miércoles, 9 de noviembre de 2022

El grillo en la piscina

 


Me ha llegado a la memoria un recuerdo de hace años, mas de quince, cuando me encontraba trabajando en mi primera piscina municipal. Ya había terminado la temporada de verano y sería el mes de septiembre u octubre, si pienso en la época y el estado de desarrollo en el que se encontraban los grillos. Estábamos en el pabellón, por la mañana, a media mañana.
Era en el Centro Deportivo Municipal de Torrero. Hacía algo de calor porque recuerdo el sol a través de los cristales de pavés de la pared. En el zócalo de cerámica que había en la pared, que conocemos como rodapié, había un pequeño agujero y un macho de grillo (Grillus campestris), se había alojado en su interior. Llevaba varios días emitiendo su canto con el fin de atraer una hembra que nunca llegaba al interior de la edificación.
Uno de mis compañeros en ese día, no recuerdo quien más había, sólo lo recuerdo a él, era Carlos Fernández. Me decía que el grillo lo tenía harto, y le dije que para rato tenía, ya que estaba llamando a una hembra que nunca vendría. Comoquiera que estaba algo escéptico con lo que dije, y temía por la salud del grillo, me salí al jardín y recogí una hembra adulta. La puse a unos seis metros o así de donde se encontraba el macho cantor. En ese momento, el macho comenzó una tanda de cri-cri. La hembra comenzó a girar sobre sí misma. Yo le contaba a Carlos, que los grillos y chicharras tienen el tímpano, que es el aparato que recoge el sonido, en las patas delanteras. En las tibias. Le decía que los otros saltamontes lo tienen en el abdomen, algo tapado por las alas. Con ese giro que daba, la hembra detectaba el lugar del que procedía el sonido y una vez dicho sonido tenía la misma intensidad en ambas patas, comenzó a caminar en línea recta hasta que la tanda de cri-cri, cesó. De nuevo giró lentamente sobre sí misma hasta que el grillo comenzó de nuevo a "cantar". Localizada otra vez la fuente, comenzó a caminar de nuevo en línea recta hacia el lugar de procedencia. Tras los giros sobre sí misma, una vez localizado el lugar de donde procedía el sonido, la hembra comenzaba su marcha decidida una y otra vez hasta que el macho terminaba su tanda y volvía a reinar el silencio.
Unas tres o cuatro veces repetiría el proceso aquella hembra hasta que llegó al agujero, se introdujo en 
él y reinó el silencio para siempre. No llegaría a los diez minutos y quizá tampoco a los cinco todo el proceso. No recuerdo el motivo por el que entré al control, porque cuando estaba Carlos siempre se quedaba sólo él debido a su situación de salud, quedando los demás en el taller o por el jardín haciendo las labores propias del invierno. Imagino que sería la hora del café de media mañana y que estaríamos alguien más, pues Carlos no iba en mi turno y no solíamos coincidir salvo por las mañanas. El caso es que recuerdo que después de aquello estuvo una temporada llamándome Grissom, debido al personaje que era entomólogo forense en una serie de investigación criminalística norteamericana ubicada en Las Vegas.
Ha venido a mi cabeza ese recuerdo, ahora que las ninfas de Grillus campestris están ya grandes y las veo ir y venir por el jardín cuando muevo algo de vegetación muerta o alguna tabla bajo la que se refugian durante el día. Quería compartir con vosotros este relato de la búsqueda del grillo macho por parte de la hembra que tanto parece ser que le impactó a Carlos, y de este modo compartir la experiencia, aunque las imágenes esta vez sólo están en mi recuerdo y espero que también en vuestra imaginación. Y es que cuando relatas a alguien lo que hace un bicho y porqué, se siente como teleespectador privilegiado de un documental de naturaleza en primera línea. Me viene a la memoria otro episodio parecido, esta vez con una araña. Pero ese relato lo dejo para otro día. 

Al lado, vemos una fotografía de una chicharra. En el orden de los ortópteros, diferenciamos dos subórdenes. Por un lado, el suborden caelifera, en el que se encuentran los saltamontes comunes, con antenas cortas y gruesas, presentando además el tímpano en el abdomen. 
El otro suborden, ensífera, presenta antenas delgadas, a menudo largas y presentan los tímpanos en las tibias, como el grillo de la historia. Esta chicharra de la foto, pertenece a una especie sudamericana. El ejemplar estaba aplastado en una carretera de Neuquén, creo recordar, en Argentina hace ya varias decenas de años. Tal era el estado que presentaba el bicho que fue recogido del suelo y colocado en un portafolios entre papeles, como un marcapáginas. Fue un buen regalo. Al ser el cuerpo de los insectos una especie de "caparazón", las diferentes piezas del mismo fueron separadas, limpiadas y posteriormente, montado el ejemplar del mismo modo que se montan las armaduras medievales en los castillos. Siempre me han parecido caballeros medievales los insectos y los artrópodos en general. Al final, más o menos digno, preservé el ejemplar disecado que he aprovechado para fotografiar hoy y mostraros la posición de sus tímpanos en las tibias delanteras...  



miércoles, 24 de agosto de 2022

Los incendios que vendrán...

 


Los incendios, en principio, son procesos naturales más o menos habituales en la naturaleza. Como estos procesos forman parte del escenario natural desde hace millones de años, las diferentes especies han tenido que adaptarse a su presencia o sucumbir. Es la ley marcada por la selección natural que ya describiese Darwin. El planeta y la supervivencia en él, distan de ser un cuento de Disney. Constantemente, hay que buscar alimento, vigilar a los posibles depredadores y sobrevivir para dejar descendencia. Y eso, no sólo han de hacerlo los animales, sino también los vegetales y el resto de los seres vivos. Para aquellos seres vivos que pueden desplazarse, siempre existe la huída para zafarse del peligro, pero aquellos que como los vegetales, han de permanecer en el sitio, las adaptaciones a catástrofes naturales como los incendios, ya sean provocados por los rayos o por las erupciones volcánicas, pasan por dos únicos caminos. O resistir a la acción devastadora del incendio, o dejar una descendencia adaptada al nuevo paisaje generado tras el mismo. Al fin y al cabo, perpetuar la descendencia es, en cierto modo, perpetuarse a sí mismo. Encabezando esta entrada, vemos una fotografía tomada esta misma semana en la regeneración natural del incendio que sufrieron los montes xeromediterráneos de Valmadrid, en Zaragoza. El incendio fue estabilizado el 31/7/2009 tras quemar 1700 hectáreas de tres municipios. Toda la superficie ocupada inicialmente por el bosque se está regenerando. El monte del fondo no se regenera, pero ya no era bosque en 2009 y muchos años antes. La sobreexplotación ganadera del entorno de Zaragoza en épocas pasadas, dejó mucha superficie con este aspecto, aumentando considerablemente aquella que por razones de salinidad,  suelos o fauna herbívora antigua tuviese condición de zona esteparia. La fauna salvaje fue sustituida por el ganado, censándose en Zaragoza, a finales del siglo XVIII 100.000 cabezas de ganado lanar en la ciudad de Zaragoza. A este se unirían presumiblemente ganado bajado de la montaña en invierno.


