miércoles, 1 de enero de 2025

Diez años de trabajo, 300 años de historia.


 

  


 Ya estamos en 2025. Y estamos de celebración. En 2015, adquirimos una casa de campo antigua que se denominaba "Torre don Alejos”. Comenzamos desalojando y eliminando las partes inservibles de la misma, para acometer con urgencia la consolidación y reparación de la techumbre. En 2016, realizamos la primera plantación del bosque-jardín, cuya imagen terminada era tal y como vemos en la foto de la derecha.

  

Al realizar la eliminación de la “lavadura” o el remozado de las paredes para ejecutar uno nuevo en noviembre de 2015, nos dimos cuenta que se trataba de una edificación muy antigua, pues estaba construida de tapial. El tipo de tapial se conoce como "tapia valenciana", una variedad que se podía rastrear en el tiempo. Además se apreciaban perfectamente al menos tres épocas de construcción diferentes ejecutadas con diferentes materiales. Primera visita, al archivo municipal de Montemuzo, buscando la posibilidad de que el tal don Alejos fuese Miguel Alejos Burriel, primer alcalde liberal de la ciudad de Zaragoza, pero era imposible rastrear así. Acepté el consejo de las archiveras municipales de acudir al registro de la propiedad. Así pues, obtuvimos un histórico de primera inscripción que se había realizado en 1866. 

En 1866, según el registro, se inscribe la casa por Ignacio Abós Gavarre y Francisca Aliod Fañanás, con motivo de su casamiento. La casa había sido adquirida por los padres de Ignacio a la viuda de Alejos Marqués. Ahí aparece el tal don Alejos. Dice el registro que en 1866, el padre de IgNAcio Abós contaba con 62 años. Su hijo, contaba con la edad de 28 años, por lo que podemos establecer la venta de la finca por la viuda de Alejos Marqués treinta años antes, sobre 1830. Así que el tal don Alejos, imaginamos que se haría con la propiedad en torno al año 1800. Llamamos casa vieja, a la original fabricada en tapial, y casa nueva a la ampliación realizada probablemente por Alejos Marqués tras su adquisición en torno al primer cuarto del siglo XIX.

En 1866, estaba asegurada contra incendios en la compañía La Urbana, por 132.000 reales de vellón. Entonces, los registros de la propiedad, como se ve, eran una suerte de notaría. Es por ello, que se obtiene más información de la que es propia del mero registro de la propiedad, relacionándose parentescos, dotes, valoraciones y otras fincas de la familia, sabiendo por ello, que también disponían de una vivienda en Zaragoza, en la calle San Valero, número 9. Nosotros encontramos una placa original muy deteriorada que hemos restaurado para colocarla en la fachada, como es probable que luciera en su día una similar.

De las vigas del suelo y los tejados que hubo que retirar, se hicieron rodajas que se pulieron con el objeto de pasárselas a Jesus Julio Camarero, dendrocronólogo del IPE, que nos hizo el favor de datarlas. La vigas de la casa “vieja” arrojaban una edad en torno a 1780, y las de la “casa nueva” en torno al año 1806. Dedujimos pues, que la primera ampliación de la casa, realizada con adobe, se produjo en torno a 1810 por don Alejos Marqués. Pero la edad de 1780 quedaba entonces poco creíble para la construcción en tapial por el contexto histórico del uso de ese tipo de tapial en concreto. 

Consultando bibliografía sobre la tapia valenciana, (J.L. Baró y C Villar, Técnicas de tierra en al alquerías históricas de la huerta valenciana; I Bravo y J Sánchez, Tapia Valencina en Guadix y M. Galarza, Tapia Valenciana: una técnica constructiva poco conocida), pudimos establecer que el método  constructivo de la tapia valenciana se divide en cuatro tipos diferentes según la cantidad de ladrillo que contiene, siendo el de la Torre Don Alejos el que se conoce como tipo III. Buscando construcciones en Zaragoza con este tipo de tapia, encontramos una casa en Peñaflor, Una tapia que aún se conserva en el Pignatelli (antiguamente Casa de Misericordia), Una tapia del convento de los Agustinos, anexo a la Iglesia de los Agustinos y la muralla que rodea la cartuja de Aula Dei. El Palacio de los condes de Bureta, tiene también partes del mismo que están construidas con tapia valenciana, lo que se aprecia tanto en la pared del fondo de la cafetería como en la fachada exterior orientada al este. Esto sitúa la construcción de estos edificios en el entorno del siglo XVII-XVIII, por la poca densidad de ladrillo usado en la tapia.

