sábado, 18 de septiembre de 2021

Conservación de excrementos y egagrópilas.







 Uno de los problemas al que se enfrentan los naturalistas es el de la preservación de los indicios que dejan los animales en el campo y que son recolectados para establecer colecciones de comparación. Hay indicios, como las cáscaras de los frutos, que con la condición de ser preservados  de la humedad pueden conservarse y guardarse siempre.

Quizá los indicios más complicados de poder coleccionar, recoger y preservar son los excrementos y las egagrópilas. En algunos casos, el problema de la difícil conservación de los mismos se extiende incluso al momento de su recolección. Si bien hay excrementos que son consistentes y fácilmente transportables como los de lagomorfos, herbívoros y carnívoros (que no sean recientes), existen otros como los de sapo corredor de la fotografía de la izquierda  o de aves insectívoras que son muy frágiles desde el momento mismo de su recolección. Igualmente, frente a egagrópilas consistentes como puedan ser las de rapaces diurnas o nocturnas, hay otras como las de abejaruco o las de martín pescador (cuya fotografía encabeza esta entrada) entre otras, que son extremadamente frágiles

Ayer estuve en la presentación de un libro escrito por un colega, Víctor Quero, (autor del blog "Entre pinos y Sembrados" que puede enlazarse desde esta misma página) y hablamos del tema. Me comentaban allí que el modo de preservación que se usa es el rociado con barniz en spray. Yo nunca he usado ese método. Mi modo de hacerlo ha estado siempre destinado a la protección y consolidación de la totalidad del elemento a preservar y no sólo su parte superficial. Durante muchos años, he usado una técnica  que adapté a mis posibilidades de la que citaban los autores P. Bang y P. Dahlstrom en su conocida guía de huellas y señales famosa internacionalmente. Ellos citaban la aplicación de una solución de celuloide en acetona. Esa fórmula la adapté según me pareció más económico y accesible. Utilicé como fuente de celuloide películas de fotografía. Estas eran introducidas en un bote con acetona y las dejaba reposar durante un tiempo. El líquido se tornaba marrón cuando ya estaba listo. Este líquido, aplicado mediante un cuentagotas de vidrio sobre las egagrópilas muy deleznables como las de martín pescador o los excrementos de pito real, los consolida de forma casi instantánea gracias a la velocidad tan elevada a la que se evapora la acetona. Quedan de este modo lo suficientemente consistentes como para ser transportadas con bastante garantía de que lleguen enteras a casa.

He tenido la suerte de poder trabajar en alguna ocasión con el equipo de voluntarios del museo de  Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza bajo las indicaciones de su director, Ignacio Canudo Sanagustín. Para poder trabajar los fósiles y extraerlos de la roca donde se encuentran, se procede a la consolidación gradual de la parte limpia antes de continuar con el trabajo en el total de la pieza. El material utilizado como consolidante es un material plástico presentado en trocitos y soluble en acetona llamado Paraloid B72. (fotografía abajo a la derecha)

Una vez visto el funcionamiento de este tipo de sustancia, decidí hacer una prueba para ver su comportamiento con egagrópilas y excrementos. Lo usé con egagrópilas de cernícalo vulgar y con excrementos de sapo. El resultado ha sido tan bueno como esperaba pero más cómodo aún que el que usaba inicialmente con las películas fotográficas diluídas que ya describía en mi publicación Huellas y rastros de animales del Pirineo, de editorial Barrabés.

Desde hace un año al menos, el método usado para la recolección de material muy deleznable y para la posterior conservación de todos los excrementos y egagrópilas que uso es el de impregnación con paraloid b72 diluído en acetona. El método es el de aplicación con cuentagotas hasta saturación. Se sabe que está saturado cuando la cantidad de líquido deja de ser absorbido por el elemento a consolidar y éste empieza a "rebosar". Una vez llegado a este momento, cuando el elemento a recoger deja de estar húmedo ya se puede transportar, si lo que estamos haciendo es recolectar. En el caso de estar preparando el elemento mencionado para su posterior almacenaje, es mejor dejar transcurrir algunas horas, ya que los vapores de la acetona pueden destruir los plásticos si lo que utilizamos son cajas de plástico de esas que se usan como estuches de joyería o tarjetas de visita.

