lunes, 16 de febrero de 2015

De nuevo polémica con las riadas

         
 Han llegado las primeras riadas y con ellas el conflicto de siempre. Se dice que los ríos “están sucios” y que por eso el agua llega a lugares donde no debía de llegar, que es un desastre y que quien va a pagar eso.
            Siempre la misma historia. Los políticos con su peculiar forma de gestionar medio ambiente que tan pronto lo unen al ministerio de agricultura como que lo ponen en un ministerio propio y que en cualquier caso lo gestionan subordinado a otros intereses, ya sean industriales, cinegéticos o de constructores, siempre con fines especulativos. Ellos, pretenden gestionar los ríos como si de canales se tratase.
            Y claro está que no son canales. Los caudales de los ríos son variables a lo largo del año, y los máximos no están sujetos a los designios de compuertas, cosa que marca la diferencia claramente, pues un canal difícilmente se desborda, y un río en cambio si no se desborda es que ocurre algo raro.
            He hablado de desbordamiento de un río porque es el término que utiliza la prensa, pero un río jamás se desborda. El río discurre por una llanura más o menos extensa. Tanto en el caso de mínimo caudal, que en algunos casos hace que el río discurra bajo la grava sin que se perciba su existencia como en el de máxima avenida, cuando se extiende a través de miles de metros cuadrados, siempre está dentro de su curso. Lo que ocurre es que al ser el clima tan peculiar, las ocasiones de máximo caudal pueden estar distantes entre sí decenas o centenares de años, dando la impresión de que el río es más pequeño de lo que en realidad es. Es el precio de la brevedad de nuestra vida.
            Generalmente, el tamaño máximo del río es tan grande con respecto al caudal de estiaje en verano que es difícil de creer. Las construcciones más antiguas suelen estar alejadas de los ríos por esta razón. Metros y metros de distancia desde el pueblo hasta el río. Alguno se pregunta por qué hicieron el pueblo tan lejos del río sin darse cuenta que está en la misma orilla. Las riadas máximas se estiman en una periodicidad en años, por la necesidad que tenemos los humanos de establecer, clasificar y medir todo. Así pues hay riadas que se considera que se repiten cada 20, 25, 50, 100 ó 500 años. Una riada es tanto más grande o destructiva cuantos más años pasan entre ellas, es decir que las más grandes hay personas que no las contemplarán en toda su vida, y que estarán documentadas en los escritos antiguos.
            Con tanto tiempo, en las zonas más exteriores al los pueblos surgen nuevas construcciones que realmente están situadas dentro del río, aunque puede ocurrir que la construcción dure menos que el tiempo que transcurre entre riada y riada. Como esto es una dinámica de crecimiento del pueblo, siempre habrá casas que se anegarán con las riadas. Siempre ha pasado y siempre pasará.
            Pero hace algunos años, se construyeron grandes embalses que sirven para retener el río en sus crecidas y servir de distribuidor de agua a los canales de riego, permitiendo que la cuenca y las superficies de regadío se extiendan a lo largo de muchas hectáreas. Esto hace que las riadas sean menos intensas y que se modifique de forma artificial ese patrón de riadas repetitivas a lo largo de los años Las riadas se pueden empequeñecer en extensión a costa de aumentar su duración en el tiempo.
            La gestión política basada en un crecimiento desmedido y alocado es todavía más breve que la vida de una persona, de modo que se recalifican terrenos situados dentro del propio río, pero no en la orilla como ocurría en los pequeños pueblos sino directamente ya en medio del río.
            Para proteger esta irregular forma de construir, las confederaciones hidrográficas, que deberían haber prohibido la construcción, se afanan en proteger de forma artificial las nuevas urbanizaciones sacrificando los ríos y pretendiendo sujetar y contener la brutal energía que los ríos desatan en sus avenidas. La única forma de intentar contener el río es construir diques de contención convirtiendo el río en un canal, y dando la falsa impresión de que los diques o motas son las orillas del río. Esto provoca que el caudal del río, al no poder expandirse de forma horizontal, se constriña en un canal artificial donde la altura de la lámina de agua asciende por encima de lo que es normal en avenidas que no son demasiado brutales.
            En la dinámica que nos movemos, nos encontramos con un grave problema. Las riadas de gran retorno, 100 años o así son tan brutales que no podemos proteger las construcciones de ningún modo frente a las mismas. Y se opta por levantar los muros para contener riadas de pocos años de retorno. Como estamos hablando ya de temas políticos, no hay que cavilar mucho para deducir que esto no se informa a la población, que al ver los muros de contención construidos, tiene una sensación de falsa seguridad.
            Los muros que aseguraran los intereses de las personas deberían de ser tan altos que es imposible económicamente su construcción, y el impacto visual sería tal que no se construyen. Pero es tan brutal el ansia especulativa, que se está llegando a construir incluso dentro de la zona comprendida por estos muros, como podemos comprobar en el caso de las construcciones llevadas a cabo en la Expo de Zaragoza que curiosamente estaba dedicada al agua y al río dentro del cual se construyó.

