sábado, 31 de marzo de 2012

La presa del gavilán


Este invierno, como todos, también he contado con una hembra de gavilán que ha invernado por los alrededores de mi casa. Esta costumbre me ha permitido observar al gavilán con su presa en varias ocasiones. Una vez incluso he visto atrapar un pajarillo en una higuera que tengo en la puerta de casa.
De forma invariable, el aspecto de la paloma recién devorada, cuando el gavilán ha hecho su primera comida y ha dejado lo que sobra, es el que podéis ver en esta foto. El lugar no es demasiado bonito. La verdad es que estaba el gavilán en medio del camino que conduce a mi casa y al pasar con el coche se apartó un par de metros hasta una acequia que discurre a un lado. Continué el camino hasta casa, esperé un tiempo hasta que hubiera terminado de comer y después fui  fotografiar el crimen.
Aparece la paloma con la cabeza arrancada, sin consumir los sesos. El cuerpo, sin apenas desplumar y toda la pechuga devorada. La come sin dejar marcas del pico en la quilla. Es porque cuando se come a la paloma se sitúa en línea con ella, y come primero un lado de la pechuga y después el otro. En esta segunda foto se puede apreciar el detalle. Creo que vuelve sobre esta misma presa cuando de nuevo siente hambre, puesto que si se deja la presa en este sitio, al día siguiente aparece con todo lo demás comido, pero con el cuerpo tratado del mismo modo: sin apenas desplumar y con las alas intactas. No consume las patas ni despluma las alas. Este invierno he podido ver un cernícalo con una paloma del mismo modo que os he relatado del gavilán. Cuando he ido un rato después a por los restos me he encontrado un esternón seco con las alas en conexión y ninguna pluma por el suelo, lo que me hace pensar en que el cernícalo estaba carroñeando sobre la presa del gavilán. Además cuando el gavilán se va, ya no vuelvo a encontrar palomas tratadas de este modo, hecho que confirma que el cernícalo no suele depredar sobre las palomas y que en este caso carroñeaba la presa del gavilán.

sábado, 24 de marzo de 2012

Huellas delicadas


Este año ha nevado poco. Recuerdo aquellos años en los que nieva incluso por los alrededores de Zaragoza. Sacaba a los niños del colegio y aprovechábamos para hacer un “día blanco” pero de verdad. En vez de que esquiaran en un entorno desconocido, nos íbamos al mismo bosque mediterráneo que visitamos en primavera con sus orquídeas, o en verano con las nuevas aves rapaces adornando el cielo. Entonces jugábamos a darnos bolazos de nieve, a bajar por las cuestas (más sobre piedras que sobre nieve) con el trineo o a “estrenar"  la nieve que cubre los caminos donde quedan las huellas de la actividad de todos los animales. Hace de esto seis años y mis hijos todavía recuerdan esas experiencias.
Este año, ni tan siquiera en las zonas de montaña se ha podido disfrutar de la nieve. Yo que siempre voy a la búsqueda de huellas de animales  os traigo aquí una huella curiosa. No está fotografiada en el monte, esta es de mi casa, en ese sitio que nosotros llamamos jardín pero que no sé si se identifica exactamente con esta palabra.
Corresponde esta huella al aterrizaje de un gorrión. Se puede ver la marca de las plumas de las alas y las de las patas cuando toma tierra. El gorrión descendería en dirección desde abajo hacia arriba en la foto. Las alas trabajan para reducir la velocidad y tomar tierra. En estos últimos aleteos las plumas primarias llegan a rozar el suelo y un poco más allá las dos patas toman contacto con el suelo a la vez. Sólo la fina capa de nieve permite que las alas dejen impresión de su roce en el suelo.
Otros gorriones han dejado sus huellas cerca de esta que os indico. En este caso, uno se desplaza desde la parte de abajo de la fotografía hacia la parte superior derecha. La huellas aparecen de dos en dos, ya que el modo de desplazamiento normal del gorrión es dando pequeños saltitos con ambas patas a la vez. Otro rastro, situado más a la derecha se dirige en sentido contrario al anterior.
 Esperemos que el año que viene podamos volver a jugar en la nieve en Zaragoza y volver a contemplar huellas como esta.

sábado, 17 de marzo de 2012

La asesina silenciosa...