Siguiendo estos dos caminos, se han desarrollado pues los mecanismos de gran parte de nuestra vegetación autóctona, sometida al cabo del tiempo a recurrentes agresiones, ya sea el diente del herbívoro o los incendios forestales provocados por las tormentas eléctricas. El camino del rebrote, que se basa en mantener a salvo las raíces y conservar la capacidad de surgir de nuevo a partir de ellas, es el más frecuentemente adoptado. Todas las plantas de la familia del roble, las coscojas (Quercus coccifera), los alcornoques (Quercus suber), las carrascas o encinas (Quercus ilex), y los quejigos (Quercus faginea), han adoptado esta capacidad, y por ello, las dos últimas han sido tradicionalmente usadas como proveedoras de leña, ya que tras la tala vuelven a rebrotar de nuevo. La misma estrategia siguen los madroños (Arbutus unedo) o los bojes (Buxus sempervirens). (En la foto de arriba a la derecha, coscoja regenerándose en noviembre de 2001,  después del incendio de Riglos, Huesca, en agosto de 2001).

Tan bueno es el método del rebrote que el pino canario (Pinus canariensis),  ha desarrollado la capacidad de rebrotar.  No obstante, la capacidad de adaptación al incendio más brutal, es la desarrollada por el pino carrasco (Pinus halepensis), cuya estrategia es sucumbir al incendio y distribuir sus semillas para colonizar el suelo quemado en el futuro. A la derecha, vemos como ya aparecen plantones de pino carrasco tras el incendio. En este caso, también se trata del incendio de Riglos, en Huesca, que se originó en la primera semana de agosto de 2001. La foto es de la última semana de octubre del mismo año. La regeneración estaba en marcha tan sólo dos meses después.



Es el pino carrasco, como ya he dicho, un auténtico especialista en sembrar retoños al mismo tiempo que surge el incendio. Posee, además de las piñas convencionales, unas piñas especiales denominadas serótinas, (foto de la abajo a la derecha) que no liberan las semillas al madurar, como ocurre con las piñas convencionales. Estas piñas, se secan y constituyen un arca donde se encuentran atrapadas las semillas viables durante meses o años. Sólo el tremendo calor producido por un incendio provoca la apertura de la piña, que  liberará los piñones y las corrientes de aire provocadas por el propio incendio las distribuirá gracias a un ala que les permite ser impulsadas por el viento. A la izquierda, piñón típico con su ala.
 
Se une al mecanismo de dispersión constituido por las alas de los piñones y las piñas serótinas, la disposición de dichas piñas, sustentadas en un pedúnculo que además, está retorcido, haciendo que las piñas giren apuntando sus ápices hacia el tronco. Cuando el calor producido por el incendio sobreviene, estas piñas serótinas y lignificadas se abren. Si el pedúnculo no está ya verde, cosa que no ocurre en todas las piñas serótinas, al abrirse las escamas producen un efecto de palanca sobre la rama de la que penden, haciendo saltar a las piñas a grandes distancias, hecho que puede ocurrir con la propia piña en llamas, ayudando a la dispersión del incendio. La existencia de algunas de estas “piñas saltarinas o incendiarias” es algo que suelen comentar a menudo quienes extinguen los incendios. No explotan como suele creerse, sino que son catapultadas. Así pues, nuestros bosques mediterráneos de pino carrasco, no sólo están adaptados a sobrevivir y regenerarse tras los incendios, sino que incluso "participan activamente" en su propagación. Tras un incendio, al rebrote masivo de las especies adaptadas a ello, se une una germinación masiva de semillas que sustituyen en unas décadas al bosque primigenio con nuevas plantas, hecho que hemos visto en detalle más arriba con fotografías del incendio de Riglos en 2001 o el de Valmadrid en 2022.


En el dibujo adjunto de la derecha (pinchar sobre él para ver más grande), vemos cual es el proceso de regeneración de un bosque mediterráneo. En un bosque, árboles y arbustos conviven llenando todo el espacio, lo que además de un aprovechamiento máximo de dicho espacio, facilita que el suelo esté debidamente estructurado y que los procesos vitales se lleven a cabo en su totalidad. Especies determinadas de aves y mamíferos contribuyen de forma activa en la distribución de las semillas. Ilustrar esto con un zorro y una urraca, no es casual. Estas especies entre otras, contribuyen de forma decisiva en la distribución de las semillas. Elegirlas a ellas tiene la única finalidad de mostrar un aspecto de la ecología de los bosques, que quizá no es bien conocida y que  ilustra el desconocimiento sobre la ecología forestal que ostentan algunos medios ultradefensores de eliminar córvidos y zorros a quienes denominan directamente "anticaza". La diversidad del bosque facilita que aun tras el más brutal de los incendios, el bosque siga latente, iniciando su regeneración tan sólo unas semanas después de haberse apagado. Una gestión inadecuada pastoreando los bosques, si provocan la desaparición excesiva de sotobosque y de plantones jóvenes, compromete la regeneración del bosque tras un incendio, que tenemos la absoluta seguridad que se producirá tarde o temprano, porque a los rayos y fenómenos naturales se suma la gran cantidad de incendios que se provocan por diferentes intereses o por descuidos. La extracción de la madera quemada, puede ser perjudicial. Por ello, hay que valorar como se hace. La madera no es mala para el bosque, si bien es un recurso que obtenemos del mismo. La construcción de fajinas con troncos para evitar la erosión tienen el valor añadido de que la materia orgánica retorne de algún modo al bosque, hecho que no ocurre si se extrae la totalidad de la madera. Cuando se decide realizar la extracción de la madera, si sólo prima el criterio técnico, podría ser una práctica perjudicial. Los árboles calcinados son los soportes sobre los que se detendrán las aves a expulsar las semillas de las plantas que no rebrotan contenidas en sus excrementos.  Es igualmente poco apropiado llevar alimento a las especies silvestres, siendo más conveniente que abandonen la zona para buscar alimento en las proximidades. Si permanecen en el lugar, se alimentarán de la vegetación que se regenera sin darle tregua. Los primeros meses es mejor que se recuperen los vegetales, los herbívoros pronto podrán volver. Esta práctica, que hemos visto emprenden algunas asociaciones de cazadores,  tiene como objeto la fijación en el territorio de las piezas que más tarde cazarán. No es bueno forzar la presencia de estas en los primeros meses tras el incendio, pues eliminarían los rebrotes y plantones tiernos. Ya retornará el bosque con la caza en un futuro próximo. Es curioso que contribuyan a esta práctica algunas personas amantes de los animales que en su visión sesgada de lo que es un bosque no aceptan los ritmos que establece la naturaleza. Unos meses después de aportar comida a los animales silvestres, serán enemigos irreconciliables de los cazadores. Sí que en cambio sería de gran ayuda aportar comida al ganado para que no estropease la regeneración. Como vemos, ganado, caza, recuperar parte de la productividad del bosque o incluso la quienes pretenden la protección de los animales y que no mantienen una imagen global del ecosistema, tienden, sin maldad, a orientar la futura gestión de forma inadecuada para la perpetuación del ecosistema. Deben por ello las actividades descritas estar sujetas a criterios científicos. No deben ser prohibidas, pero sí han de ser supervisadas y orientadas por criterios globales, que contemplen el ecosistema y su reconstrucción. De este modo, el bosque siempre estará ahí cuando nos haga falta. Cuando el bosque arde, si está cerca de núcleos de población suele afectar muy negativamente en la vida de las personas del entorno. Cuanto menos dinero se dedica a la reconstrucción del bosque, más se puede dedicar a reconstruir la economía  de las personas del entorno quebrantada de forma abrupta e irreversible si no se aportan ayudas.

