Ya llegan
los días de otoño, y las aves procedentes de Europa llegan a nuestras tierras.
Unas de las aves que llegan son los zorzales. A pesar de que haya poblaciones
de zorzales residentes, es bien cierto que el número de estas aves aumenta
muchísimo.
De nuevo,
en los bosques de las zonas cercanas al agua, ya sea de ríos o de lagunas,
volveremos a encontrar los conocidos “yunques del zorzal”. Los yunques del
zorzal, no son otra cosa que una piedra, que no destaca por ninguna cualidad
especial, pero que es utilizada por los zorzales para romper las conchas de los
caracoles una y otra vez. El resultado es que algunas piedras quedan con restos
de conchas de caracoles en su entorno, y que llaman la atención de cualquier
paseante.
Existe una
especie de caracol cuyos ejemplares tienen un diseño variado. Unos son finamente
rayados, otros son lisos y otros con listas gruesas. Su color es amarillento y
las rayas de tonos pardos oscuros. Pertenecen al género Cepaea sp, y los zorzales seleccionan a una u otra variedad según
sean más o menos visibles con el entorno. Así pues, los diseños lisos
predominan en los lechos de hojas secas, y los rayados en entornos herbáceos.
Estos hechos no escaparon al atento ojo de Charles Darwin, que advirtió como la
selección natural hace predominar a una u otra forma dependiendo del entorno.
Como el aspecto del lecho del bosque cambia a lo largo de las estaciones, la
abundancia relativa de una u otra forma también lo hace. Una cosa que me llama
la atención de estos caracoles es la capacidad de estar activos incluso con
temperaturas bajo cero, cuando otros están ocultos bajo tierra.
Para que os
sorprendáis tanto como me sorprendí yo, aquí tenéis una foto de un ejemplar “caminando”
sobre la nieve de diciembre en los alrededores del pueblo de Piedrafita de
Jaca.
Sí que es raro bien profunda debe estar la madriguera de donde ha salido para no helarse
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