martes, 26 de febrero de 2013

La chocha-perdiz de Darwin.


  

            Uno de los pasajes del Origen de Las Especies de Ch. Darwin que recuerdo con más emoción, es el del relato de cómo humedeciendo el barro que llevaba adherida la pata de una becada o chocha-perdiz (Scolopax rusticola) que le fue enviada, germinó una semilla de resbalabueyes (Juncus bofonius).
            El motivo de tal emoción se remonta a hace más de 15 años. Recuerdo que sería el año 1997 o algo así. Trabajaba en la Unidad de Sanidad Forestal de Zaragoza y fumigaba con mi compañero, entonces Antonio González, los pinos del pueblo de Chiprana para evitar la presencia de orugas de procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) en las calles, así como los posibles efectos perjudiciales de las urticantes orugas a sus vecinos. A la hora de comer, decidimos acercarnos a la laguna salada de Chiprana. Bocadillo de tortilla, prismáticos, y sentados en un escarpe de la zona sur, con los pies colgando a dos metros sobre la superficie del agua cristalina. Sabía de la presencia de Artemia salina en esta laguna por un artículo leído en la revista Empelte, nº 7 (bibliografía). Esta revista la compré en Caspe durante una excursión a Chiprana años antes con el ornitólogo Javier Pradas. En aquellos tiempos, se tenía a esta salada como la única laguna salada de interior con presencia de Artemia salina.
            Por aquellos entonces, yo tenía mis acuarios, y conocía a Artemia salina (a la izquierda) por las publicaciones del ramo. La característica de depositar los huevos en el barro salado de las marismas, de cómo este barro salado se recogía y enviaba de un lugar a otro de la Tierra por correo y que cuando el destinatario lo recibía y lo ponía con agua salada los huevos eclosionaban obteniendo así un alimento vivo de calidad, hacían a esta especie muy interesante como alimento vivo en acuariofilia.
            Cuando conocí esta característica de las artemias, cobraron sentido unos anuncios que veía en las revistas de la peluquería de mi vecina cuando era un niño. En ellos se vendían unos sobres milagrosos que contenían "monos de mar". Se aseguraba que puestos en agua, surgían de forma milagrosa y efectuaban múltiples cabriolas y persecuciones proporcionando momentos de gran diversión.
            Conocía también la presencia de Artemia Salina en las marismas de La Camargue francesa, de la presencia de flamenco rosa (Phoenicopterus ruber) y de la curiosidad de que debían el colorido rosáceo a que sus plumas se teñían por el consumo de crustáceos del tipo de Artemia salina. Entre bocado y bocado de tortilla y con los prismáticos, veía dos ejemplares de tarro blanco (Tadorna tadorna) en la orilla norte de la Salada. Esta especie migratoria se reproducía precisamente en La Camargue francesa. Pensé en los huevos de artemia depositados en el barro del suelo en La Camargue y de cómo podían viajar en las patas o las plumas de estos patos hasta esta laguna salada del mismo modo que podían viajar en un sobre hasta nuestras casas y después ser viables todavía. También había cuatro grullas (Grus grus). Era la primera vez que veía grullas posadas, y también la primera vez que veía ejemplares de tarro blanco.

  Se me ocurrió, que del mismo modo que podían haber llegado las artemias a Chiparana, a vuelo de pato, Las grullas podían transportarlas a otras lagunas saladas del interior peninsular en las que las grullas también hacen paradas migratorias.
            Cuando hoy en día leo alguna publicación en la que se habla de la presencia de Artemia Salina en lagunas saladas en las que también se pueden ver grullas, todavía recuerdo aquellos momentos. Y es este, he de confesar, el motivo de que años después, cuando tuve en mi poder el libro del Origen de Las Especies y leí el capítulo XII; recuerde su lectura con la misma emoción con la que contemplé por vez primera aquellos dos ejemplares de tarro blanco (a la izquierda) en la Salada de Chiprana...

martes, 19 de febrero de 2013

Los dientes de los carnívoros. Otros carnívoros.


