martes, 21 de diciembre de 2021

Feliz año nuevo... en el hemisferio norte.

 

Hoy comienza el año. Hoy, el solsticio de invierno, es el día más corto del año y la noche más larga, pero solo en el hemisferio norte. En el hemisferio sur en cambio, estaríamos hablando del solsticio de verano, y en ese caso, se enfrentan al día más largo el año y a la noche más corta. 

Esto ocurre, al parecer desde que un planeta pequeño llamado Theia y que mantenía una órbita con riesgo de colisión con el planeta Tierra, lo hiciese hace unos 4.500 millones de años. Una de las consecuencias parece ser la inclinación del eje de rotación de la Tierra, y que da lugar a las estaciones del año. De este modo, cuando es invierno en el hemisferio sur, es verano en el hemisferio norte y viceversa.

La otra consecuencia, la formación de la luna con los restos de la colisión que fueron expulsados a la estratosfera y que se fueron aglutinando por colisión entre ellos al quedar orbitando sobre La Tierra. La aparición de la Luna, dio lugar a las mareas, y quizá, el hecho de que existiese una zona periódica de costa sumergida y periódicamene emergida con charcas, propició la conquista de la tierra por parte de ciertos organismos marinos...

miércoles, 15 de diciembre de 2021

El ciclo de la vida. Primer capítulo. Nuestro bosque-jardín, volcanes, mares, elefantes y romanos.




 Como lo prometido es deuda, aquí va una serie de entradas que denominaré el ciclo de la vida. Con ellas, quiero bosquejar un poco la complicada red que supone la vida y las relaciones establecidas entre los seres vivos y los diferentes ecosistemas que a veces, tan alejados están unos de otros. 

Nada hay tan opuesto en nuestras mentes como el desierto del Sahara y la selva tropical Brasileña. Sin embargo, el periódico aporte de polvo del desierto del Sahara que reciben los bosques de la Amazonía se cuantifica en miles de toneladas al año. Ese aporte que los vientos realizan, no sólo fertiliza la selva, sino que también aporta minerales al mar que son utilizados por el plancton. 

Estos sedimentos unas veces proceden de la erosión de materiales que  fueron expulsados en erupciones volcánicas y otras en cambio son el resultado de la erosión de rocas que fueron producidas por la actividad de organismos marinos. Es por ello, que no sólo se relacionan los seres vivos actuales entre ellos, sino que la relación se remonta a tiempos pretéritos. Comenzaremos pues bosquejando un poco esas relaciones. 

Una de las cosas que tenemos en nuestro nuevo hogar, aún en construcción es el "caño". Un "caño" es como llamamos en la zona de Zaragoza a una excavación en el terreno que muchas veces no está revestida de ningún modo y cuyas paredes son las del propio terreno. Se usaba como lugar donde mantener los alimentos frescos. Los caños son de profundidades variables, y se componen de un pasillo más o menos largo y de excavaciones a los lados del mismo donde alojar tinajas, cántaros y otro tipo de recipientes donde se almacenaban los alimentos. Es por ello, que descender al caño es adentrarnos en el pasado.

Los cantos rodados y gravas nos hablan del lecho de un río. El río Gállego, distante ahora casi un kilómetro, depositó los suelos que pisamos ahora durante el pleistoceno superior, hace entre 11.800 y 126.000 años. (mapa geológico de España, hoja 355). Entonces, los elefantes, leones, leopardos, osos o grandes tortugas como las que habitan las Islas Galápagos dejaban sus huellas impresas en los lodos depositados por el Gállego. El hombre de Neandertal era quien vivía en ese ambiente. Finalmente, desaparecería junto con aquella fauna conformándose lo que conoceríamos como época actual.

Ese suelo se formó con las rocas y arenas que el río Gállego arrancó desde su nacimiento y que transportó hasta aquí mismo. El granito, surgió de la actividad geológica en el Pirineo durante la Orogenia Herciniana, que tuvo lugar hasta hace unos  250.000.000 de años. Las calizas se formaron en el fondo del mar hace millones de años y fueron plegadas y montadas sobre la antigua cordillera durante la Orogenia Alpina que tuvo inicio hace unos 65.000.000 de años y sigue produciéndose hoy en día.

¿Qué tiene que ver esto con la actualidad?. Pues realmente mucho. Estos depósitos traídos por el río Gállego son los que van a formar el suelo, y el tipo de suelo está directamente relacionado con el tipo de vegetación que puede vivir sobre él. Como los suelos de que disponemos son de reacción básica, es decir, de PH mayor que 7, la vegetación que pueda vivir sobre ellos tendrá que ser tolerante a este tipo de condiciones. Es por ello, que no encontraremos castaños, por ejemplo, ya que necesitan suelos cuyo PH no sea tan elevado. 