En otro momento, haré referencia al modo en el que se pueden conservar las piñas, ya sean trabajadoas por los animales o sean intactas para establecer una colección de comparación.


miércoles, 1 de septiembre de 2021

Cuento de cernícalos I. Frente a nuestra antigua casa.




 Tenía pendiente la elaboración de un relato sobre el cernícalo (Falco tinnunculus) que viene a la casa que tenemos actualmente en construcción para "recolectar" los topillos, pero los acontecimientos de estos últimos días me hacen reparar primero en los cernícalos que han criado desde hace muchos años en unos cipreses próximos a lo que ahora es nuestra vivienda provisional y que hemos perdido en un acto de piratería del Ayuntamiento de Zaragoza.

    En estas dos semanas he visto como un adulto, creo que el macho, pues estaba a cierta distancia y no llevaba prismáticos, se jugaba el tipo de forma temeraria. Es frecuente verlo acosando a las aves rapaces que suelen acercarse a prospectar la zona en busca de roedores o palomas domésticas. Ratoneros (Buteo buteo), aguiluchos laguneros (Circus aeruginosus), águilas calzadas (Hieraaetus pennatus), milano negro (Milvus migrans),     Milano real (Milvus milvus)... todas sufren el molesto acoso de este pequeño cuando recorren la zona. Observamos como giran el cuello hacia arriba, observando al incordiante halconcillo que finalmente siempre consigue que se tengan que ir. 

La semana pasada, esta costumbre estuvo a punto de costarle la vida. Una incursión de un halcón peregrino (Falco peregrinus) desencadenó esa costumbre suya de ir a desalojar al intruso. El halcón, en el mismo instante casi en el que el cernícalo se instalaba sobre él, se dejó caer alcanzando gran velocidad, para dar un quiebro y volver sobre el lugar donde se encontraba el cernícalo en escasos segundos. El cernícalo,  se salvó sólo gracias a que la escasa altura en la que se desarrolló la acción evitó que el halcón peregrino contase con la mayor velocidad que le habría proporcionado un poco más espacio hasta el suelo. Esquivado in extremis este primer ataque gracias a un quiebro del cernícalo, pudo alcanzar la seguridad de un poste eléctrico que evitó la insistencia de ese proyectil que es el halcón peregrino y que otras veces me ha dejado atónito al poder observar sus ataques a las palomas, cogujadas o a un simple gorrión en otras ocasiones.

El otro relato está protagonizado por lo que yo interpreté como uno de los pollos del cernícalo. Andan ya los pollos volando a bastante distancia del nido. Son realmente impertinentes con sus piídos reclamando comida de los padres. llegué a casa del trabajo y Alicia, la madre de Belén me dijo que el críalo (Clamator glandarius) estaba en un poste pidiendo comida a sus padres adoptivos, las urracas (Pica pica). Le dije que era un cernícalo y que lo que ocurría es que las urracas estaban acosándolo y que los piídos eran porque se trataba de un polluelo. Entré en casa a por los prismáticos. Me puse a observar al cernícalo, que no paraba de piar cuando alzó el vuelo y se dirigió hacia donde yo estaba. Oía su llamada incesante cuando sobrevolaba los árboles. justo pasaba el cernícalo sobre mi cabeza y se refugiaba en la higuera (Ficus carica) que estaba a escasos tres metros de mí, cuando no sé muy bien de donde salió ni de donde vino, pasó tras él un macho de azor (Accipiter gentilis) que no pudo hacer presa sobre él y que casi se golpea con la higuera (gracias a esta maniobra de "frenado" pude ver su larga cola desplegada mostrando el barreado ancho característico), y que una vez realizado el quiebro de evitar la higuera, se posó a unos diez metros, en un pino piñonero (Pinus pinea) que tiene Alicia en la puerta de su casa. Alicia salió de casa y el azor huyó, como es característico de la especie, volando a escasos centímetros del suelo, a gran velocidad y ajustándose a cada accidente del terreno o arbusto...

Como véis, los relatos de episodios propios de documentales de naturaleza se dan a escasos metros de nuestras casas, tanto en el campo como en la ciudad. Este cuento sobre los cernícalos no es único, de modo que como os he contado, escribiré otro sobre los cernícalos que vienen a nuestra nueva casa.