Todos
tenemos claro el concepto de árbol; especie vegetal de tronco leñoso de más de
unos cinco metros de altura. La arboleda es pues un conjunto de árboles. Pero
una arboleda no es bajo ningún concepto un bosque. Puede haber arboledas donde
encontremos diferentes especies de árboles y arboledas donde las especies
arbóreas se limitan a una única especie. Estas arboledas pueden ser el
resultado de la destrucción de un bosque o de la repoblación forestal, aunque
en este caso a mí me gusta más el término de cultivo forestal. Como un campo de
maíz pero con plantas de mayor porte.
El
bosque es una agrupación de plantas de origen natural y que en ocasiones
albergan otras ajenas al bosque primitivo que aparecen a partir de poblaciones
más o menos cercanas introducidas por el hombre. (Foto de encabezamiento). A grosso modo. Porque junto a
las plantas de forma inseparable aparecen hongos que en forma de micorrizas
viven junto a las plantas, otros que provocan la muerte de las mismas o que
contribuyen a su descomposición una vez muertas. Pero también aparecen animales
de diversos tamaños que interrelacionan con los demás seres vivos de modo que
también viven junto a las plantas polinizándolas o alimentándose de ellas o
descomponiendo sus cadáveres. Incluso se dan relaciones a tres bandas donde
animales que se alimentan de plantas transportan esporas de hongos que inoculan
en las plantas a su vez. No es que no existan estos seres en una arboleda, pero
en esos casos la diversidad es menor y si se deja de actuar para conservar la
arboleda ésta desaparece como tal.
En
resumen, lo que quiero decir es que un bosque es un medio natural. Un
ecosistema complejo donde se percibe un aparente equilibrio. Se puede
aprovechar el bosque en una relación como la que tenían los
cazadores-recolectores actuando como un elemento más del mismo. Se obtiene leña,
frutos etc., sin agotar el bosque y sin comprometer su continuidad o se puede
optar por favorecer de forma descarada a una planta en concreto destruyendo el
bosque para formar una arboleda. Pero ya no hay bosque. Una vez comprometido y
perdido este equilibrio, aparecerán toda una serie de conceptos nuevos.
Uno
de esos conceptos es el de plaga, que aparece cuando un determinado tipo de
organismo considerado por el hombre como no deseado aparece en un lugar donde
no es bien recibido. Y digo no deseado por el hombre porque si consideramos el
significado de plaga, como “colonia de organismos que ataca o destruye los
cultivos y las plantas”, la primera plaga que ataca un bosque es el hombre. Él
es quien destruye las plantas y el bosque seleccionando a una sóla especie
sobre todas las demás a la que favorece. No usamos este concepto como plaga
evidentemente, ya que somos nosotros quienes elaboramos el concepto y quienes
de modo interesado lo aplicamos donde queremos. La aparición de una sóla
especie en un lugar donde existía un antiguo bosque, provoca un desequilibrio
entre las relaciones de los seres vivos. De repente, algunas especies se avocan
a la extinción en ese lugar debido a la ausencia de un sitio donde reproducirse
o alimentarse. Otras en cambio, se ven beneficiadas. Se encuentran en un lugar
donde todo lo que sale del suelo es alimento y lugar donde reproducirse, y sus
depredadores se ven mermados al no tener lugar donde refugiarse o existir..
Será
a estas especies a las que hemos favorecido de forma inconsciente a las que
denominaremos plagas. Pero no debemos olvidar el origen de las mismas. Nosotros.
Lo que denominamos “lucha contra
las plagas”, es una forma de hablar. Una incorrección. Realmente lo que
entablamos es una lucha contra la propia naturaleza. Miles o millones de
organismos se ven favorecidos al cambiar el entorno y se multiplican en ese
nuevo espacio creado a su medida, donde todo lo que se encuentra a su alrededor
es alimento. No tienen que buscarlo disperso entre cientos de especies, y nadie
acecha en los alrededores amenazando sus vidas. Incluso las propias leyes de la
selección natural cambian. Ya no compiten contra depredadores y plantas, sino con
el ser humano. En su desesperación, éste opta por el uso de biocidas cuya forma
de matar es distinta. La población de “seres plaga”, crece al margen del
crecimiento de sus depredadores naturales, que se ven reducidos a aquellos que
son capaces de habitar en el cultivo. Los biocidas que matan a “las plagas”,
acaban también con esos pocos depredadores. El problema generado es grave.