        En los dibujicos que he pintado en un papel de cuadros, pretendo ilustrar este camino de la sinrazón. En primer lugar, en el caso   A, vemos un río con su lecho de estiaje y en azul claro la inundación de una avenida que se acerca hasta las primeras casas del pueblo 1,  inundando los bosques de ribera y cultivos aledaños. En el caso B, vemos como aparecen a las afueras del pueblo las casas 2, dentro de lo que es llanura de inundación pero que sólo se descubrirá cuando la avenida llegue hasta ellas. Al haber llegado a ellas en alguna ocasión, los políticos que deberían haber impedido su construcción, dilapidan el dinero de todos los contribuyentes construyendo muros de contención o motas 3, que crean una sensación de falsa seguridad en la gente, y sustanciosas comisiones en algunos casos. Es curioso, que en vez de construir las motas únicamente en la zona donde se amenazan las construcciones como en el caso C, que protegería a estas edificaciones durante más años al ser capaces de contener un caudal mayor, se construyen en ambos lados, evitando la inundación de las tierras de cultivo pese a lo beneficiosa que es para estas tierras esta inundación. Al construir estas motas en ambos lados, si ocurre una rotura como en el caso D, todo el caudal se desvía hacia las construcciones y toda la parte de llanura de inundación de la otra orilla está seca, de modo que una pequeña avenida que sin motas no habría afectado o habrá afectado muy poco a las viviendas las anega de tal modo que incluso las que estaban a salvo en las grandes avenidas pueden verse afectadas. Además el agua de inundación, cuando el río retorna a su caudal, no puede retornar toda, debido a la existencia de la propia mota o sus restos, por lo que una avenida que debería de ser beneficiosa para la agricultura se torna en perjudicial ya que al permanecer días y días anegados los campos las cosechas se pudren y se pierden. Aparece en otro color en el dibujo D.
            Los incombustibles políticos, antes muertos que reconociendo una mala gestión empiezan a vender otra moto, que es la de la necesidad de dragar el río para limpiarlo. Curiosamente, la solución sigue siendo invertir dinero de todos en estas empresas alocadas. Pero como siempre, muchas personas creen que es lo más conveniente, y mayoritariamente, aquellas personas cuyas viviendas se han visto perjudicadas. Perjudicadas, como ya hemos visto antes por los mismos gestores que ahora les brindan una nueva solución. Ahora es el tiempo de los dragados.
            La teoría del dragado es bien sencilla. Se ahonda en el lecho del río, y de este modo, cabe más agua entre las dos motas y se evitan las avenidas. Solución de canal para un río. Del mismo modo que el caudal de un canal y de un río no son la misma cosa, tampoco lo es el cauce artificial del mismo. Para darse cuenta del error y de la inutilidad de semejante obra sólo hay que bajar al río y pensar un poco.
            El lecho del río en el tramo donde yo vivo está compuesto de cantos rodados. Estos cantos, son de diferentes tamaños y están sueltos, no están sujetos con cemento. Sus formas redondeadas se deben a los golpes y el arrastre a lo largo de kilómetros y kilómetros desde las montañas donde se fracturan las rocas por efecto del hielo. Es un error pensar que lo que estamos viendo es el lecho del río. Lo que vemos son los cantos rodados que el río dejó tras la última avenida y tan sólo permanecerán allí hasta la siguiente, ya que continuarán su camino aguas abajo para que su lugar sea ocupado por otros cantos rodados diferentes cuando la avenida remita. Por debajo de nuestros pies y de los cantos rodados, circula el agua con tan poca energía que no desplaza las piedras, pero que no se vea no quiere decir que no esté. Todas estas piedras, serán trasladadas en cuanto la velocidad y el caudal aumenten, y serán depositadas unas nuevas cuando el río retorne a su estado más frecuente de escaso caudal..
             Considerando pues que la retirada de gravas es de poca utilidad, y que las motas o diques no solucionan ningún problema, sólo queda la opción de quitar las motas que "protegen" únicamente cultivos, de modo que las construcciones que se encuentran dentro del río no sufran tantas avenidas, pero siempre siendo conscientes que las avenidas máximas superan con creces la capacidad de las zonas que dejamos para que el río se extienda y que de forma inevitable existe la posibilidad de que se inunden todas aquellas construcciones que se encuentran en lugares donde no se debería haber construido si las confederaciones hidrográficas hubiesen desempeñado su trabajo.
                 En algunas zonas de las grandes ciudades, si se da la riada máxima histórica en algún momento, la catástrofe puede ser de dimensiones incalculables con miles de personas trasladadas y millones de euros de pérdidas en comercios, garajes etc. Tras haber construido en lugares inadecuados, parece ser que la culpa de las inundaciones es del río por ser río. Se dice que los lechos están más altos que antes. Pero esto es algo de lo que hablaré en la siguiente entrada. Al fin y al cabo el tema estará candente hasta los deshielos de la primavera que amenazan con portadas de periódicos hablando de desastres.
           



