sábado, 21 de junio de 2014

Las plantas también tienen parásitos.

                  
 El jueves subí a Ruesta para llevar y ayudar a Vicente, el antiguo coordinador que deja el cargo por enfermedad. En la tele sólo había una noticia según comprobamos en el bar donde nos tomamos un café a mitad de camino. Los reyes nuevos, los viejos y los futuros. No pude hacer entrada para el blog esta semana, pero la noticia del día y unas fotos que pude hacer en Ruesta a unos orobanches  y a una mata de muérdago me animó a escribir una pequeña entrada sobre el parasitismo. La foto del encabezamiento pertenece a Orobanche hederae, una planta que parasita a la hiedra (Hedera hélix) de la que toma su nombre específico. La planta, como vemos en las fotos, consta tan sólo de un tallo del que salen las flores, pues su raíz busca las raíces de la planta huésped y de ellas obtiene los nutrientes y agua necesaria. No necesita tener hojas ni clorofila, de modo que su inversión sólo consta de las raíces con las que robar el alimento y las flores que le permitan propagarse después. Realmente es como si a la hiedra le saliesen unas flores diferentes a las suyas, tal es el grado de parasitismo. Sus semillas son distribuídas por el viento.

           Tenía fotos de otro parásito en el ordenador. En este caso, se trata del Arceuthobium oxycedri. También se le denomina muérdago enano. Como vemos en su nombre científico, también toma el nombre específico de su huésped, el enebro (Juniperus oxycedrus). En este caso, el nivel de parasitismo no es tan elevado, pues podemos apreciar que su color es verde, con lo que la fotosíntesis la realiza por él mismo. Sólo robará de su huésped la savia bruta que él mismo manufacturará. El modo en el que llega a “subirse” sobre el arbusto no lo sé pero intuyo que será de un modo parecido a como lo hace el muérdago. Parece arte de magia el modo en el que aparece esta planta, de aspecto algo carnoso sobre las secas ramas y afiladas hojas del enebro.
          El muérdago (Viscum album) es un parásito algo más conocido, debido a que afecta a plantas de las que obtenemos beneficios económicos. Es como el arceuthobium un parásito parcial, que hemos dado en llamarlo hemiparásito o semiparásito. En este caso, os he puesto la foto de una mata que había en una acacia junto al antiguo frontón de Ruesta. En la zona de Ruesta podemos encontrar a  dos muérdagos diferentes según parece: el que parasita frondosas como frutales, chopos o en este caso la acacia y el que parasita coníferas como el pino. No he visto robles parasitados, pero hay una variedad que sí lo hace. Era el que cortaba Panorámix, el druida del pueblo de Astérix.

            El muérdago, también es hemimarásito, y por ello necesita tener clorofila para realizar la fotosíntesis. Sus frutos, cuya semilla posee unas propiedades adherentes tras el paso por el intestino de los animales, queda pegada a las ramas de los árboles al ser expulsada, y de este modo es como consigue encaramarse a las ramas para poder vivir allí. El proceso más detallado lo podéis leer en la entrada de este mismo blog denominada “Agujeros en las ramas”.
Sobre los otros parásitos, habrá sobrada información en la tele durante algunos días.

viernes, 13 de junio de 2014

Los senderos de la agonía.

         
       
           
 Ya os hablé en una entrada anterior sobre lo arriesgado que es para los habitantes del río el momento de una avenida. Como el cauce del río se hace más ancho (no todo lo que al río le gustaría, pues enseguida se topa con las “motas” o diques de contención), el río cambia su dinámica. En algunas zonas, se torna más rápido y erosiona el fondo. En otras zonas en cambio el agua discurre de forma más lenta y deposita sedimentos de diferente tamaño según la velocidad de la corriente.
            Estas diferencias de velocidad, provocan la aparición de playas de gravas en algunos puntos del cauce. Estas playas pueden aparecer como islas de diferente altura. Al bajar el nivel del agua y estas islas separar el cauce en diversos brazos apareciendo un cauce tranzado, pequeños brazos de río quedan aislados del cauce original y se alimentan mediante filtración a través de las gravas. Si el cauce aislado está demasiado alto, al disminuir el nivel del río el suministro de agua desaparece, y comienza una lenta agonía para los peces e invertebrados que quedan atrapados. Antes que la calidad y la temperatura del agua sean inadecuadas para la vida, los animales luchan por la supervivencia. Los martines pescadores y garzas acortarán la agonía de los peces. Las almejas de agua dulce, descenderán hacia el agua dejando unos caminos característicos en el lecho o las paredes del cauce agonizante (foto superior).





