En el caso
del gato, ya sea montés, doméstico o incluso en el caso del lince, no son sólo
los excrementos y las huellas los indicios de su presencia que podemos
encontrar. Quien tenga en casa un gato conoce de primera mano la costumbre que
tienen estos animales de arañar los muebles de la casa. Este comportamiento
tiene un objeto determinado. Las uñas o garras de los felinos, salvo
excepciones como el guepardo, son instrumentos de caza muy efectivos. Con ellas
atrapan a sus presas, que no pueden huir una vez están sujetas con tan
efectivos garfios. Tan importantes son para la caza, que se recogen para evitar
su deterioro cuando no se utilizan. Es lo que conocemos como uñas retráctiles.
Unas armas
tan especializadas han de ser sometidas a un mantenimiento para garantizar su
perfecto funcionamiento. Las garras han de estar extremadamente afiladas, y
para que se mantengan así, los gatos han de retirar las capas externas de las
uñas. Las uñas, crecen por capas, de modo que bajo la capa exterior más vieja
crece una nueva. Retirando la capa vieja, aparece una nueva y bien afilada. Es
esto lo que los gatos hacen cuando arañan los muebles. En el campo, hacen esto
mismo eligiendo para ello árboles de corteza fina. Al usar siempre el mismo
árbol la corteza aparece profusamente arañada como podemos apreciar en la foto
que encabeza el blog. Los gatos arañan los troncos hasta un altura de unos 80cm. En el caso de encontrar arañazos por encima del metro de altura, deberíamos de pensar en la posibilidad de la presencia de lince.
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