domingo, 17 de octubre de 2021

Cuento de cernícalos II. Introducción al ciclo de la vida.


 Ya he comentado alguna otra vez diferentes eventos naturales que podemos disfrutar en nuestro bosque-jardin. El momento del riego, cambia el aspecto del mismo de modo que por unas horas se convierte en un pequeño humedal donde se dan cita especies propias de ese ecosistema. Cigüeñas, (Ciconia ciconia), garzas reales (Ardea cinerea), garcillas bueyeras (Bubulcus ibis), gaviotas patiamarillas (Larus cachinnans)...

Si por un lado aparecen quienes se sienten atraídos por el humedal, por otro aparecen quienes no quieren estar en él, y muchos seres subterráneos salen al exterior donde son atrapados por los nuevos inquilinos temporales.

Uno de estos seres subterráneos es el topillo mediterráneo (Microtus duodecimcostatus). Un visitante fijo del bosque-jardín es el cernícalo vulgar. Ambos protagonizan un capítulo del "ciclo de la vida". Un cuento, que como digo es de cernícalos, pero quizá sea más un cuento de topillos.

Los topìllos viven en este lugar desde antes que nosotros comprásemos un campo que había sido maltratado por la agricultura industrial basada en el consumo de productos de síntesis química y parásemos esta espiral de consumo. El último capítulo fue una aplicación de herbicida al cultivo de alfalfa para recoger la semilla. El siguiente capítulo fue el que corresponde ya al bosque-jardin. el nuevo lugar de donde surgen estos relatos.

La vida de estos topillos se desarrolla en este mismo lugar desde que nacen hasta que mueren en muchas ocasiones. Se produce un flujo circular de la materia, un "ciclo de la vida" como escuchábamos en la banda sonora del Rey León. Nacen en sus madrigueras subterráneas y van alcanzando la madures alimentándose de las materias vegetales, principalmente raíces que encuentran en sus actividades subterráneas, aunque también realizan excursiones nocturnas esporádicas en los alrededores de sus madrigueras para alimentarse. 


La excursión más larga a la que se enfrentan durante el día claro, cuando hace sol, es aquella a la que se ven obligados si el agua de riego los pilla en un lugar de su madriguera que se inunda. Entonces sólo les queda la opción de salir al exterior y nadando, alcanzar un obstáculo por encima del nivel del agua donde guarecerse. Ese recorrido no tiene mayor trascendencia para el topillo si no es percibido por el ojo de un depredador. El cernícalo que nos visita, no falta a su cita puntual cuando los campos se inundan. Comoquiera que la inundación de muchos campos se coordina y se hace simultánea por los turnos de riego, y los horarios son variable, en algunas ocasiones esto ocurre sin que la visita de los depredadores sea efectiva, y ningún topillo sufre la desgracia de ser depredado... al menos durante el espacio de tiempo que ocupa su huída a las "tierras emergidas"

El cernícalo, va usando diferentes perchas como oteadero, al tiempo que avanza el agua por la superficie. Cuando no hay oteadero disponible, usa su técnica de cernido en el aire que le da nombre. Cuando un topillo sale al exterior, el cernícalo lo atrapa. Si tiene polluelos, vuela hasta el nido próximo, que se encuentra a algo menos de 1000m, realiza la ceba o lo entrega a su pareja para que lo despedace y vuelve a por otro. Creo recordar que este viaje llegó a producirse hasta cuatro veces la última vez que pude observar todo el tiempo que estoy regando que es alrededor de una hora y media.

Tras la actividad, viene el reposo, que algunas veces realiza en el alféizar de la ventana del baño de la planta superior. Allí, queda el resultado final. Comenzaba todo con la descomposición de la materia orgánica realizada por los seres vivos descomponedores. Una vez transformada, fue usada por las plantas que con la ayuda de la luz del sol y el agua, fue convertida en una planta. La planta acabó siendo consumida por un topillo. Ese agua que da la vida a las plantas, desalojó al topillo de su madriguera y fue cazado y posteriormente consumido por el cernícalo. El final del viaje del topillo está sobre el alféizar de la ventana. Se reduce a las manchas blancas de las heces del cernícalo, que son básicamente orina y las egagrópilas (regurgitaciones de partes indigeribles) que nos muestran el pelo y los huesecillos del infortunado topillo. La lluvia arrastrará estos restos hasta el suelo del bosque-jardín que vemos al fondo de la foto, y allí comenzará un nuevo ciclo.

A nadie se le escapa  que el cernícalo lleva las presas a unos polluelos que quizá jamás lleguen a visitar nuestro bosque-jardin. En una próxima entrada, hablaremos del ciclo de la vida y veremos cuanto se puede llegar a complicar esta red. No me he puesto a escribir aún pero en mi cabeza ya surgen ideas que me dicen que estas conexiones son tan complicadas y sorprendentes, que quizá hayamos de utilizar varios capítulos...

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