Pocas veces nos planteamos que cuando ponemos una planta en
nuestro jardín puede tener consecuencias nefastas para alguien. Dese hace
siglos, se cultivan plantas exóticas en los jardines con el fin de poder
contemplar ejemplares que no crecen de forma espontánea en un lugar
determinado. Nada más bonito e inocuo. Sin embargo, hemos de saber que durante
cientos de miles de años, las plantas y otros animales han tenido que adaptarse
y evolucionar en medios cambiantes y rodeados de otros seres vivos que a la vez
que ellos se adaptaban a vivir en ese medio determinado. Así pues, inocentes
ranitas multicolores se tornaron en mortíferas joyas para defenderse de sus
depredadores, y al mismo tiempo plantas llamativas hacen correr por sus vasos
una savia repleta de cócteles tóxicos para defenderse en una carrera de fondo
contra el inmisericorde diente del herbívoro. Así pues, algunas introducciones
de plantas se convierten en nocivas adquisiciones porque llegadas a un mundo
nuevo, su capacidad para competir las hace prevalecer sobre especies
autóctonas. La capacidad de transporte del hombre ha hecho que muchos seres
vivos hayan cambiado de lugar donde vivir. En algunos casos, el ejemplar
transportado sucumbe, otras veces convive y se añade a la fauna y flora de un
lugar determinado, y otras, se hace hueco luchando con las especies
originarias. Este es el caso de esta planta, que por su facilidad de
adapatación al nuevo lugar, se ha convertido en una especie que ahora se
denomina exótica invasora. Hay que destacar que por mérito propio, Araujia sericifera tan sólo es especie,
como el resto de seres vivos que componen este catálogo. Lo de exótica e
invasora es la aportación del hombre a su currículum. Está prohibido
introducirla en el medio natural, su transporte y comercio.
No todo es violencia en el medio natural. También existen la
cooperación o el comercio. Una planta ofrece sustancias azucaradas a los
insectos y estos transportan su polen a otras flores que serán de este modo
fecundadas. Generalmente ocurre así. Algunas plantas en su “exceso de celo” se
aseguran de que la carga de polen queda entregada a la flor atrapando al
transportista por un período variable de tiempo.
Recuerdo un documental de Hugo van Lawick, titulado Las
Mareas de Kirawira, donde se veía una planta que él denomina “Lirio del
torrente” y cuya historia de fecundación es algo dramática. Las mariposas
acuden a libar el néctar segregado por la flor, pero la superficie cerosa de la
misma impide que la mariposa se pose con comodidad. Las patas acaban entrando
en una ranura especial y se llevan pegados por medio de una parte pegajosa (retináculo) unos saquitos con polen (polinios) unidos
por un filamento (caudícula). Estos saquitos tienen un asombroso parecido con los polinios
de las orquídeas. Cuando la mariposa despega de esta flor, se lleva los
mencionados saquitos a una nueva flor. Si esta está receptiva, los saquitos son
depositados en el estigma que se encuentra al final de una ranura por la que se
introduce la pata del animal quedando trabada en su interior. La mariposa sólo
podrá liberarse si sacrifica la pata que quedará sujeta a la flor.
Un día, el amigo Ramón Longás me trajo una rama de
enredadera que recolectó en Ajo, (Cantabria) con polillas atrapadas en ella. Cuál no sería mi sorpresa cuando vi
que esta enredadera se servía del mismo mecanismo que los lirios del torrente.
Las esfinges que es como conocemos a la familia de estas polillas, tiene la
particularidad de libar de las flores sin posarse en ellas, tal y como hacen
los colibríes. Cuando la planta libera los saquitos de polen sobre la
espiritrompa de una de estas polillas, la condena a la muerte, ya que cuando
visite una nueva flor, los saquitos de polen y la espiritrompa de la polilla
quedarán atrapados de modo que la polilla morirá de hambre y agotamiento
colgando de la flor.
Así es como sucede:
La mariposa, que acude a libar la flor, toca el retináculo que está colocado muy aparentemente en la parte superior de la flor como apreciamos en la primera fotografía de esta entrada (5 puntitos oscuros). Este se adhiere fuertemente a la espiritrompa de la mariposa, de modo que todo el conjunto que conocemos como translator (ver foto) se va de viaje. En la foto siguiente se aprecia el retináculo junto con una caudícula y su polinio parcialmente extraído.
Estas son fotos de detalle del androceo(parte masculina) y del gineceo (parte femenina) de la flor. Ambas partes aparecen soldadas en una sóla pieza y los estambres o polinios están guardados en el interior. El retináculo está sujeto levemente por un tejido frágil de modo que es fácil de desprender tal y como vemos en el retináculo derecho. Es por eso que una vez pegado a la espiritrompa de la mariposa este es arrastrado junto con los polinios.
En esta foto vemos en detalle la espiritompa de una polilla en la que se ha pegado un translator completo. El retináculo está firmemente pegado a la espiritrompa y a él todavía permanecen adheridas las dos caudículas, si bien falta un polinio como podemos comprobar en la parte baja de la fotografía. Cuando la mariosa visita una nueva flor, la espiritrompa acierta a deslizarse por la ranura que he denominado canal en la foto superior.
El conjunto del translator, discurre por el interior de la canal. Al ser más grueso, si bien la canal permite el paso de la anchura de la espiritrompa, retiene el retináculo, más ancho dejando a la mariposa trabada. Según creo yo, los polinios no entran en la ranura, quedando a ambos lados de la misma de modo que el polen se deposita en las estructuras estigmáticas con apariencia de lengua que se sitúan a ambos lados de dicha canal, fecundando así la flor. Al no contar más que con plantas secas que he rehidratado y conservado en alcohol, no puedo confirmar que sea ahí donde se deposita el polen, pero si no es así no encuentro explicación a esta estructura en forma de espátula. En la foto siguiente podemos ver como la espiritrompa de una polilla está atrapada en el canal por que el translator es demasiado grueso para salir por la abertura. Abriendo esta estructura he encontrado el retináculo y las dos caudículas pero no los polinios, por lo que no he podido confirmar que estos también entren en la ranura por su parte inferior.
El mecanismo es el mismo que utilizan las piezas de las que cuelgan las cortinas. La sección del canal nos mostraría una forma de "C". La espiritrompa puede salir por la abertura entre las dos ramas de la "C", pero al estar pegadas al retináculo, este no cabe por la ranura por lo que no se puede extraer, aunque sí que puede entrar por la parte inferior del canal. Si empujamos la espiritrompa hacia abajo en la siguiente fotografía, esta discurriría por la canal hasta volver a salir por la parte inferior, pero la reacción de los insectos es tratar de huir lo que hace que estos queden presos sin remedio.
Las fotos no son todo lo claras que desearía pero si tenéis en cuenta que están hechas con una cámara compacta enfocada por el agujerito del ocular de una lupa binocular escolar creo que seréis comprensivos conmigo.
No obstante, pinchando sobre la foto se ve más grande...