            Siguiendo con las entradas que dedico a los dientes, concluiré con la última dedicada los mamíferos carnívoros. En esta última, paso por encima de un amplio número de ellos y cuyas fórmulas dentarias son más parecidas a aquellas que vimos en los cánidos. Los carnívoros que tratamos aquí, también tienen cierta especialización en sus dientes, si bien esta no es tan drástica como la que han desarrollado los gatos con su reducción de piezas tan significativa.
            La dentición que tomamos como típica correspondía como vimos a la de los perros, lobos y zorros. Otros carnívoros como el oso que podemos ver en la foto superior, también tienen una fórmula dentaria típica si bien sus piezas se han modelado durante la evolución presentando molares de cúspides más bajas, más adaptados para el consumo de vegetales que han de ser triturados y aplastados que para el troceado de carne. Es por ello que el grupo carnicero típico no es perceptible como tal.  La fórmula dentaria típica del oso (Ursus arctos), es I 3/3; C 1/1; PM 4/4; M 2/3. La diferente configuración de los dientes del oso de raíces menos ramificadas, provocan que esta fórmula dentaria, que es la típica de la familia Ursidae, no se encuentre completa en muchos ejemplares debido a la pérdida de piezas. Esta circunstancia puede ser observada en la fotografía del cráneo y mandíbula de oso pardo de esta entrada. Añadir, que este cráneo es una reproducción en resina hecha por mí mismo a partir de un molde prestado por el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón. A consecuencia de que cuando una pieza se pierde el hueso crece y cierra el hueco de la raíz (alvéolo), aparecen maxilares y mandíbulas con denticiones incompletas que no muestran indicios de tales faltas, por lo que esta familia es ciertamente variable en cuanto a la cantidad de dientes presentes. No obstante, el gran tamaño de estos carnívoros y la tan especial configuración de sus molares, los hacen fácilmente distinguibles de cualquier otro diente.
            Otra familia de carnívoros presentes en la Península Ibérica son los vivérridos, con dos especies presentes, la gineta (Genetta genetta) y el meloncillo (Herpestes ichneumon). Las fórmulas dentarias de estos pequeños carnívoros presentan reducción de número de piezas en las mandíbulas donde aparece un molar menos. Los molares y premolares presentan cúspides altas y afiladas denotando una dieta muy carnívora, apareciendo pequeñas cúspides afiladas incluso en los últimos molares, que generalmente son de forma más aplanada y de cúspides más redondeadas en el caso de los otros carnívoros.
 Los cráneos de estos animales son más estilizados y alargados que los de los mustélidos, animales con los que podríamos confundirlos. Su capacidad craneal es aparentemente menor. La fórmula dentaria de estos animales es I 3/3; C 1/1; PM 4/4; M 2/2. Arriba foto de cráneo de gineta y a la derecha podemos ver su mandíbula. El cráneo del meloncillo es el único cráneo de carnívoro de la Península que presenta la órbita de ojo completa en el cráneo, apareciendo un agujero redondo, ya que la apófisis o proceso postorbital se une con el arco cigomático
          

  La otra familia de carnívoros que está presente en la Península Ibérica son los mustélidos. Cuenta esta familia con ocho especies autóctonas diferentes presentes en la Península y dos introducidas en algunos lugares que son el visón americano y el hurón.
 La fórmula dentaria típica de la familia presenta todavía más reducido el número de piezas que los vivérridos, ya que falta una pieza en el maxilar y otra en la mandíbula. La fórmula dentaria típica sería pues I 3/3; C 1/1; PM 4/4; M 1/2. 


 No obstante, esta fórmula completa sólo está presente en la marta (Martes martes), en la garduña (Martes foina),  y en el tejón (Meles meles). 
En la foto sobre estas líneas, foto de cráneo de garduña y a la derecha su mandíbula. 


