que debería de ser beneficiosa para la
agricultura se torna en perjudicial ya que al permanecer días y días anegados
los campos las cosechas se pudren y se pierden. Aparece en otro color en el dibujo
D.
Los
incombustibles políticos, antes muertos que reconociendo una mala gestión
empiezan a vender otra moto, que es la de la necesidad de dragar el río para
limpiarlo. Curiosamente, la solución sigue siendo invertir dinero de todos en
estas empresas alocadas. Pero como siempre, muchas personas creen que es lo más
conveniente, y mayoritariamente, aquellas personas cuyas viviendas se han visto
perjudicadas. Perjudicadas, como ya hemos visto antes por los mismos gestores
que ahora les brindan una nueva solución. Ahora es el tiempo de los dragados.
La
teoría del dragado es bien sencilla. Se ahonda en el lecho del río, y de este
modo, cabe más agua entre las dos motas y se evitan las avenidas. Solución de
canal para un río. Del mismo modo que el caudal de un canal y de un río no son
la misma cosa, tampoco lo es el cauce artificial del mismo. Para darse cuenta
del error y de la inutilidad de semejante obra sólo hay que bajar al río y
pensar un poco.
El
lecho del río en el tramo donde yo vivo está compuesto de cantos rodados. Estos
cantos, son de diferentes tamaños y están sueltos, no están sujetos con
cemento. Sus formas redondeadas se deben a los golpes y el arrastre a lo largo
de kilómetros y kilómetros desde las montañas donde se fracturan las rocas por
efecto del hielo. Es un error pensar que lo que estamos viendo es el lecho del
río. Lo que vemos son los cantos rodados que el río dejó tras la última avenida
y tan sólo permanecerán allí hasta la siguiente, ya que continuarán su camino
aguas abajo para que su lugar sea ocupado por otros cantos rodados diferentes
cuando la avenida remita. Por debajo de nuestros pies y de los cantos rodados,
circula el agua con tan poca energía que no desplaza las piedras, pero que no se vea no quiere decir que no esté. Todas estas piedras, serán trasladadas en cuanto la velocidad y el caudal aumenten, y serán depositadas unas nuevas cuando el río retorne a su estado más frecuente de escaso caudal..
Considerando pues que la retirada de gravas es de poca utilidad, y que las motas o diques no solucionan ningún problema, sólo queda la opción de quitar las motas que "protegen" únicamente cultivos, de modo que las construcciones que se encuentran dentro del río no sufran tantas avenidas, pero siempre siendo conscientes que las avenidas máximas superan con creces la capacidad de las zonas que dejamos para que el río se extienda y que de forma inevitable existe la posibilidad de que se inunden todas aquellas construcciones que se encuentran en lugares donde no se debería haber construido si las confederaciones hidrográficas hubiesen desempeñado su trabajo.
En algunas zonas de las grandes ciudades, si se da la riada máxima histórica en algún momento, la catástrofe puede ser de dimensiones incalculables con miles de personas trasladadas y millones de euros de pérdidas en comercios, garajes etc. Tras haber construido en lugares inadecuados, parece ser que la culpa de las inundaciones es del río por ser río. Se dice que los lechos están más altos que antes. Pero esto es algo de lo que hablaré en la siguiente entrada. Al fin y al cabo el tema estará candente hasta los deshielos de la primavera que amenazan con portadas de periódicos hablando de desastres.