martes, 5 de junio de 2012

Ellas los prefieren coloridos


Charles Darwin, en su libro El Origen de las Especies, expuso su teoría de que los seres vivos, sometidos a la selección natural de los mejor adaptados cambian poco a poco originando nuevas especies. Siempre fue muy obsesivo con las “pegas” que presentaba su teoría. Posteriormente, en su libro “El Origen del Hombre”, consciente de que la existencia de algunas especies es difícil de explicar por la vía de la supervivencia de los mejor adaptados, habla de otros mecanismos que como la selección natural también desembocan en un cambio a través del tiempo y a la aparición de nuevas especies. Uno de estos mecanismos, tan importante como la selección de los mejor adaptados es la selección sexual.
El colorido de algunas aves, que las hace fácilmente visibles a los depredadores, o estructuras como la "cola" de un pavo real, son características que difícilmente se explican con una adaptación para escapar de los depredadores. Este tipo de selección no es esa que todos conocemos como la de los “mejor adaptados” y que modela a la gacela y el guepardo para una veloz carrera.
Tanto el colorido como las dimensiones de la "cola" de un pavo real, su más destacable adaptación especial, la hacen útil sólo para el cortejo. Realmente no es la cola lo que hace la "rueda" del pavo real, sino las plumas coberteras, es decir la plumas que cubren la cola, que se han desarrollado de forma sorprendente incluso más que la propia cola. La selección que las hembras hacen de aquellos ejemplares con coloridos más vistosos para emparejarse, favorece a aquellos que los depredadores ven mejor y que son más torpes en la huída. Los hijos de éstos serán vistosos como el padre debido a la herencia genética.
Los jóvenes, tanto los machos como las hembras tienen colores que se disimulan bien con el entorno, de modo que los machos sólo adquieren su característico plumaje cuando llegan a la edad adulta. El hecho de que habiten zonas boscosas o de matorral facilitan que puedan desarrollar estas estructuras sin que sean eliminados por los depredadores, cosa que ocurriría sin duda en caso de vivir en campo abierto. La posesión de estas plumas tan largas no les impide volar hasta los árboles donde son menos vulnerables y de este modo descansar o dormir.
Vemos pues como en la naturaleza, no sólo se trata de huir rápidamente, de no dejarse ver o de ser un cazador efectivo. También hay sitio para  el carnaval al estilo canario. 

2 comentarios:

  1. Hola, Carlos.

    Soy José Luis, con quien trabajaste en no me acuerdo qué piscina, a quién ayudaste para enseñar a los niños en la escuela, etc.

    Te sigo con asombro y admiración; no puede ser de otra forma. Esta entrada me ha recordado el libro que ahora estoy leyendo: Desde Darwin, del impresionante S.J. Gould. Creo que te gustaría (convergencia evolutiva, especies que parecen contravenir la teoría de Darwin, etc; veinte o treinta ensayos sobre aspectos de la evolución natural).

    Me encantaría volver a verte y dar una vuelta campestre.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Tomo nota. Era la piscina de Santa Isabel. Me puedes enviar un e-mail a mi correo y hacemos por vernos. Gracias.

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