viernes, 28 de julio de 2017

Regreso a Ordesa y Bujaruelo.

Tras unos veinticinco años, volví de nuevo al entorno del Valle de Ordesa, en el Pirineo. Un parque nacional que data de 1918. Ya no soy el mismo que antes, y las caminatas por la montaña con subidas largas no puedo realizarlas por problemas en una rodilla. No obstante, las pistas de uso restringido que antes ni pensaba utilizar, son una buena opción para visitar las partes altas de los cañones.
Hace unos años, dieciséis, visité el Valle de Añisclo, y utilicé la pista de la Montaña de Sensa, que da acceso al Corral de las Vacas, justo arriba, al lado de Las Sestrales. Belén estaba embarazada de Lucía. Esta vez utilizamos la Pista de la Caña, con fuerte subida y que da acceso al Diazas, justo en la Sierra de las Cutas. Tras unos trecientos o cuatrocientos de cómoda andada, se accede al mirador del Rey, justo enfrente del Circo de Cotatuero, (foto arriba) situado entre el pico del Gallinero a la izquierda y Tobacor a la derecha sobre la muralla de la Fraucata. . Se ve un poco por arriba la brecha de Rolando, y en la foto de la izquierda, el Tozal del Mallo, que da entrada al Circo de Carriata que no se ve en la foto. Sobre el Tozal, el pico Salarons y bajo él la muralla de Mondarruego que se pierde hacia la izquierda.
En el corto camino que nos llevaba hasta el mirador, pudimos disfrutar del vuelo de una pareja de quebrantahuesos (Gypaetus barbatus).
El día anterior estuvimos visitando el Valle de Bujaruelo, que es el lugar donde acampábamos cuando íbamos a la zona. Algo cambiado en las infraestructuras, el valle seguía igual. Hicimos un breve recorrido por un tramo del sendero GR-11 que discurre por el valle del Ara, en la margen izquierda del río (foto de la derecha) y tuvimos la gran suerte de ver un áspid (Vipera aspis) de gran tamaño e igualmente la suerte de no pisarlo, que a punto estuvo Belén, pues estaba descansando en la sombra a la entrada al bosque en medio del sendero. Se escabulló entre los bojes (Buxus sempervirens) y no pude sacarle foto, ya que me quedé mirándolo embelesado y cuando fui a sacar la cámara era tarde...

Tras la comida nos dimos una vuelta por la pista que sube al valle de Otal, y en los riachuelos que  cruzan la pista y que van a parar al río Ara, se veían los renacuajos de lo que probablemente serán rana pirenaica (Rana pyrenaica). Recuerdo que yo, que no soy capaz de identificar los colores por un problema de discromatopsia, recogí una rana adulta la primavera del año 91, y la identifiqué como (Rana dalmatina) rana ágil o patilarga, ya que sus extremidades eran más largas que las de  la rana bermeja (Rana temporaria), y presentaba el antifaz que presentan las ranas pardas, que las diferencian de las verdes. A mi vuelta a Zaragoza, hablando con otros naturalistas, ya me dijeron que en esa parte del Pirineo sólo habitaba la bermeja, y ante mi insistencia sobre la longitud de sus patas la conversación quedó en que yo no tenía razón, que sería una ran abermeja de patas largas y en dudas sobre ese método de identificación de los anfibios. En el año 93, una buena noticia leída en el periódico, trataba de la existencia de una nueva especie de rana, con extremidades más largas que las de la rana bermeja y que se había encontrado en el Pirineo, detectándose ejemplares concretamente en el valle de Bujaruelo.
 Pese a no tener el nivel necesario para poder catalogar una nueva especie, siempre albergaré en el interior de mi memoria aquellas discusiones y la inocente catalogación como rana ágil en mis notas de campo al no conocer la versión oficial hasta entonces de que en ese entorno sólo habitaba la rana bermeja. Hoy cuelgo con orgullo las fotos de estos renacuajos que bien pudieran ser de rana pirenaica, pues el hábitat se corresponde con lo descrito para la especie, y están en el riachuelo que discurre más o menos por el mismo sitio cuando más de 25 años atrás recogí aquella "rana de patas largas".


Es bien cierto que sí que retorné a Bujaruelo en años posteriores a aquella vez hace 25 años, de hecho hablo de una hace dieciséis años pero las circunstancias no fueron las mismas ni tan agradables como aquellas. Destaco de esta última visita la sensación positiva de la medida de acceder al Parque Nacional únicamente con bus, con un aparcamiento disuasorio en Torla, pero lamento la mala impresión que me produjo la visita del centro de interpretación, vacío completamente de contenido (exceso de carteles y ausencia de otro material), donde sólo me pareció atractivo el recinto del bucardo y la reproducción del fósil del cocodrilo de Ordesa, que aún sigue sin extraer de su matriz y para lo que el Museo de Ciencias solicita donaciones.

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