Pocas veces nos planteamos que cuando ponemos una planta en nuestro jardín puede tener consecuencias nefastas para alguien. Dese hace siglos, se cultivan plantas exóticas en los jardines con el fin de poder contemplar ejemplares que no crecen de forma espontánea en un lugar determinado. Nada más bonito e inocuo. Sin embargo, hemos de saber que durante cientos de miles de años, las plantas y otros animales han tenido que adaptarse y evolucionar en medios cambiantes y rodeados de otros seres vivos que a la vez que ellos se adaptaban a vivir en ese medio determinado. Así pues, inocentes ranitas multicolores se tornaron en mortíferas joyas para defenderse de sus depredadores, y al mismo tiempo plantas llamativas hacen correr por sus vasos una savia repleta de cócteles tóxicos para defenderse en una carrera de fondo contra el inmisericorde diente del herbívoro. Así pues, algunas introducciones de plantas se convierten en nocivas adquisiciones porque llegadas a un mundo nuevo, su capacidad para competir las hace prevalecer sobre especies autóctonas. La capacidad de transporte del hombre ha hecho que muchos seres vivos hayan cambiado de lugar donde vivir. En algunos casos, el ejemplar transportado sucumbe, otras veces convive y se añade a la fauna y flora de un lugar determinado, y otras, se hace hueco luchando con las especies originarias. Este es el caso de esta planta, que por su facilidad de adapatación al nuevo lugar, se ha convertido en una especie que ahora se denomina exótica invasora. Hay que destacar que por mérito propio, Araujia sericifera tan sólo es especie, como el resto de seres vivos que componen este catálogo. Lo de exótica e invasora es la aportación del hombre a su currículum. Está prohibido introducirla en el medio natural, su transporte y comercio.
No todo es violencia en el medio natural. También existen la cooperación o el comercio. Una planta ofrece sustancias azucaradas a los insectos y estos transportan su polen a otras flores que serán de este modo fecundadas. Generalmente ocurre así. Algunas plantas en su “exceso de celo” se aseguran de que la carga de polen queda entregada a la flor atrapando al transportista por un período variable de tiempo.

Recuerdo un documental de Hugo van Lawick, titulado Las Mareas de Kirawira, donde se veía una planta que él denomina “Lirio del torrente” y cuya historia de fecundación es algo dramática. Las mariposas acuden a libar el néctar segregado por la flor, pero la superficie cerosa de la misma impide que la mariposa se pose con comodidad. Las patas acaban entrando en una ranura especial y se llevan pegados por medio de una parte pegajosa (retináculo) unos saquitos con polen (polinios) unidos por un filamento (caudícula). Estos saquitos tienen un asombroso parecido con los polinios de las orquídeas. Cuando la mariposa despega de esta flor, se lleva los mencionados saquitos a una nueva flor. Si esta está receptiva, los saquitos son depositados en el estigma que se encuentra al final de una ranura por la que se introduce la pata del animal quedando trabada en su interior. La mariposa sólo podrá liberarse si sacrifica la pata que quedará sujeta a la flor.
Un día, el amigo Ramón Longás me trajo una rama de enredadera que recolectó en Ajo, (Cantabria) con polillas atrapadas en ella. Cuál no sería mi sorpresa cuando vi que esta enredadera se servía del mismo mecanismo que los lirios del torrente. Las esfinges que es como conocemos a la familia de estas polillas, tiene la particularidad de libar de las flores sin posarse en ellas, tal y como hacen los colibríes. Cuando la planta libera los saquitos de polen sobre la espiritrompa de una de estas polillas, la condena a la muerte, ya que cuando visite una nueva flor, los saquitos de polen y la espiritrompa de la polilla quedarán atrapados de modo que la polilla morirá de hambre y agotamiento colgando de la flor. 
Así es como sucede:
La mariposa, que acude a libar la flor, toca el retináculo que está colocado muy aparentemente en la parte superior de la flor como apreciamos en la primera fotografía de esta entrada (5 puntitos oscuros). Este se adhiere fuertemente a la espiritrompa de la mariposa, de modo que todo el conjunto que conocemos como translator (ver foto) se va de viaje. En la foto siguiente se aprecia el retináculo junto con una caudícula y su polinio parcialmente extraído.














