Esta es la cuarta
entrada que dedico a los barrenillos, esos escarabajos pequeños que viven bajo
las cortezas de nuestros árboles y arbustos. En las dos anteriores hemos visto
como viven y que indicios nos muestran su presencia en el bosque. En la primera
os relataba mi visión sobre estos animales que cumplen un importante papel en la
ecología del bosque, igual que el resto de herbívoros en sus medios adecuados,
cada uno en el suyo.

Como ocurre
con todos los seres vivos, la evolución en el transcurso de los tiempos ha
tallado los cuerpos de los mismos para que sean lo más efectivos posible en el medio en que se
desarrollan. Los que mejor adaptados están
tienen más posibilidades de dejar descendencia, o ésta es más numerosa que la
de los otros. En ocasiones, las pequeñas diferencias que tiene cada individuo
sólo son ventajosas en algún caso concreto, como puede ser una gran sequía o un
invierno más duro por ejemplo, y el resto del tiempo estas diferencian no
presentan ventajas ni se traducen en mayor éxito reproductivo. Quien sabe cuántas
“mejoras” no se habrán podido transmitir a la descendencia al no haber podido
jugar sus cartas en la partida de la selección natural.
Sea como
sea, el hecho es que aún a pesar de las dificultades de una selección tan
sujeta al azar, podemos contemplar admirables y curiosas adaptaciones. A mí
personalmente, una que me llama especialmente la atención en el caso de los
barrenillos es la forma de la parte posterior o caudal de los élitros (las alas
duras que cubren el cuerpo de los escarabajos) y que conocemos como declive
elitral.
En los
barrenillos, podríamos hacer dos grandes divisiones, los que son monógamos o
aquellos que son polígamos. Estas divisiones están basadas en un carácter morfológico
del declive elitral.
En el caso
de los monógamos, el declive elitral no tiene ninguna forma particular, (foto derecha) sino que
es redondeado y está orlado de quetas (pelos) de mayor o menor longitud. Estas
quetas son válidas como indicadores específicos propios en algunas especies. Estos élitros,
que no presentan ningún tipo de modificación drástica, cumplen con la función
de limpieza de la galería materna perfectamente, ya que esta es corta y su
disposición generalmente favorece la eliminación del serrín y los excrementos
propios y de la pareja sin necesidad de trabajos muy costosos (foto arriba izquierda).

En el caso
de los barrenillos polígamos, los machos que tengan que acometer la limpieza de
las galerías maternas, se ven cometidos a trabajos “extra”, ya que han de
atender varias galerías a la vez, y además, aunque en algunas galerías la fuerza
de la gravedad es un aliado a la hora de eliminar residuos, en otras es todo lo contrario, y los serrines han
de ser “subidos” hasta el agujero por donde se expulsan al exterior (galería foto derecha abajo). En estos
casos, los escarabajos tienen los élitros adaptados especialmente a este
trabajo, siendo sus declives elitrales auténticas palas empujadoras que
facilitan el trabajo de desalojo de detritus (foto izquierda). Estos declives, presentan un
reborde especial que les confieren una mayor capacidad de empuje ya que
conforman una concavidad que ayuda en la tarea. Estas espinas, son diferentes
en cada especie, y generalmente son más robustas y mayores en los machos que en
las hembras, lógico si se tiene en cuenta que este trabajo es desempeñado
mayoritariamente por ellos. Al final el resultado es que los élitros forman un auténtico bulldozer adaptado al empuje de detritus como la compactadora-empujadora de basura que encabeza esta entrada.
En el caso concreto de Scolytus
scolytus, y puede que en otros, se da la circunstancia de que el escarabajo es polígamo y sin
embargo tiene forma de escarabajo monógamo. Es un claro ejemplo de escarabajo
cuya forma no se adapta a su trabajo.
Esto lo
vamos a entender mejor si hacemos un paralelismo con las sociedades humanas. Tenemos
algunas sociedades que son polígamas o donde culturalmente se acepta la poligamia y otras
monógamas, en las que la poligamia incluso es punible. En el caso de sociedades polígamas, uno tiene tantas parejas como pueda "atender correctamente". En las sociedades
monógamas, también hay ejemplares que practican activamente la poligamia. En
estas sociedades esto, además de ser un delito, representa una falta de responsabilidad paternal-maternal .
Este es el caso de
Scolytus scolytus,
que abandona a una hembra y las labores de mantenimiento de la galería para
buscar otras hembras a las que luego dejará con la carga de la puesta y el mantenimiento
del hogar. Vemos pues que en el caso de las excepciones, por lo menos de esta,
el macho no presenta la morfología típica de un polígamo porque realmente su
comportamiento en cuanto a las labores de mantenimiento de las galerías
maternas es más de “escarabajo con paternidad no responsable” que de escarabajo
polígamo.
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