Cuando el río Gállego se fue retirando hacia el oeste en su divagar lateral provocado por la formación de meandros,  los bosques serían del tipo "bosque galería". Con el aumento de la distancia al río, el espacio sería colonizado por las especies que poblasen el monte próximo y que no necesitasen vivir tan cerca del agua. Pinos, sabinas y algún roble con gran presencia de herbáceas, según podemos deducir de los restos polínicos descubiertos en las turberas de San Juan de Mozarrifar (Valero-Garcés 2004 y González-Sampériz 2005). Los bosques comenzarían a ser roturados y puestos en cultivo desde hace unos 2500 años, en época ibero-romana según José Luis Peña interpreta en los sedimentos de la Val de las Lenas, en Botorrita. En la foto de la izquierda vemos un fragmento de una lucerna romana, (que era un lámpara de aceite) que apareció en una de las sacas de  grava que utilizamos para hacer el hormigón de la rehabilitación. 

En el siglo XVIII, Juan Martín de Goicoechea, amigo de Francisco de Goya, fija su residencia a un kilómetro de nuestro bosque-jardin. Introduce el  cultivo del olivo en la zona y construye un molino de aceite cuyos restos se encuentran en el Parque Bruil de Zaragoza, que durante la Guerra de la Independencia pasa de manos francesas a españolas varias veces. Entonces, el lugar que ahora es nuestro bosque-jardin probablemente pasa a ser un campo de olivos rodeado de viñas hasta mediados del siglo XIX. La construcción que se encuentra en la finca se reforma a principios del siglo XIX y posteriormente de nuevo en la segunda mitad del mismo siglo. Para las vigas de forjados y techumbres se traen troncos de pinos que bajan conducidos en nabatas de las cuales aún se conservan en la techumbre más de dos docenas de remos de las mismas. Algunas de esas vigas antiguas han sido descompuestas por los escarabajos y las termitas y por lo tanto han dejado de ser útiles. Se han  usado para la estufa y el serrín producido al trocear la madera se incorpora como materia orgánica al suelo. Aquí es descompuesto en sustancias minerales y enriquece el sustrato formado por el material procedente de la erosión de los materiales expulsados por los volcanes de aquella orogenia hercínica,  las rocas formadas con los sedimentos calcáreos de antiguos mares y los procedentes de la erosión de los materiales que se depositaron en el antiguo lago de agua dulce que ocupó el valle del Ebro hasta hace unos cinco millones de años. 

viernes, 12 de noviembre de 2021

Las típulas en el bosque-jardín

 




Todas las personas o una gran mayoría de ellas habrán visto alguna vez una típula. Es una especie de "mosquito gigantesco" que al sentirse atraído por la luz puede acabar dentro de nuestros hogares y que quien no sabe de que bicho se trata y cree encontrarse ante un mosquito, acaba matándolo presa del pánico. Si bien el insecto adulto es conocido, no lo son tanto sus larvas. Ellas viven bajo el suelo, alimentándose de raíces. Los céspedes de los jardines de las ciudades han facilitado el hecho de que este insecto pueda ser contemplado también en los entornos urbanos. 



En nuestro bosque-jardín la cantidad de larvas de las típulas alcanza números astronómicos. Es imposible realizar cualquier excavación para colocar un nuevo arbusto, un árbol o poner verdura en el huerto sin encontrar varias. Son más numerosas incluso que las lombrices. No soportan el encharcamiento. Hace unos días, hice "largo" de agua en el riego y al permanecer el agua en la superficie más tiempo de lo normal, miles de estas larvas salieron al exterior. (Foto de la derecha)


No sabemos muy bien cual es el mecanismo, pero como si un teléfono o una señal especial hubiese sonado, casi un centenar de Garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) acudieron a la imperceptible llamada. Dejaron todo como un gallinero. Las plumas blancas y cantidad de excrementos por todos los sitios advertían el "festejo" que habían llevado a cabo. En la parte más seca del campo, una enorme bandada de estorninos (Sturnus unicolor) forrajeaban en el suelo en busca también de las larvas de típula que suben a la superficie con el riego,  dejando las típicas marcas de forrajeo de los estorninos que son una serie de numerosos agujeros de 1cm de diámetro que aparecen entre las briznas de hierba.

Aún así, ni los estorninos ni las garcillas bueyeras pudieron acabar con todas las larvas de típula, y durante un par de días, notamos un olor que desprendía la tierra que se correspondía con la putrefacción de miles de larvas de típula ahogadas en una parte de la pradera. 

