martes, 14 de mayo de 2024

La víbora con patas del Moncayo.

 


Hace muchos años, más de 30, cuando era delineante, trabajé en una empresa que se dedicaba a fabricar centros de planchado industriales. Cuando llegué, en una oficina pequeña y algo oscura, de diseño anclado en los años 50, lo primero que hice fue ponerme un póster de los Mallos de Riglos en la pared.

Un día casi recién llegado, estuve entablando conversación con dos de las personas que ya estaban allí, y uno de ellos se había fijado en mi póster. Él, trabajaba de ajustador. Puede que se llamara Martín. Procedía de un pueblo del Moncayo y era cazador. En la conversación estaba también el tornero, que no sé si era o no cazador. Es una pena no recordar sus nombres con absoluta seguridad, aunque sí recuerdo sus caras. En un momento determinado de la conversación surgió un comentario que actualmente está de moda. Hizo una crítica sobre los conocimientos que pueden o no tener los ecologistas, añadiendo que una vez le preguntó a uno "y no sabía ni de donde nacían las encinas (Quercus ilex)". Así pues, procedió a interrogarme más directamente con la misma pregunta. Yo contesté “de las bellotas”.

Entonces, conté con su aprobación. Le pareció que al menos podía seguir hablando conmigo. Entonces, retomé la conversación y  le dije: “Ahora me toca preguntar a mí”. Le hice una pregunta sencilla. De su pueblo. Del lugar donde había nacido y crecido. Algo cotidiano y que pudiera ser tan simple como para verlo todos los días, pero algo en lo que casi nadie repara. Le pregunté "¿cuántas especies de gorrión puedes ver desde la ventana de tu casa ?. Se quedó muerto. No creía que pudiera haber varios tipos de gorrión diferente. Supuse que al igual que yo, en el entorno rural, habría cogido gorriones cuando son volantones o los haría cazado con el  "tirachinas". Así pues fue una pregunta que lo dejó perplejo. 

Le comenté las diferencias entre gorrión molinero y gorrión común y que si se fijaba, podría identificarlos sencillamente.  A la derecha, una fotografía donde se ven gorriones comunes y más abajo, una fotografía de dos gorriones molineros. Conseguí su respeto y hablábamos de cosas de la naturaleza, que le encantaba, casi a diario. Su pueblo era San Martín de la Virgen del Moncayo. Un día, le comenté que me iba de excursión con unos amigos a la zona de Añón, a caminar por el barranco de Morana, También en el Moncayo. Me comentó que me gustaría, y no dejó de alabar las maravillas de su montaña, la que desde pequeño adornó su horizonte imponente.

El lunes siguiente, él recordaba que había ido y estaba impaciente por entablar conversación. Me preguntaba lo que había visto y escuchaba con gran atención. Yo tenía veinticuatro años o así, y mirándome yo al espejo hoy,  el rondaría los 55, algo más quizá. Le hablé sobre las plantas y pájaros que habíamos visto, pero que quizá lo mejor de la jornada era medio eslizón tridáctilo (Chalcides striatus) que estaba pinchado por un alcaudón (Lanius sp) en un rosal silvestre, (Rosa canina)  y al que se estaban terminando de comer las avispas (Polistes sp).

Él, me contó que era difícil verlos, que había tenido mucha suerte, pero acabó diciendo que eran víboras. Le dije que no eran víboras. Él me dijo que picaban a las ovejas en el cuello y se les hinchaba, teniendo que hacerles no me acuerdo qué operación para salvarles la vida. Le dije tranquilamente, que el eslizón  era un lagarto y no una serpiente, con lo que tampoco una víbora y mucho menos, venenoso.  Entonces, él me dijo que su padre había sido siempre pastor y se lo había contado, y que él incluso les había visto saltar hacia las ovejas. Le dije que podría haberlos visto saltar hacia las ovejas y todo lo demás pero que era imposible que hubieran provocado daño alguno a las ovejas. Se ofendió. Me dijo que estaba diciendo que su padre mentía y hacía aspavientos. Como sabía de su interés, le dije que le llevaría un libro de animales donde contaba esto. 