 Como vemos, el bosque mediterráneo, no corre peligro de desaparecer mientras siga siendo bosque,  mantenga las suficientes piezas para su autoreconstrucción y no sufra un incendio recurrente. Cuantas más piezas pierde el bosque, más se compromete su futuro. Las dehesas sobreexplotadas y sin diversidad pierden una gran cantidad de la esencia que las caracteriza cuando muere una sóla encina, debido a que no hay otras jóvenes que la sustituyan desde hace décadas.

Un problema que surge debido a la tremenda adaptación al fuego que presenta el pino carrasco, es que esta especie se ha usado masivamente para las repoblaciones o cultivos forestales. Este es un aspecto muchas veces criticado. Hay que comprender, que las repoblaciones forestales se hicieron con criterios técnicos, no ecológicos. Desde el punto de vista técnico, no hay mejor especie que el pino carrasco para generar un arbolado en suelos degradados. Soporta pluviometrías subdesérticas, siendo capaz de vivir en lugares donde ningún otro árbol lo hace. Como resultado de estas repoblaciones, tenemos cultivos forestales altamente inflamables en lugares cuya vegetación potencial sería otra, compuesta por planifolios de quercíneas de varias especies. Frente a quien habla de meter ganado en los bosques para que no ardan, que no deja de ser una proposición descabellada, debe de primar la del objetivo de tener bosques, que ardan o no, se perpetúen por sí mismos.

El escenario climático actual indica un repunte de las temperaturas y una distribución irregular de las precipitaciones, aunque en ocasiones, no más escasa. No es necesario ni conveniente entrar en un debate sobre si la elevación de las temperaturas medias se corresponde o no con la emisión de CO2 a la atmósfera. En primer lugar porque sea ésta o no la razón, no se va ha hacer ningún cambio al respecto. Las restricciones de los combustibles fósiles, viene motivada por su escasez y la necesidad de reservar el petróleo que queda para poder continuar con la actividad comercial e industrial globalizada, habida cuenta de la imposibilidad de su sustitución por otras fuentes en el escenario económico actual. Sea pues este calentamiento motivado por las emisiones de CO2, o sea la continuación de un ciclo repetitivo similar al de los períodos cálidos del Imperio Romano o el de la Edad Media, ese nuevo escenario está por ver que permita que las áreas que conocemos como propias de encinares, sean capaces de soportarlos en el futuro. Las altas temperaturas más recurrentes y ausencia de lluvia en períodos más dilatados, puede impedir que los bosques potenciales sean los mismos que hace décadas. Por ello, podemos adoptar estrategias que doten a los bosques de la plasticidad necesaria para adaptarse a los cambios. Un ejemplo de dotación de plasticidad al bosque es el que vemos en la foto de arriba a la izquierda. El encajamiento del río Gállego a su paso por Zaragoza motivado por los antiguos dragados para extracción de grava, amenaza la viabilidad del bosque de ribera, que queda "colgado" demasiado arriba y que en algunos puntos queda fuera de las avenidas extraordinarias y de la influencia de la capa freática. El Ayuntamiento de Zaragoza, que ya repobló en su día el bosque de ribera, ha colocado en la proximidad los elementos típicos que componen el bosque xeromediterráneo, tanto árboles como arbustos. De este modo, si el bosque de ribera comienza a desaparecer, el bosque xeromediterráneo que ya producirá frutos y plantones avanzará hasta el cauce si procede y se mantendrá el deseado efecto de bosque galería por el que la fauna podrá desplazarse de unos lugares a otros, ejerciendo a la vez de "paso de fauna" a salvo de las infraestructuras como vías de tren, autopistas o autovías. Mientras se mantengan las condiciones propicias para que el soto se desarrolle, el bosque xeromediterráneo no ocupará el lugar del soto. Igualmente, si en el futuro se restaurase el río aportando el sedimento extraído de modo que volviese a poder desplazarse como le es propio, la típica colonización agresiva de los árboles típicos del soto podría llegar incluso a desplazar al bosque xeromediterráneo al exterior.

Durante milenios, los bosques se han desplazado a lo largo y ancho de los continentes o las alturas cambiantes de las montañas libremente. Los cambios en el clima no han sido por lo tanto catastróficos. Un aumento de las condiciones de aridez, provocaba que quienes eran más resistentes a estas condiciones pudieran invadir las zonas de lo que antaño fueran zonas más húmedas e ir sustituyendo a los bosques propios de ellas, que aumentarían en latitud o altitud buscando áreas mejores. No es algo que se haga de forma consciente y premeditada, sino que las semillas son capaces de germinar y dar lugar a ejemplares adultos de las plantas que sean, más allá de los límites antiguos. En algunas décadas, el bosque era capaz de “moverse de sitio”. Esto se ve en el monte cuando se observa como la transición de una vegetación típica a otra no es una “raya”, sino que existe una zona de contacto con especies dispersas de los componentes de ambos tipos de bosque, más húmedo y más seco. Ante un cambio, en esta zona unas especies predominarán sobre las otras y las que avancen se internarán más en la zona de la otra produciéndose esta zona de contacto más adelante, produciéndose el "movimiento".

El escenario actual dista mucho de permitir este movimiento. Muchos de los bosques actuales son reductos-isla atrapados entre áreas de cultivos que no permiten su lento desplazamiento, y no existe en muchos casos esta zona de contacto que es “tierra de nadie”. Estos desplazamientos, vividos como recolonizaciones, los hemos visto en las últimas décadas sobre tierras abandonadas del entorno rural donde la maquinaria moderna ya no las hace rentables. Es imposible en muchos casos este desplazamiento, (que a mí me recuerda a las estrellas de mar sobre las rocas y los cangrejos huyendo a su paso) en el contexto paisajístico actual. Pero podemos dotar de esa movilidad a los bosques dentro de sus propias islas, creando en dichas islas "tierras de nadie". 

En el caso de las plantaciones forestales, mi idea sobre como intervenir, que es la que creo más razonable ecológicamente, y que va encaminada a la preservación del bosque por sí mismo, es aprovechar que las especies adaptadas a las nuevas condiciones de mayor tolerancia a la sequía y carencia de lluvia ya están presentes. Ellas, han dotado a los suelos de una capa de materia orgánica que los mejora para la recolonización por parte de otras especies. A su vez, hacen posible la implantación de ejemplares jóvenes de otras especies que por sí solas sufrirían unas mayores condiciones de exposición al sol, los vientos y la desecación, que quizá no les permitiesen subsistir o que harían su recolonización, de ser posible, más lenta. No olvidemos que si no hay aporte de semillas que generan plantones, no es posible la evolución de un cultivo forestal hacia un bosque jamás. No es lo mismo vivir que regenerarse. Las semillas germinan mejor en ambientes húmedos y con poca exposición al sol. Los ejemplares jóvenes pasan a formar parte del sotobosque, pero sólo llegan a adultas si los árboles mueren haciendo un hueco en el dosel que permite la entrada de luz suficiente. Si la muerte no se produce contemplamos ejemplares ailados y carentes de vigor que se estiran en busca de la luz. Las visitas a los bosques y la mirada atenta al pie de los árboles, donde las aves dejan caer las semillas contenidas en sus excrementos nos hablan de este proceso. Vemos como el sotobosque en cambio, alcanza su plenitud cuando llega luz suficiente.

