lunes, 20 de agosto de 2012

Los dientes de los mamíferos


            Es bien cierto que una de las características que identifican a los mamíferos, glándulas mamarias aparte, es el pelo. Prácticamente todos poseen pelo, aunque sea poco y de carácter residual. Pero si hay otro carácter identificativo de los mamíferos  son los dientes. Los dientes son estructuras altamente especializadas, y tan características que en muchos casos se puede identificar la especie a la que pertenece un diente determinado hallado suelto en algún lugar.
            No pretendo hacer aquí una guía identificativa de dientes, pero si mostrar grosso modo algunos característicos. Vamos a ver fotografías de dientes diversos que están adaptados al diferente tipo de alimentación de los mamíferos. En primer lugar decir, que un mismo individuo posee diferentes tipos de dientes con relación a su edad. Unos los llamados dientes de leche, salen cuando el individuo es muy joven y el tamaño de su boca no se corresponde con el definitivo, de modo que suelen ser más pequeños. Como el individuo está en pleno crecimiento los dientes de leche salen al ritmo que crece la boca del individuo joven. El cometido es poder masticar los primeros alimentos  desde que el animal tiene capacidad de digerirlos  hasta que el desarrollo de la boca alcanza un tamaño definitivo.  Entonces podrá albergar el siguiente juego de dientes que le servirá para procesar el alimento el resto de su vida. Los dientes definitivos salen debajo de los dientes de leche, y los empujan hasta sacarlos de sus alojamientos y así ocupar su lugar. Es por eso que a los niños se les “caen” los dientes de leche cuando les salen los definitivos. También la salida de los dientes definitivos es progresiva y se retrasa mucho en algunos casos. Basta recordar nuestra “muela del juicio”, que en algunos casos sale en la vejez y en otros no llega ni a salir.
            Por otra parte, decir que  los dientes son de varios tipos también en cuanto a funciones y estructura, de modo que cada uno cumple una misión diferente. Los incisivos están situados en la parte delantera de la boca. Según el animal del que se trate, desempeñarán una función característica en la boca de dicho animal,  como roer en el caso de roedores, (foto de la izquierda) cortar la hierba en el caso de algunos herbívoros, arrancar el pelo o plumas de las presas en el caso de los carnívoros, o servir como defensas en el caso de los elefantes.
            Por detrás de estos, en algunos casos existen otros denominados caninos, que son lo que denominamos familiarmente como colmillos, y que están desarrollados de forma especial en el caso de los carnívoros (foto de la derecha). Algunos herbívoros también los tienen desarrollados como el caso de los jabalíes o algunos ciervos, que los utilizan como defensas. Otros herbívoros que los poseen, o no tienen funcionalidad siendo residuales o bien se suman a la batería de incisivos delanteros adquiriendo la forma de estos de los que no se distinguen.
            Por último y en l aparte posterior de la boca aparecería la batería de masticación formada por premolares y molares propiamente dichos. Los premolares, en algunas ocasiones han desaparecido como en el caso de algunos roedores, se han reducido como en el caso de algunos carnívoros, o pasan a formar parte del elemento triturador de la materia vegetal como en el caso de muchos herbívoros. En el caso de los cérvidos (foto de la izquierda), tanto premolares como molares se asemejan mucho debido a que son utilizados para el mismo cometido. Los insectívoros también presentan esa similitud entre premolares y molares, si bien su superficie está constituida de una sucesión de cúspides que sirven para romper los caparazones de los insectos con los que se alimentan.
En el caso de los jabalíes (a la derecha), que mastican frutos, bulbos e incluso pequeños animalillos, los molares son de forma tubercular y redondeados, para poder moler tanta diversidad de alimentos como suelen consumir. Los premolares, están reducidos en número y en algunos casos son sólo residuales. En entradas posteriores, veremos los dientes de los mamíferos con más detalle, centrándonos en especies en concreto.

