jueves, 5 de junio de 2014

Visita a Ruesta.

           
 El martes día 8 de abril pasado, la sección sindical de CGT en el Ayuntamiento de Zaragoza decidimos subir en bloque a dar vuelta por el pueblo cedido de Ruesta. Nos movimos con coches particulares y todos los costes recayeron sobre los delegados, ya que en este sindicato no tenemos “todos los gastos pagados” como ocurre en otros sindicatos. De este modo, nos reservamos un día para visitar el pueblo, pues había personas que hacía mucho tiempo que no habían ido, y también podrían ver los carteles y las vitrinas que habíamos preparado desde la sección para toda la CGT y aquel que se acerque allí.
           
Visitamos el aula de la naturaleza, el albergue y la biblioteca. Antes de comer, recorrimos el sendero que nos lleva hasta la ermita de Santiago y pudimos repasar las letras de los carteles que se hubiesen borrado. Cada cartel era repasado por varias personas con lo que el trabajo se terminó muy pronto.
            Ya había orquídeas. Con un lápiz extrajimos los polinios, o mecanismos de polinización de las orquídeas y pudimos contemplar cómo funcionan para evitar a autofecundación. Los polinios, se “pegan” al insecto que se acerca a libar de la flor o a intentar copular con ella en aquellos casos en los que esta se parece a un abejorro. Aparecen en un primer momento sujetos en una posición que varía pasado un tiempo de modo que los sacos de polen entren en contacto con el estigma cuando el insecto ya ha abandonado la flor y ha llegado a otra planta, produciéndose entonces la fecundación. 
           


  Había mucha agua, tanta como nunca había visto en las fuentes. Contemplamos los nidos de los carpinteros, una rana asustada pero que debió de salvar la vida gracias a que pasamos por allí, ya que a menos de un metro había una culebra de agua viperina (Natrix maura) que podría habérsela comido. Unos pocos pudieron ver como la culebra de agua viperina, como su nombre indica, aplasta su cabeza dándole un aspecto triangular y bufa ruidosamente para amedrentar a posibles depredadores al confundirse fácilmente con una víbora si no se conocen estos animales.


            Durante la comida y la vuelta a casa, tras las euforias sobre lo que reconstruir y las posibilidades que presenta el entorno que siempre nos embargan, la reflexión sobre el patrimonio perdido. Un pueblo que es patrimonio protegido por la UNESCO junto con el Camino de Santiago que lo atraviesa pero que la administración deja que poco a poco se derrumbe. La protección impide la reconstrucción de las casas sin un estudio previo (que resulta inasumible) y mientras tanto, una a una de forma implacable, las casas se van a tierra. Además, desde el bar se ven las cicatrices gigantes del recrecimiento del pantano de Yesa sobre el que desde círculos de geólogos se mantiene que acecha un riesgo inasumible debido a la desestabilidad de las laderas cercanas a la presa. El empecinamiento de cada gobierno de turno en su construcción pese al riesgo parece responder a la sinrazón. Esperemos que alguien no pague un precio demasiado alto aguas abajo de la presa.


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