En la
mayoría de las obras editadas sobre huellas y señales de animales, se hace
referencia mayoritaria a las señales producidas por los mamíferos. Las aves, al
ser más fácilmente visibles e identificables en el campo, son menos atendidas
en estos libros, si bien las señales que aparecen en el suelo del bosque o
sobre los árboles son muchas veces producidas por las aves. Hay no obstante
buenas y completas guías de señales producidas por aves. Pero es en cuanto a
las señales que muestran la presencia de los más pequeños animales como los
insectos las que menos aparecen en la bibliografía. En los casos mejor
ilustrados, se trata de guías de identificación de “daños en vegetales”, y por ello las
especies que aparecen en estas completas guías son aquellas que afectan a plantas
de “interés para el hombre”, es decir aquellas que tienen un valor económico.
Tal es el espectro desde el que el hombre contempla hoy la naturaleza que nos
rodea. Un aspecto meramente económico.
Los
naturalistas, disfrutamos tanto con la degustación de un fruto como con la
contemplación del maravilloso comportamiento de la mosca de la fruta Ceratitis capitata, (tratada brevemente
en la entrada "Los maestros del teatro", en El naturalista en casa) a pesar de estar declarada en busca y captura por los
desperfectos económicos ocasionados en los frutos. Cada cosa que “no está en su
lugar” llama la atención y curiosidad del naturalista, que pervive con la misma
intensidad que en la época infantil. Un naturalista, al fin y al cabo, es un
individuo “neoténico”. Entendemos como neotenia al proceso que provoca que
algunos animales lleguen a la edad adulta con características propias de su
vida larvaria-juvenil. Un naturalista pues, llega a la edad adulta con la
curiosidad de un niño intacta si no es acrecentada.
Todo esto
viene a razón de los indicios que hoy trae El Grumete en esta nueva entrada.
Todos aquellos que por cualquier circunstancia habéis movido piedras en el
monte o en el huerto recordaréis la estructura que aparece en esta foto. La
respuesta a la pregunta ¿qué es? que algunos os podéis haber hecho es la
siguiente: una ooteca de Mantis religiosa.
La mantis religiosa es el
insecto que encabeza esta entrada, y que muchos habéis tenido la fortuna de
contemplar en la naturaleza, si no esta especie en concreto sí que alguna
otra. La ooteca, es una estructura especial que alberga todos los huevos de una
misma puesta del insecto. Cada una de las especies suelen elaborar ootecas que
si bién pueden ser más o menos grandes según la cantidad de huevos de cada
puesta, en su aspecto externo identifica a
cada especie en concreto. El fundamento de la elaboración de este tipo de
puesta es la protección de los huevos. La ooteca está elaborada con una
secreción producida por la hembra que es agitada mediante los cercos (par de
apéndices cortos del abdomen) de modo que presenta la consistencia de una
espuma con numerosas burbujas de aire englobadas (como una clara de huevo
batida a “punto de nieve”). Cuando esta espuma solidifica queda como véis en la
foto, y se parece a la espuma de poliuretano que se utiliza para aislamiento
térmico en construcción. Dentro de la ooteca están todos los huevos protegidos
de las inclemencias del tiempo, del exceso de humedad y de algunos depredadores
hasta la primavera siguiente, de modo que la nueva generación de mantis pasa el
invierno en estado latente, como si de semillas vegetales se tratase.
Yo soy uno de esos que se han preguntado infinidad de veces qué es eso. Pensaba que eran ootecas de araña. Ahora ya sé que son, muchas gracias. Saludos
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