Había que darle una vuelta a la datación de las vigas de la casa vieja. Pero no había series de anillos tan antiguas para pino silvestre. Procedimos a sacar una muestra para datar por carbono 14 la médula de dos rodajas y de este modo asegurar un punto de partida. La datación nos arrojó una fecha para los primeros anillos entre 1644 y 1686. Como las rodajas sólo disponían de 31 años y no más de cincuenta, que es lo recomendable, se realizaron tres tentativas. Además, como no habían series disponibles de mediciones en anillos de de pino silvestre tan viejo, sugerí que se hiciese una comparativa con series de anillos de pino negro, que es más longevo. Entiendo que el pino silvestre en su hábitat, tendría un comportamiento similar al que tendría el pino negro en el suyo, y partíamos con unas fechas aproximadas conocidas. Se eligió la serie de mediciones de anillos de pinos negros ubicación de pino negro del ibón de Acherito, próximo a la estimación de la procedencia del pino silvestre del que eran las vigas, que bajaría en nabata por el Aragón o por el Gállego hasta Zaragoza. De las tres comparativas realizadas, la que mayor robustez tenía era la más moderna. A nosotros nos apetecía que la casa fuese de  finales del siglo XVII, pero finalmente, parece ser que es más probable que la construcción se realizase en los primeros años del siglo XVIII.  El año más probable de la corta del pino que se usó como viga se situaba pues, en 1715-1720. Por aproximación estimamos que por anillos perdidos y tiempo de construcción, decidimos estimar como correcto el año 1725 como año de su construcción.

Así pues, La Torre don Alejos, podemos afirmar sin riesgo de equivocarnos mucho, data de 1720-1725, siendo entonces una construcción modesta con corral construida en su totalidad de tapial, conocido como "tapia valenciana". Se desconoce el propietario o constructor de esta primera etapa, y será imposible conocerlo al no existir documentación. Sufre un ampliación que podemos fechar en 1815, y que sería ejecutada por D. Alejos Marqués que implica elevar una nueva vivienda en adobe sobre la tapia valenciana existente y que conformaba el cerramiento original del corral. Es en ese momento en el que obtendrá la denominación de Torre don Alejos, pese a ser más antigua. En torno a 1805 pudo haber sufrido un incendio que implicó el cambio de cubierta de la vivienda original construida en el primer cuarto del siglo XVIII, aunque esta reforma muy bien pudo haberse ejecutado junto con la ampliación. Posteriormente, quizá a principios o mediados del siglo XX, con los nuevos propietarios, se eleva algo menos de un metro, la construcción realizada por Alejos Marqués a principios del siglo XIX, con tocho. Estas tres etapas se aprecian perfectamente en la fachada desnuda. 

  

 


La madera de la construcción usada como viga, son troncos descortezados de madera de pino, que se ha conservado casi en su totalidad. No se ha podido conservar ninguna viga original anterior al año 1800, ya que se encontraba muy deteriorada y de esas fechas se tuvo que sustituir una de ellas. La madera, se bajó ya sea por el río Gállego, ya sea por el Aragón, en nabatas o almadías, cosa que podemos certificar no sólo por los agujeros de las puntas de los maderos por los que se unen unos y otros, sino porque al menos 17 de las vigas de la techumbre eran los remos o timones de las nabatas, y se puede identificar claramente este origen. 

Estas vigas, están aplanadas en uno de los extremos y además presentan entalladuras que servirían para encajarlas entre dos palos verticales y atadas con mimbreras retorcidas a modo de soga. Estas entalladuras evitarían que se deslizasen del lugar donde eran colocadas. 

domingo, 29 de diciembre de 2024

Las hojas, tesoro del otoño

     


    Acaba el ciclo. Las plantas de hoja caduca, árboles y arbustos, se despojan de sus hojas para encarar el duro invierno. De este modo evitan la congelación, y también la demanda de agua que en invierno, cuando hace frío y se encuentra congelada, es difícil de obtener.  Las hojas, se preparan para caer. La planta retira el suministro de nutrientes y desaparece la clorofila. Todas las reservas se retiran hacia el tronco de modo que estén preparadas para la primavera, cuando se vayan a necesitar. Cuando las hojas están listas para ser desprendidas, la inserción con las ramas se debilita de modo que caen por su propio peso. El suelo se tapiza con ellas.


Una vez en tierra, las hojas se descompondrán de forma que todas la sustancias minerales que la planta usó para formarlas volverán al suelo, para formar las hojas de los años venideros. La tierra, de este modo, recupera parte de los nutrientes. En mi bosque-jardín, las cosas no son muy complicadas. Las hojas sólo cambian de sitio, pues el viento las distribuye y acumula en algunos puntos de forma preferente. Esto hará que el suelo no sea igual en toda la finca. Las hojas que caen en el corral, las recogemos y las extendemos sobre el huerto, para que la tierra vaya mejorando y se repare lo que de él extrajimos en forma de hortalizas.