El proceso, que se debería de implementar en primer lugar y debido al riesgo de incendios en los cultivos forestales, pasa por el aclarado de la masa en rodales más o menos extensos y la introducción de plantones o semillas propias del sotobosque típico o cohorte que acompaña a la especie cultivada, (en el caso de que se trate de una especie autóctona) además de especies arbóreas planifolias típicas del lugar, que creen diversidad en el dosel arbóreo en un futuro (dibujo de arriba a la izquierda. Pinchar sobre él para hacerlo más grande).

En las zonas aclaradas, próximas a los árboles del cultivo forestal, los plantones nuevos tienen más ventaja por existir una disminución de las condiciones de insolación al disfrutar de sombra durante algunas horas del día y al mismo tiempo luz suficiente para poder desarrollarse. Esto, en unos pocos años, dota al bosque monoespecífico de un aporte de arbustos y árboles con capacidad de rebrote que permitan una autoregeneración del monocultivo hacia un bosque más diverso, de mayor calidad cuanto más tiempo transcurra hasta el incendio. En la medida que los árboles y arbustos vayan creciendo, se deben eliminar ejemplares del cultivo, que por otra parte, era el objetivo final del mismo. Los cultivos forestales no son autoregeneradores de bosques, ya que no lo son. La introducción de biodiversidad los, dota de esa capacidad. 

En algunas de las masas de plantaciones de pino carrasco, debido a lo rústico del árbol, pudiera ser que la viabilidad de las encinas no fuese posible por el aumento de la rigurosidad del clima, pero los arbustos introducidos, dotarían a la regeneración tras un incendio, de la entidad propia de un bosque natural y capacidad de autoregeneración. Aún así, incluso en los bosques de pino carrasco más secos encuentran las encinas lugar para poder subsistir en el fondo de las vales o en lugares más húmedos. La introducción de estas especies se facilita buscando los emplazamientos más favorables a las mismas.

En los bosques naturales aislados en los que no existe contacto entre diferentes “pisos” de vegetación, que implica por otra parte el aislamiento de los mismos e incapacidad de movimiento frente a cambios del clima, lo que procede es la introducción dispersa de plantas forestales de especies menos exigentes en humedad y precipitaciones para obtener el efecto de “tierra de nadie” que existe en los bosques de forma natural. Esto implica actuar incluso en masas naturales añadiendo especies que aún siendo autóctonas, no sean propias de la latitud en este momento. Por supuesto, la introducción se ha de realizar con los árboles y arbustos propios de cada comunidad vegetal.

Los tiempos perdidos no regresan. El tiempo perdido en la no introducción de sotobosque en los cultivos forestales o la eliminación del mismo para "limpiarlos" ahora nos pasa factura, pues tras los incendios, o bien la regeneración nos conduce de nuevo a masas monoespecíficas, o nos deja en la misma situación que la que hubo antes de la repoblación. En algunos casos, el incendio llega a ser incluso positivo desde el punto de la biodiversidad, al dar posibilidad de rebrote a aquel bosque que fue arrasado para repoblar y que sigue latente bajo unos pinos que pueden proceder incluso de otro continente. Importante reto el que enfrentamos, es el de devolver al monte la capacidad de regenerarse en una encrucijada de crisis civilizatoria que abarca tanto al mundo agrícola, como al ganadero, energético, biológico e incluso social. Es el momento de actuar... pero con criterios científicos. Si como respuesta a los incendios terminamos con la resiliencia de los bosques y su capacidad de perpetuarse, habremos cometido un error más. 

sábado, 6 de agosto de 2022

El ciclo de la vida IV, los carnívoros


En el bosque-jardín, también hay como no, un ejército de carnívoros dispuestos a dar muerte a los herbívoros y a alimentarse con sus cuerpos. Realmente, es una trama complicada, ya que debido al variado tamaño de los carnívoros, existe una depredación entre ellos mismos, de modo que los carnívoros se alimentan básicamente de otros animales y algunos incluso practican el omnivorismo. Vamos a llevar más o menos el mismo orden que llevamos al hablar delos herbívoros. Comenzábamos con aquellos que estaban sobre el suelo, y por lo tanto, con ellos seguimos. Depredadores que se mueven por el suelo, según de que lugares hablemos, ya sean desnudos o cubiertos de hierba, contamos con varios residentes. Cuatro especies de anfibios por ahora, dos especies de sapos, el sapo corredor (Epidalea calamita), y el sapo partero ibérico (Alytes cisternasii), una de rana, (Pelophilax perezi) y un tritón (Lissotriton helveticus), Dos especies de reptiles de los que el más abundante es la salamanquesa común (Tarentola mauritanica), que preda también sobre las jóvenes lagartijas comunes (Podarcis hispanicus) a las que está llevando a su desaparición. Sobre estas líneas una fotografía de un macho adulto.


Sobre todos los anteriores depredan, si tienen ocasión, las garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) que acuden por decenas en algunas ocasiones. No obstante, se alimentan de forma preferente  sobre toda una legión de insectos, miriápodos u otros artrópodos y sus larvas subterráneas cuando emergen del suelo al regar el bosque-jardín. Junto con ellas,  el cernícalo común (Falco tinnunculus) y el milano negro (Milvus migrans) que ilustra la foto de la derecha, recogen la "producción" de herbívoros que habitan en el bosque-jardin, centrándose principalmente en los topillos.

Bajo las piedras, la leña, o al abrigo en las zonas húmedas, terribles depredadores como las luciérnagas (Lampyrys sp.) se alimentan de caracoles de diversas especies. Una de las cosas que hemos hecho en el bosque-jardin, ha sido favorecer la presencia de caracoles, con el objetivo de conseguir aumentar la población de luciérnagas, que atraviesan una mala situación general. Quizá, además de la problemática del envenenamiento masivo de nuestros cultivos, sufran la contaminación lumínica que atrae a los machos, que tienen capacidad de volar y que atrayéndolos así lejos de las hembras, dificulta mucho su capacidad de reproducción. Este final de verano distribuiremos las tejas que no nos sirven bajo todo el perímetro de seto de lentiscos (Pistacia lentiscus) para favorecer el refugio tanto de los anfibios como de los caracoles y otros insectos. El objetivo es hacer más favorable a los animales el entorno del bosque-jardín. Las pequeñas lucecitas led solares esperamos que faciliten el hecho de que los machos de luciérnagas no se alejen demasiado. A la actividad nocturna de las luciérnagas en las zonas de hierba, se unen las secretas musarañas (Crocidura russula). Son unos insectívoros muy bien recibidos en el bosque-jardín. Los gatos domésticos son un verdadero azote de esta especie, que generalmente se confunde con roedores por la mayor parte de los habitantes del mundo rural. Se les llama "ratones murgaños". En donde vivo, se les atribuye incluso la posesión de veneno (si te pica un murgaño, no vivirás más de un año, asegura el dicho popular). En dos ocasiones hemos advertido sus camadas al retirar materiales y hemos dejado las cosas como estaban para que siguieran haciendo su labor, de modo que nosotros emprendíamos la nuestra tras el paso de alguna noche para que se pusieran a salvo en otro lugar.