 En la foto de la izquierda, un ejemplar de Unio elongatulus emprendiendo el viaje hacia el fondo del cauce que se seca. Junto a ellos había muchos ejemplares de Gammarus Sp y camarones de agua dulce Atyaephyra dermarestii. A los dos días, una nueva avenida llenó el cauce dando una nueva oportunidad a los habitantes de este pequeño brazo aislado del río Ebro, justo debajo del Puente del Tercer Milenio.



           


En otros lugares, en la época más seca del año, estos brazos de río se secan y las almejas mueren, apareciendo las conchas abiertas. En este caso podemos observar ejemplares de Corbicula fluminea o almeja asiática (2) al lado de las autóctonas Potomida littoralis (3) y Unio elongatulus (1)

          






Aunque una crecida posterior pueda volver a llenar el cauce por filtración, el agua llega tarde, y en el fondo quedan los restos de las almejas que no pudieron sobrevivir a la nueva avenida. Si la avenida es más intensa y el agua discurre de nuevo por el brazo, la corriente arrastrará las conchas vacías y quizá unas nuevas almejas caigan de nuevo en la trampa mortal. 
          Potomida littoralis (3), Corbicula fluminea (2)

jueves, 5 de junio de 2014

Visita a Ruesta.

           
 El martes día 8 de abril pasado, la sección sindical de CGT en el Ayuntamiento de Zaragoza decidimos subir en bloque a dar vuelta por el pueblo cedido de Ruesta. Nos movimos con coches particulares y todos los costes recayeron sobre los delegados, ya que en este sindicato no tenemos “todos los gastos pagados” como ocurre en otros sindicatos. De este modo, nos reservamos un día para visitar el pueblo, pues había personas que hacía mucho tiempo que no habían ido, y también podrían ver los carteles y las vitrinas que habíamos preparado desde la sección para toda la CGT y aquel que se acerque allí.
           
Visitamos el aula de la naturaleza, el albergue y la biblioteca. Antes de comer, recorrimos el sendero que nos lleva hasta la ermita de Santiago y pudimos repasar las letras de los carteles que se hubiesen borrado. Cada cartel era repasado por varias personas con lo que el trabajo se terminó muy pronto.
            Ya había orquídeas. Con un lápiz extrajimos los polinios, o mecanismos de polinización de las orquídeas y pudimos contemplar cómo funcionan para evitar a autofecundación. Los polinios, se “pegan” al insecto que se acerca a libar de la flor o a intentar copular con ella en aquellos casos en los que esta se parece a un abejorro. Aparecen en un primer momento sujetos en una posición que varía pasado un tiempo de modo que los sacos de polen entren en contacto con el estigma cuando el insecto ya ha abandonado la flor y ha llegado a otra planta, produciéndose entonces la fecundación. 
           


  Había mucha agua, tanta como nunca había visto en las fuentes. Contemplamos los nidos de los carpinteros, una rana asustada pero que debió de salvar la vida gracias a que pasamos por allí, ya que a menos de un metro había una culebra de agua viperina (Natrix maura) que podría habérsela comido. Unos pocos pudieron ver como la culebra de agua viperina, como su nombre indica, aplasta su cabeza dándole un aspecto triangular y bufa ruidosamente para amedrentar a posibles depredadores al confundirse fácilmente con una víbora si no se conocen estos animales.


            Durante la comida y la vuelta a casa, tras las euforias sobre lo que reconstruir y las posibilidades que presenta el entorno que siempre nos embargan, la reflexión sobre el patrimonio perdido. Un pueblo que es patrimonio protegido por la UNESCO junto con el Camino de Santiago que lo atraviesa pero que la administración deja que poco a poco se derrumbe. La protección impide la reconstrucción de las casas sin un estudio previo (que resulta inasumible) y mientras tanto, una a una de forma implacable, las casas se van a tierra. Además, desde el bar se ven las cicatrices gigantes del recrecimiento del pantano de Yesa sobre el que desde círculos de geólogos se mantiene que acecha un riesgo inasumible debido a la desestabilidad de las laderas cercanas a la presa. El empecinamiento de cada gobierno de turno en su construcción pese al riesgo parece responder a la sinrazón. Esperemos que alguien no pague un precio demasiado alto aguas abajo de la presa.