Al día siguiente, me acerqué como siempre a su puesto de trabajo a decirle que le había llevado el libro. Delante del tornero me dijo contrariado que no necesitaba ningún libro. Pero al acabar la jornada, se esperó a que saliera y me susurró que le dejara el libro. Se lo llevó a casa.

Al día siguiente, vino al sitio donde yo trabajaba antes incluso de que yo dejara mi material y comenzara a preparar mi trabajo. Me dijo: "Tenías razón.". Si decir nada más me alargó un paquete hecho con papel de periódico y me dijo: "Te he traído un regalo". Cuando desenvolví el paquete, ví que contenía una pala de gamo (Dama dama) cuya foto está a la derecha. Me pareció absolutamente maravillosa, y de hecho aún la conservo. Me ha acompañado a todas mis exposiciones de naturaleza tanto aquí como en Francia. Abajo está en una fotografía.

El resto del tiempo que estuve trabajando allí, me contó historias de cuando cazaba. De como había llegado a comer zorros cuando la comida era escasa, y como había paleado nieve con el resto de la gente joven hasta el Sanatorio de Agramonte, a cambio de un vaso de café con leche caliente. Eran conversaciones muy placenteras siempre con la naturaleza como fondo. Aún lo recuerdo en su puesto de trabajo, sujetando la tela a una termofijadora de las que fabricábamos allí. A su izquierda, el tornero, y a su derecha, un fontanero que montaba los tubos y el aislamiento de las calderas de los centros de planchado. 

Hoy, me doy cuenta que puedo estar más tiempo hablando de los recuerdos que tengo que de lo nuevo que he vivido en los últimos años. Hoy soy yo quien cuenta las historias. Pero hoy, aun con toda la información que tenemos, proliferan  historias como la del eslizón. Hoy, esas historias imposibles no están sólo en la boca del pastor que las cuenta a su hijo. Hoy salen en los libros y revistas, de modo que es mucho más difícil hacer pedagogía natural a quien cuenta estas cosas. Son muchos los ignorantes  que a sabiendas o no, cuentan cosas imposibles de la naturaleza. Con este tema, voy a hacer una pequeña serie de artículos sobre bulos, mitos y leyendas de la naturaleza.

jueves, 22 de febrero de 2024

La economía circular



 Está ahora cada vez más presente el concepto de economía circular. Parece ser que por fin nos hemos dado cuenta que lo del usar y tirar es un disparate tremendo. Así pues, podemos ver como se tiran cosas que aún valen para adquirir unas nuevas, que en ocasiones son incluso de peor calidad. 

En las entradas anteriores, cuando hablo del suelo, también está presente el concepto de "economía circular". El suelo, es lugar del que parte todo. No es infinito. La materia inicia un ciclo fuera del suelo que comienza con el paso a formar el cuerpo de las plantas. Las sales minerales, junto con el agua, son absorbidas por las plantas que usando la luz del sol forman la materia viva que son sus cuerpos. Estos vegetales, son consumidos por otros seres vivos que no son capaces de producir materia viva de lo inanimado. Una vez que esas sustancias que salieron de la tierra y formaron las plantas, pasan a otro ser vivo que será consumido por otro en un ciclo que sólo se cerrará  cuando el último eslabón de la cadena muera y sea descompuesto, volviendo todo al origen. Mientras tanto, gran parte de lo consumido va retornando al suelo con los desechos como son la orina, las heces o el pelo y plumas que se van perdiendo. En la foto, vemos un cartel colocado en Ruesta al lado de un tronco de roble caído. Explica como los hongos y los insectos descomponen el tronco haciendo retornar al suelo la materia que un día salió del él.