Leí una vez, no recuerdo donde, que los seres vivos que están en el suelo de una pradera y que se dedican a descomponer la materia orgánica, pesan más que las vacas que pastan en esa misma pradera. Se entiende que es en una pradera que no está sobreexplotada, claro. Con este episodio vivido hace unos días no me queda ninguna duda sobre esa afirmación. 

llevamos unos días sin regar pero las "bandadas" de estorninos siguen siendo muy numerosas. Las últimas semanas de calor lo que encontraban los estorninos ya no eran larvas, pues ahora están transformándose en típulas adultas. Las pupas en las que se advierten las largas patas que caracterizarán al adulto y que se aprecian en la foto de la izquierda, aparecían sobre la carrocería  del coche o sobre a lona del carro que está bajo los árboles, pues algunas de estas pupas parece ser que se les caían antes de ser ingeridas, quien sabe si en peleas por comérselas. Durante esta última semana y la anterior lo que se apreciaba en gran cantidad eran las típulas adultas sobre las paredes, arbustos, árboles...

domingo, 17 de octubre de 2021

Cuento de cernícalos II. Introducción al ciclo de la vida.


 Ya he comentado alguna otra vez diferentes eventos naturales que podemos disfrutar en nuestro bosque-jardin. El momento del riego, cambia el aspecto del mismo de modo que por unas horas se convierte en un pequeño humedal donde se dan cita especies propias de ese ecosistema. Cigüeñas, (Ciconia ciconia), garzas reales (Ardea cinerea), garcillas bueyeras (Bubulcus ibis), gaviotas patiamarillas (Larus cachinnans)...

Si por un lado aparecen quienes se sienten atraídos por el humedal, por otro aparecen quienes no quieren estar en él, y muchos seres subterráneos salen al exterior donde son atrapados por los nuevos inquilinos temporales.

Uno de estos seres subterráneos es el topillo mediterráneo (Microtus duodecimcostatus). Un visitante fijo del bosque-jardín es el cernícalo vulgar. Ambos protagonizan un capítulo del "ciclo de la vida". Un cuento, que como digo es de cernícalos, pero quizá sea más un cuento de topillos.

Los topìllos viven en este lugar desde antes que nosotros comprásemos un campo que había sido maltratado por la agricultura industrial basada en el consumo de productos de síntesis química y parásemos esta espiral de consumo. El último capítulo fue una aplicación de herbicida al cultivo de alfalfa para recoger la semilla. El siguiente capítulo fue el que corresponde ya al bosque-jardin. el nuevo lugar de donde surgen estos relatos.

La vida de estos topillos se desarrolla en este mismo lugar desde que nacen hasta que mueren en muchas ocasiones. Se produce un flujo circular de la materia, un "ciclo de la vida" como escuchábamos en la banda sonora del Rey León. Nacen en sus madrigueras subterráneas y van alcanzando la madures alimentándose de las materias vegetales, principalmente raíces que encuentran en sus actividades subterráneas, aunque también realizan excursiones nocturnas esporádicas en los alrededores de sus madrigueras para alimentarse. 


La excursión más larga a la que se enfrentan durante el día claro, cuando hace sol, es aquella a la que se ven obligados si el agua de riego los pilla en un lugar de su madriguera que se inunda. Entonces sólo les queda la opción de salir al exterior y nadando, alcanzar un obstáculo por encima del nivel del agua donde guarecerse. Ese recorrido no tiene mayor trascendencia para el topillo si no es percibido por el ojo de un depredador. El cernícalo que nos visita, no falta a su cita puntual cuando los campos se inundan. Comoquiera que la inundación de muchos campos se coordina y se hace simultánea por los turnos de riego, y los horarios son variable, en algunas ocasiones esto ocurre sin que la visita de los depredadores sea efectiva, y ningún topillo sufre la desgracia de ser depredado... al menos durante el espacio de tiempo que ocupa su huída a las "tierras emergidas"

El cernícalo, va usando diferentes perchas como oteadero, al tiempo que avanza el agua por la superficie. Cuando no hay oteadero disponible, usa su técnica de cernido en el aire que le da nombre. Cuando un topillo sale al exterior, el cernícalo lo atrapa. Si tiene polluelos, vuela hasta el nido próximo, que se encuentra a algo menos de 1000m, realiza la ceba o lo entrega a su pareja para que lo despedace y vuelve a por otro. Creo recordar que este viaje llegó a producirse hasta cuatro veces la última vez que pude observar todo el tiempo que estoy regando que es alrededor de una hora y media.

