Hace tres años que estuve y había rastros de nutria ( Lutra lutra). Sólo había en una zona del pantano. Eran un par de excrementos y unas cuantas cabezas de cangrejo americano (Procambarus klarkii) acumuladas en una zona de aneas (Thypha angustifolia). En este lugar ahora hay muchísimos excrementos, tantos que se percibe el típico olor a pescado sólo con pasar por la zona, y se ven los típicos "toboganes" que realizan las nutrias con su constante entrar y salir del agua por el mismo sitio siempre.
El cangrejo
americano es una especie invasora. La introducción en España situó al cangrejo
autóctono (Austrapotamobius pallipes)
al borde de la extinción debido a que el cangrejo americano era portador de un
hongo patógeno que no provoca su muerte pero que sí provoca la muerte del
cangrejo autóctono. Lo más razonable es erradicar la presencia de este cangrejo
de los ríos y humedales españoles para que todo vuelva a la normalidad. Pero
quizá no es una tarea sencilla.
Junto con
el cangrejo rojo, otras especies de peces no autóctonas habitan nuestras aguas
continentales. Durante años la
introducción de algunas de estas especies ha sido realizada por los que
deberían haberla evitado. Los ríos han sido tan intervenidos y tienen tantas
especies introducidas que es difícil que
algún día vuelvan a ser lo que fueron antaño. Además hay que añadir que no hay
una clara intención de erradicar las especies en cuestión. En Aragón, la
especie invasora por antonomasia, el siluro (Silurus glanis), se puede pescar y devolver al agua sin problema en
el Ebro. Esta timidez en erradicar las especies que nunca debieron habitar este
río contrasta con la decisión y gasto en erradicar a aquellas que como el
castor (Castor fiber) nunca deberían
haber desaparecido.