En este punto, ya nos damos cuenta que nuestro sistema de producción tanto agrícola como ganadero tiene un grave problema. Extraemos mucho y devolvemos poco. Así pues nuestros suelos agrícolas tienden a la desertización. Aportamos actualmente abonos con tres componentes básicos, Nitrógeno Fósforo y Potasio. Pero todas las personas intuimos que las plantas viven de algo más que esos tres elementos. La extracción continua de cosechas va agotando cada vez más otros elementos que en menor grado son usados por las plantas, pero que no se reponen. Antiguamente, el aporte del estiércol reponía de forma natural lo que se retiraba. No era suficiente el que producían los animales propios, pero se usaban residuos orgánicos urbanos si era necesario. Vi el otro día en la tele que Florida parece que tiene un programa bastante ambicioso en este campo. Si los productos agrícolas y ganaderos acaban en la ciudad, es del todo necesario que de la ciudad retornen al campo, que es donde se producen. Es necesario que estos productos vuelvan en el mayor grado posible a retornar el ciclo de los elementos, y de este modo reducir al mínimo el uso de los abonos triples consiguiendo de forma simultánea una menor dependencia exterior y un menor uso de combustibles en su producción. 

Pero no es sólo en este ámbito  donde se puede practicar la economía circular. El mercado de segunda mano (o de tercera o cuarta) permite que los productos fabricados estén más tiempo en uso rentabilizando de este modo aquella extracción que se realizara originalmente. Nosotros, en la rehabilitación de nuestra vivienda, hacemos uso de la economía circular preferiblemente y como primera opción para muebles y otros materiales. Así pues, la ,mayor parte del amueblamiento, y con gran diferencia por encima de las adquisiciones nuevas, se produce en el mercado de segunda mano. Esto nos permite tener muebles como los de antes, fabricados con madera, fáciles de reparar si se estropean, con los cajones ensamblados con enlaces de cola de milano, traseras de madera maciza y protegidos con cera natural, algunas de las veces. En la foto, podemos ver dos mesillas de noche que son como muy modernas de 1921, según sabemos por los papelitos que aún salieron de su interior. Este tipo de productos se pueden obtener a muy bajo precio si la restauración y recuperación la hace uno mismo, cosa que es sencilla a la vez que gratificante, y que a nosotros nos aporta una gran satisfacción personal. Así pues, no sólo es que hayamos conservado todas las vigas originales de la casa que hemos podido, sino que las nuevas, si ha sido posible, son de otras viviendas desmontadas o derruidas que aquí tendrán una segunda vida. 

Las estufas, es mucho más económico adquirirlas de segunda mano y llegado el momento repararlas sustituyendo aquellas chapas que se hayan degradado (y que se pueden vender como chatarra) que adquirir una nueva estufa y mandar toda a la chatarra. Las partes de hierro fundido son eternas y las de chapa, fácilmente sustituibles e incluso de mayor calidad que las de origen. Esta de la foto, ya lleva no recuerdo ni los años con nosotros además de los que llevara en la casa donde la compramos. Tras su uso en la casa que nos fue arrebatada por la especulación inmobiliaria, hemos procedido a su reparación cambiando la chapa posterior que ya se había deteriorado, sustituyéndola por otra galvanizada y el doble de gruesa, con lo que espero que tengamos estufa para una buena cantidad de años. La estufa de leña nos ha permitido el uso de la madera inservible de las ventanas viejas y las vigas carcomidas debido a la actividad de los insectos. No se han ido al fuego estas vigas antes de proporcionarnos la información valiosa de la antigüedad de la casa gracias a la lectura de los anillos de la madera y la comparación con series de anillos de árboles vivos y fechas de creación de esos anillos conocidas. Así pues, hemos datado la construcción de la casa en unos 300 años que se cumplirán el año que viene. Pero esta historia, la de como hemos conocido la antigüedad y la historia de nuestra casa... es tema para otra entrada.