Los árboles y arbustos, que sufren la invasión de los pulgones cada primavera, son controlados por miles de coraceros (Ragonycha fulva) de forma efectiva hasta hacerlos residuales . Cuando los brotes están cubiertos de pulgones, las secreciones azucaradas que estos expulsan son tan abundantes que sobrepasan incluso la capacidad de ordeño de las hormigas. Entonces, los árboles, arbustos y demás plantas parasitadas, se tornan pegajosas al tacto. Parece como si los brotes fuesen a morir por la abundancia de pulgones. Es en ese momento, cuando un auténtico ejército de coraceros se distribuye por todo el bosque-jardín. Desde árboles a arbustos y en unas dos semanas, los pulgones se convierten en una especie no muy fácil de encontrar puesto que la acción tanto de los adultos como de las larvas de los coraceros que se ven en la foto de la derecha, acaba con la población de pulgones que no volverán a ser numerosos hasta la siguiente primavera. En los primeros días, se ven los árboles con docenas de ellos, pero no sólo sobre los árboles, sino que se ve un tremendo ajetreo de vuelos que van y vienen de unos a otros. En unos días la población se extiende a la totalidad de las plantas dejando limpios de pulgones desde los chopos a los frutales. El ir y venir contribuye en la polinización de las flores que se encuentre en curso.

Cuando la noche cae, se intensifica la actividad con la humedad, ya que desaparece el riesgo de desecación. Los murciélagos comienzan su actividad nocturna tomando el relevo de aquellas aves o insectos que capturan sus presas al vuelo. Las golondrinas (Hirundo rustica), los aviones comunes (Delichon urbica) y los vencejos (Apus apus), ya tan altos en el cielo que no podemos decir que nos visiten, utilizan la misma técnica de caza que los murciélagos capturando sus presas al vuelo. Las libélulas (Sympetrum sp.) en cambio, realizan lances de caza desde una percha en la que se mantienen posadas, observando a sus posibles presas con sus ojos, que ocupan la práctica totalidad de su cabeza. Esa misma técnica de caza es usada por los coloridos y flamantes abejarucos (Merops apiaster). Los abejarucos cazan libélulas y sobre todo, avispas. Si bien en España se habla del "terrible" comportamiento de los abejarucos, que reciben su nombre por comer abejas, en Francia en cambio, reciben el nombre de "guepier d´Europe", que significa avispero de Europa, haciendo referencia al que es su alimento principal. 

Este año hemos tenido la suerte de albergar una pareja de cornejas negras (Corvus corone) en uno de los nidos antiguos de urraca (Pica pica) que este año ha quedado libre. Secretas y cautelosas, no hemos advertido su presencia hasta última hora, cuando ya volaban sus dos pollos. Las vimos merodeando por el nido al principio, antes de la primavera, pero con la llegada de las hojas dejamos de verlas, pues se volvieron extremadamente cautas. Las urracas este año, pagaron un alto tributo ya que no son tan reservadas y llaman más la atención. Uno de sus polluelos volanderos, que ya deambulaba por las ramas cerca de su nido, fue capturado por una hembra de gavilán (Accipiter nisus) y sus padres nada pudieron hacer, pues al acudir a su ayuda, la gavilana ya se alejaba con el pollo volandero entre sus garras rumbo a los chopos lejanos, donde presumiblemente albergaba su nido.



Todo un ciclo de la vida que se da cita ante nuestros ojos. No albergamos leones ni leopardos en nuestros jardines, pero la actividad de las arañas cazadoras, o las saltarinas como la que vemos a la izquierda, son espectáculos similares a pequeña escala. Un naturalista, siempre encuentra un lugar en el que poder contemplar espectáculos de la naturaleza sorprendentes. Ofreciendo cobijo, algo de diversidad y evitando al máximo los venenos, podemos obtener nuestra parcela de vida salvaje...





sábado, 2 de julio de 2022

La otra globalización

 


Vivimos en un mundo globalizado. Siempre ha sido así, aunque no lo percibiéramos de este modo. Al menos en el aspecto biológico. Conocemos como biosfera a la parte de La Tierra que acoge la vida. Esta vida se reparte en una delgada capa por toda a superficie del globo. Es la biosfera del "Antropoceno". La que ha tocado vivir a las especies que comparten época con el ser humano. Más correctamente con los seres humanos, ya que no normal siempre ha sido que existiesen varias especies. Aunque el éxito de la nuestra parece indiscutible, el futuro se avecina negro y lo cierto es que la humanidad está en su momento menos diverso. Desde hace unos 30.000 años, algunas fuentes lo retrasan a 25.000, estamos terriblemente solos.


Los seres vivos se reparten en Regiones biogeográficas (imagen wikipedia) donde la fauna y flora son más o menos comunes y que se corresponden en cierto modo con los continentes y el aislamiento geográfico de unos con otros. Y dentro de esas zonas biogeográficas, existen diferentes ecosistemas. Pero existe conexión entre estas zonas. Los grandes movimientos migratorios conectan continentes. Los vientos que arrastran el polvo del Sahara hasta la Amazonía fertilizándola, conectan continentes. Las corrientes oceánicas, conectan continentes. Los devastadores Tsunamis llevan la destrucción más allá del lugar donde se produce el terremoto y los asfixiantes gases de los volcanes en megaerupciones, también conectan continentes. Así pues, el mundo, siempre fue global. Pero esto siempre ha sido una globalización ordenada. Los habitantes de los ecosistemas, están adaptados y preparados para subsistir en su nicho ecológico, es decir, justo en el lugar de su ecosistema que es ajustado por la coevolución con sus vecinos vivos y no vivos de modo no se desplazan de él por propia inicativa.

Pero hemos cambiado las reglas del juego. Al mundo biológico global, hemos aportado nuestra visión particular, la económica. La codicia humana, siempre buscando el máximo beneficio económico explotando para ello cualquier cosa que se tenga a mano, ha creado su obra destructiva mayor. La economía globalizada.  Hemos construído "islas" de diversos tamaños que se trasladan de unos continentes a otros portando pasajeros involuntarios. Del mismo modo que Robinson Crusoe acabó en una isla desierta donde no había ningún otro ser humano y se tuvo que hacer sitio, miles de seres se ven arrancados de los lugares donde habitan y son arrojados a un mundo hostil donde han de encontrar su alimento, su hogar y si pueden, reproducirse.