En el caso del tejón, como podemos apreciar en la foto, los molares han adquirido una apariencia morfológica importante con los de los osos. El tejón se parece a los osos incluso en la garras de sus manos, y se podría decir que ocupa el lugar que ocuparía un oso enano en el caso de existir tal especie, y es por ello, que al ocupar este nicho ecológico vacante el tejón ha acabado por parecerse más a un oso que a un miembro de la familia de las comadrejas que es la familia a la que pertenece.
Una característica típica del cráneo del tejón es que la articulación con la mandíbula forma una articulación de bisagra tan perfecta que no se desprende del cráneo a menos que se rompa el cráneo por dicha articulación.
            Otros representantes de la familia de los mustélidos, todos ellos de menor tamaño que la marta y la garduña son la comadreja (Mustela nivalis), el armiño (Mustela erminea), el turón (Mustela putorius), el visón (Mustela lutreola), el hurón (Mustela furo) y el visón americano (Mustela vison). Si observamos el primer premolar en las fotos correspondientes a la mandíbula y cráneo de la garduña, vemos que aunque esté presente no es funcional debido a su minúsculo tamaño. En el caso de estos mustélidos que acabo de relacionar, estos premolares no están presentes por lo que las fórmula dentaria es I 3/3; C 1/1; PM 3/3; M 1/2. Se deduce aquí que alguna marta o garduña puedan presentar esta misma fórmula si desaparecen estos primeros premolares de pequeño tamaño, pero en estos casos, hay que tener en cuenta que se trata de anomalías.
            No es casualidad que haya dejado a la nutria (Lutra lutra) para el final, ya que esta presenta una fórmula dentaria especial, a caballo de la típica fórmula dentaria del tejón y la reducida de la comadreja. La nutria presenta la dentición completa típica de la familia en el maxilar, con presencia del primer premolar de tamaño minúsculo, y la dentición reducida de la comadreja en las mandíbulas donde el primer premolar minúsculo ya ha desaparecido, quedando la fórmula dentaria de la nutria como sigue: I 3/3; C 1/1; PM 4/3; M 1/2. No obstante, el cráneo aplanado y con las órbitas oculares dirigidas hacia arriba, es característico de la especie, y único por su forma dentro de la familia.

lunes, 11 de febrero de 2013

Excremento de jabalí. Por sus "hechos" los conoceréis.


            No es la primera vez que en este blog la entrada la ilustra el excremento de algún animal. Parece un poco raro, pero lo cierto es que los excrementos dan al naturalista buenas pistas sobre la presencia de ciertos animales en la naturaleza. Bien sea por la forma, color, olor o por la ubicación donde los encontramos, los excrementos pueden ser tan válidos como una huella a la hora de identificar a un animal.
         En este caso, el excremento que veis más arriba pertenece a un jabalí (Sus scrofa). Las características que nos permiten identificarlo como tal son únicas. Las dimensiones son variables, cosa lógica si pensamos que el tamaño del jabalí también lo es. Un diámetro de cuatro centímetros y una longitud de diez o quince sería un tamaño grande, y se pueden hallar también algunos de quince milímetros de diámetro, pertenecientes a los pequeños jabalíes. 
         El contenido suele ser de origen vegetal y se identifica perfectamente por que los trozos de plantas son bastante groseros. Cada excremento está compuesto por varias bolas que aparecen aplastadas unas contra otras hasta adquirir la forma de embutido compuesto de formas oblongas que vemos en la fotografía. Algunas bolas pueden aparecer sueltas, pero generalmente el aspecto es el que vemos arriba.

martes, 5 de febrero de 2013

Los Cuadernos de Campo de Ruesta


            En una entrada anterior os hablaba del Aula de la Naturaleza que hemos equipado en Ruesta. También había hablado de unos pequeños cuadernillos que había editado la sección sindical del Ayuntamiento de Zaragoza. Una imagen de la portada de uno de ellos encabeza este blog. Esos cuadernillos están a la venta en el apartado de TIENDA de este mismo blog. A continuación podéis ver dos hojas del interior de estos dos cuadernillos. También os hago una relación de las especies que aparecen ilustradas en estos cuadernillos para que os hagáis idea del contenido.
           




 En el caso del cuaderno que trata sobre los mamíferos, aparecen:
            Ardilla, ciervo común, comadreja, corzo, garduña, gato montés, gineta, lirón careto, nutria, ratón de campo, tejón, topillo, zorro, erizo y jabalí. Hay ilustraciones de sus huellas y excrementos.
           











  En el cuaderno de arbustos y árboles aparecen ilustrados:
            Pino laricio, pino silvestre, pino carrasco, ciprés, enebro, sabina negral, chopo, álamo, sauce. Nogal, encina, quejigo, coscoja, olmo, higuera, espino blanco, endrino, acerollero, rosal silvestre, zarza, retama, aliaga, boj, aladierno, espino negro, arce campestre, arce de Montpelier, cornicabra, cornejo, madroño, gayuba, fresno, olivo, aligustre, romero, tomillo, madreselva, rusco, nueza negra, muérdago, retama loca. Incluye una línea con la aplicación medicinal si la tiene, pero no se dice como usarla para evitar posibles intoxicaciones, pues no se trata de una publicación técnica sobre medicina natural.

            El precio de cada librito es de 5 euros. A los que se añade el precio del transporte que a modo orientativo es de 1 euro para Península y Baleares, 2 euros para Europa, y 3 euros para el resto del mundo.  Las consultas y pedidos a: grumetedelbeagle@gmail.com