Uno de los
rastros que los animales dejan de su presencia son los excrementos. En algunos
casos, estos se usan como balizas olorosas del territorio y están colocados en
lugares muy expuestos; en otros en cambio, son depositados en lugares
apartados. El caso es que de un modo u otro, lo que está bien claro es que las
costumbres de los animales son muy variadas.
En el caso
del gato, tanto del doméstico como del montés, el proceder con los excrementos
no es siempre el mismo. En el caso de encontrarse en el interior del territorio
ocupado por el gato, los excrementos se sitúan en zonas concretas, acumulados
en número variable y enterrados total o parcialmente. Sin embargo, cuando los
excrementos son depositados en las zonas más exteriores del territorio, los
excrementos son depositados sin cubrir, quedando pues más a la vista, a modo
quizá de marcaje olfatorio. No obstante, el lugar elegido no es generalmente un
lugar destacado especialmente apareciendo en el suelo directamente, no en una
piedra grande o en la parte superior de un tocón.
De todos
los modos, el aspecto del excremento es fácil de identificar como podemos ver
en la fotografía de más arriba, y su diámetro está en torno a 1,5 cm.
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