Miles de especies de plantas, hongos o animales son trasladados de un continente a otro como plantas ornamentales o alimentos, como mascotas, o como acompañantes a estas ya sea en su interior o exterior de forma premeditada o no. La liberación de estos seres vivos supone un cambio en el lugar a donde llegan que en ocasiones puede ser brutal. Una novela, Jurassic park, de M. Crichton y toda la saga de películas que se inspiraron en ella, especulan incluso con la posibilidad de rescatar e importar seres vivos de otras biosferas ya perdidas. De algún modo, la extracción del petróleo, el carbón y el gas, nos traen los humos de la combustión de bosques que ya desaparecieron hace cientos de millones de años. Unos bosques en cuya sombra jamás se cobijó ser humano alguno. El peligro de revivir fósiles no solo proviene de que estos sean grandes carnívoros. Nosotros hemos revivido incendios en bosques lejanos en el tiempo millones de años. El hecho de sumar a la combustión de nuestros bosques vivos los de aquellos que vivieron hace millones de años quemando sus productos fósiles, no puede dejar indiferente a nuestra biosfera. Hemos globalizado económicamente no nuestra biosfera, sino que hacemos uso incluso de las biosferas pasadas.

Otros seres vivos amplían su distribución al cambiar las condiciones climáticas y poder subsistir en lugares donde antes no podían. Esto no se puede considerar una invasión ya que las forma de conquistar nuevos territorios se debe a la expansión del área que posibilita la subsistencia de especies que antaño estuvieron reducidas a otros entornos e incluso a zonas biogeográficas diferentes. Es el caso de la Monarca africana (Danaus chrysipus), una mariposa que se encontraba al sur del Sahara, en tierras africanas y que se está expandiendo por el entorno litoral Mediterráneo, también por España. En la foto, un ejemplar que apareció muerto en Montañana, un barrio rural del Zaragoza, donde yo vivo. El barrio está comunicado por autopista con el litoral mediterráneo. Que la especie no se haya citado como reproductora en Zaragoza puede deberse tanto a que la población aún es pequeña y pasa inadvertida, como a que el ejemplar hubiese podido viajar con algún medio de transporte de forma involuntaria y fuese solo un ejemplar.


Pero no sólo estas mariposas son las que pueden venir en medios de transporte desde el litoral. En los boj (Buxus sempervirens) que tengo en el bosque-jardín, hemos encontrado orugas de la polilla del boj (Cydalima perspectalis). Esta polilla, que no encuentra depredador natural en Europa, ha aparecido transportada de forma involuntaria desde su lugar de distribución original, el continente asiático. Apareció en  Alemania en 2006, en plantas de boj importadas de Asia, extendiéndose paulatinamente al resto de Europa, llegando a España en 2014. Llegó a Rusia en 2016, infectando planta importada con motivo de los juegos olímpicos de invierno en Sochi y en 2019, se detectó en  Toronto, Canadá. En Aragón está citada en la parte limítrofe de la comunidad Navarra y no sé si ya en la zona limítrofe con Cataluña. Una cita en Perdiguera, en una maceta del entorno urbano y ahora, dos años consecutivos en mis tres pequeños arbustos de boj que tengo en el bosque-jardin y que llevan plantados ya desde 2017. Quizá el año pasado no pude eliminar todas las orugas y por eso reaparece. 

Un caso semejante es el del picudo rojo, (Rhynchophorus ferrugineus). Llegó a España sospechosamente a Andalucía en la época de la Expo de Sevilla de 1992, y a Zaragoza, en los años de la Expo del agua 2008. Probablemente, con la importación de plantas infectadas. Cuando se hacen obras grandes y se importan más plantas, es más fácil que se cuele alguna planta con "sorpresa". De momento, el picudo no se alimenta de palmitos, que es la especie autóctona, sino con las diferentes especies de palmeras ornamentales, que si bien es un daño indeseado, es poco probable que provoque un impacto brutal en el medio ambiente y sobre las especies autóctonas. A la izquierda una foto de una caja explicativa que preparé para poner en la entrada de la piscina donde trabajaba para que quienes hacían uso de las instalaciones supiesen quien se comió la palmera que teníamos. con los años los bichos han perdido su color original
En resumen, toda nuestra actividad de transporte internacional que se ha incrementado en los últimos años con la globalización nos muestra un futuro poco prometedor. Sabemos que grandes civilizaciones anteriores a la nuestra han acabando colapsando. (pinchar aquí para ver entrada El tiempo está loco, y nosotros también.) La ventaja que tenían, es que cuando aquellas civilizaciones colapsaron, el resto del planeta no se resintió y las personas que vivían en otros lugares nunca fueron conscientes de ese colapso. El problema actual, es que la civilización es global, y cuando colapse, lo hará también de forma global. 
El lugar histórico donde nos encontramos ahora, cuando hemos llegado a los límites del consumo, y parece que no habrá combustibles para todo, dos opciones nos quedan tan sólo. Decrecer de forma ordenada para intentar evitar el colapso, o llegar a él y esperar a ver como administramos la situación.  Que cuando más riqueza se está generando  en toda la historia de Europa y con todos los países unidos, personas que huyen de guerras y hambre estén siendo confinadas en recintos vallados como ya fueron confinados por Francia los españoles que huían del fascismo en el año 1939, nos indica cual va a ser la reacción cuando no haya materias primas para todo el mundo con las que seguir llevando este gasto . Toda Europa entera no ha sido capaz de acoger en mejores condiciones que cuando Francia tuvo que hacerlo en solitario y con un escenario económico no tan bueno. En la civilización del egoísmo globalizado, quien sabe lo que deparará el futuro...

lunes, 13 de junio de 2022

El ciclo de la vida III los herbívoros


Pasados ya los embates de la publicación del Nuevo libro de huellas, las idas y venidas, voy a retomar las entradas pendientes con el tema del ciclo de la vida en el bosque-jardín. 

Hablaba la vez anterior de los productores. Los vegetales que con ayuda del sol, el agua y el CO2 del aire son capaces de transformar los elementos del suelo en materia viva, en sus propios cuerpos. Toda una legión de insectos, mamíferos aves y demás animales y animalillos se alimentan de vegetales en parte o de forma exclusiva. Entre las aves, los patos (Anas Platyrrhynchos) son unos redomados herbívoros que llegan de no sabemos qué lugar a reposar sobre las aguas de nuestro estanque, ahora recién construido contra-reloj con el fin que pudiera estar listo para albergar las puestas de "nuestra" población de sapos corredores (Epidalea calamita) que surgen del anonimato de la noche y el subsuelo en números más que considerables para hacer sus puestas. 

Sobre el suelo, quizá los herbívoros que más se dejan notar son los saltamontes, especialmente la langosta egipcia (Anacridium aegyptium) que encabeza esta entrada, y que se deja notar tanto por su tamaño como por la particularidad de resistir al invierno en forma de adulto. Así pues es quizá el único de los saltamontes que está presente durante los meses fríos. Al caer la noche, los grillos alcanzan su protagonismo debido a su canto. Esperamos que la población tanto de saltamontes como de grillos vaya creciendo de forma paulatina con el tiempo al ser un espacio libre de fitosanitarios. Han aumentado sus poblaciones de forma considerable los caracoles comunes (Helix aspersa) y sin embargo han reducido mucho y drásticamente su población los caracoles blancos o caracoletas (Theba pisana) que eran muy abundantes antes de que crecieran los árboles. En unos pocos años, el paisaje abierto que era un antiguo cultivo forrajero de alfalfa (Medicago sativa) se ha convertido en eso que nosotros denominamos bosque-jardin donde el arbolado ocupa un lugar considerable. 