    En el libro que me dejó mi compañero Ricardo, he leído una cosa curiosa sobre las hojas. Sobre los árboles y la pesca. "Katsuhiko Matsunaga, un estudioso de química marina de la universidad de Hokkaido, descubrió que las hojas que caen sobre los ríos y barrancos, llegan al mar y con el aporte orgánico se produce una estimulación del crecimiento del plancton marino, lo que se traduce en un aumento de la productividad pesquera de las costas. El investigador, recomendó a las comunidades de  pescadores a repoblar de árboles y arbustos de hoja caduca las orillas de ríos y barrancos. De este modo,  se incrementa la cantidad de materia orgánica disponible en el mar para facilitar el aumento del plancton marino y así, aumentar también el número de peces y ostras. Fue tal el éxito, que aún tras el tsunami de 2011, el cultivo de ostras del estuario del río Okawa se recuperó con sorprendente rapidez. Se achaca tal éxito al plan forestal de su comunidad pesquera. El presidente de esta sociedad,  Shigeatsu Hatakeyama,  cultivador de ostras conocido como el abuelo ostra, fue uno de los ganadores del premio forestal de la ONU en 2012. Tal es la importancia de los bosques y las hojas de las que ellos se desprenden en sitios tan lejanos como el mar.



jueves, 19 de diciembre de 2024

Las Islas Afortunadas

 


El Teide. Asomando entre las nubes. Yo imaginaba algo así como la isla de King Kong. Recordaba los relatos de Alexander von Humboldt y de Charles Darwin. Ambos decían lo mismo. La imponente montaña asomando entre las nubes. Yo llegaba en avión, y me imagino que eso quita bastante magia al asunto. Desde las alturas todo es pequeño, y más que ver la cumbre asomando por encima de las nubes, lo que se ve es la isla con sus casitas desparramándose hasta el mar.

Alexander von Humboldt, pudo bajar del barco y pisar Tenerife. Relató las maravillas del paisaje, la flora y su fauna. Aún a pesar de la cuarentena, le dejaron deambular por el terruño supervisado por un guardia que para comer sólo llevaba gofio. Una harina de diversos cereales que se tuesta y se amasa posteriormente, lo que la hace comestible después al estar cocida, pese a que lo pastoso de la bola en la que la amasan, la hace difícil de tragar. Es el relato de Humboldt. Relata como un guardia, extendía una caña sobre la que se ponían los documentos que indicaban que el barco estaba libre de enfermedades. Este papel era lavado con vinagre antes de ser leído por si acaso. Pudieron repostar y hacer acopio de víveres mientras él pudo aprovechar para explorar.

Darwin no tendría tanta suerte. Esperaba con impaciencia la llegada a las islas maravillado con los relatos de Humboldt. Primero tenía miedo de no poder estar en condiciones, ya que pasó muy malos días al principio del viaje. Al llegar, una epidemia de cólera que se había desatado en Inglaterra, aconsejaba a los residentes de la isla a someter a los barcos procedentes de dicho país a una cuarentena de 15 días. El capitán Fitz Roy, se enfadó y partieron sin fondear en el puerto por más tiempo. Siempre he pensado que al ser las Canarias unas islas oceánicas como las Galápagos, de haber bajado Darwin, quizá la teoría de la evolución de las especies habría tenido algún relato alusivo a las especies de estas islas. Lo leí en un libro que compré. Cuando lees de otra persona lo mismo que piensas tú proporciona cierta alegría.


El turismo hace que miles de personas vayan a la isla. Cuando fuimos al Teide, que no pudimos subir en el teleférico, le decía a mi hijo que no pasara pena por que no pudiéramos subir. Estábamos viendo los tajinastes rojos (Echium wildpretii), en la foto de la derecha. Una planta de la familia de la popular borraja que comemos en Aragón pero que sólo podríamos verla allí, pues es el único sitio donde vive en todo el mundo.

A la vuelta de un paseo donde vimos otras plantas endémicas como la retama del Teide (Spartocytisus supranubius) entramos a una cafetería a tomarnos un cortado. Yo miraba de aquí para allá. Y lo ví. Un precioso macho de Pinzón azul, (Fringillia teydea). Otra joya. Sólo en esta isla se puede contemplar este ave. En ninguna otra parte del mundo. Y allí estaba. En un pino al lado de la cafetería. 


Quería pasear un poco por el pinar de pino canario (Pinus canariensis) y ver los rebrotes de tronco que se producen tras los incendios, como se ve en la fotografía de la izquierda. Tuve suerte de ver un nido de picapinos y troncos con daños provocados por  el picapinos de Tenerife, (Dendrocopos major canariensis) otra ave, que sólo aquí se puede ver.

No es raro el cernícalo común, (Falco tinnunculus canariensis) que se ve con cierta frecuencia en su variedad isleña. Los lagartos son otros de los tesoros que se pueden ver en canarias. En los jardines de plena zona urbana como los de Garachico, el lagarto tizón (Gallotia Galloti) es frecuente, y habita tanto en Tenerife como en La Palma. Hace tan sólo 20 años se descubrió una nueva especie de lagarto gigante en un lugar aislado de Tenerife. La salamanquesas que aquí se llaman perenquenes (Tarentola delalandii) y sólo habitan en Tenerife y La Palma.

