En el continente africano, existen unas aves que se conocen como pájaros indicadores. El nombre se les atribuye debido a su comportamiento. Cuando advierte la presencia de seres humanos o animales que son capaces de abrir una colmena, emite un canto especial que llama la atención de la especie a la que quiere dirigir a la colmena. El pájaro puede ser atraído igualmente por la una persona emitiendo una llamada especial. El pájaro, cuando obtiene la atención de quien debe abrir el panal, se va colocando en un lugar desde el que se le ve bien y se posa en silencio cuando llega a las proximidades de la colmena. Entonces, la especie elegida, procede a eventrar la colmena y cuando esta ha terminado, el pájaro indicador aprovecha los restos. En algunas poblaciones humanas (según veíamos en un documental de David Attemborough, “La vida a prueba”, en el capítulo “Viviendo juntos”), la costumbre es colocar un fragmento de panal en lo alto de una lanza para que el pájaro indicador pueda alimentarse con la miel sin dificultad. Creen algunas personas que de no hacerlo así, el pájaro indicador podría enfadarse y un día conducirlos hacia un león o una serpiente venenosa en vez de a un panal. En la parte superior vemos un pájaro indicador de la mano de una persona que trabaja en el proyecto SEGO, de la Universidad de Cape Town. La foto es del del Dr. Dominic Cram, de la U. Cambridge. En este proyecto se estudian las reacciones entre ambas especies contando con la ayuda local
En mi bosque-jardín, también pretendo, como aquellos pueblos africanos, colocar los restos de un panal para beneficio de los colaboradores. No es el caso de mis colaboradores tan gráfico como el del pájaro indicador, pero tal y como yo lo veo, no deja de ser una colaboración. Es imposible luchar contra los daños que puedan provocar los insectos en todos los árboles y plantas del bosque-jardin. Los árboles alcanzan unas dimensiones muy altas, existen muchos ejemplares tanto de árboles como de arbustos y es una labor que no se puede realizar sin una agresión al medio que sea asumible ni razonable. "Mi fragmento de panal colocado sobre una lanza", es lo que os voy a detallar. La lanza, es simplemente la ausencia de tratamiento químico agresivo. Los pulgones que inundan las plantas en el comienzo de la primavera, provocan la marchitez de las extremidades de las ramas de los árboles, sus partes más tiernas, y cubren muchas hojas por la parte del envés. Así mismo, los hongos aparecen provocando las típicas abolladuras en las hojas en los frutales, pero también en chopos, fresnos o cualquier otro árbol. Así llegamos todos años a finales de mayo, cuando el aspecto de los frutales preocupa por la cantidad de pulgones que hay sobre ellos. Tenemos que hacer una reflexión, y considerar quizá ese sea el aspecto normal de un árbol frutal a finales de mayo, y que el aspecto "sano" de un árbol fumigado limpio e impoluto es el aspecto que debería de preocuparnos ya que no es el normal. Durante la primera semana de junio y los primeros días tras ella, se produce una explosión brutal de la población de insectos depredadores como los escarabajos coraceros (Rhagonycha fulva) que ilustran la foto. Ellos hacen, de forma invariable, que a lo largo del resto del año, no se vuelva a producir una situación de presencia de pulgones que se pueda advertir sin una búsqueda activa. Los topillos no son un problema, pues los controlan las aves, aunque no vendría mal alguna serpiente. Las esperamos. Los sapos se encargan de los bichos del huerto, que son apoyados por las ranas cuando se riega y salen de excursión desde el estanque
Además de los indicados, tenemos otros frutales como los paraguayos, melocotones, manzanas y peras que sufren una gran incidencia de colonización por insectos que consumen fruta, aunque de momento y con árboles pequeños, no podemos presumir que la situación es la "normal". De momento, se pueden recoger los que somos capaces de consumir en conserva, otros en crudo y no es traumático para nosotros que una gran parte queden en el árbol para consumo de la fauna y para que vuelvan a la tierra formando parte el ciclo de la descomposición de la materia orgánica que garantiza la conservación del suelo. Iremos viendo si es posible consumirlos o simplemente quedarán como testigos de aquello que se mantiene únicamente como otro árbol ornamental más, que además aporta alimento a una legión de insectos, aves y pequeños mamíferos. Hemos de considerar que la pérdida de las variedades locales y el cultivo de otras "estándard" que son reproducidas en viveros cuyo lugar de origen y plantas madre no conocemos, habrá trastocado la relación entre los insectos y los árboles, y eso, sin tener en cuanta de los "rotos" que haya podido producir el hecho de instaurar monocultivos forrajeros a diestro y siniestro con sus correspondientes aplicaciones insecticidas.