Aquellos organismos que resisten la acción de los biocidas o que toleran
concentraciones superiores de los mismos son los que se seleccionan para dejar
descendencia, entablando una carrera contra la tecnología capaz de generar resistencias,
apareciendo súperbichos y súperhierbas que son cada vez más difíciles de
combatir.
He
leído un resumen que Matt McGrath ha realizado en BBC.com sobre un artículo de
la doctora Kim Naudts publicado en Science, que asegura que las arboledas no
son tan eficaces como los bosques en capturar CO2, y que contribuyen al
calentamiento global. Los aspectos negativos de una arboleda frente a un bosque
se han visto incrementados. No sólo se cuantifica su menor efectividad de
acumulación si atendemos al mayor volumen de biomasa que contiene un bosque con
respecto a una arboleda. En los bosques, tanto las ramas y restos de
especímenes muertos que no son retirados, como el sotobosque, también son lugares
en los que se almacena CO2. Obviamente, esto no ocurre en una arboleda ya que
se retiran tanto las ramas como los árboles muertos como el sotobosque.
En
este estudio, se asegura además que el color más oscuro de las coníferas plantadas
en las arboledas que sustituyeron a los bosques de hoja caduca, provoca que se
capture más calor, es decir, se refleje menos a la atmósfera y esto incrementa
la temperatura. En 0,12ºC se ha cuantificado este aumento. Es por lo tanto (según
dice el estudio) necesario apostar por la sustitución paulatina de las especies
de crecimiento rápido como el pino silvestre (Pinus sylvestris) o el
abeto rojo (Picea abies) repobladas
masivamente por toda Europa en los últimos 150 años. Se entiende que las
arboledas donde se retiran ramas y arbustos del sotobosque las hacen menos
efectivas como sumideros de CO2. Esto marca pues un nuevo rumbo a tener en
cuenta en aquellos casos en los que se pretende aumentar las superficies de
arbolado para utilizarlos como sumideros de CO2, siendo preferible el retorno a
los bosques y disminuyendo las arboledas.
Un buen método de reconducir pues las arboledas cuyo objetivo no es el productivo, es introducir las especies que faltan, como arbustos y otros árboles para facilitar el retorno a la naturaleza, por que nos ahorramos dinero luchando contra las plagas y por que el bosque tiene sus propios mecanismos de regeneración que nos ahorra cuidados.
No obstante, se da el caso el caso que la regeneración del bosque puede pasar en algunos casos por un proceso de arboleda, al ser una especie la que coloniza de forma preferente un lugar. Sufrirán la competencia entre cada una de las plantas por el agua, la luz, y el espacio, así como la acción de los demás seres vivos, que en este caso dejan de ser plagas para convertirse en agentes constructores del bosque. Todo ello provocarán la muerte de miles de plantas favoreciendo el asentamiento de otras hasta llegar a constituirse en un bosque. Y eso es lo que intenta hacer la naturaleza con nuestras arboledas y cultivos, llevarlos al estándard de la naturaleza, que es la diversidad biológica. A la derecha, una regeneración masiva de álamo o chopo blanco (Populus alba). Es por este mecanismo de avanzar hacia una diversidad superior de la propia naturaleza que nuestros cultivos son tan vulnerables, por que son sistemas que la naturaleza modifica siempre hacia un estado de complejidad mayor. El aislamiento de nuestras arboledas y la no existencia de semillas que permitan que éstas se vayan convirtiendo en un bosque es un riesgo que las amenaza más que las propias plagas.