El mosquitero canario (Phyloscopus canariensis) es muy abundante comparándolo con el lugar donde yo vivo y es especialmente llamativo oír a los canarios (Serinus canaria) por los árboles de los paseos, ya que aquí son silvestres y originarios de Canarias y Azores. Así pues, un primer contacto con la isla de Tenerife muy agradable. Ya me he hecho con todo tipo de mapas y publicaciones. La próxima vez será más intenso, teniendo aún pendiente el bosque de laurisilva.

La visita al museo de naturaleza, fue muy productiva. Pude observar los restos de especies que ya no están con vida pero que recuerdan a las Galápagos, como la tortuga gigante de Tenerife (Centrochelys buchardii), el lagarto gigante de Tenerife (Gallotia goliath), que alcanzaba el metro y medio de longitud, y la rata gigante de Canarias (Canariomys bravoi), un bicho de un kilo de peso cuya reconstrucción vemos en la foto de la derecha



Otro día, hablamos de porqué ocurren estas cosas, como que muchos animales son únicos en algunas islas, como el lagarto tizón que ya hemos citado y cuya foto se ve en la izquierda. El diseño es de un macho, teniendo las hembras y jóvenes un patrón rayado longitudinal más críptico

Los caracoles, son ya un tema a parte. Porque las especies que tiene depositadas el museo de ciencias naturales asciende a 200. Muchos de ellos, habitan también sólo las islas Canarias en todo el mundo.  Como se produce esta situación, será tema para otra entrada de este blog. Muy recomendable visita naturalista en la isla de las grandes pendientes.

martes, 20 de agosto de 2024

Vida y muerte en el bosque-jardín.

 


El juego de la vida y la muerte se vive en directo en el bosque-jardín. Las urracas, (Pica pica) nos ayudan a mantener en un límite determinado el número de topillos. Los nuevos turnos de riegos, dos al mes, permiten a los topillos prosperar mejor, dándose ahora un incremento en la población. Hemos tenido que poner barreras anti-topillos en algunos árboles y arbustos, y aún a pesar de ello, nos hemos quedado sin frambuesos (Rubus idaeus).

Este año, hemos tenido un nido de urraca muy accesible instalado sobre un espino albar (Crategus monogyna) donde salieron tres pollos. Uno de ellos murió y los otros en cambio, consiguieron darse vida por el bosque-jardín hasta ser independientes de sus padres. Creemos que uno de los miembros de l apareja era una urraca que nos trajeron a casa y terminamos de criarla de forma artificial. Estaba más cerca de lo normal, siempre alrededor de la zona donde más querencia tenía. 

Hace unas semanas, se ha hecho más frecuente la presencia del azor (Accipiter gentilis), y nos ha dejado alguna pluma corporal para ayudar a la determinación del consumado cazador de palomas (Columba livia y Columba palumbus) así como de tórtolas turcas, (Estreptopelia decaocto). Una tarde pudimos pescarlo in-fraganti con una paloma recién cazada en las garras, de la que aún no había comenzado el desplume. Le salió del suelo a escasos metros a Belén cuando nos íbamos a casa. Yo ya sólo lo vi alejarse con al paloma en las garras. Es un lujo poder disfrutar de su presencia en el bosque-jardín. Lo he visto bañarse o beber en el estanque y hemos puesto una cámara trampa a ver si aparece... de momento, nada.

Ayer por la mañana, el azor cambió de dieta, y acabó con una urraca. La urracas es una presa complicada, ya que el resto de la comunicada suele acosar a quein las caza. De hecho, el desplume se comenzó en dos lugares distintos al que por fín adoptó como lugar para terminar de consumirla. No es la primera vez que captura una, y recuerdo como más espectacular una vez en al que puede observar una captura. Los pollos de las urracas se desplazaban por las ramas de la acacia donde tenían el nido. De repente, como un proyectil, pasó a gran velocidad entre los árboles, se internó en el interior del dosel de la acacia (Robinia pseudoacacia), a pesar de sus espinas y capturó a uno de los pollos sin detenerse, llevándoselo en las garras ante la impotencia de los progenitores que cuando acudieron a la acacia, el azor ya volva lejos en el horizonte.

martes, 14 de mayo de 2024

La víbora con patas del Moncayo.

 


Hace muchos años, más de 30, cuando era delineante, trabajé en una empresa que se dedicaba a fabricar centros de planchado industriales. Cuando llegué, en una oficina pequeña y algo oscura, de diseño anclado en los años 50, lo primero que hice fue ponerme un póster de los Mallos de Riglos en la pared.