Estas son fotos de detalle del androceo(parte masculina) y del gineceo (parte femenina) de la flor. Ambas partes aparecen soldadas en una sóla pieza y los estambres o polinios están guardados en el interior. El retináculo está sujeto levemente por un tejido frágil de modo que es fácil de desprender tal y como vemos en el retináculo derecho. Es por eso que una vez pegado a la espiritrompa de la mariposa este es arrastrado junto con los polinios.

En esta foto vemos en detalle la espiritompa de una polilla en la que se ha pegado un translator completo. El retináculo está firmemente pegado a la espiritrompa y a él todavía permanecen adheridas las dos caudículas, si bien falta un polinio como podemos comprobar en la parte baja de la fotografía. Cuando la mariosa visita una nueva flor, la espiritrompa acierta a deslizarse por la ranura que he denominado canal en la foto superior.

El conjunto del translator, discurre por el interior de la canal. Al ser más grueso, si bien la canal permite el paso de la anchura de la espiritrompa, retiene el retináculo, más ancho dejando a la mariposa trabada. Según creo yo, los polinios no entran en la ranura, quedando a ambos lados de la misma de modo que el polen se deposita en las estructuras estigmáticas con apariencia de lengua que se sitúan a ambos lados de dicha canal, fecundando así la flor. Al no contar más que con plantas secas que he rehidratado y conservado en alcohol, no puedo confirmar que sea ahí donde se deposita el polen, pero si no es así no encuentro explicación a esta estructura en forma de espátula.  En la foto siguiente podemos ver como la espiritrompa de una polilla está atrapada en el canal por que el translator es demasiado grueso para salir por la abertura. Abriendo esta estructura he encontrado el retináculo y las dos caudículas pero no los polinios, por lo que no he podido confirmar que estos  también entren en la ranura por su parte inferior.
El mecanismo es el mismo que utilizan las piezas de las que cuelgan las cortinas. La sección del canal nos mostraría una forma de "C". La espiritrompa puede salir por la abertura entre las dos ramas de la "C", pero al estar pegadas al retináculo, este no cabe por la ranura por lo que no se puede extraer, aunque sí que puede entrar por la parte inferior del canal. Si empujamos la espiritrompa hacia abajo en la siguiente fotografía, esta discurriría por la canal hasta volver a salir por la parte inferior, pero la reacción de los insectos es tratar de huir lo que hace que estos queden presos sin remedio.
Las fotos no son todo lo claras que desearía pero si tenéis en cuenta que están hechas con una cámara compacta enfocada por el agujerito del ocular de una lupa binocular escolar creo que seréis comprensivos conmigo.
No obstante, pinchando sobre la foto se ve más grande...



lunes, 12 de marzo de 2012

¿Donde está Wally?

La naturaleza no siempre tiene las mismas estrategias para preservar las especies. La supervivencia de los mejor adaptados puede llegar a tallar sorprendentes formas vivientes. El aspecto llamativo de las avispas y la salamandra o el cascabel de la serpiente de cascabel son ejemplos de casos en los que la supervivencia está basada en advertir de un peligro inminente y preservar la vida del individuo llamativo. En algunas ocasiones en cambio, es un ejercicio de proeza poder ver algunos de los animales que nos rodean. La selección natural favorece a aquellos animales que no son vistos por