Tras la actividad, viene el reposo, que algunas veces realiza en el alféizar de la ventana del baño de la planta superior. Allí, queda el resultado final. Comenzaba todo con la descomposición de la materia orgánica realizada por los seres vivos descomponedores. Una vez transformada, fue usada por las plantas que con la ayuda de la luz del sol y el agua, fue convertida en una planta. La planta acabó siendo consumida por un topillo. Ese agua que da la vida a las plantas, desalojó al topillo de su madriguera y fue cazado y posteriormente consumido por el cernícalo. El final del viaje del topillo está sobre el alféizar de la ventana. Se reduce a las manchas blancas de las heces del cernícalo, que son básicamente orina y las egagrópilas (regurgitaciones de partes indigeribles) que nos muestran el pelo y los huesecillos del infortunado topillo. La lluvia arrastrará estos restos hasta el suelo del bosque-jardín que vemos al fondo de la foto, y allí comenzará un nuevo ciclo.

A nadie se le escapa  que el cernícalo lleva las presas a unos polluelos que quizá jamás lleguen a visitar nuestro bosque-jardin. En una próxima entrada, hablaremos del ciclo de la vida y veremos cuanto se puede llegar a complicar esta red. No me he puesto a escribir aún pero en mi cabeza ya surgen ideas que me dicen que estas conexiones son tan complicadas y sorprendentes, que quizá hayamos de utilizar varios capítulos...

sábado, 18 de septiembre de 2021

Conservación de excrementos y egagrópilas.







 Uno de los problemas al que se enfrentan los naturalistas es el de la preservación de los indicios que dejan los animales en el campo y que son recolectados para establecer colecciones de comparación. Hay indicios, como las cáscaras de los frutos, que con la condición de ser preservados  de la humedad pueden conservarse y guardarse siempre.

Quizá los indicios más complicados de poder coleccionar, recoger y preservar son los excrementos y las egagrópilas. En algunos casos, el problema de la difícil conservación de los mismos se extiende incluso al momento de su recolección. Si bien hay excrementos que son consistentes y fácilmente transportables como los de lagomorfos, herbívoros y carnívoros (que no sean recientes), existen otros como los de sapo corredor de la fotografía de la izquierda  o de aves insectívoras que son muy frágiles desde el momento mismo de su recolección. Igualmente, frente a egagrópilas consistentes como puedan ser las de rapaces diurnas o nocturnas, hay otras como las de abejaruco o las de martín pescador (cuya fotografía encabeza esta entrada) entre otras, que son extremadamente frágiles

Ayer estuve en la presentación de un libro escrito por un colega, Víctor Quero, (autor del blog "Entre pinos y Sembrados" que puede enlazarse desde esta misma página) y hablamos del tema. Me comentaban allí que el modo de preservación que se usa es el rociado con barniz en spray. Yo nunca he usado ese método. Mi modo de hacerlo ha estado siempre destinado a la protección y consolidación de la totalidad del elemento a preservar y no sólo su parte superficial. Durante muchos años, he usado una técnica  que adapté a mis posibilidades de la que citaban los autores P. Bang y P. Dahlstrom en su conocida guía de huellas y señales famosa internacionalmente. Ellos citaban la aplicación de una solución de celuloide en acetona. Esa fórmula la adapté según me pareció más económico y accesible. Utilicé como fuente de celuloide películas de fotografía. Estas eran introducidas en un bote con acetona y las dejaba reposar durante un tiempo. El líquido se tornaba marrón cuando ya estaba listo. Este líquido, aplicado mediante un cuentagotas de vidrio sobre las egagrópilas muy deleznables como las de martín pescador o los excrementos de pito real, los consolida de forma casi instantánea gracias a la velocidad tan elevada a la que se evapora la acetona. Quedan de este modo lo suficientemente consistentes como para ser transportadas con bastante garantía de que lleguen enteras a casa.

He tenido la suerte de poder trabajar en alguna ocasión con el equipo de voluntarios del museo de  Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza bajo las indicaciones de su director, Ignacio Canudo Sanagustín. Para poder trabajar los fósiles y extraerlos de la roca donde se encuentran, se procede a la consolidación gradual de la parte limpia antes de continuar con el trabajo en el total de la pieza. El material utilizado como consolidante es un material plástico presentado en trocitos y soluble en acetona llamado Paraloid B72. (fotografía abajo a la derecha)

Una vez visto el funcionamiento de este tipo de sustancia, decidí hacer una prueba para ver su comportamiento con egagrópilas y excrementos. Lo usé con egagrópilas de cernícalo vulgar y con excrementos de sapo. El resultado ha sido tan bueno como esperaba pero más cómodo aún que el que usaba inicialmente con las películas fotográficas diluídas que ya describía en mi publicación Huellas y rastros de animales del Pirineo, de editorial Barrabés.