Un día casi recién llegado, estuve entablando conversación con dos de las personas que ya estaban allí, y uno de ellos se había fijado en mi póster. Él, trabajaba de ajustador. Puede que se llamara Martín. Procedía de un pueblo del Moncayo y era cazador. En la conversación estaba también el tornero, que no sé si era o no cazador. Es una pena no recordar sus nombres con absoluta seguridad, aunque sí recuerdo sus caras. En un momento determinado de la conversación surgió un comentario que actualmente está de moda. Hizo una crítica sobre los conocimientos que pueden o no tener los ecologistas, añadiendo que una vez le preguntó a uno "y no sabía ni de donde nacían las encinas (Quercus ilex)". Así pues, procedió a interrogarme más directamente con la misma pregunta. Yo contesté “de las bellotas”.

Entonces, conté con su aprobación. Le pareció que al menos podía seguir hablando conmigo. Entonces, retomé la conversación y  le dije: “Ahora me toca preguntar a mí”. Le hice una pregunta sencilla. De su pueblo. Del lugar donde había nacido y crecido. Algo cotidiano y que pudiera ser tan simple como para verlo todos los días, pero algo en lo que casi nadie repara. Le pregunté "¿cuántas especies de gorrión puedes ver desde la ventana de tu casa ?. Se quedó muerto. No creía que pudiera haber varios tipos de gorrión diferente. Supuse que al igual que yo, en el entorno rural, habría cogido gorriones cuando son volantones o los haría cazado con el  "tirachinas". Así pues fue una pregunta que lo dejó perplejo. 

Le comenté las diferencias entre gorrión molinero y gorrión común y que si se fijaba, podría identificarlos sencillamente.  A la derecha, una fotografía donde se ven gorriones comunes y más abajo, una fotografía de dos gorriones molineros. Conseguí su respeto y hablábamos de cosas de la naturaleza, que le encantaba, casi a diario. Su pueblo era San Martín de la Virgen del Moncayo. Un día, le comenté que me iba de excursión con unos amigos a la zona de Añón, a caminar por el barranco de Morana, También en el Moncayo. Me comentó que me gustaría, y no dejó de alabar las maravillas de su montaña, la que desde pequeño adornó su horizonte imponente.

El lunes siguiente, él recordaba que había ido y estaba impaciente por entablar conversación. Me preguntaba lo que había visto y escuchaba con gran atención. Yo tenía veinticuatro años o así, y mirándome yo al espejo hoy,  el rondaría los 55, algo más quizá. Le hablé sobre las plantas y pájaros que habíamos visto, pero que quizá lo mejor de la jornada era medio eslizón tridáctilo (Chalcides striatus) que estaba pinchado por un alcaudón (Lanius sp) en un rosal silvestre, (Rosa canina)  y al que se estaban terminando de comer las avispas (Polistes sp).

Él, me contó que era difícil verlos, que había tenido mucha suerte, pero acabó diciendo que eran víboras. Le dije que no eran víboras. Él me dijo que picaban a las ovejas en el cuello y se les hinchaba, teniendo que hacerles no me acuerdo qué operación para salvarles la vida. Le dije tranquilamente, que el eslizón  era un lagarto y no una serpiente, con lo que tampoco una víbora y mucho menos, venenoso.  Entonces, él me dijo que su padre había sido siempre pastor y se lo había contado, y que él incluso les había visto saltar hacia las ovejas. Le dije que podría haberlos visto saltar hacia las ovejas y todo lo demás pero que era imposible que hubieran provocado daño alguno a las ovejas. Se ofendió. Me dijo que estaba diciendo que su padre mentía y hacía aspavientos. Como sabía de su interés, le dije que le llevaría un libro de animales donde contaba esto. 

Al día siguiente, me acerqué como siempre a su puesto de trabajo a decirle que le había llevado el libro. Delante del tornero me dijo contrariado que no necesitaba ningún libro. Pero al acabar la jornada, se esperó a que saliera y me susurró que le dejara el libro. Se lo llevó a casa.

Al día siguiente, vino al sitio donde yo trabajaba antes incluso de que yo dejara mi material y comenzara a preparar mi trabajo. Me dijo: "Tenías razón.". Si decir nada más me alargó un paquete hecho con papel de periódico y me dijo: "Te he traído un regalo". Cuando desenvolví el paquete, ví que contenía una pala de gamo (Dama dama) cuya foto está a la derecha. Me pareció absolutamente maravillosa, y de hecho aún la conservo. Me ha acompañado a todas mis exposiciones de naturaleza tanto aquí como en Francia. Abajo está en una fotografía.

El resto del tiempo que estuve trabajando allí, me contó historias de cuando cazaba. De como había llegado a comer zorros cuando la comida era escasa, y como había paleado nieve con el resto de la gente joven hasta el Sanatorio de Agramonte, a cambio de un vaso de café con leche caliente. Eran conversaciones muy placenteras siempre con la naturaleza como fondo. Aún lo recuerdo en su puesto de trabajo, sujetando la tela a una termofijadora de las que fabricábamos allí. A su izquierda, el tornero, y a su derecha, un fontanero que montaba los tubos y el aislamiento de las calderas de los centros de planchado. 

