sábado, 17 de noviembre de 2012

La senda de la garduña


            Creo que una de las marcas que más abundantemente nos siguen en algunos recorridos campestres es el excremento de la garduña (Martes foina). La costumbre de defecar a lo largo de un itinerario y de no acumular demasiado los excrementos en cagarruteros, hace que su número parezca asombroso. Utiliza los excrementos para marcar su territorio, como deducimos por la posición que ocupan, casi siempre sobre un lugar destacado. 
          

  Frecuentemente son de color negro, aunque algunas veces estos se ven salpicados de semillas o piel de frutos de frutos que no puede digerir bien. La dispersión de semillas que no están rotas por la masticación y que dentro de sus cáscaras están protegidas de los ácidos estomacales, convierte a la garduña en un animal  muy interesante para la regeneración de nuestros bosques, pues algunos arbustos necesitan que sus semillas sigan este proceso para germinar bien. El viaje por el intestino prepara a la semilla para la germinación, y una vez fuera del mismo cuenta con un abonado adicional. El destino hará que el momento sea ideal, que la meteorología sea suficientemente adecuada en cuanto a humedad, y que el suelo cercano sea bueno para poder echar raíz.
           



  También no obstante, podremos hallar excrementos cuyo contenido son plumas, pelos o restos de insectos. El aspecto entonces es retorcido y acabado en punta como vemos es esta última foto y su diámetro es de 1,2 cm de diámetro aproximadamente. 

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