           

11 comentarios:

  1. El sometimiento total del medio...Gran artículo, sí señor.
    Saludos, Grumete.

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  2. Blanco y en botella, saludos grumete me ha encantado tu articulo.

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  3. Magnífico artículo, muy bien explicado.
    No me había metido aún en tu blog, Carlos. Te felicito.
    Un abrazo

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    1. Gracias. Yo tampoco conocía el tuyo, que visitaré asiduamente. Un saludo, Carlos.

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  4. Me ha encantado el articulo Carlos. Muestras perfectamente la realidad de un caudal naturalmente variable. Pero hay una cosa que llevo varios años con la que estoy luchando y parece difícil erradicar. El uso incorrecto de la palabra LIMPIAR para referirse a Dragar, Encauzar, o Canalizar un río. Este uso perverso de la palabra hace que ningún ciudadano lego en la materia pueda rechazar una acción que a todas luces parece propicia y deseable por todos. No solo usan y reclaman la LIMPIEZA del río alcaldes y agricultores sino que técnicos y educadores ambientales también usan este término. En varios foros he discutido este tema. Pero si ellos también usan ese término como vamos a cambiar? Dejemos la limpieza para cuando queramos realmente limpiar de basuras el río y utilizemos los términos realmente correctos cuando nos refiramos a lo que muchos políticos y agricultores querrían. Basta ya del uso inapropiado del término Limpieza del río.
    Jorge sv

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  5. Es un tema muy frustrante. La gran mayoría de la gente estaría tan contenta si cementaran los ríos (bueno, y el campo en general). Si el río está natural, con su soto y su vegetación, está sucio. Curiosamente, es la misma gente a la que nunca oyes quejarse de la verdadera basura que está por todas partes. Si intentas explicarles que la culpa de los daños es que se haya construido en zonas donde no se debería, lo mínimo que puedes esperar es que te miren como si fueras idiota. Y bueno, de biodiversidad o del valor ecológico de los sotos o de los carrizales ya ni hablamos, ahí ya pasas de idiota a chiflada.
    Hablando de carrizales, hace poco por fin pillé al bigotudo en Escorón: https://www.flickr.com/photos/merintia/15575817974/in/photostream/ A ver si su vecino avetoro se decide también a colaborar...

    Un beso!
    Nekane

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