Hoy, me doy cuenta que puedo estar más tiempo hablando de los recuerdos que tengo que de lo nuevo que he vivido en los últimos años. Hoy soy yo quien cuenta las historias. Pero hoy, aun con toda la información que tenemos, proliferan  historias como la del eslizón. Hoy, esas historias imposibles no están sólo en la boca del pastor que las cuenta a su hijo. Hoy salen en los libros y revistas, de modo que es mucho más difícil hacer pedagogía natural a quien cuenta estas cosas. Son muchos los ignorantes  que a sabiendas o no, cuentan cosas imposibles de la naturaleza. Con este tema, voy a hacer una pequeña serie de artículos sobre bulos, mitos y leyendas de la naturaleza.

jueves, 22 de febrero de 2024

La economía circular



 Está ahora cada vez más presente el concepto de economía circular. Parece ser que por fin nos hemos dado cuenta que lo del usar y tirar es un disparate tremendo. Así pues, podemos ver como se tiran cosas que aún valen para adquirir unas nuevas, que en ocasiones son incluso de peor calidad. 

En las entradas anteriores, cuando hablo del suelo, también está presente el concepto de "economía circular". El suelo, es lugar del que parte todo. No es infinito. La materia inicia un ciclo fuera del suelo que comienza con el paso a formar el cuerpo de las plantas. Las sales minerales, junto con el agua, son absorbidas por las plantas que usando la luz del sol forman la materia viva que son sus cuerpos. Estos vegetales, son consumidos por otros seres vivos que no son capaces de producir materia viva de lo inanimado. Una vez que esas sustancias que salieron de la tierra y formaron las plantas, pasan a otro ser vivo que será consumido por otro en un ciclo que sólo se cerrará  cuando el último eslabón de la cadena muera y sea descompuesto, volviendo todo al origen. Mientras tanto, gran parte de lo consumido va retornando al suelo con los desechos como son la orina, las heces o el pelo y plumas que se van perdiendo. En la foto, vemos un cartel colocado en Ruesta al lado de un tronco de roble caído. Explica como los hongos y los insectos descomponen el tronco haciendo retornar al suelo la materia que un día salió del él.

En este punto, ya nos damos cuenta que nuestro sistema de producción tanto agrícola como ganadero tiene un grave problema. Extraemos mucho y devolvemos poco. Así pues nuestros suelos agrícolas tienden a la desertización. Aportamos actualmente abonos con tres componentes básicos, Nitrógeno Fósforo y Potasio. Pero todas las personas intuimos que las plantas viven de algo más que esos tres elementos. La extracción continua de cosechas va agotando cada vez más otros elementos que en menor grado son usados por las plantas, pero que no se reponen. Antiguamente, el aporte del estiércol reponía de forma natural lo que se retiraba. No era suficiente el que producían los animales propios, pero se usaban residuos orgánicos urbanos si era necesario. Vi el otro día en la tele que Florida parece que tiene un programa bastante ambicioso en este campo. Si los productos agrícolas y ganaderos acaban en la ciudad, es del todo necesario que de la ciudad retornen al campo, que es donde se producen. Es necesario que estos productos vuelvan en el mayor grado posible a retornar el ciclo de los elementos, y de este modo reducir al mínimo el uso de los abonos triples consiguiendo de forma simultánea una menor dependencia exterior y un menor uso de combustibles en su producción. 

Pero no es sólo en este ámbito  donde se puede practicar la economía circular. El mercado de segunda mano (o de tercera o cuarta) permite que los productos fabricados estén más tiempo en uso rentabilizando de este modo aquella extracción que se realizara originalmente. Nosotros, en la rehabilitación de nuestra vivienda, hacemos uso de la economía circular preferiblemente y como primera opción para muebles y otros materiales. Así pues, la ,mayor parte del amueblamiento, y con gran diferencia por encima de las adquisiciones nuevas, se produce en el mercado de segunda mano. Esto nos permite tener muebles como los de antes, fabricados con madera, fáciles de reparar si se estropean, con los cajones ensamblados con enlaces de cola de milano, traseras de madera maciza y protegidos con cera natural, algunas de las veces. En la foto, podemos ver dos mesillas de noche que son como muy modernas de 1921, según sabemos por los papelitos que aún salieron de su interior. Este tipo de productos se pueden obtener a muy bajo precio si la restauración y recuperación la hace uno mismo, cosa que es sencilla a la vez que gratificante, y que a nosotros nos aporta una gran satisfacción personal. Así pues, no sólo es que hayamos conservado todas las vigas originales de la casa que hemos podido, sino que las nuevas, si ha sido posible, son de otras viviendas desmontadas o derruidas que aquí tendrán una segunda vida. 

