domingo, 25 de noviembre de 2018

Roeduras de castor europeo y coipú.

El 16 de octubre de este año, Jorge Sánchez, un profesor de la escuela de formación profesional de Movera en Zaragoza, me envió la foto que encabeza esta entrada. Me preguntaba que quién creía que la había producido, si el castor europeo (Castor fiber), especie autóctona reintroducida tras su extinción que vuelve a poblar nuestros ríos ibéricos o si por el contrario la había producido  el coipú (Myocastor coipus), especie invasora de origen sudamericano introducida por granjas peleteras de las que se ha escapado. Sobre el uso de un calendario de 2016 en el año 2018, es un asunto del que no hemos hablado, y que supongo que se debe a que no tiene uno más actual con la graduación en centímetros.

Ambas especies son roedores de gran tamaño, por lo que ambas son capaces de producir estas roeduras, y la altura a las que la realizan medidas desde el suelo son idénticas. Para saber quién fue, hemos de desentrañar el comportamiento de estos animales. El coipú se alimenta de materia vegetal de diverso tamaño, de brotes y del cambium, o parte que existe entre la madera y la corteza de los árboles.
 El castor, se alimenta de brotes y pequeñas ramitas, además de como no, la zona de cambium de los árboles. Ambos pues, producen roeduras en los troncos de los árboles que comprenden el descortezado y aparición de roeduras que llegan a la madera, que es la parte más blanca que vemos en las fotos. A la derecha y encabezando la entrada, fotografías de Jorge Sánchez sobre roeduras de coipú que me fueron enviadas y a cuyo uso me autorizó.





La diferencia en las señales que dejan ambos animales está en un comportamiento fundamental que diferencia a ambas especies. Mientras el coipú se alimenta de todas aquellas partes vegetales que se encuentran a su alcance, el castor en cambio prefiere los brotes y ramitas, que en muchas ocasiones, se encuentran a alturas a las que no alcanza. Esto provoca que cuando un castor roe un tronco, tras alimentarse del cambium, comience a roer la madera con el objetivo de talar el árbol y poder así cortar las ramas más pequeñas a las que de este modo puede acceder y llevárselas a la orilla del agua donde puede roerlas con mayor tranquilidad. Si se siente amenazado puede así huir por el agua, que es su elemento.
Es por ello que como vemos en la foto de las roeduras del castor de la izquierda, además de las roeduras de alimentación aparece una zona de madera dañada y cuyo fin es rodear el árbol y acabar derribándolo. Las roeduras en este chopo son todavía muy incipientes


En las zonas donde se alimenta el castor pues, advertiremos que los árboles de pequeño diámetro aparecen roídos con el aspecto de ser cortados de un hachazo, en forma de bisel. Una mirada atenta nos muestra las marcas de los incisivos. Si la zona es visitada por una familia o individuos de forma estable, aparecerán también árboles de mayor diámetro cortados con la típica forma de punta de lapicero o de reloj de arena si no se ha completado la tala. Una vez el árbol está en el suelo, las ramas son cortadas en bisel como las de la foto de la derecha y transportadas para alimentarse en el agua, como ya he explicado antes.


Doy las gracias a Jorge Sánchez, ya que sin sus fotografías hubiese sido imposible realizar este post.

martes, 13 de noviembre de 2018

Quién mató a la garcilla?

Ayer fui a trabajar de nuevo a la casa que tanto tiempo nos está robando. De hecho, desde hace mucho no salimos a pasear al campo porque casi todo nuestro tiempo lo gastamos en trabajar en la construcción de la casa. Algunas veces, los animales me hacen visitas que me traen a la casa las escenas que antes encontrábamos en nuestro paseos al campo.
Ayer, como digo, al entrar en lo que será el corral, (que es como llamamos en mi tierra al patio central que se encuentra en las viviendas tradicionales que llamamos "torres") contemplamos la obra de un carnívoro. "Se han comido a alguien dijo Belén. Una garcilla, parece."  Observando el rastro, opinó que sería un gato, lógico si pensamos en que son frecuentes en la zona. Le dije que había sido un ave rapaz. Sólo ellas despluman así. Todas las plumas de vuelo arrancadas una a una, al igual que el resto del plumaje. Una revisión más detallada y encontramos el pico, indicando que el diagnóstico era correcto, se trataba de una garcilla bueyera (Bubulcus ibis).

Me decía Belén que no había sangre. Se dije que faltaba alguna pieza en el puzzle. Próximo al lugar del desplume, estaba el sitio donde tranquilamente terminó de comer su presa. a unos dos metros, junto a la puerta de un almacen, estaba el resto del escenario. Se veía un poco de sangre que había salpicado sobre la puerta. Además se advertía la "raya", que es la marca de excrementos blanco que algunas rapaces como los gavilanes expulsan de forma invariable cuando capturan una presa. esta raya, es de un grosor superior a las que he visto deja el gavilán. Además había un hueso largo del ala, la tráquea y también estaba el contenido estomacal de la garcilla. Esto me gustó menos, ya que en su interior había nada menos que tres lagartijas (Podarcis hispanicus) junto con otros restos. Estoy preocupado por el descenso de la población de lagartijas, que son presa casi seguro de las salamanquesas (Tarentola mauritánica) que están en franca expansión. De hecho he constatado restos de lagartijas en los excrementos de grandes salamanquesas.
El culpable del crimen ha sido más difícil de identificar. En un primer lugar, todo apunta a una gavilana, (Accipiter nisus) perfectamente capaz dar muerte a este ave aunque la aventaja en tamaño. Únicamente, considerar que normalmente, cuando consumen a una paloma, no llegan a desplumar las alas. Estas quedan en conexión con el resto del esqueleto que aparece práctiamente completo en el sitio. Definitivamente, no se trataba de una gavilana. No podía haber consumido los huesos.
Los restos, tal y como han quedado, son compatibles con un ataque de aguilucho lagunero, (Circus aeruginosus) . Ya hablamos en otra entrada de una paloma atacada por lagunero donde el escenario era idéntico. No creo que sea el autor un aguilucho lagunero. Creo que quizá es una presa demasiado grande para él. Aunque no tengo la seguridad de estas afirmaciones.
Pudiera ser un ataque de aguililla calzada (Hieraetus pennatus), aunque es algo improbable esta última opción porque ya deben de estar todas en áfrica.  Algunos años se ha quedado alguna hasta casi finalizar noviembre, por lo que estaré vigilante por si la veo por la zona.
Visto lo visto, de momento y mientras no vea al aguililla, me voy a decantar por un ataque del busardo ratonero (Buteo buteo). Pero sólo porque he visto un ejemplar esta última semana a escasos 500 metros de la casa.
El ratonero es menos ornitófago que el aguililla calzada, que es mi sospecha más plausible. Estaré atento para poder confirmar mi hipótesis del aguililla...