los depredadores que eliminan en mayor número a aquellos más llamativos o que peor se confunden
con el medio. Otros en cambio, se camuflan perfectamente para que sus presas no adviertan su presencia. Las miles de generaciones cuyos descendientes son favorecidos al poseer una adaptación beneficiosa aunque sea leve, conduce a que cada vez las especies sean más perfectas en sus camuflajes. En algunos casos, el cambio de colorido favorece que los animales sean confundidos con su entorno, y en otras, es la forma y el comportamiento quien favorece el enmascaramiento.
El pelaje de las liebres y las manchas del cervatillo evitan que estos sean encontrados cuando se
aplastan en el suelo y evitan que los depredadores los encuentren. Pero esta misma estrategia es usada por los depredadores que se pueden colocar a escasos metros de sus presas para saltar en el último momento y aumentar así las posiblidades de éxito. Como ejemplo podemos ver la foto del lince (Lynx lynx) dormitando entre la maleza del parque faunístico Lacuniacha. Del mismo modo, los nidos que descansan en el suelo, serían fácilmente encontrados si los huevos fuesen blancos y por eso, la selección natural ha preservado a aquellas aves cuyos huevos aparecían algo manchados hasta llegar a adquirir los tonos que los confunden con piedras. En la foto podemos ver un nido de chotacabras gris (Caprimulgus europaeus).
Los insectos también juegan al juego del camuflaje y realmente llegan a ser maestros en este arte. En la foto de arriba podemos comprobar lo difícil que es encontrar a esta polilla de la famila  Noctuidae posada en una piedra cubierta de líquenes. La araña que podemos observar a la derecha, Philodromus margaritatus posee un tono que le permite pasar desapercibida en el tronco de los pinos, y su comportamiento, cuyo cuerpo se pega literalmente al tronco aumenta el efecto. Posiblemente, en este caso no sólo la araña es más difícilmente encontrada por posibles depredadores, sino que igualmente las presas no advierten hasta muy tarde la presencia de la araña acechando.
Incluso debajo del agua se da el camuflaje con gran éxito. La centolla peluda, (Maia verrucosa) se cubre con algas para de este modo pasar desapercibida en las rocas de la costa. En la foto este centollo ya se había despojado de algunas pero si las paredes a las que está pegado tuviesen el recubrimiento de algas típico sería realmente difícil advertir su presencia.

jueves, 8 de marzo de 2012

Difícil cambio de ropa





Los insectos, al igual que el resto de los artrópodos tienen el cuerpo recubierto de una coraza exterior o exoesqueleto que da rigidez a su cuerpo, le protege de la pérdida de humedad y de aquellos depredadores no especializados. Este exoesqueleto es una buena protección pero representa un no pequeño inconveniente. Al recubrir la zona exterior del cuerpo, esta misma coraza les impide crecer. Son pequeños caballeros medievales en miniatura. El único modo que tienen de crecer es librarse de esa coraza, pero esto les haría vulnerables. La solución adoptada es cambiar esa piel dura varias veces a lo largo de su vida y de este modo, ir aumentando la “talla” de la misma acortando el tiempo de carencia de armadura a unos pocos minutos. 


Esto también tiene un problema. Si el animal se desprende de la piel para crecer, al ser necesario adquirir una de un tamaño mayor, ha de crecer “de repente”, pues "sale" de una piel pequeña y ha de conseguir una más grande; en ocasiones una el doble de grande. Describo los diferentes pasos a continuación, suponiendo que el animal que ha de mudar la piel es un insecto. El nuevo insecto rasga la coraza por la parte superior del tórax. Como quiera que todo el cuerpo ha de salir de este modo, algunas partes anchas de las patas han de salir por zonas más estrechas como son las zonas de articulación de las mismas. Así mismo, las alas que crecen en dos o tres fases, han de permanecer “plegadas” dentro de su estuche. Es lo que vemos en la foto superior del insecto-hoja que muda su piel. Está saliendo por la grieta de su tórax. Ya ha sacado las alas, que cuelgan arrugadas a su espalda y la parte de las patas más cercana al cuerpo (proximal). El ejemplar de la foto no pudo completar la muda y murió en el intento y permanece disecado así.