Las estufas, es mucho más económico adquirirlas de segunda mano y llegado el momento repararlas sustituyendo aquellas chapas que se hayan degradado (y que se pueden vender como chatarra) que adquirir una nueva estufa y mandar toda a la chatarra. Las partes de hierro fundido son eternas y las de chapa, fácilmente sustituibles e incluso de mayor calidad que las de origen. Esta de la foto, ya lleva no recuerdo ni los años con nosotros además de los que llevara en la casa donde la compramos. Tras su uso en la casa que nos fue arrebatada por la especulación inmobiliaria, hemos procedido a su reparación cambiando la chapa posterior que ya se había deteriorado, sustituyéndola por otra galvanizada y el doble de gruesa, con lo que espero que tengamos estufa para una buena cantidad de años. La estufa de leña nos ha permitido el uso de la madera inservible de las ventanas viejas y las vigas carcomidas debido a la actividad de los insectos. No se han ido al fuego estas vigas antes de proporcionarnos la información valiosa de la antigüedad de la casa gracias a la lectura de los anillos de la madera y la comparación con series de anillos de árboles vivos y fechas de creación de esos anillos conocidas. Así pues, hemos datado la construcción de la casa en unos 300 años que se cumplirán el año que viene. Pero esta historia, la de como hemos conocido la antigüedad y la historia de nuestra casa... es tema para otra entrada.



viernes, 24 de noviembre de 2023

Por fin tenemos suelo.


 

Por fin tenemos suelo. Hace ya ocho años que comenzamos con este proyecto de nueva residencia para nosotros, los bichos que nos acompañaban y la habilitación de un refugio para otros muchos, tantos, que nunca sabremos quienes son. En mitad del mes de julio de 2015, llegamos aquí. Una casa vieja, que luego supimos que era antigua, y rodeándola, un campo de alfalfa muerta por la aplicación de un herbicida con el fin de que la planta se agostase y poder cosechar la semilla. Las primeras especies vegetales no vendrían hasta la semana santa de 2016. Planta en contenedor forestal. Lentiscos (Pistacia lentiscus), chopos negros (Populus nigra), chopos blancos (Populus alba), fresnos (Fraxinus angustifolia), almeces (Celtis australis), olivos (Olea sp.), moreras (Morus sp), tamarices (Tamarix gallica) y un rosario de pequeños arbustos fue el comienzo. Los chopos tenían alrededor de un metro de altura y un centímetro de diámetro, pero los lentiscos no llegaban a los 30 cm. Hoy, la situación ha cambiado mucho. Los lentiscos, alcanzan en algunos lugares más de dos metros y su envergadura llega ya a los tres metros de diámetro en algunos puntos. Algunos de los espinos albares superan los tres metros de altura y ya hay chopos con mas de 40cm de diámetro de tronco con una altura tan considerable que sostienen nuestro primer y maravilloso nido del pájaro moscón (Remiz pendulinus) hacia la mitad de su altura y cuya foto ilustra esta entrada.

Este año hemos sufrido el peor de los escenarios de sequía de los ocho años. El riego, siempre se realizó como es tradicional, a manta. Con la misma frecuencia que las alfalfas de los alrededores, con turnos de riego de diez días aproximadamente. Siempre se ha regado lo mismo. Hacia el tercer año, recuerdo que se espació el riego algo más, unos quince días en una ocasión y fue terrible. Defoliación, y apoyo con manguera desde el pozo para evitar la muerte por sequía. La hierba, se cortaba en turno también de unos diez días, dejando el corte en el sitio (mulching), pues en suelos que no han visto la materia orgánica en años, no se puede prescindir de nada. Fue necesario al principio el apoyo de árboles y arbustos con abono mineral, pues la tierra era estéril. También eso ha cambiado. En 2018 o 2019, dejado el suelo descansar, pusimos el huerto con la ayuda de la “mula mecánica” que nos dió la compañera Palmira. Es necesario aportar abono aquí, para lo que usamos el estiércol de nuestro pony “Pirata” mezclado con paja. Tengo un conflicto interior con el discurso de que los ríos llevan menos agua porque los árboles la evapotranspiran, ya que en mi bosque-jardin, lejos de ver que se consume más agua, lo que veo es que hay más agua disponible que antes. Es bien cierto que necesariamente una superficie foliar tan brutalmente grande como la que hay ahora en comparación con la que hubo en 2016, 2017 o 2018 debe evapotranspirar cantidades ingentes a la atmósfera. Eso se debería de traducir en un suelo más seco, pero regando lo mismo que siempre, es más, en estos dos últimos años menos que anteriormente por la menor disponibilidad de agua, el suelo está en general más húmedo. Entraré en este tema con otra entrada. De momento, me ciño al suelo.