Desde hace un año al menos, el método usado para la recolección de material muy deleznable y para la posterior conservación de todos los excrementos y egagrópilas que uso es el de impregnación con paraloid b72 diluído en acetona. El método es el de aplicación con cuentagotas hasta saturación. Se sabe que está saturado cuando la cantidad de líquido deja de ser absorbido por el elemento a consolidar y éste empieza a "rebosar". Una vez llegado a este momento, cuando el elemento a recoger deja de estar húmedo ya se puede transportar, si lo que estamos haciendo es recolectar. En el caso de estar preparando el elemento mencionado para su posterior almacenaje, es mejor dejar transcurrir algunas horas, ya que los vapores de la acetona pueden destruir los plásticos si lo que utilizamos son cajas de plástico de esas que se usan como estuches de joyería o tarjetas de visita.

En otro momento, haré referencia al modo en el que se pueden conservar las piñas, ya sean trabajadoas por los animales o sean intactas para establecer una colección de comparación.


miércoles, 1 de septiembre de 2021

Cuento de cernícalos I. Frente a nuestra antigua casa.




 Tenía pendiente la elaboración de un relato sobre el cernícalo (Falco tinnunculus) que viene a la casa que tenemos actualmente en construcción para "recolectar" los topillos, pero los acontecimientos de estos últimos días me hacen reparar primero en los cernícalos que han criado desde hace muchos años en unos cipreses próximos a lo que ahora es nuestra vivienda provisional y que hemos perdido en un acto de piratería del Ayuntamiento de Zaragoza.

    En estas dos semanas he visto como un adulto, creo que el macho, pues estaba a cierta distancia y no llevaba prismáticos, se jugaba el tipo de forma temeraria. Es frecuente verlo acosando a las aves rapaces que suelen acercarse a prospectar la zona en busca de roedores o palomas domésticas. Ratoneros (Buteo buteo), aguiluchos laguneros (Circus aeruginosus), águilas calzadas (Hieraaetus pennatus), milano negro (Milvus migrans),     Milano real (Milvus milvus)... todas sufren el molesto acoso de este pequeño cuando recorren la zona. Observamos como giran el cuello hacia arriba, observando al incordiante halconcillo que finalmente siempre consigue que se tengan que ir. 

La semana pasada, esta costumbre estuvo a punto de costarle la vida. Una incursión de un halcón peregrino (Falco peregrinus) desencadenó esa costumbre suya de ir a desalojar al intruso. El halcón, en el mismo instante casi en el que el cernícalo se instalaba sobre él, se dejó caer alcanzando gran velocidad, para dar un quiebro y volver sobre el lugar donde se encontraba el cernícalo en escasos segundos. El cernícalo,  se salvó sólo gracias a que la escasa altura en la que se desarrolló la acción evitó que el halcón peregrino contase con la mayor velocidad que le habría proporcionado un poco más espacio hasta el suelo. Esquivado in extremis este primer ataque gracias a un quiebro del cernícalo, pudo alcanzar la seguridad de un poste eléctrico que evitó la insistencia de ese proyectil que es el halcón peregrino y que otras veces me ha dejado atónito al poder observar sus ataques a las palomas, cogujadas o a un simple gorrión en otras ocasiones.

El otro relato está protagonizado por lo que yo interpreté como uno de los pollos del cernícalo. Andan ya los pollos volando a bastante distancia del nido. Son realmente impertinentes con sus piídos reclamando comida de los padres. llegué a casa del trabajo y Alicia, la madre de Belén me dijo que el críalo (Clamator glandarius) estaba en un poste pidiendo comida a sus padres adoptivos, las urracas (Pica pica). Le dije que era un cernícalo y que lo que ocurría es que las urracas estaban acosándolo y que los piídos eran porque se trataba de un polluelo. Entré en casa a por los prismáticos. Me puse a observar al cernícalo, que no paraba de piar cuando alzó el vuelo y se dirigió hacia donde yo estaba. Oía su llamada incesante cuando sobrevolaba los árboles. justo pasaba el cernícalo sobre mi cabeza y se refugiaba en la higuera (Ficus carica) que estaba a escasos tres metros de mí, cuando no sé muy bien de donde salió ni de donde vino, pasó tras él un macho de azor (Accipiter gentilis) que no pudo hacer presa sobre él y que casi se golpea con la higuera (gracias a esta maniobra de "frenado" pude ver su larga cola desplegada mostrando el barreado ancho característico), y que una vez realizado el quiebro de evitar la higuera, se posó a unos diez metros, en un pino piñonero (Pinus pinea) que tiene Alicia en la puerta de su casa. Alicia salió de casa y el azor huyó, como es característico de la especie, volando a escasos centímetros del suelo, a gran velocidad y ajustándose a cada accidente del terreno o arbusto...

