Por fin tenemos suelo. Hace ya ocho años que comenzamos con este proyecto de nueva residencia para nosotros, los bichos que nos acompañaban y la habilitación de un refugio para otros muchos, tantos, que nunca sabremos quienes son. En mitad del mes de julio de 2015, llegamos aquí. Una casa vieja, que luego supimos que era antigua, y rodeándola, un campo de alfalfa muerta por la aplicación de un herbicida con el fin de que la planta se agostase y poder cosechar la semilla. Las primeras especies vegetales no vendrían hasta la semana santa de 2016. Planta en contenedor forestal. Lentiscos (Pistacia lentiscus), chopos negros (Populus nigra), chopos blancos (Populus alba), fresnos (Fraxinus angustifolia), almeces (Celtis australis), olivos (Olea sp.), moreras (Morus sp), tamarices (Tamarix gallica) y un rosario de pequeños arbustos fue el comienzo. Los chopos tenían alrededor de un metro de altura y un centímetro de diámetro, pero los lentiscos no llegaban a los 30 cm. Hoy, la situación ha cambiado mucho. Los lentiscos, alcanzan en algunos lugares más de dos metros y su envergadura llega ya a los tres metros de diámetro en algunos puntos. Algunos de los espinos albares superan los tres metros de altura y ya hay chopos con mas de 40cm de diámetro de tronco con una altura tan considerable que sostienen nuestro primer y maravilloso nido del pájaro moscón (Remiz pendulinus) hacia la mitad de su altura y cuya foto ilustra esta entrada.
Este año hemos sufrido el peor de los escenarios de sequía de los ocho años. El riego, siempre se realizó como es tradicional, a manta. Con la misma frecuencia que las alfalfas de los alrededores, con turnos de riego de diez días aproximadamente. Siempre se ha regado lo mismo. Hacia el tercer año, recuerdo que se espació el riego algo más, unos quince días en una ocasión y fue terrible. Defoliación, y apoyo con manguera desde el pozo para evitar la muerte por sequía. La hierba, se cortaba en turno también de unos diez días, dejando el corte en el sitio (mulching), pues en suelos que no han visto la materia orgánica en años, no se puede prescindir de nada. Fue necesario al principio el apoyo de árboles y arbustos con abono mineral, pues la tierra era estéril. También eso ha cambiado. En 2018 o 2019, dejado el suelo descansar, pusimos el huerto con la ayuda de la “mula mecánica” que nos dió la compañera Palmira. Es necesario aportar abono aquí, para lo que usamos el estiércol de nuestro pony “Pirata” mezclado con paja. Tengo un conflicto interior con el discurso de que los ríos llevan menos agua porque los árboles la evapotranspiran, ya que en mi bosque-jardin, lejos de ver que se consume más agua, lo que veo es que hay más agua disponible que antes. Es bien cierto que necesariamente una superficie foliar tan brutalmente grande como la que hay ahora en comparación con la que hubo en 2016, 2017 o 2018 debe evapotranspirar cantidades ingentes a la atmósfera. Eso se debería de traducir en un suelo más seco, pero regando lo mismo que siempre, es más, en estos dos últimos años menos que anteriormente por la menor disponibilidad de agua, el suelo está en general más húmedo. Entraré en este tema con otra entrada. De momento, me ciño al suelo. Es el segundo año que en el huerto no movemos la tierra donde están los tomates y el primero que no lo hacemos con carácter general. La ahuecamos un poco con una horca recta, aportamos el estiércol por encima, realizamos los caballones con la tierra que aún es demasiado grumosa, tapamos con malla antihierbas y a plantar agujereándola. El resultado fue bueno el año pasado, y mejor en este. El año pasado, aún movimos la tierra en algunas partes. Se ha ganado mucho en la calidad del suelo del huerto, pero el resultado es espectacular en toda la finca. Ahora aportamos estiércol con paja en algunos puntos en los que el suelo se veía desnudo o con alguna hierba dispersa y ya se ha notado. Además de en esos lugares, ponemos estiércol en el pie de los frutales, para compensar la fruta que nos llevamos y en una banda donde los lentiscos van más lentos. Hemos notado, que los árboles plantados están un tiempo como en latencia. Cuando las especies herbáceas cambian aumentando la cantidad de dicotiledóneas y se cubre mejor el suelo, dan un estirón repentino y salen adelante. Ahora, cuando los chopos ya están grandes pasamos a poner especies más lentas y resilientes a la sequía debajo de ellos… sin prisa, de semillas. Así pues, vamos a probar con arce de Montpellier (Acer monspessulanus) cuya semilla me envió mi colega naturalista Eduardo, Edu Canfranc en las redes. Las bellotas de roble quejigo son de nuestros robles (Quercus faginea) y de carrasca (Quercus ilex) que hemos traído de Zuera. Aunque es tierra de pino carrasco (Pinus halepensis), no ponemos por el tema de la procesionaria (Thaumetopoea pityocampa) y los perricos. A los arces, robles y encinas, aunque van justos de precipitaciones, en esta tierra siempre se les podrá apoyar con algún riego si hiciese falta aunque el escenario de la disponibilidad de agua cambie, como parece que va a suceder con la política agraria industrial que llevamos desde hace unas décadas, basada en la exportación del agua mediante la producción de productos agrícolas y ganaderos de forma intensiva. Ahora, hemos puesto la verdura de invierno que se reduce a coles (Brassica oleracea) y borrajas (Borago officinalis), ya que las acelgas siguen de excursión y las dejamos pues, a su bola. Cuanto menos mantenimiento requiera la verdura, mejor. Tan sólo hay que poner defensas contra algunas especies de caracoles, la caracola degollada (Rumina decollata), la babosa gris (Deroceras reticulatum) y la caracola de peonza (Cochlicella barbara) que de tan abundantes no dejarían crecer a las coles al comerlas cuando aún son pequeñas. Para los caracoles, usamos trampas de cerveza, por la que sienten mayor pasión que los alemanes. Las hago como ví en la casa de Syvain Vanderesse, pero modificadas. Abajo, una foto de la caracola degollada. Las babosas grandes comunes (Arion ater) no son tan abundantes como en casa de mi amigo Sylvain con lo que si vemos alguna la reubicamos y no necesitamos hacer el acceso a la trampa más grande.