Ya hablaba en otra entrada de las típulas (Tipula sp.) cuyas larvas recorren el subsuelo alimentándose de las raíces de los vegetales junto con las larvas de coleópteros como los escarabajos solsticales (Amphimallion sp) y las de los elatéridos, o escarabajos de resorte, que poseen un curioso mecanismo de trinquete que les permite darse la vuelta con un ruidoso salto si caen de espaldas en el suelo. Sus larvas son conocidas como "gusanos de alambre". A esa tropa de cazadores subterráneos se une el extraño ser de la fotografía de la derecha, el grillo topo, (Gryllotalpa gryllotalpa)  cuya adaptación a cavar es un claro ejemplo de convergencia evolutiva con el topo. Los herbívoros como vemos pues, actúan tanto sobre el suelo  como bajo él. El más grande de todos ellos es el topillo (Microtus duodecimcostatus) al que ya dedicamos una entrada anterior en este blog.

Algo más se nota la actividad de las orugas de las mariposas conocidas como taladro del chopo (Paranthrene tabaniformis), debido a que construyen galerías en el interior de las ramas de los chopos, y que cuando alcanzan una cierta longitud las debilitan hasta el punto de que se parten y caen al suelo. Algunas veces cuando vamos al bosque-jardín tras episodios de vientos vemos varias de estas ramas partidas en el suelo. Lo más significativo de estas mariposas, al igual que las orugas perforadoras de los chopos (Sesia apiformis) cuya foto vemos a la izquierda, es su gran parecido con una avispa, hecho que les protege del ataque de algunos depredadores. Estas mariposas, más grandes que las de la oruga del taladro del chopo pueden provocar la muerte de árboles de cierto tamaño al cortar el flujo de savia en las partes bajas del tronco. Más vistosas por el mayor tamaño, son las mariposas blancas de la col (Pieris brassicae), las mariposas medio luto (Melanargia lachensis) o las mariposas saltacercas (Lasiommata megera) que vuelan en estos momentos, Este próximo otoño abordaremos el proyecto de preservar una pequeña superficie que dedicaremos a la flora espontánea que seleccionaremos para dar cobijo a otras mariposas.

 El proyecto es algo lento puesto que hemos de compaginarlo con la puesta en marcha de la vivienda que hemos de habitar en unos meses cuando debamos de abandonar la actual. Las tareas que realizamos nosotros y que implican a todos los gremios (electricidad, fontanería, albañilería, o carpintería) nos restan tiempo del jardín al que dedicaríamos más tiempo sin duda de disponer de él. Este principio de año hemos atendido la edición y la promoción del Nuevo libro de Huellas  y el acondicionamiento del estanque o balsa, (que es como les llamamos aquí) con el fin de que estuviese dispuesto en fechas adecuadas para acoger a los anfibios en sus primeras puestas. Pero el estanque, será motivo de una entrada monográfica posterior. No por ello dejamos de retratar a uno de sus habitantes arriba a la derecha, el caracol acuático (Physa acuta) que multiplica sus efectivos librando al estanque de las algas que lo cubrirían. 

No sólo mastican, los herbívoros. Otros, como las cigarras, cochinillas o los pulgones, se limitan a chupar la savia de las plantas con aparatos bucales especializados. Los pulgones tienen mecanismos adaptativos sorprendentes. Las hembras pueden traer al mundo hijas que son clones de ellas mismas sin necesidad de ser fecundadas por el macho. Es por ello, que los tratamientos fitosanitarios pueden fracasar con el tiempo al clonarse las hembras resistentes a los productos utilizados. Es por lo tanto más efectivo esperar si se puede, a la llegada de los insectos depredadores. en la imagen de la derecha vemos a una hormiga que llega para recoger la sustancia azucarada que segregan los pulgones y con la que obtienen la protección de las hormigas, que actúan como "ganaderas". 
Los roedores son los herbívoros de mayor tamaño que habitan el bosque-jardín. Sus hábitos nocturnos les hacen ser difíciles de observar, aunque los indicios nos dicen que están presentes. Una vez echados los suelos de la casa, las puertas ajustan mejor y ya no permiten su acceso al interior de las construcciones. Si bien el topillo vive bajo el suelo, los ratones (Mus spretus) de la fotografía de la derecha lo hacen sobre él explorando todos los rincones de la finca. Más trepadoras que ellos, las ratas negras (Rattus rattus) suben a los tejados y a los árboles donde se alimentan de brotes, frutos y si pueden de aves u otros animalillos, pues no desechan ningún tipo de alimento en su dieta.

Aunque breve, esta es la entrada del blog que dedico a los herbívoros del bosque-jardín bajo la temática del ciclo de la vida. Ellos, no son capaces de sintetizar su propia comida a partir de las sustancias minerales, el agua y el sol como sí hacen los vegetales. A su vez, estos herbívoros serán el nutrimento de los carnívoros, que son otros seres que necesitan consumir los cuerpos de los animales para aportar a su cuerpo las sustancias que les permitan vivir y realizar correctamente sus funciones vitales. Pero eso, será el tema de la siguiente entrada de la serie el ciclo de la vida...

miércoles, 13 de abril de 2022

Agenda de promoción del libro para los próximos días...

 

El próximo día 20 de abril, a las 19:00 horas presentamos el libro "Huellas y Señales de los Animales en la Península Ibérica y resto de Europa" en la Sala Pilar Sinués del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza (facultad vieja de Medicina). Es una actividad del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza. Es un momento importante de la vida de un naturalista tener la oportunidad de presentar un libro en el marco incomparable de un museo de Ciencias Naturales como el de Zaragoza. La librería París de Zaragoza colocará una mesa en la que pondrá a la venta el libro para quienes deseen adquirirlo.

El día 23 de abril, día del libro, se celebra el día de San Jorge en Aragón, que es mi comunidad autónoma. Este día se celebra tradicionalmente de forma muy especial también en Cataluña. En su día de Sant Jordi, día del libro y de la rosa, tendré la suerte de poder firmar libros en la librería Oryx de 13:00 a 14:00 horas, en su dirección Calle Balmes 71 de Barcelona. nos vemos si pasáis por cualquiera de los dos sitios


Pincha aquí para saber más del libro


viernes, 11 de febrero de 2022

Por fin está a la venta mi nuevo libro

HUELLAS Y SEÑALES DE LOS ANIMALES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Y RESTO DE EUROPA.