Como véis, los relatos de episodios propios de documentales de naturaleza se dan a escasos metros de nuestras casas, tanto en el campo como en la ciudad. Este cuento sobre los cernícalos no es único, de modo que como os he contado, escribiré otro sobre los cernícalos que vienen a nuestra nueva casa.

jueves, 5 de agosto de 2021

Los hoteles para insectos



 Hace algún tiempo que hice un par de hoteles para insectos con unas tablas que me sobraron del tejado de mi casa. Realmente, en el lugar en el que vivimos espero que no haga falta esto, porque los insectos tendrán tanto refugio como necesiten, pero la idea que llevaba de abrir el bosque-jardin a las visitas si se consolidaba la propuesta de realizar un lugar expositivo en la finca me llevaron a su construcción. Desechada la idea por los problemas con urbanismo, no voy a retirar los hoteles de insectos ya que están puestos, así que he decidido que los terminaremos de equipar. No sabía muy bien con qué tapar los trozos de tubo de hormigón donde se apoyan, y Belén sugirió la idea de ocultarlos con piedra. El resultado es el que veis.


En uno de estos hoteles, hemos dejado un hueco para que si tiene a bien la abubilla se digne a traer al mundo a sus polluelos en este lugar.  Creo que se aprecia la entrada en la foto. Con lajas de piedra hemos preparado el sitio para que no se cuele el agua cuando llueva. 

Los mochuelos también suelen hacer uso de huecos como estos, pero la disponibilidad de tejados viejos en la zona no creo que les haga optar por el uso de este hueco. No obstante no cejaremos en nuestro empeño y cuando el porte de los árboles sea aún mayor pondremos cajas nido para ellos, así como para los autillos.


El hotel está equipado con trozos de caña para que las abejas solitarias utilicen los agujeros para anidar, un apartado con adobes para las avispas alfareras o para abejas excavadoras, unos ladrillos, un nido para que usen los abejorros que realmente es usado por las avispas, un apartado con trozos de ladrillo y otro con piñas de pino carrasco. El montón de piedras que cubre el pie del hotel está relleno con canto rodado de un diámetro de 30mm a 50mm que permita alojar a muchos “bichos” en sus intersticios...

 

jueves, 22 de julio de 2021

Más cosas sobre los sapos...

 

Sigo observando como se va implantando la población de sapos en el nuevo bosque-jardín. La verdad es que estoy muy contento con ella. Un vecino me comunicó que un sapo se estaba paseando por el salón de su casa un día a las 12:30 de la noche tan campante. Se sitúa a unos 700m. de mi casa y me da esperanzas sobre la recuperación de la presencia de estos animales. Además ellos también tienen un bosque-jardín donde los sapos podrán desenvolverse y reproducirse sin problemas cuando les pueda proporcionar un punto de agua.

En casa, los hemos visto en las proximidades del huerto donde mantienen a raya a las babosas. La caballería llegó algo tarde y algunas lechugas ya habían desaparecido, pero la naturaleza requiere paciencia. Vale más perder diez lechugas que ponerse nervioso e ir a buscar venenos a la tienda.

En el estanque provisional que hice, con lona EPDM, enseguida hicieron sus puestas, lo que indica que se quedarán por la zona. Este invierno haremos un estanque mayor con una zona poco profunda donde ellos puedan poner sus cordones de huevos como lo hacen en los charcos de los caminos y como lo hacían en las ahora inexistentes balsas que acompañaban a cada casa rural o “torre”, que es la denominación que reciben estas construcciones en Aragón, quizá más en Zaragoza.

Al ser de pequeño tamaño, algunos se colaron dentro de la casa, y poco a poco los hemos ido desalojando cuando los hemos visto corretear por las noches. Ahora disponemos un listón de madera que impida que entren más, aunque también impiden que salgan los de dentro. En el interior de la casa se alimentan de hormigas, exactamente igual que hacen en el exterior, así que no existe problema de muerte por inanición. Al datar la construcción de finales del siglo XVII o principios del XVIII y estar construída de tapial, han encontrado acomodo excavando huecos en las paredes, y la humedad del paramento es suficiente para ellos.

Al parecer ya sólo nos queda un inquilino, no muy grande a juzgar por sus excrementos, y que se ha delatado al caminar sobre el mortero de nivelación fresco que se extendió previo a la colocación del suelo.

En la fotografía de sus huellas se puede apreciar tan sólo la marca de las puntas de sus dedos tanto en el caso de la mano como en el del pie. Cuatro dedos que posee en las manos y que se orientan hacia el interior de la huella y cinco alineados en el caso del pie. Podemos advertir como el dedo más interno de la mano, en este caso, coincide con la marca del dedo más interno del pie del mismo lado, en este caso el lado derecho en ambas extremidades.

