El otro día
pude escaparme al monte. Hacía mucho tiempo que no iba y he de reconocer que
disfruté mucho. Del monte y de la compañía de Pepito (José Bellosta). Casi
nunca, nunca que yo recuerde, hemos discrepado en lo que pensamos que ocurre en
el monte, y eso que nos vemos poco y nuestras cabezas piensan por libre y por
separado. Con él siempre constato que las cosas que deduzco cuando paseo por el
monte alguien las ha pensado antes o al mismo tiempo en otro lugar, y ese
alguien es él. Creo que él tiene la misma sensación. Coincidimos incluso en esa
costumbre que puede desesperar a quien no nos conozca de no llevar agua jamás,
haga el calor que haga. Sólo llevo agua cuando voy con mis hijos.
Paseando
entre arbustos, árboles y hierbajos varios, con barro en las botas me tropecé
con un “nido” de tarántula (Lycosa
tarentula) bastante típico. Las tarántulas, son unas arañas gran tamaño que
son relativamente abundantes en los bosques mediterráneos. Hay que entender que
cuando digo gran tamaño me refiero al tamaño comparativo con otras arañas de la
Península Ibérica, por lo que nadie debe esperar ir al monte y encontrar arañas
de estas que son casi marisco de grandes que son. Son arañas cazadoras, que
atrapan a sus presas ejerciendo la caza activa, no esperando a que caigan en su
agujero o que queden atrapadas en algún tipo de trampa tejida. Es por ello que
sus ojos son grandes, pues las presas han de ser vistas y la vista juega un
importante papel en la caza. Principalmente nocturnas, el día lo pasan en el
interior de unas galerías construidas en el suelo. Estas galerías constan de un
tubo vertical cuyas paredes están forradas con seda, lo que les da la
consistencia necesaria, y yo creo que ayudan a impermeabilizarlo de modo que no
se llenen de agua cuando llueve. Está claro que según lo intensas que sean las
lluvias, de poco servirá, pero generalmente el interior aparecerá seco. Un
problema añadido a tener una guarida excavada en el suelo y que es de forma
vertical, es que por poco que llueva, si se encharca el suelo el agua se cuela
por el agujero. Para evitar esto, la tarántula construye un reborde reforzado
con ramitas o acículas de pino que levanta casi un centímetro por encima del
nivel del suelo, de modo que el agua discurra alrededor de la entrad pero no se
cuele dentro. Este reborde es el que indica que el agujero que vemos en el
suelo, de casi dos centímetros de diámetro y totalmente circular, es la casa de
una tarántula.
En la foto
que encabeza esta entrada, podemos apreciar como el suelo aparece mojado y sin
embargo la parte más alta del muro anti-inundación construido por la tarántula
aparece seco. No se aprecian los brillantes ojos de la tarántula dentro del
agujero, cosa que me habría encantado, pues en algunas ocasiones así ocurre.
También es cierto que la foto está hecha con el móvil, así que tampoco me voy a
quejar de cómo ha quedado. Como en la foto han salido muchos excrementos de lombriz, lo he indicado por si alguien se preguntaba lo que eran.
Pero, ¿y lo de no llevar agua? ni en agosto? algún motivo o puro masoquismo?
ResponderEliminarSalut
No sé. Yo es que ni me acuerdo de coger agua. Como son excursiones cortas de una tarde o así si no bebes sudas menos. El día más chungo creo que fue un día en el pinar de Osera, sobre las 5 de la tarde y en verano. Si hubiese llevado agua habría bebido, pero seguro que me habría pegado una sudada tremenda.Después paras a tomarte una cervecilla para compensar
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