miércoles, 1 de agosto de 2012

El kiwi y la becada


Recuerdo un día en el Vedado de Peñaflor (Zaragoza) en que salió una becada (Scolopax rusticola) casi debajo de mis mismos pies. Al ir yo pensando en mis cosas, me dio un pequeño susto. Estaba yo más acostumbrado a que esto mismo fuese protagonizado por alguna liebre (Lepus granatensis), a pesar de que conocía la existencia de becadas por las plumas que había encontrado tiempos atrás. Esta cualidad de aguantar hasta el último momento para levantar el vuelo creo que es lo que les ha valido el nombre de “sordas” en algún lugar.
Es enigmática la vida de este ave que recolecta su alimento bajo la hojarasca del suelo. Con su pico  recolecta los animalillos que viven bajo el mantillo y entre las hojas en putrefacción. Según numerosas publicaciones, recoge su comida gracias a la sensibilidad táctil de su pico. Igual que hace el kiwi (Apteryx spp) en nueva Zelanda y con quien no guarda ningún parentesco. Como nosotros y el ratón.
Sentía mucha curiosidad por ver de cerca un pico como el de la becada. El primer paso fue el de solicitar a algunos cazadores conocidos que me guardaran cabezas de becadas si es que cazaban      alguna. El día que tuve una cabeza de becada en mi mano, quedé sorpendido no por el pico, sino por el lugar donde tiene ubicada la abertura del oído. Se puede observar lo visto en la foto de arriba a la derecha. Era la primera vez que veía una cosa semejante. Cuando retiré la carne del hueso todavía quedé más sorprendido, pues el conducto auditivo pasaba “a caballo” de la mandíbula, por un canal especial, hecho este que convertía su pico en un fonendoscopio. Este aparato introducido en la hojarasca le ha de prestar seguramente puntual información del más leve sonido producido bajo la misma. Si nosotros rozamos ligeramente uno de nuestros dientes, comprobaremos que percibimos el sonido magnificado a través de la mandíbula y su conexión articular con el cráneo, articulación que se encuentra próxima al oído. Imaginad si nuestro conducto auditivo no sólo estuviese cerca de la mandíbula sino que pasase “a través de la misma”.


Comprobé si en el caso del kiwi, el oído tiene una configuración parecida, y en una foto lateral de un cráneo de kiwi, veía el sospechoso paso del oído a través de mandíbula inferior que se aprecia en el cráneo de la becada, si bien es algo más rudimentario.

Empecé a cuestionarme la extrema sensibilidad del pico frente a semejante aparato auditivo. Busqué imágenes de picos de kiwis, ya que no tengo acceso a ninguno. Aparecen aquí a la derecha. Las fotos de los picos del kiwi me motivaron para comprobar paralelismos en los de la becada. Allí estaba. El pico de la becada era extremadamente parecido al del kiwi, y los huecos donde se aloja el sentido del tacto en el pico (corpúsculos de Herbst) tenían idéntica apariencia. Si el pico del kiwi es muy sensible, el de la becada no lo es menos. La foto es algo borrosa pero es que las hago por el ocular de la lupa con mi cámara compacta.
En cuanto a que las aves localicen la comida por medio del olfato, encontré referencias en la que se podía comprobar cómo las narinas (agujeros de la “nariz”) del kiwi llegaban hasta la parte distal del pico, lo que confirma que probablemente utilicen activamente el olfato en su busca de alimento. Parece estar documentado el buen olfato en algunas aves como el buitre americano, (Cathartes aura) y el kiwi a pesar de que este sentido no parece estar muy desarrollado en la mayoría de las aves. Con respecto al olfato de estas aves, he encontrado referencias en: http://rapacesdelmundo.blogspot.com.es/2011/10/el-olfato-en-las-aves-rapaces.html. 

Hay que destacar que Darwin hizo una pequeña prueba para comprobar el olfato del buitre (C. aura) envolviendo carne en un papel y no comprobó que su olfato fuese nada prodigioso. Este experimento fue realizado anteriormente por Audubon y por Mr Buchman con idéntico resultado. Darwin pensaba que quizá los buitres se ven entre sí y cuando unos encuentran la comida y descienden, estos llaman la atención de los otros. (No sé si ya lo había leído o si fue una predicción suya sin saberlo). Da clara referencia de este hecho en su libro "Un naturalista alrededor del mundo", donde narra hechos vividos en su viaje en el Beagle.
El gran tamaño de los lóbulos olfatorios del cerebro de la becada apunta a que también su olfato está bien desarrollado y que podría usarse en la localización del alimento, según aseguran en el enlace: http://ret007ie.eresmas.net/OLFATOBECADA/sentido_del_olfato_en_la_becada1.htm
La diferencia entre ambas aves es enorme. El Kiwi no puede volar, y no posee las adaptaciones en el esqueleto relacionadas con el vuelo. El esqueleto de la becada en cambio, es como el del resto de las aves. El kiwi es nocturno. Sus ojos son pequeños y su visión es pobre Los ojos de la becada son muy grandes, y con ellos domina todo el entrono a su alrededor. Es difícil que un depredador la pueda sorprender incluso cuando está con el pico introducido en el interior del suelo. La foto de la parte distal del pico de la becada con su funda (a la derecha), muestra el sorprendente parecido con el del kiwi (arriba a la derecha, parte superior de la foto).
Parece sin embargo maravilloso, que en dos aves tan diferentes, los aspectos en que ambas coinciden, que es la necesidad de recoger lombrices y animalillos del suelo es lo que ha tallado los sorprendentes paralelismos morfológicos entre ambas. El hecho de esta convergencia evolutiva entre especies que evolucionaron aisladas durante millones de años hace que la naturaleza nunca deje de sorprender.