martes, 16 de abril de 2013

Rapaces distribuyendo semillas


            Hace algunas semanas, cuando volvía del trabajo, al lado del camino que conduce a mi casa había un aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) que estaba terminando de comerse a una paloma bravía doméstica (Columba livia). Allí estaba desplumando como hacen las rapaces, quitando plumas, levantando la cabeza y mirando alrededor suyo y volviendo a quitar plumas. No es la primera vez que veo esto volviendo mi casa. Cernícalos (Falco tinnunculus), Gavilanes (Accipiter nisus), Águila calzada, (Hieraaetus pennatus), Milano real (Milvus milvus), Milano negro (Milvus migrans), Ratonero común (Buteo buteo)… todos ellos he podido observar “in fraganti”. Incluso dos veces he podido ver en acción al Halcón peregrino (Falco peregrinus). Una vez un individuo joven que no consiguió cazar nada, y que ví con prismáticos desde la ventana de mi cocina; una segunda vez, un ejemplar adulto que capturó una paloma que había asustado yo al pasar con el coche por el camino. Nunca olvidaré ese momento.
            Después de llegar a casa, espero un ratito y me voy al lugar del crimen para comprobar cómo ha quedado el escenario. En muchos casos, lo que veo no es indicativo del autor de la caza, pero sí en algunas otras como en el caso del Gavilán, que en varias ocasiones he podido comprobar cómo el escenario queda siempre igual. Esto está comentado en la entrada “La presa del Gavilán”. En otros casos, como los milanos, ratonero y el águila, no queda nada significativo. Todos los rastros aparecen igual. En esta entrada os mostraré el escenario del aguilucho lagunero, que indica que la paloma ha sido consumida por un ave rapaz, pero además os contaré un hecho curioso que se deduce de los restos.
            En primer lugar, lo que vemos es un desplume, es decir una gran acumulación de plumas que indican que alguien ha matado y comido a un ave. (Foto de encabezamiento de la entrada).
            Las plumas, indican la especie del ave muerta, en este caso una paloma bravía. Una vez que encontramos esto en el campo, se trata de ir eliminando pistas para dar con el asesino. Lo primero, observar las plumas de vuelo del ave, tanto las “remeras” o rémiges, que son las plumas grandes de las alas, como las “timoneras” o rectrices, que son las plumas de la cola. En estas plumas, los raquis han de estar completos, no rotos. Los raquis rotos indican que ha sido un mamífero el autor del desplume.  (Foto de la derecha).
            

Las plumas que recubren el cuerpo, más pequeñas son arrancadas con el pico y aparecen como en “copos” formados por varias plumas unidas por pequeños trozos de piel o saliva del ave rapaz. Al ser una presa pequeña, no queda ningún resto que nos hable de preferencias alimenticias y nos dé más pistas. (Foto de la izquierda).
           





            Pero lo más curioso que ví en este rastro, y es por eso que he hecho esta entrada, es que aparecía el contenido del buche. Se trata de semillas de maíz que la paloma había robado previamente de un molino cercano. Uno de los métodos de llegada de semillas a las islas que Darwin expuso en su obra “El origen de las especies” era este. Todos aquellos que hemos abierto egagrópilas hemos podido comprobar el contenido de las mismas y algunas semillas que llevaban los pájaros que se habían comido las aves rapaces. El hecho de que esta paloma muerta haya liberado estas semillas (que por las fechas en las que fue capturada ya no podía encontrar en el campo, sino en los graneros del hombre), nos muestra los mecanismos de la evolución en el día a día. Cientos de palomas torcaces (Columba palumbus) viajan desde el norte de Europa hacia el sur cada invierno. Una paloma que se haya alimentado en países más al norte y lleve semillas en su buche, puede ser muerta en España por un azor (Accipiter gentilis) u otra ave de presa y liberar en el suelo las semillas de su interior del mismo modo que esta paloma que hoy nos ocupa ha dejado las semillas de maíz. Si éstas semillas llegan a un sitio donde puedan prosperar, nuevas plantas de una especie que no está presente en la Península Ibérica podrían llegar a la edad adulta y hacerse un hueco en la flora de un determinado lugar. Esta idea es la que me ha hecho pensar que la desafortunada paloma podría ser hoy protagonista de esta entrada contándonos un nuevo capítulo sobre las dispersión de las plantas por los animales.

2 comentarios:

  1. Muy didáctica e interesante esta entrada, Carlos. No conocía tu blog y trasteando por internet he dado con él, con tu permiso me quedaré por aquí y lo enlazo al mío.

    Un saludo!

    ResponderEliminar
  2. Me parece estupendo. Yo enlazo el tuyo y así podré darme alguna vuelta por Sierra Morena. Es una buena forma de "salir al monte".

    Saludos, Carlos

    ResponderEliminar