Hace unos meses, dando una vuelta por un camino del Pirineo,
llamaron mi atención unas marcas en la corteza de un árbol. Pertenecen a los picotazos del pico de un picapinos. Las he visto otras veces, y siento curiosidad
por su utilidad. Ahora pienso que quizá tantea el tronco con el pico buscando
los animales que se encuentran en el interior. Pienso que quizá el tronco tiene
un sonido diferente cuando hay una galería con un insecto debajo. Podemos
comprobar como hay varias de estas marcas a lo largo del tronco. Son unas marcas alargadas, con forma de ranura y corresponden a un único golpe. Se aprecia una justo debajo del hueco más profundo de la parte superior de la fotografía. En un lugar
determinado, decide profundizar hasta el interior y alcanzar la galería del
insecto y así poder extraerlo.
Para ello se ayuda de su enorme lengua
extensible cuya punta tiene forma de arpón. Es tan larga que para
poder recogerse dentro del pico, rodea la cabeza por entero, llegando cerca de la
ventana izquierda de su “nariz”. En el cráneo existe una depresión especial por la que se desliza esta lengua. En la foto podemos ver los huesos hioideos que sostienen la lengua y que rodean el cráneo, que en este caso pertenece a un Pito real (Picus viridis) que tuvo la poca fortuna de morir atropellado.
Lo que los picos buscan en las cortezas de los pinos, son los indicios que muestran la presencia de larvas de insectos en el interior de los troncos. Las larvas que buscan pertenecen muchas veces a cerambícidos, o escarabajos longicornes, ya que estas se desarrollan por entero dentro de la madera de los árboles. Un ejemplo de escarabajo longicorne del pino es este Monochamus galloprovincialis que podemos apreciar en la foto. El motivo de que aparezca sujeto en mi mano, es el de mostrar a unas personas que participaban en un cursillo la capacidad de producir sonidos que tiene esta especie en concreto que acudió a la mesa del bar donde descansábamos de un recorrido por el monte cercano. Tras ello fue puesto en libertad para que prosiguiera con la búsqueda de una hembra, ya que este individuo era un macho, sexo que se deduce con facilidad por la gran longitud de sus antenas.
Los sonidos son producidos por el roce del pronoto o tórax con unos dientecillos especiales de su caparazón y que son apreciables en esta foto que realizó Vicente Blanco. Los sonidos producidos son perfectamente audibles os muestro con mayor detalle este órgano a la izquierda. Cuando el escarabajo produce los sonidos mueve arriba y abajo su tórax de modo que el reborde posterior de este roza sobre los dientecillos. Es un mecanismo parecido al que usan los saltamontes, pero este se ubica en un lugar diferente.
Este escarabajo hace también unas marcas muy características en los troncos a la hora de hacer la puesta. Perfora la corteza justo hasta que llega a la zona de contacto con la madera, donde se encuentra la parte del árbol en crecimiento llamada floema y que no es otra cosa que el último anillo de crecimiento en formación. Este agujero, que tiene forma cónica es realizado por la hembra con las mandíbulas.
El aspecto es el de una mina a cielo abierto en miniatura, y presenta diminutos escalones, siendo el fondo del mismo una ranura. Terminado este cráter, la hembra deposita un huevo en el fondo, y la larva tiene acceso así a la zona del árbol rica en azúcares . Las mandíbulas de la larva avanzando bajo la corteza, producen un ruido que una persona puede oír fácilmente y supongo que un pájaro carpintero también. Quien tenga un mueble viejo de madera donde vivan escarabajos longicornes entenderán lo que digo. Esta especie doméstica de los muebles o vigas de madera se conoce como "Reloj de la muerte" y es el escarabajo conocido como Hylotrupes bajulus. El sonido es más fácilmente audible por la noche, con el silencio del resto de la casa. La cadencia de los bocados en la madera, similar al ruido del segundero de un antiguo reloj y la dificultad de ubicar su procedencia es lo que le ha valido ese nombre de Reloj de la muerte.
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