En los próximos días desalojaremos al último de nuestros inquilinos que nunca fue mal recibido y que nos obsequió con este magnífico rastro de su presencia. Consideramos un lujo poder disfrutar de una buena población de sapos en nuestro huerto y en el resto del entorno. Poco a poco construiremos un hogar para todos aquellos seres que un día fueron desalojados por la agricultura industrial o por la especulación inmobiliaria. Tanto la fauna, como nosotros como humanos compartimos este vínculo especial.

viernes, 29 de enero de 2021

La vuelta al campo

 


Por fin he salido al campo. La intervención quirúrgica se ha sumado a las restricciones de circulación y al accidentado 2020 y ahora he podido caminar un poco por ahí aunque haya sido con ayuda de las muletas. He visitado el río de mi localidad, el Gállego. He comprobado lo cambiado que está y lo bien que se están naturalizando las repoblaciones forestales. La ventaja de plantar no sólo especies arbóreas sino bosques a grandes rasgos, poniendo árboles y algunos de los principales arbustos que acompañan a esos árboles, garantizarán que exista la semilla que después distribuirán los animales silvestres. 


El buen criterio de repoblar con bosque xeromediterráneo la zona más alejada del río, donde la capa freática se sitúa demasiado profunda y el soto es inviable, garantizará que las futuras generaciones disfruten de un paraje natural inigualable. En la naturaleza, los ríos rompen la continuidad del bosque "que toca" por climatología, suelo y situación con el bosque galería que acompaña a los cursos fluviales y sus característicos cambios de caudal. En Zaragoza lo que toca es el bosque mediterráneo de pino carrasco (Pinus halepensis) con sabina albar (Juniperus thurifera)  y carrasca (Quercus ilex). El efecto es una naturalización increíble con el río que discurre ahora encajado en su cauce de estío orlado de bosques galería por ambas orillas, en aquellos lugares donde es posible y el río permite. Un bosque xeromediterráneo lo protege en las partes más exteriores como las cáscaras protegen a las semillas de la pérdida de humedad. Parará los  vientos y creará un microclima diferente al desnudo suelo de gravas que quedó tras la brutal explotación de las mismas que alcanzó una tremenda virulencia hace 40 años. Es un disparate el número de conejos que hay allí, pero con el tiempo los depredadores podrán darse vida y circular por este corredor natural que conecta el llano de Zargoza y la montaña del Pirineo como una gran autopista palpitante. Zorros, tejones, ginetas y garduñas son los mamíferos que aprovechan este recurso abundante del conejo, y los ratoneros, milanos o el azor las aves rapaces que viven a expensas de esta población, si bien un colega ya me ha informado que el águila real realiza vuelos de caza con cierta frecuencia. No he encontrado indicios de búho real pero seguramente se puedan ver individuos en dispersión que se escondan en algún pino de los que ya van teniendo un tamaño considerable. 

Frecuentes ya para quien se acostumbre a observar las señales de los animales, son las roeduras de los castores en los árboles de lo que ya vamos a llamar directamente soto, como bosque de ribera que es aunque no abunden los árboles maduros. Encabeza esta entrada la foto de un árbol cuyo tronco ha sido roído completamente por el castor con el fin de hacerlo caer y poder acceder a las ramas finas y la corteza de las ramas menos gruesas de las que se alimenta. Ahora sin hojas, se advierte en uno de los chopos (Populus nigra) lo que seguramente es un nido de azor situado en la horquilla central del árbol y bastante voluminoso.


No provoca daños considerables el castor. Si bien es cierto que “tala” bastantes árboles, éstos no necesariamente mueren, sino que vuelven a brotar a partir de la zona roída continuando con la función protectora que los árboles hacen en las orillas. Es más, al ser árboles que adquirirán un porte más arbustivo y cuyas ramas parten desde el mismo suelo en ocasiones, contribuirán a frenar la violencia de las avenidas y la favorecer la sedimentación de elementos más finos. A la izquierda podemos ver árboles que fueron roídos por el castor hace unos meses y cómo el árbol cicatriza la herida creciendo de nuevo a partir del corte. 


Una de las cosas que mejor he visto es el efecto de las repoblaciones sobre el río. Para quienes visitábamos el río con cierta frecuencia, una cosa que no nos pasaba desapercibida era el aspecto general. Sin árboles, el suelo estaba desnudo y estaba compuesto de forma exclusiva de gravas de distintos grosores. Ahora el río en su discurrir entre los árboles del bosque cuando viene crecido, no arrastra tan sólo gravas, sino que se está formando suelo, apareciendo lechos de arenas y finos que cubren las gravas y donde pueden arraigar otro tipo de plantas. La mayor lentitud de las corrientes durante las avenidas que se ven frenadas por la vegetación tienen un efecto que sin duda es positivo. No recuerdo estas formaciones de suelos tan diferentes a las gravas en esta parte del río. El aspecto que muestra es la de un río vivo, con riberas vivas, algo impensable para quien siendo un adolescente vio como desaparecían los últimos chopos, de pequeño porte ya, bajo los cuales íbamos a merendar alguna vez.  A la derecha vemos dos troncos roídos por el castor y como los árboles están rodeados por suelos cubiertos de arena, no sólo de gravas.