Es el segundo año que en el huerto no movemos la tierra donde están los tomates y el primero que no lo hacemos con carácter general. La ahuecamos un poco con una horca recta, aportamos el estiércol por encima, realizamos los caballones con la tierra que aún es demasiado grumosa, tapamos con malla antihierbas y a plantar agujereándola. El resultado fue bueno el año pasado, y mejor en este. El año pasado, aún movimos la tierra en algunas partes. Se ha ganado mucho en la calidad del suelo del huerto, pero el resultado es espectacular en toda la finca. Ahora aportamos estiércol con paja en algunos puntos en los que el suelo se veía desnudo o con alguna hierba dispersa y ya se ha notado. Además de en esos lugares, ponemos estiércol en el pie de los frutales, para compensar la fruta que nos llevamos y en una banda donde los lentiscos van más lentos. Hemos notado, que los árboles plantados están un tiempo como en latencia. Cuando las especies herbáceas cambian aumentando la cantidad de dicotiledóneas y se cubre mejor el suelo, dan un estirón repentino y salen adelante. Ahora, cuando los chopos ya están grandes pasamos a poner especies más lentas y resilientes a la sequía debajo de ellos… sin prisa, de semillas. Así pues, vamos a probar con arce de Montpellier (Acer monspessulanus) cuya semilla me envió mi colega naturalista Eduardo, Edu Canfranc en las redes. Las bellotas de roble quejigo son de nuestros robles (Quercus faginea) y de carrasca (Quercus ilex) que hemos traído de Zuera. Aunque es tierra de pino carrasco (Pinus halepensis), no ponemos por el tema de la procesionaria (Thaumetopoea pityocampa) y los perricos. A los arces,  robles y encinas, aunque van justos de precipitaciones, en esta tierra siempre se les podrá apoyar con algún riego si hiciese falta aunque el escenario de la disponibilidad de agua cambie, como parece que va a suceder con la política agraria industrial que llevamos desde hace unas décadas, basada en la exportación del agua mediante la producción de productos agrícolas y ganaderos de forma intensiva.

Ahora, hemos puesto la verdura de invierno que se reduce a coles (Brassica oleracea) y borrajas (Borago officinalis), ya que las acelgas siguen de excursión y las dejamos pues, a su bola. Cuanto menos mantenimiento requiera la verdura, mejor. Tan sólo hay que poner defensas contra algunas especies de caracoles, la caracola degollada (Rumina decollata), la babosa gris (Deroceras reticulatum) y la caracola de peonza (Cochlicella barbara) que de tan abundantes no dejarían crecer a las coles al comerlas cuando aún son pequeñas. Para los caracoles, usamos trampas de cerveza, por la que sienten mayor pasión que los alemanes. Las hago como ví en la casa de Syvain Vanderesse, pero modificadas. Abajo, una foto de la caracola degollada.  Las babosas grandes comunes (Arion ater) no son tan abundantes como en casa de mi amigo Sylvain con lo que si vemos alguna la reubicamos y no necesitamos hacer el acceso a la trampa más grande.
La trampa, es como hemos dicho, una botella, como vemos en la foto de arriba, con una ranura que ronda el centímetro de anchura. Esto permite entrar a la caracola degollada y a las babosas, pero impide el paso a los caracoles adultos de las dos especies de caracoles de huerta que se encuentran de forma mayoritaria, el caracol de huerta (Helix aspersa) y el “caracol hembra" (Otala punctata)” que es como se llama aquí, aunque los caracoles, son todos machos y hembras a la vez. Los ejemplares muy jóvenes de estos caracoles pueden acceder, pero al ser la caracola degollada una especie depredadora, la verdad es que no hay otras variedades donde se dan tantos individuos de esa especie de caracola. Los días húmedos y cálidos que permiten la salida de los caracoles durante el día, se puede ver en directo como una caracola degollada mata y se come a un caracol pequeño de cualquiera de las otras especies.

También hemos de proteger el huerto contra los topillos (Microtus duodecimcostatus). Contra las actividades de los topillos, utilizamos “repelentes mecánicos”. Creo que leí en algún lugar que se usaba contra los topos, así que decidí probarlo con los topillos. Las varillas metálicas clavadas en el suelo con una lata de cerveza o refresco colocada en el extremo libre, son un buen remedio contra lso topillos, pues las evitan. Como tienen espacio de sobra, con que se vayan a otro lugar, tenemos suficiente lucha. La labor que hacen removiendo el suelo y abonando en profundidad con sus excrementos no resulta perjudicial en la pradera, y a mí se me antoja incluso beneficiosa. Son como “megalombrices”. Cuando amenazan un árbol joven o alguna planta que queremos proteger, ponemos una varilla con una lata y toman otra dirección, dejándolas en paz. Así pues, la lucha contra el topillo requiere tan sólo del esfuerzo de tomarse una cerveza de ver en cuando, y puede hacerse en compañía, con lo que la lucha contra el topillo se convierte en una actividad más lúdica que trabajosa. No sólo los caracoles van a poder beber cerveza... En la imagen, vemos como evitamos que los topillos entren en la zona donde está la verdura. En cinco o seis años que tenemos huerto aquí, los topillos no han osado rebasar las líneas defensivas de las varillas metálicas con las latas, y han sido desviados cuando veíamos que los montículos se dirigían hacia un árbol joven poniendo una varilla con su lata. Cuantos menos elementos del ecosistema deban ser retirados, mejor se darán todas las relaciones necesarias entre especies.