Creo que
una de las marcas que más abundantemente nos siguen en algunos recorridos
campestres es el excremento de la garduña (Martes foina). La costumbre de defecar a lo largo
de un itinerario y de no acumular demasiado los excrementos en cagarruteros,
hace que su número parezca asombroso. Utiliza los excrementos para marcar su
territorio, como deducimos por la posición que ocupan, casi siempre sobre un
lugar destacado.
Frecuentemente son de color negro, aunque algunas veces estos
se ven salpicados de semillas o piel de frutos de frutos que no puede
digerir bien. La dispersión de semillas que no están rotas por la masticación y
que dentro de sus cáscaras están protegidas de los ácidos estomacales,
convierte a la garduña en un animal muy interesante para
la regeneración de nuestros bosques, pues algunos arbustos necesitan que sus
semillas sigan este proceso para germinar bien. El viaje por el intestino
prepara a la semilla para la germinación, y una vez fuera del mismo cuenta con un
abonado adicional. El destino hará que el momento sea ideal, que la
meteorología sea suficientemente adecuada en cuanto a humedad, y que el suelo
cercano sea bueno para poder echar raíz.
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