 Por fin ha llegado de la imprenta, se han depositado los ejemplares en el depósito legal y he llevado los primeros a la distribuidora que los repartirá por las librerías. Una advertencia tengo que hacer. En los agradecimientos, cito a Lauro Arrate, conservador de la antigua colección de naturaleza del colegio La Salle Montemolín y digo que había fallecido. Si bien es cierto, que la citada colección ha sido depositadas en el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza, Lauro Arrate, antiguo conservador, sigue vivito y coleando y tuve la oportunidad de ir a entregarle el libro que le correspondía el día 9 de febrero. Se alegró mucho de recibir el libro que le dije le entregaría hace unos 22 años, y yo de su repentina resurección. Parece ser que la colección no fue donada con su consentimiento y que más bien desconocía que iba a producirse. Una tercera persona me comunicó su fallecimiento y otra, por casualidad, el día anterior a mi visita me informó que seguía vivo. 

Aclarado esto, paso a describir brevemente el contenido del libro. En este libro, para una mejor comprensión de la anatomía de las huellas, he dibujado sobre una mano humana los detalles que podemos ver en cualquier huella. El origen evolutivo de los huesos que conforman nuestras extremidades y las de los animales, se pueden traducir igualmente en la superficie en la que se apoyan al caminar o al saltar. En los años que me he dedicado a impartir cursos de formación, siempre he explicado de este modo las diferentes huellas que se trataban. También es más sencillo ver las similitudes entre los animales de un mismo grupo, y se comprende que animales más estrechamente emparentados tienen huellas muy similares, aunque la evolución favorece similitudes entre huellas de animales de diferentes grupos, como pueda ser las del oso y las del tejón, que sin embargo muestran una convergencia evolutiva en el uso de las manos.

Como tipos de marcha, apunto cuatro, que se corresponden con cuatro formas de apoyar las extremidades y el orden en el que se hacen. El paso, el trote, el galope y el salto. Quienes vivimos en el mundo rural y hemos conocido el uso de las caballerías para el trabajo agrícola recordamos el clic-cloc, clic-cloc, de las herraduras de los cascos , de un "macho" o mula al paso, o ese mismo sonido pero más intenso, de dos extremidades cada vez cuando va al trote, los cuatro sonidos de cada una de las patas al galope  o los tres que se perciben en el salto al golpear en el suelo las dos extremidades traseras casi al unísono. 



También hago una leve descripción del modo de recoger los indicios de los animales, ya sean las huellas mediante moldes u otro tipo de restos, sean excrementos, egagrópilas, frutos, etc y de qué modo preservarlos del mejor modo. 


Los animales tratados, constan de una ficha descriptiva con un dibujo del animal que produce el indicio, ya que no todas las personas conocen a los animales a los que nos referimos. Además de los consabidos mamíferos que aparecen en todas las guías de huellas (aunque aparecen ya algunas sobre aves), en esta aparecen aves, anfibios, reptiles, insectos, arácnidos, moluscos diversos, e incluso dos plantas cuyos indicios podemos encontrar en la naturaleza mezclados con los producidos por animales.


A los dibujos de las especies y sus señales, añadimos documentación gráfica en forma de fotografías que pueden estar tanto en blanco y negro como en color dependiendo de como se encuentran distribuidas dentro de la obra y de si coinciden con los pliegos que se imprimen en color o no. A la derecha un ejemplo de unas que se encuentran en la parte que hace referencia a los cánidos y que muestran arañazos y algunas huellas poco usuales, ya sea por que le faltan caracteres, porque marca algunos que no es habitual que se marquen o porque la superposición de dos huellas da lugar a confusión.

Además de las huellas, se tratan lo que he denominado rastros complementarios, generalmente porque ayudan a situar al autor de un rastro aportando una información que no tiene que ver con la impresión de las extremidades. Entre ellos, están los excrementos. Pese a que vienen ilustrados en dibujos a lápiz en las fichas de los animales, existe un capítulo dedicado a ellos y que se compone de cinco láminas de excrementos fotografiados y con referencia al tamaño en el pie de página, además de una serie de fotografías de los excrementos tal y como se encuentran "in situ".




No sólo excrementos, sino también las egagrópilas (regurgitaciones de aves) tienen su apartado propio. Además de las fotos, que como en el caso de los excrementos nos muestran algunas egagrópilas "in situ", he hecho láminas donde se muestran varias y que permiten la comparación entre ellas. 






Además, en los rastros complementarios se habla también de las marcas que aparecen en los troncos, ya sean producidas por aves, mamíferos, insectos, o incluso el hombre en sus actividades. en este caso, las fotografías aparecen en color. 








Al igual que las marcas producidas en los troncos, se habla de las marcas producidas en los frutos. Además de los dibujos en las fichas de los animales, es este apartado se ilustran frutos trabajados por aves, mamíferos o insectos que podemos hallar fácilmente en nuestras excursiones, He intentado agruparlos para que sea más fácil la comparación a pesar de ocupar diferentes páginas...





También se tratan los restos de animales encontrados y que se ha podido identificar el autor de la muerte con datos de lo que queda tras el paso del depredador. 

Además contamos con una colección de fotografías de cráneos de mamíferos, aves, reptiles y anfibios y las medidas máximas de longitud y anchura, todas de la colección del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza. Se complementan con dibujos de huesos largos con medidas de varias especies, y un apartado de identificación de cráneos de aves y micromamíferos contenidos en egagrópilas de aves. 



Más de 130 láminas de  plumas de aves que podemos encontrar en la naturaleza fotografiadas con las medidas en el pie de foto. Generalmente rémiges y rectrices, ocasionalmente también aparece alguna pluma de contorno. 







Para finalizar, un último capítulo de nidos, cubiles y sendas de diferentes especies con claves dicotómicas que ayudan a descartar especies a las que asignar este rastro. 






Como veis, creo que el libro merece la pena. No será el libro definitivo de huellas y señales, pero sí que puedo afirmar que está muy completo. Cuando un autor apasionado decide hacer un libro que como este supone ser un catálogo de indicios que se encuentran en el bosque, acaba haciendo más una guía de viaje de un naturalista por el entorno que otra cosa, ya que repara en indicios de todo tipo de animales, dese el águila al gorrión de la lombriz a la serpiente y del ratón de campo al oso, sin olvidar caracoles, almejas o sepias que también dejan rastro de su presencia en la playa. 

Son casi 700 páginas de ilustraciones a lápiz, la gran mayoría, aunque hay alguna hecha con rotulador, y un gran número de fotografías, todo ello realizado por el autor. De algún modo unas 350 especies han dejado señal de su paso por este libro. Unas, con gran variedad de indicios diferentes, otras, tan sólo con un dibujo de un cráneo típico con las medidas para identificarla...

Huellas y señales de los animales en la Península Ibérica y resto de Europa. (Carlos Miguel Lastanao Lobera) ISBN 9788409364725

Precio en España Peninsular, 65 EUROS transporte incluído.  

Precio para países de Europa Central, (Alemania, Francia, Italia, Portugal...) 80 EUROS transporte incluido.  

 A quienes me ven desde América, ya sea del norte, centro o sur, es poco probable que pueda realizar envíos económicos, al igual que quienes me visitan desde Asia. No obstante, podré consultar el precio sin compromiso. Yo asumiré parte del precio de envío para que no resulte tan caro.

A quienes me véis desde Rusia, en caso de que estéis interesados, puedo consultar precio del envío, que como en el caso de Europa, asumiré yo en parte para que os resulte algo más económico.

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