lunes, 4 de enero de 2021

Cicatrizando las heridas

   


 
Las ramas y los troncos de las plantas leñosas están cubiertos de una corteza que las protege de la desecación y bajo la cual late la vida. Del mismo modo que nosotros estamos cubiertos de una piel que aísla el interior del cuerpo del exterior y nos protege de las infecciones, la corteza de nuestros árboles y arbustos cumple esta misma misión. Bajo la corteza y justo sobre la capa de madera formada el año anterior, aparece una capa que llamamos floema y que es la parte que está en crecimiento y por donde circula la savia. El floema es la parte que crece cada año formando un nuevo anillo. Esta forma de crecer formando cada año un nuevo anillo a lo largo de todo el arbol, tiene el mismo efecto que vemos en esas muñecas rusas en las que una encaja dentro de la otra. Los árboles son algo así como gigantescas matriuskas en las que un nuevo árbol crece por encima del árbol del año anterior. Ese otro árbol queda atrapado dentro cada año y el proceso se registra en  el anillo de crecimiento nuevo formado en la primavera y el del otoño de cada año..

    Del mismo modo que nos ocurre a nosotros, los árboles sufren accidentes que rompen esa "piel" dejando al descubierto la madera interior. Esto supone un peligro, ya que expone el interior del árbol, lo que llamamos madera, a la acción de hongos e insectos que normalmente no pueden acceder a ella al estar protegida por la corteza y los elementos químicos para la defensa ante las agresiones que posee la savia. Estos accidentes que exponen la madera son provocados por fenómenos atmosféricos como acumulación de nieve o vientos que tronchan las ramas, por acción de los seres vivos, avalanchas, riadas, etc. En el caso de nuestro aliso (Alnus glutinosa), no sabemos que produjo la brutal herida que presenta. Pudo ser un desgarro producido por una rama que desgajó el viento o un corte de rama mal hecho que arrastró parte del tronco en su caída provocando la herida a lo largo del mismo.

  


   Desde que compramos la casa, hemos cuidado el aliso, regándolo y aportando abono foliar para fortalecerlo y facilitar el cierre de la herida con el fin de que el interior de la madera quede protegido. En la foto que encabeza la entrada, se aprecia la herida vertical que parte desde una rama cortada a más de dos metros de altura casi hasta el suelo. El crecimiento del árbol en diámetro provoca que poco a poco el callo que se forma en los bordes de la herida vaya cerrándola de forma paulatina. En la foto de detalle de la derecha, se aprecian los bordes redondeados del callo en crecimiento a ambos lados de la herida y una zona en la que ambos lados del callo han entrado en contacto empezando a cerrarla. Este contacto no implica que los anillos de crecimiento se hayan fusionado cerrando el anillo de crecimiento a lo largo del perímetro del árbol, cosa que veremos en detalle en las siguientes fotografías.

  


  Para ver que ocurre dentro del árbol cuando se cicatriza, podemos observar a la izquierda la foto de  una rodaja de sabina albar (Juniperus thurifera) en la que apreciamos una herida similar y los bordes redondeados del callo que se aproximan el uno al otro año tras año lentamente. Vemos que sus anillos de crecimiento quedan interrumpidos en la zona de la herida y que la aproximación y engrose del callo se produce cuando se añade un anillo de crecimiento sobre otro al cabo de varios años. En este caso comprobamos como cuando el callo formado a ambos lados de la herida entre en contacto, quedaran restos de corteza incluidos en un hueco formado en la madera. En el caso que veremos más adelante, en el hueco formado de esta misma forma en un pino carrasco, pude extraer restos de insectos que quedaron incluídos en la resina que el pino expulsó para defenderse de su ataque sesenta años antes de que yo puliera la rodaja del pino.



Para que podamos ver lo que ocurre con posterioridad, tenemos a la derecha una foto de  parte de la  rodaja de otro árbol, en este caso de un pino carrasco (Pinus halepensis) en la que apreciamos la curación de dos heridas en sentido también longitudinal producidas por la acción de un insecto perforador (Tomicus piniperda). Vemos que para que el callo entre en contacto, pasan algunos años. Transcurrieron unos veinte años hasta que se curó la herida que vemos en el centro de la foto y quizá unos 15 años hasta que curó la de más abajo. En una tercera herida que vemos en la parte superior de la foto, comprobamos que no llegó a sanar pese a que transcurrieron 60 años desde que se produjo la herida hasta la muerte del árbol. En este caso se formó callo pero la corteza incluída nunca permitió la fusión entre ambas partes de la herida.