La nueva piel del insecto crece por debajo de la vieja, pero es blanda, ya que ha de poder deformarse para salir de la vieja. Es por eso que el momento de la muda es el más delicado de la vida de un insecto. En la fotografía de la derecha vemos como el insecto-palo está sacando las patas delanteras y traseras de la muda, quedando sujeto con el extremo posterior del abdomen de la vieja piel


Cuando el nuevo insecto emerge de la piel vieja, tiene una piel completa de la talla siguiente, que es casi el doble de grande pero no tiene “cuerpo suficiente” ya que esta piel habrá de llenarla con el futuro crecimiento. El insecto ha de hincharse aspirando aire hasta alcanzar el tamaño definitivo y aguantar en este tamaño hasta que la nueva piel se endurece. Así mismo, las alas han de extenderse y tensarse con los fluídos que el insecto bombea por las venaciones de la misma, desarrugándose al tiempo que el fluído se aproxima a la parte distal de la misma. Después expulsa el aire y la piel queda de un tamaño mayor que irá rellenando con su crecimiento. Mientras tanto, desde que el insecto emerge de la vieja piel hasta que esta se endurece, luce una nueva piel blanda que no le sirve para protegerse. Si se cae al suelo en este momento la piel quedará deformada y en muchas ocasiones la deformación es incompatible con la vida. Por otra parte, si la muda se torna dificultosa y la nueva piel se pone rígida antes de tiempo el insecto no podrá completar la muda y morirá sin poder desplazarse ni alimentarse en una agonía angustiosa. 
Esta piel será la nueva armadura que deberá llenar en el futuro. Cuando esta piel sea de su “talla” habrá de mudar de nuevo a otra piel de tamaño mayor. Los artrópodos están condenados a vivir con ropa que no es de su tamaño. Un tiempo les viene demasiado grande, y finalmente, cuando ya les viene bien, permanecen dentro de esa piel un tiempo hasta que les aprieta, y cuando la cambian de nuevo, es para adquirir una grande… Son como los hijos pequeños de una familia numerosa y humilde, condenados a llevar ropa de sus hermanos, demasiado grande en unas ocasiones, pequeña en otras y que cuando le viene bien a su tamaño han de cambiarla de nuevo.


A la izquierda podemos ver un insecto-palo que ha terminado la muda y que permanece quieto para esperar a que se seque y endurezca la nueva piel. Podemos comprobar como el tamaño del insecto es el doble de grande que su antigua piel que permanece agarrada a la hoja.

lunes, 5 de marzo de 2012

Tras la lluvia...


Una de las actividades que más me gusta es pasear tras una copiosa lluvia o tras una gran avenida del río. El barro es tan blando que me permite asomarme a la intimidad de los animales que han desarrollado sus actividades a lo largo de la noche. En esta ocasión os muestro las marcas que pude encontrar en un charco del camino que conduce a mi casa. En primer lugar vemos la fotografía de la parte exterior del charco, una parte que había tenido agua pero que ahora permanecía blanda pero “en seco”. Las marcas que primero se produjeron son las pistas de las lombrices, que se desplazaron por el fondo cuando este todavía estaba sumergido. Esto permitió que seres tan poco pesados dejasen la marca de su desplazamiento. Cuando ya no había agua en esta zona, una rana hace acto de presencia. De un salto (que se dirige desde abajo hacia arriba), se planta en el centro de la fotografía. Las alargadas patas traseras llegan a mezclar sus huellas con las de las manos delanteras, un poco por encima de estas y giradas ligeramente hacia adentro. Las patas traseras marcan la punta de sus dedos, que al ser de desigual longitud aparecen como una serie de “puntos” dispuestos de forma rectilínea, más abiertos y adelantados que las huellas de las manos, marcando dichas alineaciones una especie de “v” dentro de la que se contienen las marcas de ambas manos. La marca de cada mano se reduce a la impresión de tres dedos que como he dicho antes, aparecen girados hacia adentro.
Toma impulso y se zambulle en el charco. Las marcas de esta segunda fotografía corresponden a las realizadas por la punta de tres dedos de las patas traseras. Las manos no dejan huellas. La razón de que esto sea así, es que estas huellas corresponden a las realizadas por la rana nadando cerca del fondo. Cuando una rana nada, no siempre mueve las manos, que pueden permanecer pegadas al cuerpo. Las patas traseras se recogen y extienden para tomar impulso de forma simultánea y eso provoca que las marcas aparezcan “emparejadas” y no una detrás de la otra como ocurriría si el movimiento no fuese simultáneo. Si la rana no hubiese nadado tan cerca del fondo no habríamos podido observar estas huellas tan interesantes.