sábado, 20 de octubre de 2012

El científico y la araña.

           
 Un viejo chiste dice lo siguiente…
            Un científico estaba investigando el mundo de las arañas cuando diseñó un experimento. Le quitaba las patas una a una, y llamando a la araña, esta salía de su caja en dirección al científico. Cada vez a la araña le costaba más salir, puesto que tenía menos patas. Cuando el científico quitó la última pata a la araña, esta no acudió a la su llamada, interpretando este resultado del siguiente modo: las arañas, cuando pierden sus patas se vuelven sordas. Con esta historia se pretende ridiculizar el mundo de la ciencia y de cómo los científicos pueden llegar a deducciones absurdas. Pero realmente, no conocemos cual es la trayectoria del científico, y pudiera ser que su comportamiento no fuese tan ridículo como vamos a ver.
            Entre los insectos que conocemos como saltamontes o grillos, cuyo orden  se denomina Orthoptera, se diferencian dos subórdenes, el suborden Ensífera y el suborden Caelífera. En el suborden Ensífera, están comprendidos los grillos y las chicharras o saltamontes de antenas largas y finas, y en el suborden Caelífera los saltamontes de antenas cortas como el Anacridium aegyptium de la derecha.
            Tanto los insectos pertenecientes a un orden como a otro, se relacionan y encuentran pareja generalmente por medio del sonido. Este sonido lo producen o bien frotando unas espinitas especiales presentes en un ala o élitro contra el otro, o bien frotando las espinas de las tibias posteriores contra los élitros. Estas espinas especiales que provocan el chirrido son los órganos de estridulación.
            Lógicamente, si se produce un sonido para atraer a alguien, deben existir también estructuras capaces de recoger las vibraciones que producen estos sonidos para transmitirlas al cerebro y de este modo oírlas. A donde quiero llegar con estas divagaciones, es que si bien los Caelifera poseen estos órganos denominados tímpanos a ambos lados del abdomen, (foto superior) los Ensifera tienen los órganos de recepción del sonido, en las tibias anteriores (foto izquierda). Quizá el científico del chiste, había investigado previamente a los Ensifera, y por esto decidió cortar las patas a la araña.
            Realmente, la entrada sólo pretende contar una curiosidad y proponeos una experiencia naturalística.
            Todavía quedan grillos de la especie Gryllus campestris por nuestras ciudades y pueblos.  Están en época de celo y no son difíciles de ver porque son del tamaño de una cucaracha y negros. Los machos emiten su cri-cri ocultos en alguna grieta, un hueco en el suelo o en las paredes. Las hembras, fácilmente reconocibles por una especie de largo “pincho” que sobresale del abdomen y que es el instrumento con el que coloca los huevos (no pica). Las hembras, cuando escuchan el sonido, intentan localizar al productor del mismo. Para ello, se dirigen hacia el lugar de donde procede el sonido y de cuando en cuando se paran. Giran un poco sobre sí mismas hasta que el sonido llega con igual intensidad a las dos patas delanteras y una vez fijado el rumbo camina otro pequeño trecho para volverse a parar y comprobar que su camino es correcto. Finalmente, la chica encuentra al chico y se introduce en su casa, donde se realizará el acoplamiento.
            Recuerdo relatar este proceso a unos compañeros de trabajo. Estábamos en un pabellón polideportivo, y el macho estaba en una grieta cantando todos los días sin obtener respuesta de nadie. Salí al jardín atrapé una hembra como la de la foto de al lado, y colocada a cierta distancia pudimos comprobar todo el proceso relatado anteriormente. Cada comportamiento de nuestra hembra fue relatado por mí como si de un documental se tratase, y os puedo asegurar que algún compañero encontró la experiencia gratificante. Muchas veces ocurre, que estos procesos, por cotidianos y cercanos no merecen nuestra atención, pero la naturaleza siempre es sorprendente, por cercana y simple que parezca…

2 comentarios:

  1. ¡Es verdad! Ya hace un par de semanas que me había fijado que todos los días, en la Plaza San Francisco de Zaragoza cantaba un grillo. Esto me extrañaba sobremanera acostumbrado como estaba a oírlos en las noches de verano. Así que bueno es saber que lo que ocurre es que es ahora su época de celo.
    Por cierto, me habría encantado estar en aquel pabellón para ver a la hembra en acción.
    ¡Saludos!

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  2. En mi huerto tengo los grillos a miles. Están en las grietas del suelo o bajo la paja que cubre los bancales. Los incordio cuando riego, que tienen que salir afuera al inundarse sus galerías.

    Pero luego deben volver porque a la vez siguiente siguen estando.

    Saludos

    Barracuda

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