Una de las cosas que más me gusta cuando voy a la playa es pasear por la orilla del mar y observar lo que nos ha dejado la marea. El Mediterráneo está bastante machacado y no son muchas las playas en las que podemos encontrar una cantidad razonable de cosas y disfrutar con su recolección como solemos hacer los naturalistas. Una semana en una playa del delta del Ebro o en una playa de piedras con poco turismo puede dejar el maletero del coche como el de una persona con el síndrome de Diógenes. Ni que decir tiene que si tus hijos colaboran en esta tarea (y los míos lo hacen) el resultado puede ser sorprendente.
De este modo he conseguido encontrar algunos "tesoros" a los que personalmente doy mucho valor. Es el caso de este cráneo de frailecillo atlántico (Fratercula arctica) que tiene el mérito de haber sido encontrado en la playa de Cubelles, en el Mediterráneo, en julio y en conexión con el resto del esqueleto. Todavía conservaba algunas plumas. El húmero aparecía roto, por lo que el pobre quedó incapacitado para el vuelo y para alimentarse, ya que el frailecillo pesca "volando bajo el agua" y persiguiendo a pequeños pececillos.
La tremenda felicidad por mi hallago no fue compartida por las personas que tomaban el sol en una playa próxima de arena en la que teníamos los enseres. Probablemente pensaron que mi felicidad provenía de verme libre de la camisa de fuerza.
Todos en casa disfrutamos de esta actividad. Es quizá la actividad que más nos gusta de las que hacemos en la playa además de la de bucear y recoger animalillos para su observación. Esta costumbre llegó a su límite en Normandía, cuando Quique, el mediano, encontró el motor de un vehículo de la segunda guerra mundial que parecía no estar dispuesto a abandonar en el sitio. Finalmente el sentido común nos hizo dejar aquel monstruo en la playa con gran pena por parte de Quique... y un poco de los demás también ya que seguro que hubiese sido feliz de poder mostrar su "trofeo" entre los amigos.
Sombrillas, sol, bikinis, gigolos, gente con su bocadillo de tortilla, su refresco, cremas factor 50, glamur.... y en medio de todo, un hombre sacando el esqueleto de un frailecillo...
ResponderEliminarLeyendo esta entrada me han venido un montón de recuerdos... Y de ganas de volver a la playa! Creo que lo mejor que me he llegado a encontrar fue un pez luna muerto, pequeñito, en Caños de Meca, aún tengo por ahí las aletas y la mandíbula, tuve que ir al supermercado a por un tupper y tres kilos de sal para conservarlas. La cara de la cajera cuando vio la compra también era de ver, jeje.
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