Como vemos pues, en el bosque-jardín, dejamos como en una especie de pequeña ofrenda parte de la producción. La propia evolución de los seres vivos, facilita el hecho de que cualquier ser vivo que capta la energía vital necesaria mediante el consumo de otros, invierta en ello a su vez, la menor cantidad de energía en conseguirlo. El planteamiento pues, es que los insectos que comen fruta lo hagan, pero a su vez, nosotros podamos elegir una fruta que a ellos les resulte menos interesante, de modo que sobre aquellas especies más sensibles se produzca la suficiente cantidad de insectos frugívoros como para que se mantenga a su vez la población suficiente de insectos cazadores que controle a las poblaciones de insectos antes de que consuman "nuestras" frutas...
Con objeto de intentar alargar los recursos en nuestro bosque-jardin, solo tomamos del huerto lo necesario, dejando allí lo que sobra, tanto en verdura como en fruta. No importa que crezca la hierba, lo importante es que la hierba que ha crecido quede en el sitio para que los nutrientes extraídos no vayan a otro lugar. La hierba es cortada y se queda en el suelo, formando una capa orgánica que protege de la desecación al suelo y evita el empobrecimiento del mismo. Aún así, el bosque-jardin es un suelo que proviene de siglos de agricultura y la reestructuración del suelo no se puede hacer "en un rato. Al principio los arboles y arbustos tuvieron que ser apoyados con abono de síntesis química, además de ser aportado con cierta regularidad el estiércol de caballo que nos proporciona nuestro pony en aquellas zonas donde la hierba no crece bien. El reto para la regeneración del suelo, no es ahora un problema de la extracción, pues el ciclo se cierra en el propio bosque-jardin. El reto está en volver a reponer lo que un día salió. Se repone de forma natural con los lodos en suspensión que trae el riego, con los que caen en forma de lluvia y que vienen de sitios tan lejanos como el desierto Sahara y con los excrementos de aves que no viven solo aquí y que se acercan a beber, pero quizá el balance sea negativo, pues si no son nidificantes, los frutos y demás alimento irá a nutrir a sus polladas situadas lejos del bosque-jardín, como ocurre con las capturas que hacen las aves rapaces que he visto alguna vez. Ahora el viento ya no arrastra es suelo, pues ya no está desnudo. El aporte de estiércol del pony, trae materia orgánica de fuera. La paja de cebada, la avena o la alfalfa que come nuestro pony, viene de otros lugares a enriquecer nuestro suelo transformada ya en estiércol de caballo. Pero no deja de ser un aporte basado en la producción de otro lugar con carencias que se deben solventar con abonos de síntesis. En el balance de los nutrientes, la agricultura y la ganadería cuentan con un déficit brutal. Las grandes ciudades son un sumidero de nutrientes procedentes de fuera. No retornan nada a los lugares de los que surgieron dichos nutrientes. Es necesario por lo tanto, no sólo repensar nuestra agricultura y ganadería, sino el impacto que tienen en el medio natural las grandes ciudades como sumideros de nutrientes. No se puede cambiar el modelo agroganadero sin cambiar el modelo de gestión de los residuos urbanos, pues sólo retornando la mayor cantidad posible de dichos residuos al medio, podremos hablar de ciudades "sostenibles".